También pienso en la muerte. Pienso en la ventana que se expande frente a mi. Me detengo cuando el cielo azul me destella con su luz. Pienso en el sol, y miro la luna. Pienso en la vida, y escucho la muerte. 
 
También siento la muerte. Siento la puerta que se abre detrás de cada paso dado. Sigo en la inmensidad mientras mis ojos se pierden más con el reflejo de mi alma en el cielo nocturno. Pienso en el cielo y siento el infierno.
 
Olvidé el silencio. Olvidé el dolor. Olvide el miedo. El olvido me olvidó.
 
Recuerdo el mar con sus olas. Recuerdo los colores imposibles del arcoíriz.
 
Diría el filósofo -¡Nada hay fuera de la nada!-
Diría el poeta   -¡Ciclo abierto, lagunas de espacio, el tiempo en cada abrir de ojos y latir del corazón!-
 
Dice mi alma -¡Cubierta de vida y muerte. De día y de noche. Cerrando los ojos y desapareciendo!-
 
 
Cuando el olvido me recordó la noche me alcanzó, y fue el color del cielo quien invitó hambrienta  a la voraz tormenta llamada muerte.
 
 
 
Por: Gibran Escobar.