Yo soy la faz de los incrédulos:
Soy la máscara negra que reniega de todos.
Soy la duda peremne en los pasos de ángeles
y el temor que permite el aullido de los lobos:
Soy la desesperanza y no llevo antifaz
y el deceso seguro a la dudosa fe.
Estoy abrigada en el corazón humano
invadiendo emociones como una yedra infame.
Cuando los hombres han dejado todas sus parafernalias
y echado a la hoguera sus fes y catecismos
yo los recojo como a unas flores muertas
enterrándolos dentro de mi mudeza clara.