De regreso de algún viaje de olvidos
viene el alma olvidada de sus meditaciones.
Ha bebido del agua agreste del Leteo.
Ha sufrido el destierro de los mares  adriáticos.
Ha dejado las crestas silvestres de sus sienes
para darle cabida a lo que es soltura,
simpleza, simplicidad, afluencia de armisticios
y un asombro aromado que sería de romances.
Hace bien a las almas olvidarse del ruedo
y dejar que al patíbulo lo cremen sus fantasmas.
Corneará siempre el toro mas será ignorado
ante una bella hembra que planta una metáfora.