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Publicado en Nov 09, 2011
Parece que lo intento. Parece que lo consigo. Cambiar de pensamiento, cuando el tiempo requiere, convertir el trabajo en amigo. Los que pasan frío y demandan abrigo ofertan más amor que toda una exportación de gabanes de visón. Atención, trabajo es satisfacción no castigo.
Me pongo al día, que diría de mí el yo de la semana pasada. Andaduras, más bien ajetreadas, nunca pausadas, salvo etapas cuyos días resisten capas y mantos de tantos superhéroes en chapas. Entonces puedo parar. Incluso dar marcha atrás. Por ende, pensar. El mar no lo veo desde mi casa. No te cuento qué es lo que sucede si no lo que me pasa. Soñar es gratis, la satisfacción no se compra en amor sino en quilates. Falta valor, faltan valores, valentía, en aquel de la hegemonía, el coloso, pudor, en Africa condones. Cuánto tiempo, Karma Police – de Radiohead. Adiós, amigo inesperado, que vuelvas pronto. Me emociona incluso más la forma que el significado en cuestión. Boom de Prince. Buenísimo. No me gustaría tanto si solo me dijeses una etapa. Es más el hecho de que en dichos cursos ha hecho lo que otros en toda su carrera. El príncipe es tan bueno como infravalorado, es sin duda un genio en la materia de la música y un showman que se llevaría de fiesta al pueblo de Irak. Simplemente la leyenda cuya sombra apenas hizo cambiar más allá de sus, aunque notablemente geniales, éxitos de los 80. Ajena al resto, la gente ignora el que puede ser el capítulo más creativo del artista. Desde 1990 hasta hoy, y mañana. Y es que no logra no pasar desapercibido alguien que me hace asentir tantas veces. Suena Miles Davis, Freddie Freeloader. Este también se las trae, más de hecho. El árbol camina. No solo. Hasta donde su follaje termina y cubre, con tono no lúgubre, nada más lejos, más bien alegre. Es ahí donde el mal culmina y nosotros podemos estar bajo su sombra. Estamos todos felices. Vamos hacia donde está el sol sobre un prado verde de dibujos animados. Generatrices de amor, de divertimiento y todos cada vez más al lado. Cerca, que no se me ocurra. Momo de Michael Ende
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