4.- La luz tras de la puerta
Publicado en Feb 10, 2012
- ¿Estás seguro de eso?
Isaías conversaba con Isaac en su celda, antes de ir a dormir. Se había enterado de su peculiar incidente en la mañana. - Isaías, no soy dado a contar historias fantásticas. Me falta imaginación para eso. Sé que suena muy loco lo que te estoy contando. Isaías conocía a Isaac desde hacía cinco años, sabía que era alguien de confiar. - ¿Y crees que ese viento que te arrastró fue obra de ese extraño monje? - No le gustó para nada que yo estuviera allí, era muy claro. Pero me da la impresión de que hizo algo más a Eleazar que una simple confesión y no deseaba que nadie se enterara. Isaías pareció hacer memoria en ese momento. - ¿Podrías reconocer nuevamente a ese monje a pesar de que cómo dices, tenía la mirada de Eleazar en su rostro? - Sí ¿por qué? - Porque el único que estaba confesando durante la ceremonia luctuosa de Amici era el padre Tovalto. Isaac se quedó petrificado. - ¿Estás seguro? - Sí, y hubo un momento en que el padre Juan lo buscó para presentarlo durante la comida. Jamás lo encontró. No sé si pudo localizarlo después, pero conozco en qué celda lo ubicaron. Al oír esto, Isaac no pudo reprimir su curiosidad. - Bien, ¿por qué no me muestras dónde está? Los chicos salieron furtivamente de la celda y se iban escondiendo entre las enormes pilastras de los accesos. Serían las doce de la noche y el prefecto debía estar muy tranquilo en su sitio. Hacía mucho frío y la luna estaba en su cuarto menguante, por lo que había poca visibilidad. Isaac tropezaba a cada momento y tenía que apoyarse para no caerse, por lo que Isaías se le adelantó un poco. -¡Eh!- Isaías le hizo una seña en voz baja - ¿Ves eso? Una extraña luz brillante salía por debajo de la puerta en la celda del visitante. Era una luz intensa como el mismo sol. Isaac se acercó cuidadosamente casi frente a la puerta. - ¿Qué crees que sea? - No tengo idea... debió encender cincuenta veladoras para tener tanta luz en la habitación. - ¿Llamamos? - De ninguna manera- se opuso Isaac terminantemente -si Tovalto es la persona que vi con Eleazar, puede ser muy peligroso. Además corremos el peligro de ser sorprendidos y castigados. Isaías pareció contrariarse. - Entonce ¿a qué hemos venido? Y tomando un guijarro lo arrojó contra la puerta. Isaac, aterrorizado, sujetó con fuerza la nuca de Isaías y lo obligó a correr. - ¡Vámonos! Un fuerte estruendo conmovió todo el pasillo, como si estuviera a punto de derrumbarse. Los chicos corrieron en medio de la conmoción tanto como pudieron hasta la celda de Isaac. Se encerraron allí y esperaron lo peor, temblando. - ¿Por qué hiciste eso? - ¡Toma! Sólo quería que se asomara para que lo reconocieras. Pero creo que no fue buena idea. Nada sucedió. Ni siquiera pareció inquietarse nadie más en el convento. Ni un solo movimiento. - ¿Nos habremos vuelto locos?- dijo Isaías golpeándose la cabeza -estoy seguro de que escuché ese ensordecedor bramido cuando golpeé la puerta. - Yo también- le dije a Isaac -pero está sucediendo exactamente cómo te platiqué. Nadie más lo escuchó y nadie más lo creerá. Ahora no me cabe la menor duda, se trata de Tovalto. - ¡Ese granuja! ¿Qué se traerá entre manos? - No lo sé, pero pienso averiguarlo. Ahora más que antes, estoy dispuesto a ir a confesión con ese hombre.
Página 1 / 1
|
MAVAL
la curiosidad mató al ratón , dicen
veremos que a estos dos no le salga una situación escabrosa o quizás de otro tipo...
lo desconocido siempre asusta ...aunque a veces pueda ser algo beneficioso para uno!
veremos...
Aquí está Elvira
María Ester Rinaldi
Continuemos...
Aquí está Elvira