IGNORANCIA NUESTRA DE CADA DIA
Publicado en Dec 22, 2011
PALESTRANDO
POR MARIO LOPE HERRERA Mérida, Yuc., 22 de diciembre del 2011 IGNORANCIA NUESTRA DE CADA DÍA “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”. —Simón Bolívar LA CAMPAÑA PRESIDENCIAL COMO ESPEJO DE LA IGNORANCIA, UN MODELO DE COERCIÓN Esta semana dieron comienzo las precampañas electorales rumbo a la presidencia de la República en 2012. Como todos ya saben, el PRI postuló a Enrique Peña Nieto; el PRD y las izquierdas (PT y Movimiento Ciudadano) a Andrés Manuel López Obrador; y el PAN se debate aún entre tres precandidatos: Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota y Ernesto Cordero. Después de un comienzo con ciertos traspiés, EPN sigue adelante en las encuestas, seguido en un amplio margen por AMLO. El panismo por su parte se dilata y según analistas los otros partidos le aventajan por el simple hecho de tener una figura definida. Pues bien, sea quien sea en el PAN, está claro que la contienda por la presidencia de la República será tradicionalmente mercadológica, con un fuerte presupuesto a partidos para campañas y precampañas —El Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) aprobó un presupuesto de 5 mil 344 millones 875 mil pesos para los partidos políticos en 2012, de los cuales 3 mil 361 millones 120 mil pesos serán para sus actividades ordinarias permanentes, y mil 680 millones 560 mil pesos para los gastos de campaña—(La Jornada, 17/12/2011), encarnada en una guerra sucia que será exponencial en los próximos meses con descalificaciones, patadas bajo la mesa y hasta ofensas a título personal; y con el apoyo de televisoras, periódicos, artistas, empresarios, etc., lo cual dejará ver la auténtica “estrategia” en la guerra por el poder. Y precisamente los mexicanos estamos acostumbrados, desde que la vida “democrática” y la “alternancia” llegaron con el colofón de la “dictadura perfecta”, a este arquetipo de campañas. Creo que como sociedad también nos hemos abandonado al hecho de que debe ser así. Éstas, para empezar, no deben ser tan costosas, ya que ese costo lo pagamos todos los mexicanos con nuestros impuestos. Ese dinero literalmente se va a la basura entre spots de radio, televisión y medios impresos, y entre otros gastos como impresión de decenas de miles de mantas, papelería de carácter informativo (que no informan nada en realidad) y otras prácticas vergonzosas como pago de despensas, favores, acarreos (renta de camiones para traer de lejanos lugares a gente para un mitin), etc. En resumen, en un país con desigualdades sociales profundas y con un mercado laboral agónico cuyo salario mínimo es de 59.82 pesos al día en la zona “A” (establecidos por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, publicada en el Diario Oficial de la Federación del 23 de diciembre de 2010, según la página www.sat.gob.mx), denota que la democracia en México no es otra cosa que plutocracia, y lo que menos importa a un candidato que quiere ser presidente es debatir, proponer y sobre todo ejecutar sus razones para dirigir una nación. Javier Sicilia nos asegura que los candidatos que miran al país “no es el de la gente que sufre, sino el de una élite política fracturada que busca llegar al poder para simular que gobierna administrando la desgracia”. Asimismo asegura que “nuestros supuestos representantes, (…) lo único que han hecho es opacarnos y convertir la democracia en el negocio de sus partidos, de los medios de comunicación, de las corporaciones privadas y públicas, y de unas cuantas figuras políticas que mantienen su hegemonía a costos muy altos”. Prácticas corruptas que no sólo violan la ley sino pretenden hacer escarnio a la población en general, esa población vulnerable por su alto nivel de ignorancia que resulta al principio y al final una presa fácil. Una muestra de ello es que hasta el día 15 de este mes los legisladores pudieron ponerse de acuerdo para nombrar las tres plazas que estaban vacantes en el Consejo General del IFE desde el 1 de noviembre del 2010. Entre negociaciones y presiones al fin lo hicieron. El asunto que ocupa este suceso es que los legisladores transgredieron la ley pues “los coordinadores de las fracciones parlamentarias claramente despreciaron la ciudadanización del órgano máximo de dirección del IFE, entendida esta como la ocupación de esos puestos con persona sin militancia partidista y sin vínculos orgánicos con cualquiera de las fuerzas políticas”. (Jesús Cantú, Proceso, 1833, pag. 46). Además de que los artículos 41 de la Constitución y el 110 del Código Federal sostienen que se debió realizar una “amplia consulta con la sociedad”. Dicho en palabras simples, los partidos políticos, especialmente el PRI, nombraron a personas que tienen un acercamiento estrecho con las cúpulas partidistas. El IFE ha perdido la esencia de ser un órgano ciudadano para convertirse en un aparato al servicio del Estado. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos ignoran lo que acontece en nuestro país pues se debió exigir a nuestros representantes realizar dicha consulta con la sociedad y nombrar a los tres consejeros. Pero lo ignoramos y en nuestra ignorancia llevamos al país a un capítulo más de corrupción, despojo y escarnio. Otro hecho que lastima y deja espacio a los partidos políticos y al modelo tradicional de campaña es que la mayoría de los mexicanos no leen. Parecerá una frase trillada pero es una realidad; Francis Bacon afirmó que “conocimiento es poder”. Si fuéramos un país culturalmente formado en el seno de la lectura los candidatos que hoy se postulan simplemente no lo harían, no poseerían argumentos de peso para ser escuchados. Pero la realidad es otra. El análisis es complejo y lleva tiempo debatirlo, empero, México tiene estratos sociales, de edad y género que dividen y subdividen (y definen) la ausencia de una práctica habitual a la lectura. Es un tema cultural y socioeconómico. Y esto no tiene nada que ver con ser o no ser un intelectual o de asistir o no a la universidad. Eso es otra cosa. Hablo exclusivamente de saberse informado, de tener la necesidad de conocer los acontecimientos y ejercer el libre pensamiento así como el debate y la pluralidad de las ideas, sean éstas de quién sean. Si este fuese el panorama, ¿usted cree que los candidatos se debatirían en descalificaciones personales, con insultos, o dejando ver que no pueden mencionar tres libros que hayan marcado su vida? Lo anterior permite a la clase política legislar un modelo de campaña abyecto. Un modelo digno de un país ignorante, a pesar de que México, según el INEA, está prácticamente libre de analfabetismo —según este organismo el analfabetismo en el país bajó de un 6 a un 4%—(El Universal, 29/11/2011). El paradigma de la ignorancia ha mutado, como buen virus, pues a principios del siglo XX el analfabetismo era el pesar de la ignorancia. Hoy en pleno siglo XXI, con adelantos tecnológicos en materia informativa, la ignorancia se traduce como la incapacidad, consciente o inconsciente del individuo alfabeto, de adquirir conocimientos pragmáticos concretos en un contexto de flujo informativo permanente. Las expectativas entonces no logran ser superadas, y ésta es que el ciudadano participe, no en las urnas solamente, sino en la construcción social de una realidad política que debe proponer y vigilar la ejecución de dichas propuestas a la luz de la información y el libre debate de las ideas. Dicho esto, podemos esperar un nivel paupérrimo de propuestas por parte de los candidatos, esperemos aquel circo donde veremos trapecistas tratando de colgarse del candidato, y otros más renunciando a sus puestos para buscar senadurías o gubernaturas, o bien, secretarías en el futuro gabinete presidencial. Veremos arriesgados domadores de leones cuidando que no penetren recursos de procedencia “dudosa” a las campañas, auténticos celadores del dinero bien habido. Y por supuesto, veremos al apuesto maestro de ceremonias bien peinado y copeteado que arrancará cuanto suspiro en la señora de la casa, sí, aquella mujer decimonónica que sólo sabe del precio de la canasta básica y que votará por aquél porque está guapo, porque es el que mejor le cae con ese rostro casi treintañero. En conclusión, nos reímos de EPN cuando pifió en la FIL y hasta Carlos Fuentes le dijo que no puede gobernar desde la ignorancia, pero piense usted, siendo críticos, ¿un país ignorante acaso no concebirá un presidente ignorante? Está en nuestro ADN social. TELEVISIÓN COERCITIVA Otra práctica tradicionalista en política en tiempos electorales es la de coaccionar al votante a través de los medios de comunicación, en particular la televisión. Ésta juega un papel fundamental en la decisión del voto. Los empresarios de las televisoras se venden al mejor postor para sus propios fines en los próximos seis años y emprenden, junto con su candidato, una guerra ideológica mediática de contenido “maquillado”. Ayer precisamente me enteré de una práctica propia de los tiempos del PRI más lacerante, Héctor Tajonar, personaje imprescindible de este país, renunció a su columna en diario Milenio porque su director, Carlos Marín, le pidió no criticar a Televisa ni a Peña Nieto. Y en su carta al director, Héctor le dice, “ahora más que nunca cobra actualidad la conocida advertencia de Karl Popper: La televisión se ha convertido en un poder político colosal, el más importante de todos… Se ha vuelto un poder demasiado grande para la democracia. Ninguna democracia puede sobrevivir si no se pone fin al abuso de este poder”. Popper ha sentenciado. MÉXICO, EN RIESGO REVOLUCIONARIO Cualquiera de los candidatos a la presidencia de la República pecaría de ingenuo (o ignorante) si afirmara que México no tiene un riesgo delicado de padecer un conflicto social que le descoyuntaría. En su columna Bucareli, Jacobo Zabludovsky comenta que se entrevistó con Luis María Ansón y éste sentenció que México corre un riesgo revolucionario ante la distribución injusta de la riqueza. Por una parte, no se nos debe olvidar que Zabludovsky formó parte de aquel lejano génesis y desarrollo de la peor etapa de corrupción que padeció el país. El peor escenario de represión y mordaza a la libertad de expresión, donde él fue ejecutor de la manipulación informativa de los ochentas y parte de los noventas. Sin embargo, me llamó la atención que un hombre tan enciclopédico como Luis María Ansón hablara de México ya que conoce la realidad social, política y económica del país. Su análisis no está lejano de la realidad. Afirma que el problema de fondo son las terribles desigualdades sociales. Que el pobre es paupérrimo mientras que el rico es riquísimo, y eso hace una brecha abismal entre un mexicano y otro. Y precisamente eso deseo señalar. Con este marco, los precandidatos a la presidencia de México aún no han mencionado el famoso “cómo” acabar o cuando menos estrechar o combatir esta distancia socioeconómica entre rico y pobre. Pero lo que parece no advierten, porque están más preocupados por quién será su secretario de Gobernación, como AMLO quien ya “nombró” a Marcelo Ebrard como tal, es que los pobres, los que ya quisieran ganar aunque sea 6000 pesos al mes, esos que son mayoría están, como diría Sicilia, “hasta la madre” de ser los chivos expiatorios de un sistema económico dependiente, de un salario mínimo ridículo, de no poseer garantías en sus precarios trabajos, en gastarse casi toda la semana en trasporte público cada vez más caro por las alzas a la gasolina, de trabajar una jornada de diez a doce horas ganando un sueldo como si hubieran trabajado ocho; esos pobres son los que si se llegasen a organizar, el país sucumbiría a un drama social que dejaría a México en un caos que llevaría mucho tiempo y sangre reponer. Mire usted los ejemplos de Egipto, Siria y Libia. ¿Por ahí va Europa? Pero John M. Ackerman fue más lejos que Luis María Ansón pues arguye que “por primera vez desde la pacificación de las fuerzas revolucionarias a principio del siglo XX, emergería el peligro real de la cancelación de la elecciones federales y la imposición de un golpe de Estado desde la cúpulas militares y con es despaldo de la jerarquía católica”. Los antecedentes para Ackerman no son las disputas violentas de los cárteles de la droga en México, ni la inseguridad, tampoco la precaria situación económica de la mayoría de los ciudadanos de este país, “sino la debilidad institucional que genera un clima de impunidad y corrupción en donde literalmente todo se vale”. Siguiendo la misma tónica de esta columna, los candidatos no deben eludir estos problemas de desigualdad social, impunidad, corrupción y debilidad del estado de derecho, si lo hacen podrían lamentarlo y acarrear al país a la debacle nacional, al desorden y la anarquía, y de nuevo, como dice Simón Bolívar, la ignorancia será nuestra propia destrucción.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (7)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|