Soledad, fuiste errática y esquiva
en los tiempos donde la sangre hervía
y el corazón de plenitud y fuerza
me abarcaba.  Hoy eres acaso ese placer
que enmarca mi desidia. Ven
desvìsteme las horas que lentas se diluyen
en mi cuarto cerrado. Si apenas
siento el alma y mis versos se niegan
a nombrarte. Oh, soledad de viejas
sombras, fantasma herido que hurgues
en mi espanto los recuerdos ya muertos
Y arrojas a mi oído tu canto de sirena.
Me atraes, me hechizas en el àngulo
frìo y despoblado de la oscura memoria.
Me niego a recordar, las heridas aùn sangran
y mis brazos yacen rìgidos, siento el frìo
de un cuerpo desmembrado, soy aquella
que nunca debì ser, soy el olvido.