En la misma sombra en que escancia mi mano
y que puede volverse un brillo tricolor
veo como elefantes pasar por las llanuras
que me crecen al márgen de la línea de la Vida.
De colores muy pálidos florecen las jirafas
que giran a esconderse en mi raso pulgar.
Hay ejércitos de leones hacia mi dedo índice
y en el anular se cuecen especies desgarbadas.
Es un zoológico que medra en las partes aciagas
de una mano fibrosa de médula inconstante.
Me siento como un niño que pasara por África
en una expedición en la que sobra rapiña.
La boa tragavenados se cuelga a mi muñeca
a la vez que devora mi reloj recurrente.
Es como un paraíso de sueños muy selváticos
que me vienen de adentro, dispuestos en visiones.