ACARI, TIERRA DE LOS OLIVOS
Publicado en Jul 18, 2009
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ACARI, TIERRA DE LOS OLIVOS

El lugar que voy a describir es Acari, distrito de la provincia de Caraveli, del departamento de Arequipa; es un singular pueblo arequipeño, y quien ha visitado este lugar nunca podrá olvidar el embrujo de sus paisajes floridos, las chacras llenas de sembríos y árboles que se extienden hasta escalar la falda de los cerros, su cantarino rio que atraviesa el valle, naciendo en las altas quebradas ayacuchanas y muriendo en las azules aguas del océano pacifico; durante todo su recorrido el rio va rumoreando la inefable melodía de recuerdos remotos e historias pasadas del lugar.
Quién se ha paseado bajo el calor amoroso de su sol radiante, entre su gélido vientecillo matinal, en sus románticas noches de luna llena, sentado al pie de un frondoso árbol de olivo, Quién - repito - se ha bañado en las cristalinas aguas de su playa, conocida por los lugareños como "Peñuelas"; asoleándose sobre sus cálidas arenas, comiendo aceitunas frescas, peras , higos y pacaes; quién ha gozado de sus fiestas patronales de su santo protector Santiago Apóstol en el mes de julio, sus vísperas, procesiones, fuegos artificiales, bailes sociales y pelea de gallos.
Acari, distrito de la provincia de Caraveli es un pueblo que se halla ubicado al norte del departamento de Arequipa, casi en el lindero con el departamento de Ica, sobre los 225.00m.s.n.m., flanqueado por uno de sus lados con un gran cerro de arena, su suelo compuesto en gran parte por gravas, hecho por el cual en los meses de verano cuando las piedras superficiales que abundan por el lugar se calientan con el sol radiante, dan la sensación de sofoco y calor; lo cual obliga a los lugareños a utilizar ropas ligeras y sombrero de junco; por eso es muy común ver a las jovencitas lugareñas correteando por el campo o caminando por las calles del pueblo con pantaloncitos muy cortos y blusas sin mangas, vestimenta tan ligera que fácilmente se puede apreciar las curvilíneas formas de los cuerpos de piel morena.
La palabra Acari proviene del vocablo quechua "Ñacari", que significa castigo, sufrimiento; los lugareños cuentan de una leyenda acerca del cerro que actualmente es conocido con el nombre del "Toro Mata"; dicen: que en épocas de la colonia existieron unas minas ricas en oro en algún lugar del imponente cerro de arena ubicado al este del pueblo de Acari; el cual era explotado en secreto por un grupo de españoles, quienes por temor a que la gente conociera de la existencia de este valioso mineral, para realizar los trabajos de la mina contrataron negros y cholos traídos de tierras muy lejanas; sin embargo los acarinos que al inicio también fueron reclutados para trabajar en la mina jamás regresaron a sus hogares, por lo cual los pobladores comenzaron a sospechar, y es así que comenzó a correr un rumor que se fue extendiendo por el pueblo, decían que los acarinos desaparecidos habían sido muertos por los dueños de la mina y enterrado en los mismos socavones, ante lo cual los españoles para salir de este problema idearon un ardid el cual pusieron en practica.
Aprovecharon de la profunda ignorancia de la población que reinaba en esos tiempos, inventaron que el cerro de arena tenia vida, y que se convertía en un descomunal toro de color negro, que bajaba del cerro bramando furioso y mataba a los hombres que trabajaban en la mina; a los dueños el ardid le dio buen resultado porque el pueblo lo hizo suyo, aceptándolo y considerándolo como una realidad; vino a reforzar enormemente esta creencia el ruido que se produce en el cerro de arena cada cierto tiempo, fenómeno que aún en nuestros tiempos continua sucediendo, sonido que tiene la particularidad de asemejarse al mugido de un gran toro. Por eso es que los pobladores tenían miedo acercarse a la mina, porque creían que el gran toro mataba gente, por eso decían: "NO VAYAS A ESE CERRO, PORQUE EL TORO MATA", por eso es que desde ese entonces se le bautizo a este gran cerro de arena con el nombre del "TORO MATA".
El distrito esta conformado por dos principales centros poblados; Acari nuevo y Acari tradicional; ambos separados por un rio; cuya comunicación se realiza mediante un puente colgante, en la plaza principal de Acari Tradicional destacan la antigua Iglesia y sus siete palmeras, que al contemplar sus escamosos troncos se puede deducir que son muy antiguos; en horas de la mañana sus calles se encuentran desiertas, lo cual da la sensación de encontrarse en un pueblo fantasma; y es porque la mayoría de la población labora en los campos agrícolas desde tempranas horas y regresa en horas de la tarde. Algunos Acarinos se ufanan de ser los mejores productores de Aceitunas; y es por eso que en las noches de fiesta, cuando sus almas se alegran y se incrementa el vigor de sus cuerpos por efecto del licor, no falta quien saca pecho y dice: "Que caray, como mi tierra no hay".
Su comida es variada, destacando los platos preparados con los ricos camarones extraídos del mismo rio Acari, y pescados frescos traídos del cercano distrito ribereño de Lomas, y no hay que olvidar un plato típico y que quizás es el único lugar del País donde se le prepara, al cual se le conoce con el nombre de "Saltadito de caña brava"; su nombre peculiar se debe porque es preparado con los brotes tiernos de la caña brava, que abunda en las riberas de las acequias y el rio ; asimismo, destacan los platos de sopa de calabazas, de mazamorras, y como no mencionar las verdes plantaciones de Olivos, que producen la rica y fresca aceituna, cuyos frutos maduran amargos, pero luego de un proceso de maceración con agua y sal, durante un periodo mínimo de tres meses, se convierten en las ricas y frescas aceitunas y de cuyo jugo se prepara el aceite de olivo; el cual es comercializado a nivel nacional e internacional. El cultivo de olivos, algodón y frejoles son los generadores de fuente de trabajo para la mayoría de la población de Acari.
El lugar que les estoy describiendo es Acari, Distrito de la Provincia de Caraveli, del departamento de Arequipa, este distrito no cuenta con ley de creación, sin embargo los lugareños afirman que su creación data de la época de la independencia y que fue fundado como pueblo un 25 de julio del año 1540 por el capitán don Pedro de Mendoza. Pueblo flanqueado por un cerro de arena que lo protege de los vientos sureños, debajo de un cielo azul moteado de nubes blancas, donde la imaginación se llena de idealizaciones poéticas y fantasías deslumbrantes, donde mi espíritu ya cansado de rudos trajines se refresca ahora que estoy trabajando en este lugar, y puedo extasiarme con el inefable encanto de sus paisajes.
Aquí, la naturaleza se muestra en toda su plenitud y esplendor, sus noches con todo su embrujo y armonía, con todos sus sonidos aunados a un espacio aromoso y fresco; aquí, el viento ríe jubiloso entre los árboles de olivos y eucaliptus, con una melodía suave y dulce, casi soñolienta que, al oírlos, uno se sumerge en meditaciones y añoranzas; aquí hasta las noches tenebrosas y frías son puro sentimiento risueño, y lo digo porque ahora que escribo sobre este bello lugar, me encuentro solitario en una casa grande ubicada en medio del campo y muy alejado de la ciudad; sentado en una banca del patio trasero que ha sido acondicionado recientemente por el propietario de la vivienda, con piso de cerámicos de variados y llamativos colores y con una pequeña piscina, solo con la finalidad de brindarnos comodidad; hoy mi única compañera es la noche y mi imaginación.
En fin, aquí, es muy fácil ser poeta o escritor. Por eso, tal vez hoy me anime a escribir otra vez. Y es que, desde muy joven, siempre quise contar las maravillas de mi pueblo, sus soledades y sus triunfos, sus anhelos y sus ensueños. Quise siempre decir lo que mi pueblo dice en sus noches de luna o en sus auroras matinales, sin olvidar sus ocasos empurpurados o sus tardes de lluvia o días de sol esplendoroso.
Nunca voy a olvidar estos campos de verdor, llenos de flores con pájaros trinando por doquier, con multicolores mariposas revoloteando. Nunca voy a olvidar el vuelo de los gallinazos que como pequeños cóndores vuelan sobre los campos o en medio del firmamento azul, entre las nubes blancas que despiertan en mi espíritu una inefable sensación de gozo y fascinación; el dulce aroma que exhala la tierra húmeda; el perfume de las flores y frutos; los alfalfares verdes; el silbido y el grito de los campesinos que se llaman de banda a banda y cruzan el ahora caudaloso rio, mediante una rustica oroya, arriesgando sus vidas, pero tienen que hacerlo, porque al otro lado es donde cultivan la tierra; cada día puedo ver el sol naciendo en las montañas y muriendo en el océano, oír la música armoniosa que me despierta cada día y esta conformada por una combinación de melodías conformada por relinchos, balidos, rebuznos, ladridos, canto de gallos.
Aquí están las extensas plantaciones de olivos; los eucaliptos rumoreando con el viento, con sus brotes que apuntan al cielo; los campesinos arreando el ganado hacia los pastizales, los gallinazos planeando sobre el valle; algún lejano ladrido de perro que cuida el ganado; el tarareo musical de alguna niña que se pasea por las chacras juntando leña o segando pasto para los cuyes o las vacas.
Aquí, cada día es un día de duro trabajo, de búsqueda sustento. Cada campesino, con orgullo y placer, percibe su contribución al bienestar de su familia; labora intensamente, desde el alba hasta el ocaso, incluso en noches de riego de sementeras, para que la querida tierra de ensueños, alfalfares y olivares sea aún más hermosa, rica y fuerte.
Hoy escribo de nuevo, evitando como siempre los procedimientos literarios sofisticados, tendiendo sencillez en el lenguaje, porque tampoco no soy muy conocedor de las reglas ortográficas; pero mi único objetivo es describir cada uno de los lugares de mi extenso País, y que tengo la dicha de conocer, y ahora que escribo estas ultimas líneas, me encuentro entre ruidos, polvos y gritos de obreros trabajando, porque mi labor no es ser escritor, sino ser constructor, porque soy ingeniero y solo aprovecho el mínimo tiempo libre para escribir, ya que siempre me encuentro trabajando, realizando continuos recorridos por la toda la obra, donde muy a mi pesar puedo ver a hombres pujando..., retorciendo el duro acero; respirando el polvo de cemento, excavando zanjas bajo el sol abrasador; al maestro de obra paseándose por entre ellos, como un perro cancerbero, a mi paso todos se doblan y saludan, porque piensan que así pueden conservar el trabajo; que aunque es duro pero por ahora es el único sustento de sus familias, en casa muy lejos de este lugar, los hijos hambrientos esperan.
Siempre escribo del campo y no de la ciudad, porque en las ciudades ya se perdió el encanto de la naturaleza, y porque entre los hombres del campo, siempre hay un clamor o un reclamo. Por ejemplo, no puedo evitar el escribir sobre niños que caminan descalzos y sobre hombres que sollozan su impotencia frente al abuso, o sobre madres que zurcen la ropa del hijo o del esposo sin tener todavía qué llevar a la olla; y puedo escribir con la debida autoridad y conocimiento; porque yo, fui un hombre de campo, y tuve que pasar penurias y hambre para superarme y salir adelante; y mi meta además de obtener una profesión, un titulo o trabajo, es lograr que la justicia que hasta hoy, muy a mi pesar debo decir: que en mi País la "Justicia", tiene un precio tan alto que el hombre de campo no puede pagar; es por eso que otra vez escribo; quizás con la remota esperanza que las personas que puedan leerme, razonen y puedan ayudarme en esta constante e interminable tarea que me he propuesto, de búsqueda de "Justicia", para los mas necesitados; y sé que solo no podre lograrlo, y con estas palabras termino mi corta narracion, esperando haber recopilado la escencia de este pueblo que me ha fascinado y que hoy me cobija.


Acari, Junio 2009

Pablo Félix Loza.
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Descripción

DESCRIPCION DE OTRO PUEBLO DEL PERU

Palabras Clave: ACARI TIERRA DE LOS OLIVOS

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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