Las sombras del bar ya no quieren verte en él,
se borran, "nunca más de ti", te dicen.
El amo viene con su bate de béisbol
y quiere abrirte la cabeza, los amigos que tuviste
ahora delatan tu presencia y desaparecen raudos
por las puertas de lavabos, se atrincheran en rincones negros,
no te aguanta nadie, ésa es la jodida verdad...
Porque, aunque tú arrastres tal discurso llorón,
cada tarde, cada noche y todas las madrugadas
juntas como un ramos de rojas rosas encendidas,
amigo Ricart, no estamos tan mal, no lo estamos...
"Entraré en tu cama y te quitaré las bragas sin abrir la boca
para entonces meterme en ti hasta donde mi polla alcance
y al fin te habré follado y tu sonrisa de putita dulce
se irá a tomar por el culo mientras yo seré feliz,
degustaré tus amargas quejas", escribes en la palma de mi mano.
En mi mano, poeta que se echa a vasos de whisky que lo alteran,
lágrima que se desarrolla como cuerpo salido de la tumba,
eres la sombra de lo romántico que nunca muere,
y empalagas, hartas, haces vomitar...
tus historias son de cuando los abuelos paseaban
por los parques y se intercambiaban los vinilos
de The Beattles, The Rollings... Cat Stevens.
Janis Joplin.
No estamos tan mal, no estamos tan mal,
deja de decir que nuestro amor se rompe,
que se lo come una llaga que no para de crecer.
No me seas tan gilipollas y vámonos a casa,
mañana Dios dirá. 
"Entraré en tu cama..."