Finamente
como venida de cielos definidos
te haces en mis manos con tus flores de agua.
Me estremezco a la ver la línea de tus ojos, me estremezco
al sentir nacer tus comisuras.
Los pechos se levantas de círculos profundos
generando gemidos, plenitud y laderas.
Tu piel toma la forma de fácil estructura
que no puede dañarse por su alegría cándida.
Entre mis manos típicas se forma tu volumen:
la cascada de espigas que tienes por melena
y los ojos de ensueños mejores que esmeraldas
que mejoran mi mundo mientras contigo toco
la milenaria hilera de la palpitación nacida
del agua y de los vientos en conjunción pletórica.