Una prosa en mente
Publicado en Feb 14, 2012
Llevaba los lentes oscuros para protegerse del sol.
Buenos Aires ardía. La calle Corrientes era un infierno de cemento y autos y la gente corría apurada hacia sus trabajos o hacia la nada. Llevaba poca prisa. El tiempo se le disolvía entre los dedos sin saber a ciencia cierta porque. Una porción de hipopótamo era tan buen menú como un plato de ravioles o una ensalada. Llevaba historia en sus espaldas. Promesas de huelgas y revoluciones y épocas de caos donde los edificios ardían por el fuego y las balas zumbaban como himno de la guerra de clases. Llevaba una gran dosis de desesperanza y de sueños soñados en las noches de verano. Unos pocos pesos en el bolsillo, un recuerdo de amor gastado y sandalias. Llevaba una resaca y la certeza de una nueva embriaguez. Una mueca triste, una camisa transpirada, una mirada limpia. Llevaba el sol en la nuca y la luna en la lengua. Llevaba una prosa en mente que se perdió en el Río de la Plata.
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Silvia Grimaldo Vlez
facundo aguirre