Que contradictoria es la vida!. Te he ganado y te he perdido. Fuiste mi gloria y hoy no eres más que un recuerdo. Te tuve entre mis brazos y te arrancaro de ellos la crueldad e injusticia de la vida, de ésta vida de la que todos los humanos no somos sino esclavos. A sus designios se mueve el mundo. Estamos sujetos como muñecos a la cuerda que los gobierna. El destino quiso, en su capricho, que un camino de luces te acercara a mi. Mi alma reconoció en ti al que esperaba. Sabía que si mi alma se rendía a tus sueños de amor, te pertenecería siempre y sabía también que habría un dolor en cada nuevo amanecer de nuestro amor. Esperaba y tenía todas las pruebas y sufrimientos con que tu cariño marcaría mi vida. Más cerré los ojos al incierto futuro y viví el presente. Lo viví cada día como si éste fuera el último de mi vida o el primero de una larga cadena de dichas. Para mí existía un cielo que no estaba en los altos sino a tu lado. Al conjuro de la palabra Amor se abrieron para mi y ante mis ojos maravillados las corolas de las flores y aspiré su perfume. Supe de ésas mañanas doradas por el sol de una nueva vida. Conocí el esplendor de un amanecer que mis ojos abiertos soñaron. Anduve caminos de gloria apoyada a tu brazo y en cada tramo que recorríamos quisismos dejar grabado con la huella de nuestros pasos, nuestro amor hecho tierra y flor. Supe de noches estrelladas en que cada estrella fué un puntito de luz en la oscuridad en que nuestro amor vivía. Agradecimos a la tierra, a la noche, a las flores y al sol permitirnos gozar sus bellezas y estampar en ellas nuestro bendito amor. Bendecimos y lloramos nuestro encuentro y nuestro adiós. Pero más que nada agradecimos al creador por permitir que el amor hiciera un alto en nuestras vidas. Y así, con mucho amor vivido y tanto amor guardado, emprendimos nuestros caminos, los que verdaderamente nos pertenecían, no ésos que por un corto tiempo se desviaron de su ruta para unirse y formar la palabra Amor. En nuestra ruta ya nunca más habría lugar para un sueño. El camino desde entonces fué sólo tierra, maleza y guijarro. Fué duro para nosotros caminar entre espinas después de haber pisado a nuestro paso solo rosas. Pero hubo algunas noches en que nuestros pasos nos llevaron a la vera del camino para recordar. Hubo un recuerdo, una lágrima y un beso que el viento llevó quizás a otro mundo en que también alguién hizo un alto en su camino para llorar un amor perdido.
                                                                                  Minerva