Y  esto de esperarte, de soportar cada maldito día que trascurre para poder amarte… me desespera, me asfixia y lo detesto, pero me llena de tantas ansias a la vez, que cuando llega ese tan esperado día, quisiera que fuese eterno y a la vez que pasase pronto para revivir aquella penitencia previa antes de verte.  Mi amor por ti se ha transformado en adoración y devoción, me ha llenado de paciencia y de cosas bellas que van de la mano de aquel sentimiento tan extraño y excitante llamado amor.
Una vez a la semana puedo contemplarte, admirar tu belleza y sucumbir en los deseos, aquellos que me llevan a amarte en donde nos pille la pasión. Y tal vez esta sea mi manera de demostrar la inmensidad de este sentimiento que me aturde,  porque más allá del tesoro que alberga tu cuerpo  y mas allá de cada  sensación regalada  por tus manos, busco la unión de nuestras almas, de sentir la vibración de nuestras esencias, de pactar en el mas puro acto de amor el compromiso de que te amaré hasta el fin de mis días.
No tengo más opción que esperar la llegada de aquel primer día en el que no nos volveremos a separar, en donde la tortura serán solo los pasos que me llevaran desde mi habitación a la tuya pero siempre teniendo el placer de saber que estamos  bajo el mismo techo, contemplando la noche bajo el mismo cielo y pidiendo  nuestros deseos  a la misma estrella fugaz.
Y si, aunque me cueste y a la vez me encante aceptarlo, me he vuelto una amante en agonía, una esclava de tus besos, tus miradas, tu sonrisa y tu simple compañía; me he vuelto una loca que te busca  y te encuentra en donde quiera que dirija la mirada, una paranoica que pretende buscarte y encontrarte en cada rincón, en cada calle y en cada rostro, que te sueña día y noche… me he perdido en  tu encanto y me he vuelto  una adicta a tu amor.  No quiero decir que he perdido mi libertad, ¡Eso nunca! ni tampoco que pretenda privarte de la tuya, pero he encontrado a mi ángel y yo soy una simple mortal que peca tal vez en haberse enamorado de él… ¡TE AMO!