Un día como hoy llegó a mi un pajarito. Estaba mal herido, sucio, indefenso. Lo tomé entre mis manos, prometí darle amor, cuidarlo, y sanar sus heridas. Parecía tan pequeño, apenas se atrevía a volar. Aún tiene un ala frágil que no sabe dominar. De a poquito fue creciendo a mi lado, aprendí cosas simples de la vida observándolo, mientras él imitaba todos mis gestos y parecía escuchar atento mis consejos. Pero llegó un momento en que lo miré a los ojos, y noté algo distinto. El misterioso pajarito azul, de canto melodioso había crecido en cuerpo y alma. ¿Será la hora de dejarlo partir? ¿Podrá enfrentar sólo al mundo y reencontrase con la naturaleza que es su verdadero hogar? Sólo hay una manera de saberlo. Abrí su jaula, lo puse en mi pecho, sentí el calor de los latidos del amor aún vivos, pero corrí hasta la ventana y lo obligué a partir. Mi preciado pajarito se ha ido, voló sin gratitudes, ni un adiós. Yo le regalé la sonrisa y el amor. Él la ternura y el llanto. Yo...la libertad. ღ