Quisiera que me vieras en ti,
Deslizándome por tus mejillas
Como lo haces tú en mí,
Rodando eternamente sumergido,
Más pronto que un respiro,
Más fugaz y más eterno
Que estos impasibles latidos.
Quisiera que te restases de mi sombra,
Tan pronto, aquí y ahora, amor,
Caduca tu existencia,
Aléjate de mi pútrida esencia,
¡Vete!, vete lejos,
Vete sin avisar y no vuelvas,
Escapa de mi pensamiento
Que te mantiene atado
A todas estas dulces pesadillas,
Tan...y tan lejos,
Donde los susurros de mi corazón
Nunca -¡Jamás!- lleguen a rozarte...
El cabello y la respiración.
Mas, quisiera...solo,
Quisiera detenerte un segundo,
Acariciarte y alimentarme de ti,
Un ínfimo tiempo, un solo segundo.
Y si el cielo me lo concediera,
Hacer de ese momento,
¡Que más!, una eternidad cualquiera.
Quisiera decirte mil cosas,
Apresarte con mi boca,
Arrastrarte por el aire,
Sofocarte en la tormenta,
Empuñar en mis manos tus manos,
Ahogarme en este llanto descontrolado
Antes de sucumbir frente a la espera,
Vislumbrar tu partida anunciando mi caída
Y sentenciando con silencio esta protesta.
Quisiera que vieses en mí,
Ni más ni menos,
Sin atisbo alguno de diferencia,
Todo lo que soy, todo lo que fui,
¡Cielos! Y cuanto más quisiera,
Solo que me veas, que escuches
Cuanto he rezado tu nombre,
Haciendo caso omiso
De aquellas malditas advertencias.
Cariño, amor de mi vida,
Yo solo quisiera
Que observases en mí
Lo todo y poco que he sido,
Quisiera que me mirases
Prestando ávida atención,
¡Te lo ruego!, observa con pasión,
Ve que en realidad
He perdido la razón,
Que mi piel pierde su color
Y mi cuerpo su entereza,
¡Mírame! Ve...
Ve que en realidad
Mi torpe fuerza
Lleva por nombre debilidad
Y se limita a un diente de león
Sumido en la nostalgia y la pobreza...
De corazón.