El almanaque
ha sido socavado por las viejas
que lo han desflorado y dejado en pantorrillas.
Diseminado sobre un piso sin neónes
deja de ser doce partes noctámbulas
para entender, que con él, vienen los equinoccios
y la deforestación del cuerpo en acaboses.
El almaque no se sabe invención agresora del tiempo
que ríe cuando ve la angustia en los semblantes.
Ríos de años y de vida en infinita enredadera
que la hora parracial va siempre recortando.
Yo me escondo de los fondos brillantes del espejo
que se transnochan para verme a ír a mis desembocaduras.