DEJANDO DE LATIR
Publicado en Nov 29, 2011
Tres vecinos de un sector de la ciudad se han encontrado en la puerta del edificio. Sus conversaciones se basan en temas administrativo, cosas sobre la vida, un poco de farándula, y temas que a veces se hacen fluir en el momento.
Todo era cotidiano, padres trabajando, niños en los colegios, nanas se dedican a las labores domesticas, y mas de alguna persona se dedicaban en sus hogares a encontrar algún sentido a la vida que les toco vivir. El ritmo de la ciudad era acelerada, eran pocas las personas que se detenían a analizar tranquilamente el sentido de vivir y disfrutar lo que la naturaleza les había regalado. La conversación se interrumpe cuando las personas que recorrían el lugar devuelven sus miradas, otras se detienen, algunos comentan la situación, y otras personas simplemente no hacen nada y siguen su camino. A lo lejos se puede observar un hombre con pasos de trote, chocando las paredes y pisando rápidamente las hojas de los árboles que el otoño ha dejado caer al piso. Al acercarse cada vez más se le puede ver a un hombre no más de treinta años con una camisa color celeste, corbata y pantalón negro. Todas estas se ven algo deterioradas. Sus zapatos café son cubiertos por polvos y están gastadas de tanto andar. Su cara está pintada de tristeza y cansancio. Al caminar solo dice ayuda, con un tono de agotamiento. Al pasar cerca por los vecinos que se encontraban en la entrada del edificio, estos lo miran analizándolo detenidamente. En una de sus manos lleva una caja de herramientas blanca. Uno de los vecinos con un tono de prepotencia le dice. - Ey tú, ¿en que andas? El hombre se detiene rápidamente con un suspiro largo y poco a poco comienza a girar, se apoya en el muro tratando de descansar sin soltar la caja. Con un tono de ya no poder mas, comienza a expulsar palabras. •- Necesito ayuda, me encontraba en mi trabajo y mis herramientas se han deteriorados, tengo que repararlos o cambiarlos, se me hace difícil seguir avanzando. Los vecinos comienzan a prestarle ayuda, el hombre se ve muy cansado. - Pero cuéntanos quizás podríamos hacer algo por ti. El hombre lo miro a los ojos y le dice - todos tienen estas herramientas, no soy en único que se le esta deteriorando con el tiempo. Algunas personas ya no lo necesita pero sus seres queridos no les permite entregarlo ni intercambiarlo. Somos muchos que ya no podemos seguir trabajando porque nos faltan estos instrumentos (levantando y haciéndole referencia a la caja blanca que tenía en sus manos). Mi vida ha sido acelerada, nunca me detuve a analizarla. Con gran cansancio el hombre cae de rodillas los mira y deja caer lentamente su cuerpo, las demás personas que se encontraban en el sector se le acerca rápidamente y deciden ayudarlo pero se dan cuenta que ya es demasiado tarde. SU aliento ha dejado de hacerse fluir. Mientras todos desesperados intentan prestarle servicio uno de los jóvenes se fija en la caja blanca. Lo toma y al abrirla en su mejilla cae una lágrima. Allí comprendieron porque el hombre caminaba con tanta desesperación, en su interior había un corazón que lentamente dejaba de latir.
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