El fin del tiempo
Publicado en Nov 26, 2011
El fin del tiempo
El tiempo corre despacio, bajo la sombra de aquel añoso naranjo, las hormigas juguetean en sus reinos de incertidumbre, mientras se preguntan cuando aquel niñito mimado llegará con un dulce para alimentarlas, o simplemente estará soñando con mundos imposibles que sólo viven en su mente, y verá como corren bajo sus pies olvidadas como si no estuvieren es el mismo lugar visitado todos los días por él. Era un día donde las nubes vestían al cielo de mujer, lo habían disfrazado con un vestido blanco y aquel que tan macho se sintiera, con el sol como símbolo de su poder, ahora había caído bajo aquellas nubes que lo dejaban convertido en un ser pusilánime, y para colmo de males vestido con ropa de mujer. En tanto el niñito vestido con sus jeans y su polera azul, miraba al cielo en busca de algo que le diera una respuesta a que había venido a esta tierra, se sentía tan desafortunado que pensaba que la vida era un camino por el cual transitaba día a día, pero tras sus pasos una ventisca borraba cada una de sus huellas, el tiempo pasaba y el chiquillo encerrado en su capa de niño miraba pasar el tiempo ante sus ojos, ya lo había perdido todo y nada perecía contentarle, cuando de pronto una mañana nublada y desde el vientre de una oruga azulosa con pintas negras, bajó una mariposa, ésta tenía unas alas hermosas, era una mariposa única pues en ningún lugar hay una mariposa igual a otra. El hombre que no se había dado cuenta como el paso del tiempo lo había hecho envejecer, continuaba en su vestido de niño, soñando, viviendo, creyendo, olvidando, y en busca de alguien igual a él. Con sus manos torpes cogió a la mariposa entre sus dedos, pensaba como siempre lo había hecho que como lo hacían los personajes de sus cuentos inventados bajo la sombra de aquel naranjo, aquella mariposa había encontrado la felicidad, sin embargo la dejó para que viviera bajo el mismo naranjo en el cual la había visto aparecer, quería ir a visitarla todos los días, sentirla, cerca conversarle aun cuando la mariposa no lo pudiera escuchar. Él pensaba que por el hecho que aquellas hermosas alas estaban sobre la espalda de la mariposa y verla todos los días, sentir como sus aleteos se transformaban en un susurro los cuales pensaba eran la voz de la mariposa quien le hablaba. Las noches, los días, eran todo un sueño, una alegría infinita, cuando de pronto el viento se hizo remolino, sus propias palabras habían hecho un remolino el cual no tardó en tomar fuerzas y crecer a cada momento un poco mas, hasta que ocurrió lo inevitable. La mariposa soltando sus patas de el tronco de aquel árbol empezó a mover sus alas, y el susurro que escuchara antes ahora se convertía en un grito, no un grito cualquiera, sino era un grito de despedida, y las alas que el pensó atrofiadas y que no podrían volar la llevaron lejos flotando graciosamente con el viento para luego perderse de la vista del niño metido en cuerpo de hombre, quien pensaba que por el hecho de estar cada día cerca de la mariposa y hablarle insistentemente, no llegaría el día en el cual ésta abriría sus alas para volar. Bueno después de todo fue un lindo sueño del cual no quería despertar.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (2)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|