novios
Publicado en Jul 10, 2009
Novios El salió una mañana mas a esperar a su amor. Fue hasta la punta de aquella bahía que sobresalía al gran río. Se recostó en la baranda. Una cálida brisa acarició su rostro y a su nariz, llegó un suave aroma de azahares. Su mirada se perdía en las aguas del río portentoso y medianamente tranquilo. El esperaba a su amor y parecía que el mundo a su alrededor lo acompañaba en esa espera. Estaba extasiado de tanta belleza y por un instante pensó que parecido tenía ese cuadro natural con su amada. No lo dudó; ni aún el río con su ímpetu, ni las flores con sus aromas, ni el límpido cielo azul con su fulgor podían ser más que aquella a quien esperaba con lejana ansiedad. De pronto, sin proponérselo, miró a su izquierda y le vio. Allí estaba ella, frágil como las miradas que se encuentran por primera vez, sencilla tal los rayos del sol al amanecer, pero para sus ojos más deslumbrantes que la luz de aquella mañana veraniega en la costa del río. Ella se acercó; él la miró fijamente a los ojos, pero como solo lo hacen algunas mujeres frente al amor, ella bajó la mirada tímidamente. El le tomó de la mano. Luego le dio delicadamente un beso en los labios y ella se sonrojó. El sonrió, le susurró algunas palabras y volvió a besarla. Ella lo amaba con todas las fibras de su ser. Se pasaba la mayor parte del día esperando aquel momento maravilloso, esperaba sus manos, sus ojos, sus palabras y sobre todo sus besos. Cada vez que se miraban eso terminaba en un beso. Se tomaron de la mano, se dijeron palabras de amor; después se fueron caminando lentamente por la vereda que daba al río, una baranda los separaba de las bravías aguas. Los árboles perfumaban el aire. La mañana avanzaba pesadamente, empujada por el calor estival y en la acera dos figuras se marchaban de aquel lugar, tan unidas que de lejos parecían una. Ellos se amaban y tenían el resto de sus vidas para ser felices. El tenía 70 y ella 66...
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Magno Sanchez Pineda
doris melo
magno sanchez pineda
Diego Lujn Sartori
Excelente relato te dejo tres estrellas por el final. Asombroso, cautivante. Se puede ser adolescen te siempre que uno quiera.
Te invito a leer:
Confesión
Amor de yerbal y luna (creo que no tendrás problemas con las expresiones regionales como otros amigos de otros lares de América)
Espero tus comentarios.
Gracias.
Diego