Ceratostigma.-
Publicado en Nov 25, 2011
En este mundo, donde habitan seres de luz, seres perfectos en cuando a físico y a equilibrio mental, viviendo en total armonía con su naturaleza, su flora y los astros. Poseen un gran amor por la luna, el sol, las estrellas y su luz, todas las almas de estos seres son estrellas que descienden y ascienden, al nacer y morir respectivamente. Nacen todos en grandes flores cercanas a las costas, grandes flores que son espejo de las luces del filmamento, de ahí nacen los niños, mientras que otros nacen en un Ostión gigante dentro del Reino de las Nereidas, los niños pertenecientes a ese lugar o ... niños que no quieren nacer.
Y mientras el Astro rey estaba a unas horas de querer ocultarse, dos seres importantes asustados corrían y a ratos caminaban con apuro. Ellos dos realmente se amaban, pese a todo lo ocurrido, siempre se amaron y siempre se amarán. Con tristeza, se miran entre sí, Water Violet, un caballero de nariz afilada y una mirada de melancolía, y Cherry Plum, una mujer de ojos color nieve y aires controlados. Saben lo que tienen que hacer, saben que esto jamás va a pasar y que tienen que vivir con eso de todos modos. Les duele tener que ir a buscar a su hijo en medio de la tempestad, a su hijo recién nacido. Los Lavander, un grupo a que pertenecen, comienzan a desintegrarse de a poco, mientras ellos dos corren a buscar a su niño. Ellos lo escondieron en el mar, dentro de un Ostión gigante, junto a su perla. La mujer se apena, llora y se descontrola. Puede que sus compañeros mueran, puede que las Espinas, sus protectores, fallezcan, pueden pasar tantas cosas en la ausencia del par. Seguían su camino hacia las aguas Calipso y verde que bañan sus tierras, que bañan a la mayor parte de su mundo, donde se encontraba el molusco. Water Violet no estaba seguro si las Nereidas le darían acceso a su reino, nada importaba, Cerato estaba ahí dentro. El dolor de Cherry Plum aumentaba cada vez más, sentía el sufrimiento del resto (una de las ventajas de ser señorita, el poder sentir empatía absoluta con los otros), en cambio, su consorte seguía preocupado por cosas que aún no ocurren. Ella volteó y observó las sombras más grandes que había visto en sus miles de años. -Violet, acelera el paso- Él no contestó nada, simplemente tomó su mano y comenzaron a correr más rápido a cada paso, las sombras significaban a los atacantes, significaba la muerte de los dos y que esto no tendría otro resultado. Las orillas se mostraban cada vez más arenosas, el reino de las Nereidas estaba cerca, él no estaba ya interesado en cómo sería recibido, lo que era más esencial en ese momento es: Cerato. -Cherry Plum- dijo con su voz adulta- Por tu seguridad, ve a buscar al niño, prefiero morir primero, sabes que las madres son más importantes en la formación de los bebés…- -¿Tienes la espada en mano? -No …- -Mejor ve tú por Cerato- Aunque tuviese algo más de autoridad, por su actitud extrovertida y decisiva, él se dirigió al reino de las Nereidas. Bajó con cautela y llegó a las orillas, donde ellas nadaban y observaban al sanador con ojos compasivos, una de ellas asomó su cabeza, la mirada suya y la de Water Violet era de conocidos. -Rock Water- dijo él - No has venido por mí, ven- Él se arrojó al mar y como si nada, caminó en su arenoso suelo, buscando apuradamente el Ostión. La Nereida, parte de los Lavander, percibió que todo andaba mal y por algo Cerato debía ser llevado a la vida. Siguieron el camino entre los corales de miles de colores, los hipocampos, medusas, centauros marinos, entre otras formas de vida exóticas. Mientras Cherry Plum, lidiaba con sus problemas, con espada en mano, vigilaba las sombras, la maldad en sí, no debía matar a nadie, ya que las sombras eran aquellos malvados o los seres de la noche, igual de benignos que los diurnos. En todo momento, su vista estaba pendiente. Las sombras se diferenciaban con las nocturnas por su temperatura, las sombras son calurosas y sofocantes, en cambio, las nocturnas son frías y refrescantes, como un descanso luego de una larga jornada difícil. Se acercaban las sombras y el calor se volvía sofocante, se armó de todo valor posible y de las sombras salieron serpientes y buitres, ella comenzó a golpearlas con el filo de la espada, sin tocar jamás la punta, estas se apartaban y volvían como las olas del mar. Water Violet, en su serenidad, encontró lo que buscaba. Estaba cerrado, como un niño pequeño haciendo un berrinche, se acercó con amor hacia él, ya que, si mostraba a través de sus ojos toda la inquietud y lo aturdido que estaba por la situación, el Ostión no dejaría que llevase a su hijo, no le daría confianza. El molusco miró con sus energías al caballero, se notaban sus aires amorosos y neutrales, calmados como las estrellas, abrió su boca, conteniendo ocho perlas y dentro de la octava se encontraba Cerato adormecido. El padre miró a su hijo con cierta lejanía, pero a la vez con amor. Su expresión dormida era la misma que la de su progenitora al estar en los brazos de Morfeo, tanta tranquilidad que amaría dormitar junto a él, mas tubo que sacarlo de ahí, con la misma suavidad que la de sus aires, retiró al retoño en perla. La Nereida le miró con expresión preocupada. -¿Por qué deciden sacar a Cerato ahora?- -Rock Water, todo esto es para que encuentre al Sol, nada más- -¿De qué hablas?- -La misión que todos tenemos y que nadie ha cumplido- Ella miró a su compañero con tristeza, ni ella que tiene más posibilidades de vivir ha encontrado a “Iluminade”, un ser nacido bajo el polvo de una estrella gigante, que siempre se encontraba vivo, pero jamás se hallaba entre los habitantes de su mundo, ¿era un alguien especial?, ¿hombre, mujer, hermafrodita, nada?, nadie tenía ni la menor idea de su forma ni esencia. -Has lo que tengas que hacer- -¿Estás tranquila?, ¿no te asusta lo que te pueda ocurrir?- -Las sombras le asustan el agua, es el único lugar iluminado en las penumbras- sonrió con sus afilados dientes –ahora corre, Water Violet- Él, ciegamente, atravesó todo coral para llegar arriba, donde el sol comenzaba a ocultarse, y darse cuenta de que su bebé comenzó a hacer añicos el calcio de la perla y que su mujer ya no se encontraba donde la vio por última vez, simplemente estaba en el suelo unos rastros de sangre blanca, plumas de ella, su espada y pétalos de Cherry Plum. Su rostro empalideció, cargó consigo la espada y corrió. Las sombras cada vez más cerca y más apuradas, le pisaban los talones, él asustado por el niño, por no haber dejado sola a su amada, no saber su destino y el suyo. Estaba cerca de un arroyo, con mucho cuidado dejó al niño a su lado, junto a él, el abrigo de Water Violet y flores que llevan su nombre. Siguió observando a las sombras y el progenitor, con mucha pena en su interior, las siguió. Cerato, seguía sumido en sueños hasta la retirada de su padre, el bebé abrió los ojos y se encontraba solo. Los bebés que salen del molusco tienen la particularidad de que su conciencia se activa desde el primer momento de salir de este, así que el pequeño tendría un pequeño shock al no tener progenitor al lado, al sentirse solo y desprotegido. Sabía que no debía llorar, por el temor a un calor sofocante que desconocía y al poder de la luna y la noche que empezarían a aparecer y absorberlo. Los reinos de los búhos y lechuzas aparecieron, pero en este mundo particular, las medusas son parte de él, ellas, fosforescentes y blancas flotan hasta el cielo, advirtiendo el transcurso de la oscuridad. Cerato, desnudo, con un abrigo muy grande y una espada, observaba todas las maravillas, le daba curiosidad mirar a esos seres de luz, mientras flotaban hacia el infinito. Su mirada perdida le daba conciencia al mundo nocturno que era un huérfano, o un niñito esperando a sus padres, lloraba a ratos, por no sabes hablar, lloraba por no saber caminar ni desplazarse. Así que sin más rodeos, comenzó a tratar de darse vuelta como una tortuga ya volteada, costó bastante no sólo por el hecho de trisar el nácar de su nido, si no de que su cuerpo no aguantaba el peso de la cabeza, ¿Qué hace un bebé, sólo ante el mundo, sin saber gatear o moverse? simplemente se encontraba boca abajo con el rostro mirando los troncos de los árboles, sus límites entre la tierra y ellos, miraba un poco del riachuelo y sería. Comenzó a tener miedo de ser presa de algún ser descomunal, o de ser atacado o de ser encontrado por el calor sofocante, ¿dónde estará esa persona que le entregó el abrigo y la espada?, ¿aparecerá?... No, no podía ser dependiente de nadie en ese momento, lo único que debía hacer era crecer solo, tan vez jamás aprendiese a hablar, pero si a caminar o a gatear, daba lo mismo que sería primero, lo importante era buscar un lugar seguro, el río no decía nada importante ni mostraba ningún reflejo importante. Con sus ojos verdes miraba el piso con aires de pregunta, en su mente generaban interrogantes de toda especie hacia el piso, interrogantes totalmente innecesarias respecto a esas hojas que crecen de la tierra y una enorme inseguridad de sus capacidades, todo eso a una edad muy temprana y prematura. Seguía mirando a su alrededor, a su oscuro alrededor, mientras unas alas enormes y blancas lo envolvían, junto con una fragancia embellecedora… -Y así fue como te encontré, Cerato- Le dijo Shalömi a su hijo adoptivo -¿Por qué me llevaste contigo, Shalömi?, ¿por qué no me dejaste sólo como lo hizo cualquier otra persona?- preguntaba y preguntaba el niño -Porque yo tenía conciencia de que eres… sobresaliente- -¿por qué?- -Tus rasgos, tu nariz, tus ojos y tu abrigo lo dicen todo- -¿A qué te refieres?- Shalömi lo observó con seriedad -ya sé- respondió Cerato a su mirada - Así que, como ya sabes, no soy tu madre, me encantaría haberte engendrado- Le decía con ternura, el menor observaba a la mujer con alas de Lechuza con mucho amor, aunque su alma fuese insegura, tenía total certeza que ninguna otra mujer le hubiese cuidado mejor. Le abrazó con ternura y ella a él. -Cerato, me da mucha lástima tener que abandonarte- -¿Por qué me tienes que abandonar?, no quiero que te vallas- Le miró con total tristeza, pero a la vez lo predecía, era normal que a la edad suya, siete años, los padres o quienes se hacen cargo de los pequeños los abandonen para que puedan enfrentar solos la vida. Se practica esto desde hace tantas generaciones en este mundo que los niños ya nacen consientes de esto. -Por tradición, prácticamente. Eres muy lindo e inteligente Cerato, amaría quedarme contigo hasta que te sientas listo, pero lo tienes que estar, lo tienes que estar… - le dijo con melancolía. En un abrir y cerrar de ojos, Shalömi ya no estaba y Cerato volvió a estar completamente solo. Miraba a su alrededor, sentía que extrañaba a Shalömi, se le hacía curioso que alguien que no fuese de su sangre quisiera cuidar a un niño así: inseguro, preguntón, pequeño, con ojos verdes, piel muy blanca y cabello negro, ¿por qué a alguien así?, y más encima con boca pequeña ¡Qué desagradable un niño de boca pequeña con una voz muy aguda, casi como una niña!, ¿por qué Shalömi fue capaz de soportar a un niñito igual?, se lo preguntaba tantas veces Cerato, al caminar, donde el viento lo guiase. Sus pequeños pies, desnudos, pero cubiertos con una túnica blanca y por el largo abrigo, sentían no sólo el pasto, si no piedras y pelo de distintos tipos y hasta espinas pequeñas. Se topaba su vista a la vez con flores, árboles y otras criaturas muy bonitas, entre ellas, una mujer de grandes atributos, muy seductora, pelirroja, de ojos verdes más oscuros que los suyos y con rasgos de zorro -Niño- le dijo ella con un tono astuto -¿se te perdió tu mamá?- -¿Mamá? ¿Qué es una mamá?- preguntó por inseguridad, la mujer le miró muy asombrada, puede que el niño sea demasiado pequeño… sea tonto -De esas mujeres que te acompañan…- -Ella me dijo que me tenía que dejar- -Entonces debes tener siete años- -Si- Ella examinó al niño, le llamó la atención su abrigo… su piel… De un momento a otro, su expresión cambió a susto -“¿Puede ser un Lavander?”- se preguntó ella mientras lo seguía examinando -¿Por qué me miras con esa expresión?- -Por nada niño, ¿cuál es tu nombre?- -Mi seudo mamá me dijo que no debía hablar con extraños- -Bueno, ¿cómo se llama tu seudo mamá?- el muchacho no sentía que estaba faltando ninguna regla si le decía el nombre de su progenitora putativa -Shalömi- la memoria de la mayor buscó un nombre similar, le recordó a la mujer Lechuza, alguien que le daba consuelo cuando era niñita y se topaba con ella de vez en cuando a esa edad y … que… no, no podía seguir recordando, su piel se erizó de ver la trágica escena de la mujer lunar el día actual -Si… se quien es, la vi hace tiempo… espera, ¿eres tú el niño Ceratostigma?- -Soy yo- -Ah bien…pues, ¿me quieres acompañar a un lugar?- -¿A dónde?- -Con mi marido, me gustaría que lo conozcas, yo te he visto solamente unas pocas veces pero siento que tienes algo especial, Cerato- -¿Qué tengo de especial?- -Tienes los ojos verdes, igual que yo- le mintió, le dolía hacerlo a un niño tan ingenuo e inseguro de sí, el pequeño deseaba seguir preguntando pero prefirió callar e ir tras la mujer. Él, miraba a la señorita con sus aires inseguros ¿estaba bien seguirla?, le asustaba que fuese un ser que le trasmitiese el mismo calor sofocante de sus primeras horas de vida, aunque… se notaba que deseaba un bien para él. -¿Cómo te llamas?- le preguntó Cerato -Me llamo Oboko y mi marido me deja presentarme- contestó en tono de broma -Me llama la atención tu cola…- -No tiene nada de especial, es lo mismo que yo dijese que me llama la atención tu nariz- Cerato se tocó su nariz, curvada hacia abajo, como un pico de perdiz nival. Miró la nariz de Oboko, bastante alargada, un poco ancha pero fina. -¿Por qué tu nariz es diferente a la mía?- -Porque no tenemos los mismos padres- -¿Eso que tiene que ver?- -Los rasgos se transmiten de padres a hijos, Cerato- -¿Cómo es eso?- -Somos creados con polvos similares a los que crean a nuestros progenitores- -¿Enserio?- -Si- -¿Cómo lo sabes?- -Porque las estrellas me lo han dicho- -¿Ellas hablan? ¿Tiene boca?- -No la necesitan, sus rayos lo dicen todo- -Debe ser fantástico- -Lo es-
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