En los agostamiento de todos los futuros,
cuando la vida muestra frutos de agotamiento,
aún hay para beber una tarde de leche,
un día de corolas, una noche instantánea.
Cuando ya no flaquean las molestias del cuerpo
y el monstruo de la yedra va cercando los párpados,
sabemos que aún quedan risas interminables,
momentos de facundia, el café y los elíxires.
Cuando se va remontando un ave de derrota
queriendo descubrir un mundo alicaído
nos queda todavía la carcajada boreal
el último amorío y una flor en la antípoda.
Siempre que los años invaden como lluvia
habrá afectos profundos que estremecerán huesos.
Y en el mismo instante que me halle reflexivo
me miraré al espejo reesculpiendo mi nombre.