Despus del Valle
Publicado en Jul 09, 2009
El grupo de exploradores quedó conformado; finalmente estaban decididos a descubrir qué había más allá del Valle Rosado.
Antes de iniciar el camino, tuvieron que decidir por cuál de los senderos debían emprender la aventura; frente a ellos se mostraban una infinidad de pasajes, todos extraños y sinuosos. Al mirar con atención, se percataron que todos corrían paralelos; giraban en el mismo lugar se torcían y retomaban su rumbo original hasta perderse en el horizonte, pero siempre lo hacían uno al lado del otro imitándose. Desde los primeros pasos notaron que el terreno era blando pero no se hundían las pisadas; rápidamente se acostumbraron a los pequeños charcos transparentes que aparecían por todas partes. Algunas grietas cruzaban el piso de un extremo a otro y el terreno comenzó a elevarse de manera sutil. Cuando creyeron haber llegado al final de la ruta, frente a ellos se levantaron cinco colosales montañas de forma tubular. El líder de la expedición decidió escalar una de ellas y los demás lo siguieron, más por inercia que por convencimiento. A mitad de la escalada, el guía volteó hacia los demás y les dijo: - En la cumbre está la respuesta-. Nadie contestó. Desde que empezaron a ascender, uno de los miembros del equipo notó que los senderos del valle continuaban a lo largo de la montaña y extrañado los siguió con la mirada. El grupo estaba a punto de alcanzar la cima, el que estudiaba los caminos descubrió que frente a ellos terminaban los senderos; conforme avanzaban, éstos se iban acercando y torciendo más los unos con los otros hasta formar una espiral que se apretaba hasta llegar a un punto en el centro. Pasando ese lugar, los senderos se volvían a abrir y a separa recorriendo el mismo camino a la inversa. Finalmente llegaron a la cumbre y desde ahí observaron las cimas de las cuatro montañas restantes; del otro lado sólo había obscuridad. Se disponían para el regreso, fracasados y con más preguntas que respuestas cuando todo a su alrededor se cimbró; las cinco montañas , al mismo tiempo, giraron estrepitosamente y a lo lejos, más allá del horizonte, vieron aproximarse a una mano gigantesca, con otras cinco montañas tubulares. Después de ese aplauso, el silencio se hizo para siempre.
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