Una Segunda Oportunidad
Publicado en Jan 10, 2012
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 Estaba allí parado, como en los últimos cinco años, cumpliendo una cita obligada con la culpa y la impotencia. No disfrutaba en lo más mínimo de la paz del lugar. Al contrario; su corazón se le disparaba a medida que esos malditos recuerdos volvían a dibujarse en su mente.
     Cerró los ojos y volvió a verse entrando a su casa, ensimismado como siempre en los problemas del trabajo. Le extrañó mucho no oír la música punk que Camila solía escuchar en su habitación a un volumen casi ensordecedor. Era una de las pocas oportunidades en que su hija abandonaba su bunker. Seguramente estaría en la calle, compartiendo - vaya a saber qué -, con esos personajes tan bizarros y excéntricos que solían frecuentarla.
     - ¡Por fin solo! - Se alegró. Cayó pesadamente sobre el sillón del living, tomó el control remoto y encendió el televisor. Hizo zapping por todos los noticieros, escuchando dos y tres veces las mismas noticias. El ritual que repetía a diario, tenía un efecto casi hipnótico. Perderse en las imágenes, lo abstraía tan siquiera por unos instantes de sus amargos pensamientos.
     El abismo que existía entre padre e hija era enorme y se ahondaba cada día más. Juan no veía la hora de que ella partiera a hacer su propia vida. Le costaba fijar la vista en su rostro. Esos ojos color esmeralda, la mirada insolente enmarcada en una piel nívea que cubría sus rasgos casi perfectos y el pelo negro como el ébano. Era tan parecida a su madre... Desde que había enviudado, la imagen de su hija le recordaba lo que la vida le había arrebatado de un solo golpe.
     Entró en un sopor, pero antes de quedarse dormido en el sillón, prefirió apagar la tele y subir por las escaleras en dirección a su cuarto. Al llegar a la planta alta, vio que la puerta de la habitación de Camila estaba entreabierta.
    - Que extraño. - Pensó. Su hija siempre se encargaba de cerrarla bajo siete llaves. A menudo fantaseaba con entrar por la fuerza y agarrarla del cuello para que reaccionara. ¿Por qué no podía ser una adolescente normal? Aunque hacía rato que había cambiado ese anhelo por indiferencia. Sin embargo, esa vez le ganó la curiosidad. El descuido de Camila, era un convite irresistible a espiar un mundo totalmente ajeno, que no comprendía en lo más mínimo.
      Parado ante la tumba de su hija, la visión volvió a recrearse con impecable fidelidad. Entró al cuarto de Cami…, un extremo de la soga estaba amarrada a la araña; el otro, fuertemente apretado a su cuello. La silla tirada en el suelo y el hermoso cuerpo desnudo de la joven, colgaba tieso, cianótico, inerte.
     Estuvo a punto de enloquecer. Instintivamente la tomó de las piernas, e intentó levantarla para disminuir la presión de la horca sobre su garganta. Pero ni bien la rodeó con sus brazos, sintió la gélida rigidez de la muerte, y se dio cuenta que la había perdido definitivamente.
     Abrió los ojos, se desplomó sobre la tumba y lloró, recreando el sentimiento de angustia y desconsuelo que lo había marcado desde aquel instante, para siempre.
     - Hija, te pido perdón por haberte abandonado, por no reparar que tu infierno era mucho más insoportable que el mío. Daría cualquier cosa por devolverte la vida. Hasta la mía propia, si tuviera una segunda oportunidad para demostrarte todo lo que te quiero.
     - Cada aniversario, el lamento surgía casi calcado, convirtiéndose en una especie de patética plegaria. Pero era el único momento en que Juan se permitía conectarse con sus sentimientos. Sabía que debía calmarse lo antes posible. Se secó las lágrimas, dio media vuelta y se dispuso a abandonar el lugar.
     - Mañana será el gran día y debo ir a casa para darle los toques finales a mi discurso.
     - Estaba convencido que esta vez los accionistas no podrían rechazar sus planes, y que finalmente lo elegirían para ocupar la presidencia de la empresa. Hacía tiempo que había perdido a sus seres queridos y su única tabla de salvación, lo único que lo seducía, era llegar a la cima. Alcanzar el poder absoluto que le permitiera decidir y hacer por sobre los demás.
     Pero no llegó a dar dos pasos en dirección a la salida del cementerio, cuando divisó que a sus espaldas se proyectaba una luz brillante que poco a poco fue invadiéndolo todo. Paralizado por el susto, hizo un esfuerzo sobrehumano por darse vuelta... ¡No lo podía creer!. De repente vio la imagen de su hija que se elevaba sobre la tumba.
     - Hola papi. Escuché tus lamentos.
     - ¡Cami, no puede ser! ¡Estoy soñando despierto!
     - Estoy atrapada en un limbo donde se encuentran todos aquellos que se quitaron la vida. Existimos en un plano solitario, gélido, anodino, sin colores ni sentimientos. Una cárcel infinitamente peor a la que fue nuestra desgraciada existencia física. ¿Estarías dispuesto a ayudarme a salir?
     - ¡Por supuesto hija!
     Perplejo e infinitamente emocionado, elevó la mirada al cielo y gritó:
     - Dios santo, gracias por darme la posibilidad de redimirme!. Cami, ¿Qué tengo que hacer para ayudarte?
     - El espectro de la joven señaló con su dedo índice hacia atrás.
     - Debes partir inmediatamente y subir a aquella montaña. Justo en la cima hay una gruta. Entrarás a ella y a tu izquierda verás una flecha tallada en la roca. En la dirección que ella marque, cavarás un pozo profundo y encontrarás un cofre. Ábrelo y toma la llave que hay en su interior. Es la llave que me sacará de esta prisión para siempre. Tráemela lo antes posible, ya que sólo puedo estar aquí por unas horas y no se me permitirá salir en los próximos mil años.
     - Partió sin perder un instante, repasando mentalmente cada indicación. Subió al auto y se dirigió hacia la ferretería del pueblo. No podía pedir ayuda. ¿Quién podría dar crédito a lo que le había pasado?
     - No, definitivamente me tomarían por loco. - Pensó.
     - Tomó un pico, una pala, pagó y sin esperar el cambio, se fue tan rápido como pudo. Ya eran las 5 de la tarde y debía apresurarse, porque sabía perfectamente que las temperaturas nocturnas llegaban a los veinte grados bajo cero.
     Al llegar a la base de la montaña, confirmó sus sospechas. El camino estaba bloqueado por una gruesa capa de nieve caída desde la última tormenta. No podía seguir con el auto, el barrenieves pasaría a despejarlo recién mañana y ya sería demasiado tarde. Sin pensarlo, se bajó del vehículo, tomó una linterna de la guantera, la bolsa con el pico y la pala y se dispuso a seguir a pie. Comenzó a ascender por el serpenteante camino. La nieve aún estaba blanda y sus pies se hundían demasiado, dificultándole enormemente el paso. Sabía que iba a ser duro, pero estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio con tal de ayudar a su hija.
     Pasaron dos horas y recién había cubierto poco más de la mitad del trayecto. Las orejas laceradas por el frío comenzaron a arderle de forma insoportable, hasta que ya no las sintió más. Minutos más tarde empezó a nevar furiosamente. Las ráfagas de viento convertían el gélido clima en una especie de daga que lo atravesaba de lado a lado.
     Dejó de sentir los dedos de sus pies y manos. Preocupado, empezó a golpear frenéticamente sus extremidades contra una piedra, para que la circulación no se le detenga y vio como la nieve empezó a teñirse de rojo. Un agudo agudo pinchazo de dolor le anunciaba que sus dedos aún no se habían congelado del todo. De repente sintió mareos. Todo parecía girar y una densa columna blanca le impedía ver por dónde caminaba, quitándole toda referencia conocida. Entró en pánico, y las dudas empezaron a torturarlo...
     - ¿Y si todo esto fue producto de una fantasía? ¿Me estaré volviendo rematadamente loco?
     A medida que pasaban los minutos, aumentaba exponencialmente el cansancio y la aguja del termómetro seguía bajando, sus cavilaciones se convirtieron en certeza. Seguramente la imaginación le había jugado una mala pasada. Era imposible y estúpido pensar que su hija se le hubiera aparecido desde el más allá.
    Además, … ¿Cómo podía darse el lujo de perder su único objetivo real y concreto?. Aquello por lo que luchó durante tantos años finalmente estaba al alcance de su mano y justamente ahora, no iba a desaprovecharlo.
     - Mañana estoy a punto de tomar el control de la empresa y si no llego a tiempo los accionistas elegirán a otro. Que imbécil, estoy a punto de morir y perderlo todo a causa de un espejismo. – gritó.
     Y a pesar de que solo le restaban unos pasos para alcanzar la cumbre, decidió dar media vuelta y comenzar inmediatamente el descenso.
     El regreso fue penoso, pero enfocar la mente en su propia supervivencia, redobló sus fuerzas. Finalmente llegó a casa con la última gota de energía que le quedaba. Y apenas puso un pie adentro, cayó rendido en el piso del Hall de entrada.
     Al día siguiente, la luz del Sol que comenzaba a colarse a través del ventanal del living, acarició su rostro. A duras penas pudo abrir los ojos, miró el reloj colgado en la pared y cuando logro enfocar la vista en los números, saltó como un resorte.
     - Son las ocho y media! Tengo que apresurarme para ir a la reunión y ni siquiera pude repasar mi presentación.
     Mientras se bañaba, no podía distinguir si la marea de imágenes y sensaciones de la noche anterior realmente había ocurrido. Pero las heridas llenas de sangre coagulada y la piel lacerada por el frío disiparon toda duda.
     Se cambió lo más rápido que pudo y llegó a la empresa con los minutos contados. Cuando abrió la puerta del salón, vio como los accionistas intercambiaban impresiones frenéticamente. Pero ni bien notaron su presencia, giraron la mirada en dirección a él, e instantáneamente hicieron silencio.
     Las piernas se le aflojaron, pero enseguida recuperó la compostura y pronunció un discurso impecable, sin fisuras. El mejor de su vida.
     Por la tarde recibió la noticia: Lo había logrado, era el nuevo presidente de la compañía. Luego de las felicitaciones y festejos de rigor, se marchó en dirección a su casa. Siempre pensó que ese iba a ser el día más feliz de su vida, pero increíblemente no sentía ninguna sensación placentera. La angustia volvió a apoderarse de él y se tornó insoportable en el mismo instante de transponer la puerta.
     ¿Y si era cierto lo de su hija? ¿Y si hubiera perdido la última oportunidad para ayudarla?. Estuvo tan cerca … faltaba un último esfuerzo.
     Decidió regresar al cementerio y se acercó a la tumba, sin notar nada extraño. La misma inquietante tranquilidad de siempre, sólo alterada por los murmullos de una viejita decrépita, que oraba al lado de la sepultura de algún ser amado. Experimentó un profundo alivio y terminó de convencerse de que había hecho bien al no seguir con esa locura.
     Sin embargo, no tardó en darse cuenta de que algo había cambiado. En la lápida asomaba una letra familiar, que parecía como recién esculpida. Removió con ansiedad la nieve acumulada en la piedra y encontró una inscripción que decía…
     “Te perdono papá. Hasta dentro de mil años…”
     Su cara se transfiguró en una patética mueca de dolor y un grito gutural e infinito se escapó de su garganta. Sintió que el pecho se le abría en dos, mientras abandonaba este mundo abrazado a la tumba de su hija. Despertó en un lugar estéril, gris, espantosamente silencioso, sin saber a donde estaba, ni cuánto tiempo había pasado desde que perdió la conciencia. Vagó días, meses, quizás años enteros tratando desesperadamente de encontrar algo diferente a la densa niebla que lo envolvía.
     Pero cuando ya había perdido toda esperanza, encontró una carta lacrada dirigida a él. Prácticamente destrozó el sobre y con las manos temblorosas, llenas de una emoción contenida, abrió el papel cuidadosamente doblado.
     “Bienvenido a tu infierno particular. Aquel que tú mismo te has creado apartándote de todo lo verdadero. Aquí pasarás los próximos mil años, a menos que encuentres a alguien que quiera arriesgar su vida, para rescatar tu alma. Podrás intentarlo una sola vez. Sólo tendrás que proponértelo y aparecerás frente a tu posible salvador. Suerte”.
      Juan sintió que en ese momento se le helaba la sangre. Rompió la carta en mil pedazos, y mientras se desdibujaba su silueta en las tinieblas, gritó:
     - Hasta dentro de mil años Camila!
     Tenía la absoluta certeza de que nadie entre los vivos podría quererlo tanto como para pretender salvarlo.
                                                              Fin
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Miembro desde: Jan 10, 2012
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Descripción

Cuantas oportunidades dejamos pasar en nuestras vidas? Siempre se nos presentan disyuntivas similares, aunque disfrazadas con diferentes rostros, cuerpos y circunstancias. Y casi siempre le echamos la culpa al otro del pobre resultado. Si tenemos suerte, aprendemos algo despues de muchas decenas de veces de meter la pata. El crecimiento es lento, mucho mas lento de lo que estamos dispuestos a reconocer...

Palabras Clave: cuento ficcin fantasa oportunidad segunda

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa


Derechos de Autor: Todos los derechos reservados por Diego Bianchi

Enlace: http://contactoconlodivino.blogspot.com/2011/06/la


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