La verdad (reflexiones).
Publicado en Oct 25, 2011
Dice un pensamiento conocido a escala mundial que la verdad puede compararse a una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir; pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado. Es cierto. La verdad está ahí, la queramos o no la queramos entender, presente para ser descubierta y ofrecida a los demás. Lo importante es ofrecerla con tal acierto que la otra persona agradezca el descubrirla.
Admiro al hombre que acepta ciertas verdades que producen dolor en un principio pero que luego le hace reflexionar y crecer. Hubo una vez un hombre que, al descubrir cierta verdad dolorosa, recorrió una larga avenida de la gran ciudad llorando desconsoladamente... pero jamás se enojó por ello ni jamás inculpó a nadie por su fracaso. Simplemente entendió que aquello serviría para hacerle madurar. Sólo porque había conseguido desligarse de su vanidad, de su soberbia, de su capricho y había entendido que la única manera de ser realmente hombre era aceptar la verdad de uno mismo, comprender las verdades ajenas y ofrecer la verdad de sus sentimientos a través del sentido pleno de la responsabilidad de sus acciones y el acierto de decirlo sin tener que herir a los demás. No recurrió jamás al insulto ni al atropello de las libertades ajenas para culpar a otros de su fracaso. Y creció tanto, llegó a ser tan maduro, que tuvo ocasión de dirigirse a miles de personas quienes le admiraron por su entereza y su sensatez. El dolor le había hecho madurar hasta encontrar la verdad que otros muchos necesitaban. Quienes le escucharon le aplaudieron fervientemente y quien más le admiró fue precisamente aquel que le había hecho sufrir.
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José Orero De Julián
LUMA54