7.- Escena inesperada
Publicado en Oct 27, 2011
Eran alrededor de las doce de la noche. Mara subió en el elevador hasta el octavo piso y caminó por el pasillo débilmente iluminado. Estaba encarpetado y en algunos claros había un conjunto de muebles adornados por lámparas de pedestal floreadas.
Mara buscó con sumo cuidado la habitación marcada como "1378". Recorrió varios accesos hasta que encontró una sección donde al parecer se reservaba a huéspedes distinguidos. La suite 1378 tenía una puerta de color cedro con el número enmarcado en dorado. La chica apoyó su oreja para tratar de escuchar algo en su interior. No se escuchó nada, ni siquiera nadie parecía dormir. Se rascó la cabeza extrañada y encogiéndose de hombros se aprestó a marcharse. Regresaba a los elevadores, cuando al dar la vuelta en una esquina se topó cara a cara con quien menos se esperaba. •- ¿Carolina? La chica iba vestida con un kimono de seda en diferentes tonos azules. Las ondas de sus cabellos, perfumados, se veían ligeramente revueltos, mientras que toda ella despedía un perfume por demás excitante. Al ver a Mara sonrió con una alegría que jamás había expresado a su persona. •- ¡Mara...! ¡Al fin has venido! •- ¿Qué... estás haciendo aquí?- preguntó Mara extrañada. Buscaba más que nada el paradero de Beatriz y Roberto, y le desencantaba toparse con Carolina. Pero la joven la tomó de la mano con aprehensión y la llevó hacia la suite. •- Sssshhtt! No hables ahora, vamos a un lugar seguro- le dijo en voz queda. Mara la siguió, no sin recelo. Carolina tenía un aspecto deslucido. Debajo de una espesa capa de maquillaje, oscuras ojeras enmarcaban sus hermosos ojos. Era muy claro que iba desnuda bajo el kimono y además estaba descalza. Toda ella era la viva imagen de una juerga la noche anterior. Sacó de su amplio bolsillo una tarjeta y abrió la suite sin ningún problema. Luego se volvió a la suspicaz Mara y la invitó a pasar. •- ¿Por qué...?- preguntó la obesa chica, espiando tanto como pudo el interior de la habitación. •- Te lo explicaré acá dentro- insistió Carolina. Pero Mara dio un paso atrás y rechazó la mano que le tendía su compañera. •- ¿Qué estás tramando? ¿Dónde están Beatriz y Roberto? Carolina la miró con cierta aflicción, pero parecía comprender. •- No voy a hacerte daño, te lo aseguro. Has acudido a mi llamado, encontraste la revista ¿No es así? Mara, sorprendida, sacó la revista bajo el brazo. Carolina asintió. •- Yo la puse bajo la cama, por eso estás aquí. Esto es complicado, Mara, tendrás que actuar con mucha cautela. Mara pasó entonces a la suite. Aunque era un lugar hermoso y bellamente decorado, tenía tal descuido por todas partes, que se diría había pasado un tornado. La cama King size estaba totalmente revuelta, había prendas dispersas por toda la alfombra: hermosos vestidos, batas, camisones, ropa íntima y erótica. Restos de comida y vino se secaban en platos sobre los muebles y por todas partes olía a rancio, a sexo y a toda clase de aromáticas esencias. •- ¿Qué pasa aquí?- dijo Mara desconcertada. Por toda respuesta, Carolina se quitó el kimono y se quedó desnuda. Había laceraciones y moretones por todo su cuerpo. En las piernas tenía marcas de quemaduras y cardenales. Alrededor de su cuello había marcas de cadenas como si la hubieran intentado estrangular con violencia. Mara dio un paso atrás, asustada. Carolina sonrió lastimeramente, al ver la repulsión que causaba. •- Todas las noches, me obliga a tener relaciones sexuales y me golpea, mientras una cámara nos está grabando. Luego se marcha, para editar en algún lado la película. Ha grabado cerca de diez desde que me atrapó. Mara miró a su alrededor. •- ¿Dónde están tus captores? •- No volverá hasta mañana en la noche. Aunque no vendrá conmigo, esta vez les toca a Beatriz y Roberto. •- ¿Les hace lo mismo que a ti? Carolina asintió con desaliento. Y luego le explicó: •- Esa mañana, cuando desperté... tú ya no estabas en la habitación. En tu lugar estaba alguien desconocido. Traía un arma y me apuntaba directo a la cabeza. Nunca salí del hotel, me encerró en otra habitación y al día siguiente me trajo a este lugar. Solía actuar en la madrugada, con la oscuridad, para no despertar sospechas. Ha pedido a alguien que fingiera un secuestro y pidiera dinero a mi padre. En realidad, no le interesa el dinero... es bastante rico. Sólo quiere distraer a la prensa. Mara le miró angustiada. •- ¿Cómo entró esa persona a la habitación? •- Puede hacer lo que quiera- suspiró Carolina -es el dueño de este hotel. Mara se estremeció. •- ¿Y por qué no huyes de aquí? Puedes salir de esta habitación. •- Amenazó con lastimar a mi familia. •- ¿Y le crees?- le interrogó Mara indignada -vámonos de aquí ahora mismo ¡Andando! Pero Carolina negó con la cabeza, en su sorprendente resignación. •- No... no puedo. Las consecuencias serían terribles... pero te ayudaré a rescatar a Beatriz y al otro chico. Sé en donde los tienen. Tienes que hacer todo lo que te diga o tu misma te pondrás en peligro ¿Entiendes? Mara se quedó pensativa y luego preguntó: •- ¿Conocías la suite a la que iban a llevarte...? Apareció el número en la revista, pero ya no pudiste haber regresado a la habitación. ¿Cómo sabías que iba a dar con la revista, Carolina? La chica sonrió con melancolía. •- Puedo regresar a la habitación cuando quiera, Mara. No tienes idea de cuántas veces lo he hecho desde que partiste.
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