Pensé que tenía un mar que me escuchaba,
con él perdí el timón de mi barco,
todas mis reservas le entregué,
su ola me conquistó, me prendí a su alma.

Hasta que apareció tu pirata,
de un sablazo me arrebató tu amor,
mar adentro se llevó mi ilusión,
con todos mis sueños claros, oscuros.

Fui talvez tan egoista, sólo hablé de mí,
jamás te escuhé, no hablaste de tu cofre,
de tu absurdo tesoro escondido en la selva,
yo lo sabía, porque leía en tu mirada.

Por eso no fue necesario escucharte,
ahora tu mounstro de las aguas con su aliento,
me asustó, me dejó tirada en la arena blanca,
de la isla desolada, allí me abandonó.

No importa yo te querré toda la vida,
sabiendo que encontraré otras aguas,
a quien contar y entregar mis tesoros,
mis mapas, mis historias sin fin,
que aún reservo en el fondo de mi corazón.