IDOLATRIA
Publicado en Jan 16, 2012
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(Cerca de una écfrasis.)

Era una fiesta su cuerpo de púrpuras engalanados y verdes muy floreados, un aquelarre de sutiles desvergüenzas y prístinos desparpajos, en el cielo raso un coro de arcángeles marchitos, paulatinos, exhaustos, contenidos, van dejando en el aire una estela pulvurulenta de rosados atardeceres como limaduras de rodocrositas avivadas por las turbulencias de un haz de sol que irrumpe por el intersticio que declara su origen en la luna del espejo. Los bronces abundan en los reflejos de una luz mortecina y en su piel un jaguar derramado ruge asustado del gato que huye sigiloso y embelesado no de ella sino del perfume, de la copa, de la lámpara, de la pulsera y los anillos diamantados. Una mano en el sopor del descanso, la otra declarando su infinito hastío, ambas bajo esa luz mortuoria de delicados púrpuras y verdes congelados. La palidez cercana al miedo relumbra entre la soberbia gestualidad del desgano y la caoba que repite la copa azul y el platillo de los empolvados pasteles. Un carnaval de plumas y pieles celebra el hombro mórbido y desnudo, las largas piernas y la venatura de la mano. Cierta melancolía como de paloma extraviada se le adivina en los ojos, en la boca, en esa fijeza magra de maja asediada. Exultante un jarrón aurinegro domina la fanfarria de objetos enquistados, ella perseguida de otras mariposas esplende en las sedas de sus colores que aletean sus fugaces interferencias de luz. Galanura del cobre de su pelo encendido en el centro como un pabilo, vagancias de sus fosforescencias en sus rituales de cortejo, en su devoción asumida y en sus extensos encantos dilatados hasta inundar los venusterios y los antros de rojas luces perdularias. En actitud o postura de ideograma intraducible de un idioma de feroces mastines y señoríos sin horizontes, de reinos de miuras o bisontes, de los territorios donde pastan los unicornios y medran las gárgolas en las nocturnas catedrales. Los tintes oscuros en el vértice de su descuidado escote trazan con tibias sombras edípicas los rumbos a los abismos del desasosiego o a los acantilados donde se erigen las tumbas de los pecadores de las cuencas vacías. Un vaho de clavicémbalo barroco a la manera de Giuseppe Domenico Scarlatti la cerca, la ciñe y la aísla en su ámbito lánguido de perfecta señora de los sueños intranquilos. Ebrios de su sorprendente palidez nadie aun ha percibido que sus ojos ensimismados ya estaban desde antes atrapados en la serenidad y quietud de un mármol imposible. Vale.
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Foto del autor F.S.R.Banda
Textos Publicados: 48
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Descripción

Palabras Clave: Surrealismo Neobarroco

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa



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