En el traspatio del Mausoleo,
con su guadaña,
la muerte siembra muertos,
y florecen huesos.


Yo vi al ángel, inerte,
las alas enraizadas,
el rostro probando
la mojada tierra.

Y entonces como
un dios resignado me tiré
y maldije entre dientes su suerte.

Cómo es que después
de pertenecer a mi sueño,
justo ahora que lo conozco
ya no posee voz, los ojos
apagados
grises como un cielo
que presagia una borrasca.

Quién robó tu inmortalidad oh
Inmortal?
Qué bestia te carcomió por dentro
los sueños de tu destino.

_ Contemplo la triste tragedia,
sobre la palestra mil querubines
entonan cantos gregorianos,
mientras yo me encadeno
y me flagelo entre Réquiems.

El viento silva por entre las flores
de huesos y no puedo ver tu alma
la visión de tu pecado
por el que hoy como un triste mortal
te hallo tirado como un vulgar.

Vírgenes; llorad la muerte del hijo
de mi cielo, degollad a las sombras
que ciñen su carne,
no esperéis a la luna para sangrar
las manos......necesito la pureza
de sus sangre para tejerle el recuerdo
y que el olvido mohoso
no sea la despedida
del hoy caído lucero,
desaparecido
del firmamento.

La eúmenide en mis adentros,
escupiré el hielo de las rosas...
cumpliré el castigo
de tu partida,
y cuando la Muerte
me siembre en su jardín
te contemplaré.    Johel Delacroix