No puedo ni deseo
dormir a las horas
que todos los hombres
"libres" suelen hacerlo.
 
Me alimento
de papel y tinta
o de viajes fantàsticos
al centro de mi mismo.
 
Juego a escupir
las copas de los moralistas
o a mirar los senos
de sus respetables esposas.
 
Me acuesto con  mujeres tristes
y me levanto alegre
para alzar mi copa
con brindis indecentes.
 
En mi cama descansan los libros
y las fotos
de mis amigos ya muertos.
 
Tengo largas conversaciones
sobre las noticias
con las luciernagas y los grillos.
 
Me estremece el deseo
por los labios y el cuerpo
de mujeres ya muertas.
 
De vez en cuando
soy prisionero
de los labios
de mujeres bellas 
 
Lejanamente
soy carcelero
de las piernas
de mujeres no tan bellas.
 
Mis padres me dicen
que con esta vida
no llegarè a ningùn lado 
y yo sòlo quiero estar quieto.
 
Mi familia me grita
que en la vida
hay que hacer cosas importantes
pero a mì me interesan las minùsculas.
 
Y Dios a diario
me cobra impuestos
por no asistir
a expiar mis pecados.
 
Mi amigos me regalan
placeres
en botellas y sobremesas.
 
Debo tener actitud servil
con autoridades y obreros
pues la sociedad està exigente.
 
Me ahoga este rìo de hipocresìas
sobretodo cuando nadie hasta hoy
te pregunta
si eres un poco feliz.-