LAS HISTORIAS MS TRISTES DE NUESTRA HISTORIA
Publicado en Feb 27, 2012
LAS HISTORIAS MÁS TRISTES DE NUESTRA HISTORIA. (Ensayo documental para jóvenes) NORMA ESTELA FERREYRA AÑO DEL COPYRIGHT 2011 ISBN 978-1-105-04134-1 Dedico este libro al Exmo. Sr. Presidente de Bolivia, Evo Morales. Y a quienes fueron silenciados y excluidos de nuestra historia, por causa de la barbarie y la injusticia. NOTA DE LA AUTORA Desde muy niña, sentía desconfianza por la historia que se narraba en los libros de enseñanza, tanto primaria como secundaria, pues tenía el presentimiento de que algunos hechos, no eran confiables para mi inteligencia y me resistía a admitirlos como verdad. No a todos, pero sí una gran parte. Y por eso, la Historia no fue para mí una materia agradable, porque tenía la sospecha de que alguien estaba queriendo dirigir mi mente. En verdad, no sabía muy bien por qué me ocurría eso, que me provocaba resistencia cuando debia considerar a la materia con la misma seriedad que a las demás. Pero en cuarto año, tuve un gran profesor que la convirtió en mi favorita, porque aclaró mis dudas, ya que el primer día de clases, dijo que él consideraba que sólo había versiones de la Historia y por eso no era una ciencia. Al oírlo, me sentí interesada y lo escuché con mucha atención. Seguidamente, nos dio las pautas acerca de cómo sería nuestro trabajo en clase. Se trataba de formar equipos, en donde se investigaran las versiones contrapuestas sobre los hechos. En un principio no entendí bien la propuesta y él nos aclaró que la Historia siempre tiene, por lo menos, otra versión y a veces varias, porque hay algunos pueblos que ni siquiera pudieron contar la suya, como los 90 millones de indígenas que fueron exterminados de América. El dato me impresionó tanto, que me anoté en el equipo para defender las historias silenciadas y hasta hoy no deserté en esa misión de buscar la verdad revisando todas las posturas sobre un hecho, tratando de descubrir lo verdadero y lo falso que pueda haber en las distintas narraciones. LA GUERRA DE LA INFAMIA Esto podrá parecerte un cuento de terror, pero en realidad no lo es, porque como ya sabes, los cuentos son de ficción o de mentira y esto que voy a contarte, fue una historia verdadera. Y voy a hacerlo, porque durante mucho tiempo, quienes contaban la historia, le ocultaban la verdad a los niños y adolescentes, por temor a que no la entendieran. Aunque pienso, que en realidad, lo que no querían era que la comprendieran. También quiero decirte que ninguna guerra puede justificarse entre los seres humanos, ya que nuestra función principal es razonar frente a los problemas y conflictos y la paz debería prevalecer siempre sobre la violencia. Aunque parece que somos muy imperfectos, a juzgar por lo que hacemos. Pero vayamos a los hechos: Resulta que hace más de un siglo, exactamente 140 años, en nuestra América Latina había un pequeño país que era el más desarrollado de la región, incluso que la Argentina y Brasil, porque había logrado tener el primer ferrocarril, el telégrafo y el primer barco a vapor, que se llamó Iporá. Tenía industrias madereras, fábricas de papel y no tenía obreros desocupados ni deuda externa, es decir no debía nada a nadie. Además, producía yerba mate y tabaco que exportaba a otros países. Era lo que se dice un país con futuro, que progresaba y se desarrollaba velozmente. Tenía el porcentaje más bajo de analfabetos, es decir que casi todos sabían leer y escribir, había escuelas en cantidad suficiente y la enseñanza era obligatoria. El único dueño de la tierra era el Estado, que alquilaba los campos a los campesinos que quisieran trabajarla y a esas tierras se las llamaba Estancias de la Patria. Por supuesto, que no había esclavos, pues todos tenían su casa y su tierra para cultivar. En ese pequeño país no conocían el hambre, pero nunca ambicionaron riquezas. Su pueblo desciende de los indígenas guaraníes, cuyo nombre significa “guerreros”, pero eran un pueblo muy pacífico, aunque su orgullo no les permitía ser dominados por ningún conquistador, aunque les costara el exterminio, es decir, pelear hasta el último hombre.. Y esta fue, precisamente, la historia que ocurrió en el año 1865 y que duró cinco años, porque en 1870 fueron vencidos por tres países que querían destruir a su presidente Francisco Solano López, un héroe de Leyenda como el de la película “Avatar”, que seguramente viste por estos días. Lamentablemente, entre esos tres países estaba Argentina y su presidente Bartolomé Mitre fue el que realizó la mayor hazañas de crímenes contra quienes querían ser libres e independientes. Ese pequeño país del que te hablo es Paraguay. Por eso, cuando veas a un paraguayo, pídele perdón por los crímenes de nuestros antepasados. Pero a estas alturas te estarás preguntando por qué tuvimos que participar en esa masacre innecesaria. Bueno, te cuento: Inglaterra era un Imperio poderoso y lo sigue siendo, ya que no sólo nos arrebató de las manos a las Islas Malvinas sino que en África y en distintas partes de América ha posado sus garras asesinas para despojar de sus riquezas naturales a los pueblos. Sabes que es socio en toda guerra que se realice en el mundo y donde interviene Estados Unidos, siempre que tenga por fin sacar ganancias económicas. En 1865 Paraguay era un mal ejemplo para el mundo capitalista, porque quería ser un país digno, justo, independiente y libre. Eso era un problema para los imperios extranjeros, ya que lo que pretendían era esclavizar a los pueblos para robarles sus riquezas, como hoy ocurre con el petróleo de Irak, Libia, Afganistán, entre otros. Entonces, Inglaterra les prestó dinero a Argentina, Uruguay y Brasil para que invadieran Paraguay y derrotaran a su presidente, Solano López, porque a él se le había ocurrido que su pueblo merecía lo mejor y no ser esclavo de ningún otro país. Todo empezó cuando el presidente Uruguayo Bernardo Bello, es sacado del poder por la fuerza por los opositores uruguayos con ayuda de los brasileros. Entonces el presidente paraguayo lo quiere ayudar enviándole su ejército, pero nuestro presidente, Bartolomé Mitre, un vende patria convertido en héroe por quienes escriben la historia, no lo deja pasar por el territorio argentino, aunque sí los deja pasar a los uruguayos y brasileros para que ataquen a Paraguay. Muy enojado, el presidente paraguayo nos declara la guerra y así se le suman tres enemigos y por eso se llama la Guerra de la Triple Alianza, aunque había un cuarto que no daba la cara y que brindaba toda la ayuda necesaria, tanto en armas como en equipamiento pero que se mantenía oculto. ¿Adivinaste quién es? Sí, Inglaterra. Paraguay luchó valientemente durante cinco años y fue vencido en la última batalla donde lucharon hasta los niños, con palos tallados como fusiles. Fue en Cerro Corá, donde Francisco Solano López, muere luchando junto a los soldados, mientras dice “muero con mi patria”. Antes de la guerra, Paraguay tenía un millón trescientos mil habitantes y cuando termina, sólo le quedan doscientos mil. Sólo quedaron el 90 % de los varones, o sea, 10 hombres de cada 100. Muchos habían enfermado de cólera y sus cadáveres eran arrojados al río, por los vencedores, para que se contagiaran los pueblos que vivían en la costa. Tanta crueldad es posible cuando los que triunfan son pueblos bárbaros, como en este caso. A esta guerra, la llamaron “La Primer Vietnam”, comparándola con otra guerra sangrienta que Estados Unidos realizó en el siglo pasado contra los asiáticos, aunque allí, a los criminales no les fue tan bien, porque tuvieron que huir como ratas, a manos del valiente Ho Chi Minh. Como puedes ver, a veces, las historias verdaderas son más crueles que todas las películas de ficción. Y este es un ejemplo. Pero aunque esta sea una triste historia, es necesario que la conozcas para que las nuevas generaciones no repitan estos errores del pasado nunca más. ¿No lo crees? Debemos saber también, que los héroes de la historia no son los que figuran en la letra grande de los libros, sino que son otros, precisamente, los que se oponían a la guerra. Por ello es que es bueno conocerlos y colocarlos con mayúscula en estas páginas de la verdad. Con motivo de esta guerra de la Triple Alianza, hubo en casi todo el resto de la Argentina una corriente generalizada de oposición a participar en ella, hasta el punto que gran parte de los soldados enviados eran de raza negra.Los ejemplos del rechazo argentino a luchar contra Paraguay abundan. Entre ellos se destacan el Desbande de Basualdo, ocurrido en julio de 1865, en la cual ocho mil soldados argentinos — en su inmensa mayoría entrerrianos — se negaron a luchar contra Paraguay. A esta rebelión le siguió la Sublevación de Toledo, de noviembre de 1865, que fue duramente reprimida con el auxilio de tropas brasileñas y floristas[.] Otro de los líderes de la oposición contra la guerra en Entre Ríos, fue el general Ricardo López Jordán, quien había escrito a Urquiza[: ]"Usted nos llama para luchar contra el Paraguay. Nunca, general; él es nuestro amigo. Llámenos para luchar contra los porteños y brasileños. Estamos listos. Ésos son nuestros enemigos."En noviembre de 1866 se produjo en la provincia de Mendoza la llamada Revolución de los Colorados y, el 10 de diciembre, el coronel Felipe Varela se unía a la misma, lanzando la siguiente Proclama:[] ¡Argentinos! El pabellón de mayo que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las ineptas manos del caudillo Mitre, ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco, Tuyutí, Curuzú y Curupaití (...) ¡Abajo los traidores de la Patria! ¡Abajo los mercaderes de las cruces de Uruguayana, a precio de oro, de lágrimas y de sangre argentina y oriental! Nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada, del orden común, la paz y la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás repúblicas americanas. ¡Compatriotas nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará el enemigo. Allí los invita a recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro jefe y amigo.-(Manifiesto de Felipe Varela). La Revolución se extendió rápidamente a las provincias argentinas de San Luis, San Juan y La Rioja y las fuerzas nacionales tardaron más de un año en vencerla.[] Demorados en la represión de estas rebeliones, Mitre y sus subalternos recién pudieron regresar a la guerra de Paraguay hacia julio de 1867. Sin embargo, para ese entonces la impopularidad en Argentina de la guerra contra el Paraguay provocó una nueva rebelión, esta vez en la provincia de Santa Fe. De ese modo, de los 25.000 combatientes argentinos de 1866, sólo el 10% continuaba en 1869 en el frente, siendo en su mayoría los ex prisioneros de Paraguay.[] Durante los dos últimos años de la guerra, Argentina casi no participó de la misma. También se sabe que hubo grupos de soldados correntinos que desertaron y se cambiaron al bando paraguayo.[][] Al concluir esta guerra, que alzó varias reconocidas voces argentinas en su contra,[][] se produjo otra rebelión que tenía entre sus motivos el rechazo a la guerra del Paraguay: en abril de 1870 la población entrerriana se sumó mayoritariamente a la rebelión liderada por Ricardo López Jordán. La misma fue aplastada por las tropas que volvían de la Guerra del Paraguay. También hay que reconocer que Juan Bautista Alberdi, fue perseguido políticamente por oponerse a esta guerra Una guerra injusta. Un genocidio POR LA LIBERTAD Y LA CIVILIZACION. “Para gobernar a la República Argentina vencida, sometida, enemiga, la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional, la guerra al Estado Oriental y al Paraguay, viene a ser una necesidad de política interior; para justificar una guerra al mejor gobierno que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos; y López y Berro han sido víctimas de la lógica del crimen de sus adversarios”. (Juan Bautista Alberdi) Los soldados "voluntarios" del interior. El paisanaje de las provincias, que intervino tantas veces voluntariamente en las luchas ante la sola convocatoria de los caudillos, se negó a participar en una guerra que no sentía suya. Sintiéndose más cercanos a la provincia hermana del Paraguay que a los porteños y a los “macacos” brasileros, se negaban a enrolarse, lo que motivo la deserción y levantamiento de muchos batallones del interior. Consta en el archivo histórico, la Factura de un herrero de Catamarca, “por doscientos grilletes para los voluntarios de la guerra del Paraguay” “...el reclutamiento de los contingentes no fue fácil. (...) Para llenar las cuotas provinciales se autorizó reclutarlos mediante paga, pero pocos lo hicieron. Entonces los gobernadores, mitristas en su totalidad, y los comandantes de frontera se dedicaron a la caza de “voluntarios”. Emilio Mitre , encargado del contingente cordobés, escribe el 12 de julio que manda los “voluntarios atados codo con codo”; Julio Campos, porteño impuesto como gobernador de La Rioja, informa el 12 de mayo:”Es muy difícil sacar los hombres de la provincia en contingentes para el litoral…a la sola noticia que iba a sacarse, se han ganado la sierra”. Los “voluntarios” de Córdoba y Salta se sublevan en Rosario apenas les quitan las maneas; el gobernador Maubecin, de Catamarca, encarga 200 pares de grillos para el contingente de la provincia. (Revista de la Biblioteca Nacional, XXI, n° 52) ¿Cobardía? Eran criollos que lucharon en Cepeda y Pavón, y bajo las órdenes del Chacho Peñaloza. No desertaban – como acotan algunos – y lo demostrarán en 1867 alzándose tras Felipe Varela y Juan Saa. Simplemente no querían ir “a esa guerra”. (JM Rosa Historia Arg.t.VII.pag 140) Felipe Varela en un manifiesto proclamado por él mismo el 1º de enero de 1868, afirmaba lo siguiente: "En efecto, la guerra con el Paraguay era un acontecimiento ya calculado, premeditado por el general Mitre". Urquiza también tiene problemas para juntar los contingentes, y a pesar de decirles que la guerra es “contra los porteños”, las divisiones de Victoria y Gualeguay se niegan a marchar, y López Jordán le escriba a Urquiza: “Usted nos llama para combatir el Paraguay. Nunca, general; ese es nuestro amigo. Llámenos para pelear a los porteños y brasileros; estaremos prontos; ésos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú.” Muchos se opusieron a esa guerra infame, entre otros el autor del Martin Fierro, José Hernández y Juan Bautista Alberdi, y los “voluntarios” se revelaban en Entre Ríos, Corrientes, Catamarca, San Juan y casi todas las provincias del interior, con la rebelión de batallones enteros, entre otros el conocido "desbande de Basualdo". Juan Bautista Alberdi mantuvo con Mitre una agria polémica publica en la que entre otras cosas, refiréndose al propio Mitre, le enrostró la siguiente frase: “Si al menos hubiera yo tomado una escarapela, una espada, una bandera de otro país, para hacer oposición al Gobierno del mío, como en Monte Caseros lo hizo otro Argentino contra Buenos Aires, con la escarapela Oriental, como oficial Oriental, bajo la bandera oriental y alienado con los soldados de brasil..” y opinando luego además sobre la política del mitrismo agrega “Para gobernar a la República Argentina vencida, sometida, enemiga, la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional, la guerra al Estado Oriental y al Paraguay, viene a ser una necesidad de política interior; para justificar una guerra al mejor gobierno que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos; y López y Berro han sido víctimas de la lógica del crimen de sus adversarios”. (Juan Bautista Alberdi) "En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje”" (Juan Bautista Alberdi. Escritos póstumos. Ensayos sobre la sociedad, los hombres y las cosas de Sudamérica. Buenos Aires. 1899) Se recurre inclusive al reclutamiento de mercenarios europeos mediante el engaño y promesa de tierras como campesinos. Según testimonios de un integrante de un contingente suizo, se los embarca engañados y se le retiran los documentos. Al llegar a Buenos Aires son llevados al frente por la fuerza o encarcelados. (Declaración de un “enganchado siuzo”, cit.por Chiavanetto: O genocidio Americano. A guerra de Paraguai) 28 de octubre de 1865 – Amotinamiento de reclutas en Catamarca La tarea que el gobernador de Catamarca, Victor Maubecín, acometió con mayor entusiasmo durante su gobierno fue la formación del contingente con que la provincia debía contribuir al Ejército del Paraguay. Guerra impopular esta de la Triple Alianza. Tradiciones y documentos nos hablan de la resistencia que demostró parte de nuestro pueblo frente a la recluta ordenada por el Gobierno Nacional. Algo decía al sentimiento de nuestros paisanos que esa contienda ninguna gloria agregaba a los lauros de la patria, y que tampoco existían motivos para pelear contra un pueblo más acreedor a su simpatía que a su rencor. En Entre Ríos, los gauchos de Urquiza desertaron en masa, pese a que en otras ocasiones fueron leales hasta la muerte con su caudillo. En La Rioja, el contingente de 350 hombres asignado a la provincia se reclutó entre la gente de la más baja esfera social. Un testigo calificado, el juez nacional Filemón Posse, explicaba al Ministro de Justicia, Eduardo Costa, los procedimientos compulsivos que había utilizado el gobierno local al expresar que “se ponían guardias hasta en las puertas de los templos para tomar a los hombres que iban a misa, sin averiguar si estaban eximidos por la ley”. El método usado para el reclutamiento, tanto como el duro trato a que fueron sometidos los “voluntarios” durante los tres meses que duró la instrucción militar, fueron causa de varias sublevaciones. El mismo testigo señala, a ese respecto, el estado de desnudez de la tropa, lo cual movía la compasión del vecindario cuando salía a la plaza para recibir instrucción. “Más parecen mendigos que soldados que van a combatir por el honor del pueblo argentino”, afirmaba sentenciosamente, agregando que tal situación suscitó la piadosa intervención de la Sociedad San Vicente de Paul que les proveyó de ropa y comida. Acusaba también al gobernador Maubecín de incurrir en una errónea interpretación del estado de sitio, cuando exigía al vecindario auxilios de hacienda y contribuciones forzosas para costar los gastos de la movilización. La situación que se ha descrito veíase agravada por el trato duro e inhumano que se daba a los reclutas. José Aguayo, uno de los oficiales instructores, ordenó cierta vez por su cuenta, la aplicación de la pena de azotes en perjuicio de varios soldados. Olvidaba o ignoraba, quizás, que la Constitución Nacional prohibía expresamente los castigos corporales. Este hecho motivó un proceso criminal en contra del autor, cuando los damnificados denunciaron el vejamen ante el Juzgado Federal. Su titular falló la causa condenando a Aguayo a la inhabilitación por diez años para desempeñar oficios públicos, y a pagar las costas del juicio. Dicha sentencia disgustó a Maubecín, quien negó jurisdicción al magistrado para intervenir a propósito de los castigos impuestos en el cuartel “a consecuencia de una sublevación”. El gobernador calificaba de “extraña” la intervención de Filemón Posse y afirmaba que esa ingerencia era “una forma de apoyo a los opositores sublevados”. El choque entre el juez y gobernador originó un pleito sustanciado en la esfera del Ministerio de Justicia y dio materia a una sonada interpelación al ministro Eduardo Costa por parte del senador catamarqueño Angel Aurelio Navarro. Los “voluntarios” se sublevan El mes de octubre de 1865 llegaba a su término. Faltaban pocos días para la partida hacia Rosario del batallón “Libertad” cuando un incidente vino a conmover a la población. La tropa de “voluntarios”, cansada de privaciones y de castigos, se amotinó con el propósito de desertar. No es aventurado suponer que para dar ese paso debe haber influido un natural sentimiento de rebeldía contra la imposición de abandonar la tierra nativa, a la que seguramente muchos no volverían a ver. Actores principales de la revuelta fueron poco más de veinte reclutas, pero la tentativa fue sofocada merced a la enérgica intervención de los jefes y oficiales de la fuerza de custodia. Inmediatamente, por disposición del propio Gobernador, jefe de las fuerzas movilizadas, se procedió a formar consejo de guerra para juzgar a los culpables. El tribunal quedó integrado con varios oficiales de menor graduación y la función del fiscal fue confiada a aquel teniente José Aguayo, procesado criminalmente por el Juez Federal a raíz de la pena de azotes impuesta a otros soldados. Actuando en forma expeditiva, el cuerpo produjo una sentencia severa y originalísima en los anales de la jurisprudencia argentina. Los acusados fueron declarados convictos del delito de “amotinamiento y deserción”. Tres de ellos, a quienes se reputó los cabecillas del motín, fueron condenados a la pena de muerte aunque condicionada al trámite de un sorteo previo. Solamente uno sería pasado por las armas, quedando los otros dos destinados a servir por cuatro años en las tropas de línea. Los demás acusados, 18 en total, recibieron condenas menores que variaban entre tres años de servicio militar y ser presos hasta la marcha del contingente. La muerte en un tiro de dado La sentencia fue comunicada a Maubecín, quien el mismo día - 28 de octubre - puso el “cúmplase en todas sus partes” y fijó el día siguiente a las 8 de la mañana para que tuviera efecto la ejecución. Un acta conservada en el Archivo Histórico de Catamarca nos ilustra sobre las circunstancias que rodearon el hecho. A la hora indicada comparecieron en la prisión fiscal, escribano y testigos. El primero ordenó que los reos Juan M. Lazarte, Pedro Arcadé y Javier Carrizo se pusieran de rodillas para oír la lectura de la sentencia. Enseguida se les comunicó que “iban a sortear la vida” y, a fin de cumplir ese espeluznante cometido, se les indicó que convinieran entre sí el orden del sorteo y si la ejecución recaería en quien echara más o menos puntos. En cuanto a lo primero, quedó arreglado que sería Javier Carrizo el primero de tirar los dados, y respecto de lo segundo, que la pena de muerte sería para quien menor puntos lograra. Ajustado que fue el procedimiento, se vendó los ojos a los condenados y se trajo una “caja de guerra bien templada”, destinada a servir de improvisado tapete. Cumplidas esas formalidades previas, Javier Carrizo recibió un par de dados y un vaso. No cuesta mucho imaginar la dramática expectativa de aquel instante, el tenso silencio precursor de esa definición. La muerte rondaba sombría y caprichosa como la fortuna en torno a la cabeza de esos tres hombres. Es probable que hayan formulado una silenciosa imploración a Dios para que ese cáliz de amargura pasara de sus labios. Javier Carrizo metió los dados dentro del vaso. Agitó luego su brazo y los desparramó sobre el parche... ¡Cuatro!. Tocaba a Lazarte repetir el procedimiento de su compañero de infortunio. Tiró... ¡Siete!. Las miradas se concentraron entonces en la cara y en las manos del tercero. Pedro Arcadé metió los dados en el cubilete, agitó el recipiente y tiró...¡Sacó cinco!. La suerte marcaba a Javier Carrizo con un signo trágico. El acta nos dice que se llamó a un sacerdote a fin de que el condenado pudiera preparar cristianamente su alma. Después de haber sido desahuciado por los hombres, sólo le quedaban el consuelo y la esperanza de la fe. El pueblo catamarqueño, que tantas veces fue sacudido por hechos crueles derivados de las luchas civiles, nunca había sido testigo de un fusilamiento precedido de circunstancias tan insólitas. En otro orden de cosas, parece necesario decir que la pena de muerte aplicada a Javier Carrizo cumplió el propósito de escarmiento que la inspiraba. A lo que sabemos, no se produjo más tarde ninguna sublevación del batallón de “voluntarios” Libertad. Conducido por el propio Maubecín, hasta el puerto de Rosario, llegó a destino y sus componentes pelearon en el frente paraguayo dando pruebas de heroísmo. Estuvieron en las más porfiadas y sangrientas batallas: Paso de la Patria, Tuyuti, Curupaytí y otras. De los 350 soldados que salieron del Valle, el 6 de noviembre de 1865, solo regresarían 115 al cabo de 5 años. Los demás murieron en los fangales de los esteros paraguayos. En el Archivo Histórico de la Nacion, hay una factura de un herrero de Catamarca, "Por doscientos grilletes para los voluntarios de la guerra del Paraguay" Fuente: Armando Raúl Bazán – La Pena de Muerte por Sorteo en Catamarca Antook – Reclutamiento en Catamarca (2007). Todo es Historia – Año 1, Nº 1, Mayo de 1967 "Civilización y barbarie" Los aliados incorporaban a los prisioneros a sus propias filas, obligándolos a luchar contra su patria y sus hermanos, y si escapaban eran fusilados como desertores. Palleja cuenta de estos fusilamientos constantes. J.Garmentdia en sus "Recuerdos de la campaña del Paraguay" dice "Hay algo de bárbaro y deprimente en este acto inaudito de castigar a un a que haga fuego contra su bandera" y Carlos María Ramírez, en Montevideo, dirá "Los prisioneros de guerra han sido repartidos en los cuerpos de línea, bajo la bandera y con el uniforme de los aliados compelidos a volver sus armas contra los defensores de su patria ¡Jamás el siglo XIX ha presenciado un ultraje mayor al derecho de gentes, a la humanidad, a la civilización!" "Durante la rendición de Humaitá aconteció algo notable: uno de los que se rendían, abandonó de inmediato a sus compañeros, se precipitó, como loco, sobre uno de los nuestros y lo abrazó y no quiso desprenderse de él; era un sargento de artillería de la fortaleza. Aconteció que este sargento era una sargenta en uniforme de artillero y que había participado del sitio de la fortaleza de Humaitá. Nuestro compañero, un paraguayo, su marido, que luchaba como prisionero..." (Lopracher. cit.en "Genocidio Americano, A guerra do Paraguai", p.150- Julio José Chiavenatto. Sao Paulo) También fue generalizado el robo de prisioneros por los aliados para ser vendidos utilizados como esclavos, y no hubo oficial que no se llevara varios "paraguayitos" como botín. En carta que escribe Mitre a Marcos Paz le dice "Nuestro lote de prisioneros en Uruguayana fue de poco más de 1.400. Extrañará a usted el número, que debiera ser más; pero por parte de la caballería brasileña hubo tal robo de prisioneros que por lo menos arrebataron 800 o 1.000 de ellos; los robaron para esclavos, hasta hoy andan robando y comprando prisioneros. El comandante Guimaraes, jefe de una brigada brasileña, me decía el otro día que en las calles de Uruguayana tenía que andar diciendo que no era paraguayo para que no lo robaran" (Carta de Mitre a Marcos Paz) En carta fechada en Humaitá el 20 de noviembre, López le protesta a Mitre por el trato dado por los aliados a los prisioneros paraguayos. Entre otros conceptos le dice que "Es de uso general y práctica entre naciones civilizadas atenuar los males de la guerra por leyes propias, despojándola de los actos de crueldad barbarie, que deshonrando a la humanidad, estigmatizan con una mancha indeleble a los jefes que los ordenan, protegen o toleran, y yo lo había esperado de V.E. y sus aliados... Y continúa la carta de López: "La estricta disciplina de los ejércitos paraguayos en territorio argentino y en la poblaciones brasileras así lo comprueban...y mientras tanto V.E., iniciaba la guerra con excesos y atrocidades...La bárbara crueldad con que han sido pasados a cuchillo los heridos del combate de Yatay...y acciones todavía más ilegales y atroces que se cometen con los paraguayos que mantenido la fatal suerte de caer prisioneros del ejercito aliado en Yatay y Uruguayana, V.E. los ha obligado a empuñar las armas contra la patria(...)haciéndolos traidores, y aquellos que han querido resistir a destruir su patria con sus brazos han sido inmediata y cruelmente inmolados. Los que han participado en tan inicua suerte, han servido para fines no menos inhumanos y repugnantes, pues que en su mayor parte han sido llevados reducidos a la esclavitud en brasil, y los que se prestaban menos por el color blanco de su cutis para ser vendidos, han sido enviados de regalo, como entes curiosos sujetos a la servidumbre. Este desprecio, no ya de las leyes de la guerra sino de la humanidad, esta coacción bárbara como infame que coloca a los prisioneros de guerra entre la muerte y la traición, o entre la muerte y la esclavitud, es el primer ejemplo que conozco en la historia de las guerras, y es a V.E.,al emperador del Brasil y al actual mandatario de la República Oriental a quienes cabe el baldón de producir y ejecutar tanto horror" ¿Quien sino Mitre era la barbarie? Mitre le contesta con su acostumbrado cinismo, negando en público lo que lo que reconocía en sus cartas privadas: "Lejos de obligar a los prisioneros a ingresar voluntariamente a las filas del ejército aliado o de tratárselos con rigor; han sido tratados todos ellos no solamente con humanidad, sino con benevolencia, habiendo sido muchos de ellos puestos en completa libertad" Las mentiras y el cinismo de Mitre no tienen parangón en nuestra historia. Curupayty - La "estrategia" de la masacre. Mitre demostraría una vez más su impericia militar. La acción de Curupayty sería digna de una obra tragicómica, si no fuera que ocurrió realmente y en una guerra cruenta que costó miles de vidas. Mitre, necesitado de un triunfo para levantar su alicaído prestigio militar (prestigio imaginativo y literario, en realidad) decidió tomar Curupayty, una fortificación de troncos defendida solamente por siete regimientos de infantería con 49 cañoncitos y dos escuadrones de caballería. Mitre en cambio, con 17.000 hombres, "literalmente" arrasaría a los paraguayos, y se haría de la victoria que necesitaba. Estudioso de las "estrategias europeas", Mitre decidió entonces una estrategia inobjetable (según su punto de vista): un ataque frontal a bayoneta con los 17.000 hombres, luego simular una retirada para que el enemigo salga en persecución, y más tarde dar media vuelta y batirlos fuera de la fortaleza. Lo que no tuvo en cuenta Mitre, era, en primer lugar, el terreno fangoso tras tres días de lluvia que separaba su posición del enemigo, y en segundo lugar, que los paraguayos se manejaban por instinto (o tal vez hayan leído los mismos libros de estrategia), porque en vez de salir a perseguir a los atacantes, se quedaron mirando como estos desandaban el pantano con gran esfuerzo. El ejército de Mitre tuvo que recorrer por tercera vez el pantano lleno de cadáveres de su propio ejercito, para desalojar la "fortificación", lo que terminó en una tragedia. Murieron 10.000 argentinos y brasileros y 92 paraguayos. "...los infantes volvieron a la carga en el campo fangoso obstruido de cadáveres, agotados por el peso de sus armas. Protegidos en sus trincheras, los paraguayos hacían estragos que los aliados no contestaban porque no vían al enemigo." Mitre embriagado del mismo optimismo enfermizo y heroico de Cepeda, ordenaba avanzar, avanzar y avanzar siempre. La hecatombe hubiera seguido por la noche si Porto Alegre, respetuosa pero firmemente, no se impusiera y ordenase la retirada." (J.M.R.Hist.Arg. t.VII.p.166) Murieron 10.000 argentinos y 92 paraguayos. En Buenos Aires, Martín Piñeiro informa a Sarmiento: "Solo Mitre ha podido hacer perecer a tanto argentino...no se pregunta quien murió sino quien vive...causa lastima salir a la calle" En Curupayty muere Dominguito, el hijo de Sarmiento, a quien le escribe Piñero: "el desastre brutal que reveló la incapacidad del general en jefe (Mitre) que sólo por su parte oficial hubiera sido fusilado por un consejo de guerra."(Revista del Museo Histórico Sarmiento II-III) Derrota de Tuyú-Cué o La segunda Tuyuty - Ni para cuidar "el pañol"(03-11-1870) Ante las seguidillas de derrotas y desastres militares provocadas por la congénita impericia del "farsante general", los brasileros piden su reemplazo por Caxias. Se llegó a un acuerdo: la escuadre brasilera se manejaría por su cuenta, Caxias tendría a cargo la ofensiva, y Mitre estaría a cargo de la reserva y los depósitos de Tuyuty. Mitre queda entonces en Tuyuty custodiando el parque y los cañones. El 3 de noviembre de 1870 otra vez se destaca "el acaparador de derrotas": "A las 4.30 de la mañana se escucharon los primeros tiros. La batalla fue tremenda - comenta Blanco Fombona - aunque los paraguayos eran menos de la sexta parte del enemigo, Mitre quedó en derrota. El campamento fue incendiado: artillería, municiones de guerra y boca, mulas, tiendas, carros, todo cayó en poder de los paraguayos. Mitre perdió hasta su correspondencia". (C.Pereyra, Francisco Solano López y la guerra del Paraguay. JMR- T.VII.p196) El grumete se refugia en Tuyu-Cué, donde estaba Caixas con el grueso del ejército. Los paraguayos se retiran con todo el parque tomado, entonces Mitre, como en otras ocasiones, pretende transformar las derrotas en victorias, se atribuyó la victoria. Pero ya era demasiado; Blanco Bombona dice: "Aquella derrota y aquella carrera son indefendibles, pues de su inmenso ejército, atacado solo por una legión de héroes, había tenido Mitre dos mil bajas...ya le fue imposilbe a Mitre de todo punto de vista , seguir al frente del ejército. Nada podía sostener su autoridad" (cit.por JMR t.VII.p.198) Acostumbrado a frases heroicas ( como la dicha tras la disparada de Cepeda "Aquí traigo intactas vuestras legiones" o la pronunciada en banquete de agasajo al llegar de a pie desde Sierra Chica, vapuleado por Calfucurá "El desierto es inconquistable" ) también tendría una frase para esta circunstancia: "Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y gloriosa campaña a recibir la merecida ovación que el pueblo les consagre, podrá ver el comercio ver inscriptas en sus banderas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado para mayor gloria y felicidad de los hombres". Batiendo palmas, La Nación recibía en triunfo a este "apóstol" del libre cambio, que no tuvo escrúpulos en contribuir al genocidio de un pueblo hermano, para ver inscripto en las banderas los "grades principios del libre cambio". Lomas Valentinas. (21-12-1870) En Asunción la población moría por la calles. El 21 de diciembre al mando de López resiste el embate de los aliados, muy superiores en número. El general y ministro de Estados Unidos presencia la batalla desde su campamento: "Seis mil heridos, hombres y chiquillos, llegaron a ese campo de batalla el 21 de diciembre y lucharon como ningún otro pueblo ha luchado jamás por preservar a su país de la invasión y la conquista...otros han fugado (hacia su propio ejército) de las pocilgas que utilizaban los invasores como prisión,...el cuartel Paraguayo comenzó a llenarse de heridos incapacitados positivamente para seguir la lucha. Niños de tiernos años arrastrándose, las piernas desechas a pedazos con horribles heridas de balas. No lloraban ni gemían, ni imploraban auxilios médicos. Cuando sentían el contacto de la mano misericordiosa de la muerte, se echaban al suelo para morir en silencio" Hubo prodigios de coraje: Felipe Toledo, de ochenta años, carga diez veces al frente de la escolta presidencial para caer en la décima; Valois Rivarola, con una herida recibida en Avay, abandona el hospital y toma el primer caballo que encuentra. Una bala le rompe el cráneo: sujetando la masa encefálica, que se le escurría, con los dedos de una mano, con la otra disparaba su carabina. (JMR.t.VII.p.204) López ya "No tenía soldados, no tenía proyectiles, no tenía que comer. Solo noventa fantasmas le rodeaban en la cumbre de la trágica colina, aguardando sus palabra para corre a la muerte"; se retira con los restos y para el 27 logra reunir "dos mil combatientes de inválidos y niños a quienes hubo que poner barbas postizas para quitarles su aspecto infantil detuvieron durante ocho horas el ataque de 28.000 alados. La batalla terminó cuando terminó nuestro ejército." (O´Leary. Cit.JMR.tVII.p.205) La masacre de Acosta-Ñu En la batallas de Acosta Ñu, (16 de agosto de 1869) 3.500 niños paraguayos enfrenta a 20.000 hombres del ejército aliado, lo que se tiene como un acto de heroísmo sin igual. Por la masacre producida, se conmemora ese día como el Día del niño en Paraguay. "Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileros, llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en al selva próxima, las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas agarraron lanzas y llegaban a comandar un grupo de niños en la resistencia. Finalmente, después de un día de lucha, los paraguayos fueron derrotados." "El Conde D´Eu, un sádico en el comando de la guerra,..después de la insólita batalla de Acosta Nú, cuando estaba terminada, al caer la tarde, las madres de los niños paraguayos salían de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos sobrevivientes, el conde D´Eu mandó incendiar la maleza, matando quemadas a los niños y sus madres." "Mandó a hacer cerco del hospital de Peribebuy, manteniendo en su interior los enfermos - en su mayoría jóvenes y niños - y lo incendió. El hospital en llamas quedó cercado por las tropas brasilera que, cumpliendo las órdenes de ese loco príncipe, empujaban a punta de bayoneta adentro de las llamas los enfermos que milagrosamente intentaban salir del la fogata. No se conoce en la historia de América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que ese." (de la misma fuente- Chiavenatto. "A guerra do Paragaui) Ahora, un poema de la autora: GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA Te pido perdón hermano guaraní por lo que hicieron y por lo que no hicieron aquellos que pudiendo evitarlo se lanzaron a esa guerra fraticida, injusta y vergonzante para todo argentino que orgulloso se sienta de ser hijo de América más que de su tierra. Por los que pudieron gritar y no lo hicieron por los que pudieron oponerse y no quisieron por los que no estuvimos para poder hacerlo. Te pido perdón, hermano paraguayo por el exterminio de tu noble raza, por la injusticia y los crímenes que en nuestro nombre cometieron nuestros mal llamados héroes como Bartolomé Mitre y quienes lo siguieron en esta infamia de aliarse al enemigo para aniquilar a nuestro hermano y convertirnos, en socios del exterminio y de la infamia. Leyenda del Martín Fierro Fuente: www.revisionistas.com.ar El Martín Fierro, es una obra que refleja parte de la historia de nuestro país, en un poema gauchesco. Quiero contar aquí, que el gaucho y el indio, son los que poseían el territorio de las pampas argentinas, como dueños y señores, cada uno en el suyo y sin mayores problemas. Pero a los milicos se les ocurrió apoderarse de esas tierras para propio beneficio o para el ajeno, que llegaba en barcos desde Europa para hacerse la América, pretendiendo hacernos creer que venían agricultores y ganaderos a enseñarnos sobre progreso. Claro que los que vinieron no sabían nada de nada, como bien lo dice este grandioso poema. Nuestros gobernantes de la época, soñaban con ser europeos. La mayoría de las familias adineradas que había en Buenos Aires, mandaban a estudiar a sus hijos al viejo continente, como lo llaman equivocadamente, ya que éste existía desde hacía mucho tiempo, pero dicen ellos que lo descubrieron. Pero eso no es importante, de modo que no vamos a hablar de ello. Estaba contándoles de esos gobiernos que se llamaban a si mismo "patrios" aunque en realidad, mejor nos hubiera ido si estos señores, se hubiesen quedado con sus títulos en los lugares adonde iban a estudiar y les gustaba vivir. Pero la historia no fue así, porque después de los imperialistas españoles que mataron y explotaron a los indígenas, gobernaron estos denominados "patriotas", que no sólo se cortaban el pelo como los franceses, sino que como ellos, usaban pantalones con rayas y tomaban cafecitos en pocillos. También recordemos que si los invasores españoles. casi exterminaron al indígena, fueron los "Gobiernos Patrios" quienes terminaron la obra, matando y expulsando indios hacia la frontera porque eran salvaje, decían. Y yo me pregunto, cómo hubieran sido ellos, si un día se despertaban y unos señores que bajaban de los barcos, con espadas de acero, venían a imponerles un Dios que no era el suyo, a robar y violar a sus mujeres y hasta a cortarles la lengua para que no gritaran, mientras mataban a sus hijos. Por eso el indio formaba malones de odio. No aceptaba la resignación, como lo hizo el gaucho por no sentirse, en un principio, perseguido. Pero cuando lo enfrentaron al indio, lo convirtieron en su enemigo e hicieron que se exterminaran entre ellos, para quedarse con todo. El drama del gaucho Fierro se da entre los años 1866 y 1870, según lo narra el autor en ese magnífico libro y es el drama de todos lo gauchos argentinos que fueron desposeídos por la fuerza de sus tierras y desarraigados de su familia, con el fin de favorecer, como ya dije, a los forasteros y a los militares. La libertad de los gauchos asentados en el campo de Buenos Aires hasta fines del último gobierno de Juan Manuel de Rosas, terminó unos años más tarde, cuando el 30 de octubre de 1858, entra en vigencia, la ley que los condenaba al servicio de fronteras y que se refería "a todos los vagos y mal entretenidos, los que en día de labor se encuentren habitualmente en casas de juego o tabernas, los que usen cuchillos o armas blancas, los que cometan hurtos simples y los que infieran heridas leves". Con esto, se quiso hacer redadas de gentes en las pulperías, donde el gaucho iba con su guitarra y su canto de bohemio, tan sólo para que fuera a pelear en la frontera contra el indio. Esta legislación se extendió rápidamente por otros pueblos y jurisdicciones, provocando la reacción de quienes se negaban a obedecerla. Para 1860, en las zonas de Lobería Grande, Tandil y Necochea, abundaban bosques impenetrables que servían de refugio para los fugitivos. De todos modos, la mala suerte parecía estar echada para los gauchos bonaerenses. "Ansí empezaron mis males lo mesmo que los de tantos" (Dice Martín Fierro cuando fue enviado injustamente a un cantón de la frontera). Él tuvo que abandonar su tierra natal en 1866, pueblo que había sido fundado un año antes. Más aún, "la tapera de Fierro", se hallaría en las cercanías de La Constancia, vieja población próxima a la Sierra de Tandil, donde se ocultaban los que, como él, no querían ir a la frontera. Martín Fierro recordaba así a sus pagos junto a su china y a los críos, mientras se dirigía a la guerra: "Sosegao vivía en mi rancho como el pájaro en su nido. Allí mis hijos queridos iban creciendo a mi lado. Sólo queda al desgraciado lamentar el bien perdido." Saber a quiénes correspondían las nuevas y las viejas tierras que se le iban ganando al indio, fue tema de disputas de malas consecuencias para los gauchos argentinos, sus más legítimos poseedores. Con fecha 19 de septiembre de 1829, el artículo 2° del decreto establecido por el general Viamonte sugería que podía adquirirse cualquier derecho, sin poblar, a pretexto de la falta de protección, lo que suponía, además, que podían acapararse esos derechos sobre baldíos sin ningún límite. El artículo 11° del decreto de 1829, se decía que cada poblador contaba con diez años para disponer libremente de su propiedad, derecho que caducaba en 1839. Que si dentro de este período el poblador cumplía con unas pocas condiciones del renombrado decreto, la concesión de las tierras pasaba a tener carácter de posesión, así los pobladores no tuvieran consigo los títulos correspondientes. Estas facilidades, pudieron ser cumplidas a medias en los tiempos de Juan Manuel de Rosas, porque hacia 1839 todavía se llevaban a cabo malones que arrasaban todo tipo de propiedades. Sin tierras y a la frontera Además de reafirmar toda la legislación anterior, el doctor Dalmacio Vélez Sarsfield, había dispuesto en 1859 que toda posesión sin título posterior a 1839, carecía de valor. Nada le informaron a los paisanos pobladores que, a partir de ese año y hasta 1858, ocuparán esas tierras de buena fe, pero sin títulos, lo cual constituirá una trampa bien urdida y perversa, puesto que ellos quedarán desalojados. Fue un procedimiento en claro perjuicio del gauchaje de la campaña que servía, a su vez, como carne de cañón en los cantones, donde se lo obligaba a luchar contra el indio. De tal modo, los pacíficos ocupantes de tierras que se consideraban baldías y que podían incluirse en la categoría social de propietarios quedaron, de buenas a primeras, desposeídos y considerados como simples peones. Durante los primeros padecimientos vivenciados por Fierro, el duro Código Rural ya acaparaba la zona y ejercía su implacable sometimiento. Debe recordarse que el Código Rural aparece en la campaña a fines de 1858 y marca el quiebre entre la vieja campaña regida por las normas rosistas y la nueva campaña de normas endurecidas y de trágica consecuencia en perjuicio de los gauchos de la pampa. En la obra de José Hernández, el gaucho Fierro se entera, en momentos en que se encuentra peleando en la frontera, que su mujer fue despojada legalmente de las tierras que desde años atrás ambos habían adquirido. En 1869, se hace desertor de las filas del ejército, recordará la promesa del juez de Paz de que mientras durase su estada en el cantón cuidaría "de sus bienes la mujer" y narra cómo lo estafaron: "Después me contó un vecino que el campo se lo pidieron la hacienda se la vendieron pa pagar arrendamientos Y qué sé yo cuantos cuentos pero todo lo fundieron". Los malones en la Frontera Sur El sargento mayor Álvaro Barros fue quien más logró extender la línea de frontera y muy probablemente, Martín Fierro, sirvió bajo sus órdenes cuando lo mandaron a pelear contra los indios, pues no en otro acantonamiento el coronel hizo sembrar trigo, tarea ésta que Fierro describe con los siguientes versos: "Al principio nos dejaron de haraganes criando sebo, pero después...no me atrevo a decir lo que pasaba" ................................. "¡No teníamos ni cuartel! Nos mandaba el Coronel a trabajar en sus chacras" Y seguidamente enumera las tareas específicas que cumplió: "Yo primero sembré trigo Y después hice un corral, Corté adobe pa un tapial. Hice un quincho, corté paja" Pero llegaron los malones. En febrero de 1867 se sucede uno de los más terribles en la frontera comandada por Álvaro Barros. El escritor Juan Carlos Whalter así describió el episodio: "Alentados los indios por las facilidades con que ejecutaban sus correrías, prosiguieron con sus desmanes" y de ello da cuenta el gaucho Fierro al afirmar: "Y los indios, le aseguro dentraban como querían. Como no los perseguían siempre andaban sin apuro, [...] Si no se llevaban más es porque no habían hallao [...] Hacían el robo a su gusto y después se iban de arriba". Un nuevo y más furioso malón se produjo en 1868 sobre Caleul Huincul veinte leguas al sur de Olavarría. Esta nueva invasión quedó expresada en la obra gauchesca al decir Fierro que los indios "Habían estao escondidos aguaitando atrás de un cerro", "Salieron como maíz frito en cuanto sonó un cencerro". Problemas en la paga y deserciones masivas Como vemos, el indio no se rendía ni se dejaba engañar .En cambio el gaucho, se resignó a cualquier cosa. Y terminó culpando y odiando al nativo por sus desgracias. Sin embargo, el gaucho fue estafado, manipulado y desposeído al igual que el indio, a pesar de ser bravo como él. Que nadie juzgue las conductas de las víctimas, sino de los victimarios. En "La Vuelta de Martín Fierro", y luego de dos años y medio de servicio forzado en el acantonamiento, el gaucho se siente traicionado cuando ve que al llegar una lista de pagos, su nombre no figuraba en ella. "Pero sabe Dios qué zorro se lo comió al comisario" Así se expresaba Fierro al tratar de discernir qué le había ocurrido al comisario pagador de la Frontera Sur, quien, entre marzo y abril de 1869, se presentó con los sueldos de dos meses, cuando el coronel Barros daba cuenta que "la guarnición estaba impaga de veintiséis meses. Y el comisario se presentó con los pagos para dos meses". No tardaron en venir las sospechas y las pesquisas del comandante Barros, de tal modo que le tocó a Martín Fierro ser interrogado, lo mismo que a varios más. "Dentro en todos los barullos pero en las listas no dentro" (Dirá Fierro al sospecharse de su honradez y por no figurar en ningún listado de pagos.) El tema del atraso de los sueldos motivó una queja formal de Álvaro Barros al Gobierno porque "ni sus oficiales, ni hombre alguno podía vivir del aire y vestirse con las verdes yerbas que produce el desierto", y agrega que "la tropa se hallaba en la misma condición. En rápida respuesta, el Gobierno manda cerca de 100 soldados de línea que, sin embargo, tenían origen extranjero. Dirá Fierro, momentos previos a su deserción: "Yo no sé por qué el gobierno nos manda aquí a la frontera gringada que ni siquiera se sabe atracar a un pingo". "No hacen más que dar trabajo pues no saben ni ensillar, no sirven ni pa carnear". Corría el mes de mayo de 1869 y la jefatura de la Frontera Sur ya no pertenecía al coronel Álvaro Barros. Y para el 14 de junio de 1870, tuvo lugar un sangriento malón que asoló la Costa Sur de la provincia de Buenos Aires,. Nuevamente, logró penetrar en Tres Arroyos por la zona de los fortines. Las pérdidas habían sido cuantiosas. Tras perder sus tierras, ser mandado a pelear a la frontera por largos años, aguantar sorpresivos y furtivos malones y, por si fuera poco, no percibir su magro sueldo, el gaucho Martín Fierro así manifiesta su decisión de hacerse desertor: "Ya andaba desesperao aguardando una ocasión que los indios un malón nos dieran y entre el estrago hacérmeles cimarrón y volverme pa mi pago" Ya como ilegal, Fierro regresará a su comarca, pero tras darle muerte a un moreno y, en una pulpería, a un guapo que lo trató mal, debió huir con su caballo hacia otros rumbos, donde tendrá un encuentro con una partida policial. Para entonces, Fierro había conocido a Cruz, y juntos se internarán en el desierto para ocultarse en las tolderías. Desde allí, pudo advertir la facilidad con que los indios cruzaron la frontera por el sur de la ciudad de Azul: "Y pronto sin ser sentidos por la frontera cruzaron" Se deduce que entraron por el sur de Azul porque allí la lucha era mucho más dura que en otros sitios. Estos padecimientos de Martín Fierro, describen la situación del gaucho, desplazado con astucia y desposeído de su tierra y su familia. Pero en realidad, el deseo de Martín Fierro, como el de cualquier gaucho argentino, era una patria justa. Y él no se cansó de denunciar los defectos de la organización social del país. "Hasta que venga un criollo en esta tierra a mandar". El personaje (Fuente: Alejandro Molinari-Roberto Martínez-Natalio Etchegaray) Cuando Sarmiento planteó en su Facundo: "Civilización o Barbarie", tenía en claro que la barbarie era el gaucho. Era esa raza de desheredados a quienes se trataba con dureza. En las palabras de Hernández se resume la intención del autor: permitir que el gaucho ocupe en esa nueva estructura social el lugar que le correspondía por legítimo derecho. Nada de eso sucedió y en la "La vuelta de Martín Fierro", veremos que el gaucho deberá conformarse y aceptar el nuevo orden social, que ya no lo contempla. El libro es ignorado por la clase ilustrada, pero es recibido por los campesinos como la auténtica representación de su vida y de sus padecimientos. Aquí me pongo a cantar al compás de la vihuela, que el hombre que lo desvela una pena estrordinaria, como la ave solitaria con el cantar se consuela . . . . . Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía y su ranchito tenía y sus hijos y mujer. . . Era una delicia el ver como pasaba sus días. . . . . Tuve en mi pago en un tiempo hijos, hacienda y mujer, pero empecé a padecer, me echaron a la frontera ! y qué iba a hallar al volver! tan sólo hallé la tapera. El canto, facilitó la difusión de una obra que, podía adquirirse en forma oral como el canto del payador, lo que facilitaba su llegada a un público, entre los que había una gran cantidad de analfabetos. Cierto es que al tiempo de publicación de la segunda parte del poema, se llevaban vendidos 72.000 ejemplares, cantidad que resultaba una cifra extraordinaria para la época. El mismo Hernández explicará: "mi objeto ha sido dibujar a grandes rasgos, aunque fielmente, sus costumbres, sus trabajos, sus hábitos de vida, su índole, sus vicios y sus virtudes"..."Y he deseado todo esto, empeñándome en imitar ese estilo abundante en metáforas, que el gaucho usa sin conocer y sin valorar, su empleo constante de comparaciones, en copiar sus reflexiones y revelándose en ellas esa especie de filosofía propia que, sin estudiar, aprende en la misma naturaleza". Cuando en 1879 aparece la segunda parte del poema, el proyecto político de la oligarquía gobernante, se hallaba consolidado. La causa del gaucho ya se halla irremediablemente perdida. Canta el pueblero... y es pueta; canta el gaucho... y ¡Ay Jesús! lo miran como avestruz, su inorancia los asombra; mas siempre sirven las sombras para distinguir la luz. . . . . La marcha de Fierro a las tolderías sirve para que el gaucho explicite su tradicional enemistad con el indio, su descripción sobre la vida y el comportamiento social de este, ayudan a justificar el injusto genocidio aborigen y las atrocidades de la campaña al desierto del general Roca: . . . . El indio pasa la vida robando o echao de panza; la única ley es la lanza a que se ha de someter, lo que le falta en saber lo suple con desconfianza. En ese sentido abunda en argumentos en contra del "salvaje" como cuando relata . . .. No preciso juramento, deben crerle a Martín Fierro: he visto en ese destierro a un salvaje que se irrita, degollar una chinita y tirárselá a los perros. He presenciado martirios, he visto muchas crueldades, crímenes y atrocidades que el cristiano no imagina; pues ni el indio ni la china saben lo que son piedades El abandono de las tolderías que le sirvieron de refugio a él y a su compañero Cruz, que murió entre "infieles", lo hace en compañía de una pobre mujer cautiva: "Áhi mesmo me despedí de mi infeliz compañera. Me voy -le dije- ande quiera, aunque me agarre el gobierno, pues infierno por infierno, prefiero el de la frontera." . . . . En estos versos referidos al indio, tal vez se encuentre el punto mas débil del poema, el aborigen y el negro no han sido tratados como merecían en la obra de Hernández, lo que no impide considerarla de enorme valor en la defensa del gaucho. Al avanzar la obra se entera Martín Fierro, que ya no era perseguido por el gobierno y se reencuentra con sus hijos y el hijo de su amigo Cruz y hasta con un hermano del moreno que Fierro había matado. Luego del relato de sus vidas y de una payada con el negro, que felizmente no terminó en desgracia, a pesar de que según se cuenta en el poema: . . . . Todo el mundo conoció la intención de aquel moreno; era claro el desafió dirigido a Martín Fierro, hecho con toda arrogancia, de un modo muy altanero. . . . . Los hombres se separan y Martín Fierro, le deja a sus hijos y al de Cruz, una serie de consejos que constituyen un legado intemporal de sabiduría popular y de un valor moral supremo que hacen de este libro un verdadero tesoro que explica su vigencia a través del tiempo. Un padre que da consejos más que padre es un amigo; ansi, como tal les digo que vivan con precaución: naides sabe en qué rincón se oculta el que es enemigo. . . . . es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas. . . . . Muchas cosas pierde el hombre que a veces las vuelve a hallar; pero les debo enseñar, y es bueno que lo recuerden: si la vergüenza se pierde jamás se vuelve a encontrar. . . . . Respeten a los ancianos el burlarlos no es hazaña; . . . . pero el hombre de razón no roba jamás un cobre, pues no es vergüenza ser pobre y es vergüenza ser ladrón. . . . . Mas naides se crea ofendido, pues a ninguno incomodo; y si canto de este modo por encontrarlo oportuno, no es para mal de ninguno sino para bien de todos. Con estos versos cierra Hernández su genial poema que forma parte del más rico tesoro cultural de los argentinos, y que como decíamos conserva la lozanía de las obras trascendentes del pensamiento universal. La Mentira del Martin Fierro y El Chacho Peñaloza Muy pocos tienen presente que el mayor exponente de la literatura argentina y hablo de José Hernández autor del Martín Fierro, tuvo su primera experiencia en la publicación de un folleto sobre la vida y el miserable asesinato del General Don Vicente Ángel Peñaloza "El Chacho". La historia liberal ha querido limitar y ocultar este explosivo relato que hiciera José Hernández sobre el asesinato del Chacho Peñaloza, por obra y gracia de los unitarios Mitre y Domingo Faustino Sarmiento, esté último muy conocido por su frase "las ideas no se matan", pero que no tiene mucha publicidad que también dijo "no trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes". Sarmiento ese miserable vende patria, alegaba que las ideas no se mataban, lo que en realidad había que matar era gauchos, y poblar el país con extranjeros. En la escuela se pude enseñar el Martín Fierro, pero del folleto del mismo José Hernandez sobre el asesinato del Chacho Pañaloza, nada se dice. En internet se podrá encontrar miles de copias del Martín Fierro, pero Ninguna de La Vida del Chacho. Siendo que el Martín Fierro está inspirado en la vida y la suerte del mismo Chacho Peñaloza. La historia escrita por Mitre y Sarmiento, siempre intentó minimizar a José Hernández como un simple poeta gauchesco, cuando en realidad José Hernández fue, antes que nada, periodista e investigador. Es así con el mote de poeta, se lo redujo simplemente a autor del Martín Fierro y nada más. Si en las escuelas se leyera la Vida del Chacho y el Martín Fierro, veríamos a simple vista las ponzoñozas intenciones de Sarmiento al escribir su Facundo, para justificar y mitificar la zoncera argentina que advirtiera Jauretche de "Civilización y Barbarie". La guerra Civil entre Federales y Unitarios fue una guerra de exterminio, los porteños querían exterminar al gaucho, pues el gaucho no formaba parte de su idea de convertir Argentina en una pequeña Europa y a Buenos Aires en una mini París. Es así como dirigieron todos sus esfuerzos a extirpar, decapitar y humillar, todos y cada uno de lo valores criollos y de los patriotas caudillos que los defendieron. Los inmundos unitarios derramaron ríos de tinta para ocultar sus crímenes, y falsificar nuestra historia con el solo objeto de vanagloriar su memoria personal en monumentos, nombres de avenidas y hacer desaparecer de todo registro lo sucedido realmente. Fue una guerra a muerte y exterminio, y una vez exterminados los gauchos y sus caudillos que para la historia oficial eran la barbarie, los iluminados y civilizados unitarios, se dedicaron a esconder, ocultar, y justificar las masacres de argentinos que hicieron, y que siguen haciendo pero ahora no con fusiles y cañones sino por otros medios, principalmente sometiendo a la Provincias económicamente al arbitrio y capricho del Gobierno de turno. Es por tal motivo que traigo para ustedes ese folleto ocultado por la historia liberal de Rivadavia, Mitre, Sarmiento, Roca y sus secuaces salvajes unitarios. Masacres indígenas en Argentina. Uno de los tristes capítulos de la historia argentina lo forman las Masacres institucionalizadas de los aborígenes nativos, de la segunda mitad del siglo XIX buscando anexar territorios a la República. Sin lugar a dudas, la más grande empresa para este fin fue la Conquista del Desierto, comandada por Julio Argentino Roca, Ministro de Guerra de Nicolás Avellaneda. En aquellos años, los mapuches y tehuelches habitaban la Patagonia. Roca conquistó el territorio, desplazando a la resistencia Mapuche y matando a más de mil. Además, fueron tomados prisioneros y enviados a Buenos Aires casi 3.000 indios, de todas las edades y sexos, para ser vendidos como servicio doméstico o recluidos y no hay ningún motivo que pueda justificar estos crímenes de lesa humanidad. Pero la Conquista del Desierto fue sólo el comienzo de una serie de masacres y genocidios que sufrieron los nativos de la Argentina. A continuación, algunas de las menos conocidas: - Envenenamiento de Springhill (1903): En la playa de Springhill, Tierra del Fuego, murieron 500 onas que habían ingerido carne de ballena, previamente envenenada. La llegada de los europeos al territorio de los onas desató su ira y no dudaron en defender y vengar actos que se habían desencadenado, como las muertes, violaciones y vejaciones. El resentimiento fue un estado permanente, manifestándose con animosidad hacia los empleados de estancias, rompiendo los cercos, arreando grandes cantidades de animales, quemando casas y atacando a hombres. Pero esta actitud, no logró traducirse en un verdadero ambiente bélico, por las claras desventajas materiales que poseían los onas frente a todo el cuerpo establecido para su ataque y captura. Esta diferencia fue el elemento clave que no permitió generar una resistencia por parte de los indígenas para permanecer en sus territorios y en consecuencia, la rendición y la resignación forzada, fue una de las tantas causas para su desaparición como pueblo establecido. Los cazadores «enviaban los cráneos de los indios asesinados al Museo Antropológico de Londres, que pagaba ocho libras por cabeza». Por genocidio ona, se conoce a los hechos definidos como genocidio ocurridos entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX en contra de ese pueblo amerindio de la isla Grande de Tierra del Fuego. Tras cientos de años de vida seminómada, hacia fines del siglo XIX la isla Grande de Tierra del Fuego concitó el interés de grandes compañías ganaderas. La introducción de las estancias ovejeras creó fuertes conflictos entre los nativos y los colonos europeos, argentinos, chilenos y loberos chilotes, conflicto que adquirió ribetes de guerra de exterminio. Las grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada ona muerto, lo que era confirmado presentando manos u orejas. Las tribus del norte fueron las primeras afectadas, iniciándose una oleada migratoria al extremo sur de la isla para escapar a las masacres. En busca de alternativas a la matanza, en 1890 el Gobierno chileno cedió la isla Dawson, en el estrecho de Magallanes, a sacerdotes salesianos que establecieron allí una misión, dotada de amplios recursos económicos. Los que sobrevivieron al genocidio fueron deportados a la isla, la que en un plazo de 20 años cerró dejando un cementerio poblado de cruces. Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo. Los onas fueron los principales habitantes de la isla de Tierra del Fuego. Se llamaban a sí mismos selknam, la denominación ona se la daban sus vecinos canoeros del sur. En idioma yámana, se traduce al castellano como ‘hombres de a pie' o ‘gente del norte'. Existe poca claridad de la cantidad exacta de cuántos de éstos indígenas murieron en los 18 años antes del inicio de la colonización, por los asesinatos, enfermedades y deportaciones. El inicio de las masacres: La expedición del chileno Ramón Serrano Montaner en 1879, fue quien informó de la presencia de importantes yacimientos auríferos en las arenas de los principales ríos de Tierra del Fuego. Con este incentivo, cientos de aventureros extranjeros llegaron a la isla para producir auspiciosas fortunas. Sin embargo, estos sueños se verán diezmados por el rápido agotamiento del tan preciado metal. El aventurero y defensor de los indígenas, Esteban Lucas Bridges, hace mención en su libro "El último confín de la Tierra" (Londres, 1948) que los onas atacaron campamentos mineros previamente al genocidio, participando en matanzas entre clanes rivales. No hay dudas, que las expediciones mineras fueron las responsables de las primeras muertes por acción directa en contra de los selknam. Entre las expediciones más conocidas, están las conformandas por el emblemático rumano Julio Popper, el tan célebre personaje, fue conocido tristemente por sus enfrentamientos con los selk'nam a los cuales en más de una oportunidad tuvo la osadía de perseguir, matar y robar sus pertenencias para formar su propia colección de objetos los cuales exhibió en un álbum fotográfico, incluyendo en ella una secuencia completa de un ataque perpetrado por él y su contingente de mercenarios con armas de fuego, hacia tolderías indígenas en San Sebastián. Luego de las incursiones realizadas en Tierra del Fuego, él presentó más tarde, una conferencia el 5 de marzo de 1887 en el Instituto geográfico Argentino de Buenos Aires, sobre sus exploraciones realizadas y sobre los encuentros que tuvo con los selk'nam, aquí se presenta parte de dichas declaraciones: "...Corríamos tras un guanaco cuando de pronto nos hallamos frente a unos ochenta indios que, pintada la cara de rojo y enteramente desnudos, se hallaban distribuidos detrás de pequeños matorrales. Apenas los vimos una lluvia de flechas cayó sobre nosotros clavándose en torno de nuestros caballos, sin ocasionar felizmente ningún daño. En un momento estuvimos desmontados, contestando con nuestros Winchester la agresión indígena. [...] Era combate raro. Mientras hacíamos fuego, los indios, echados de boca sobre el suelo dejaban de enviar sus flechas, pero apenas cesaban nuestros disparos, oíamos nuevamente el silbido de las flechas." Ramón Lista Otra expedición auspiciada por el gobierno argentino, a cargo del oficial argentino Ramón Lista en 1886, pasaría a la historia, tras el accionar despiadado de los soldados a su cargo en contra de los indígenas. Este lamentable episodio terminó con el asesinato a sangre fría de cerca de 28 selk'nam, en las cercanías de San Sebastián. Finalmente, a estos episodios se suman otros tantos que dan cuenta de la marcada violencia con la que actuaron los mineros en contra de los indígenas y que lamentablemente contribuyó a su exterminio. Fecha: 25 de noviembre de 1886 Es la primera masacre documentada, y se conoce con detalle, cuándo, dónde y cómo ocurrió pues fue cometida por un oficial argentino, en una misión de exploración, donde debía registrar su accionar. El capitán Ramón Lista desembarcó en la playa de San Sebastián con el fin de explorar la región. Ese mismo día se topa con una tribu ona. El capitán intenta tomarlos prisioneros, pero éstos se resisten. Lista ordena entonces a sus hombres abrir fuego y matan a 27 onas. Un sacerdote salesiano, José Fagnano, que acompañaba a la expedición, enfrenta a Lista y le recrimina por la matanza. Lista amenaza con hacerlo fusilar. Días después los hombres de Lista se ensañan con un joven ona al que encontraron escondido tras unas rocas, armado tan sólo con su arco y su flecha: lo asesinan de 28 balazos. La masacre de Punta Alta (25 muertos) Fecha: Imprecisa, primera década del siglo XX Una tribu ona resistió durante casi un día el asedio de los estancieros y sus empleados, hasta que sucumbieron. La masacre de la playa de Santo Domingo (300 muertos) Lugar: Playa de Santo Domingo. Fecha: Imprecisa, primera década del siglo XX. Alejandro Maclennan invita a una tribu ona, a la que él había estado hostigando, a un banquete para sellar un acuerdo de paz. Durante el banquete, les sirve grandes cantidades de vino. Al comprobar que la mayoría de los indígenas se han embriagado, en especial los hombres, Maclennan se aleja del lugar y ordena a sus ayudantes, apostados en las colinas, abrir fuego contra toda la tribu. El hallazgo del italiano (80 muertos) Lugar: Impreciso Fecha: Imprecisa, primera década del siglo XX Un inmigrante italiano, que recorría la isla en busca de yacimientos de oro, descubre los cadáveres de unos 80 onas, todos con signos de haber sido balaceados. En esa época, algunos estancieros trajeron fuertes mastines (perros) de Europa. Los cazadores de hombres soltaban estos animales peligrosos cuando sorprendían o rodeaban un campamento. Los animales hacían salir a los aborígenes de su escondite para llevarlos ante los cañones de los fusiles o herían gravemente en el cuello a los niños, que se desangraban rápidamente. La cacería tenía más éxito cuando una india en avanzado estado de gravidez caía en manos de los blancos. Clavaban la bayoneta en el vientre de la indefensa, le arrancaban el feto y también a éste le cortaban las orejas. Por los dos pares recibían una recompensa mayor. Incluso llegaban al extremo de inocular a los niños que podían atrapar con ciertas materias patógenas y los dejaban volver a los bosques. El fin de esta práctica era contagiar con ellas también a los adultos. Las "prácticas de tiro " Existen testimonios que indican que durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, los barcos que pasaban por el Estrecho de Magallanes o por la costa oriental y sur de la isla realizaban prácticas de tiro utilizando como blanco a los indios onas: cuando divisaban a lo lejos una fogata, o una toldería, disparaban contra ellas. Se ignora la cantidad de víctimas que pudieron haber causado tales prácticas. Cuando los europeos llegaron al Nuevo Mundo, trajeron consigo enfermedades para las cuales los indígenas estaban completamente indefensos, pues sus sistemas inmunológicos no estaban preparados para ellas. Así, la viruela, la tuberculosis y otros males causaron gran cantidad de víctimas entre la población indígena de América y, en algunos casos, la desaparición de grupos étnicos enteros. Siendo un fenómeno completamente natural, exculpa al hombre blanco de la desaparición de numerosos pueblos aborígenes, pero se conoce al menos un caso en el que el hombre blanco usó las enfermedades de manera voluntaria y consciente para exterminar a la población indígena: En 1763 Lord Jeffrey Amherst, comandante general de las fuerzas británicas en la guerra entre Gran Bretaña y Francia por la posesión de Quebec, obsequió a un grupo de aborígenes aliados de los franceses gran número de frazadas. Lo que los aborígenes ignoraban era que las frazadas habían sido utilizadas anteriormente en el hospital de Massachusetts, en el pabellón de enfermos de viruela: al cabo de un mes, la tribu se había extinguido por completo. No hay indicios de que algo así haya ocurrido en Tierra del Fuego, pero sí se sabe lo siguiente: La Misión Salesiana, la única entidad que trabajaba en favor de los onas, y donde ellos recibían tratamiento contra la tuberculosis, solicitó insistentemente ayuda material o financiera a las autoridades de la isla y estos siempre se lo negaron. Al menos en dos ocasiones, las autoridades intentaron cerrar la misión. Se estima que en los primeros 25 años de funcionamiento de la Misión Salesiana, murieron allí unos 200 aborígenes víctimas de tuberculosis. El rumano Julio Popper ya lo conocemos por sus correrías en pos de nuevas minas de oro. Se interesó por esta sangrienta ocupación cuando su empresa minera quedó estancada y quiso resarcirse Cuando los europeos hicieron su posición cada vez más insostenible, Popper recurrió al gobierno de Buenos Aires. Entre otras cosas, tuvo la osadía de defender con hábil charlatanería a los aborígenes, para distraer la atención de los graves cargos que se le imputaban por maltratar a sus peones, durante una conferencia pública que tuvo lugar el 27 de julio de 1891. En la oportunidad presentó, con espeluznantes detalles, un cuadro de las violaciones, ultrajes y asesinatos que fueron cometidos por la chusma europea. Es cierto que describió, sin tapujos, la realidad de aquellos horripilantes acontecimientos y también es cierta su defensa de los aborígenes: «La injusticia no está del lado de los indios... Los que hoy día atacan la propiedad ajena en aquel territorio, no son los onas, son los indios blancos, los salvajes de las grandes metrópolis». Él diciendo esto que no tuvo vergüenza de hacer fotografiar una matanza de indios durante la cual él, apuntando con su fusil, capitaneaba a sus malandrines con idénticas intenciones. En 1882 el periódico londinense Daily News publicó un reportaje a un británico interesado en las posibilidades económicas de Tierra del Fuego: Se piensa que la Tierra del Fuego sería adecuada para ganadería, pero el único problema en este plan es que, según parece, sería necesario exterminar a los fueguinos (onas)... Antes de que se arrojaran sobre esta tierra como vampiros los así llamados civilizados, la vivienda kawyi común, era el para-vientos de cueros cosidos. Éstos y las pieles eran raspados y pintados por dentro con akel, las mujeres confeccionaban bolsas de piel de foca para recoger agua, de juncos entretejidos para llevar objetos, y una escalerilla con suave piel ablandada para transportar e instalar a sus niños de pecho. En los siglos XVIII y XIX a los balleneros noruegos, suecos y otros, se sumaron los buscadores de pieles de guanaco y zorro, los anglosajones cazadores de pingüinos y los loberos norteamericanos. Algunos llegaron a envenenar los restos de animales que sacrificaban para obtener piel y grasa, contribuyendo así a la eliminación de nuestros nativos. Hasta 1880 entre los ONAS y YAMANAS sobrevivían alrededor de 4.000 personas. Por entonces, los europeos comenzaron a quedarse. Peones yugoslavos y austríacos hasta recibieron sueldos como policías argentinos y se entretenían en cazar Onas con escopetas y fusiles, fotografiándose con las "piezas cobradas". Capataces y peones ingleses, escoceses, irlandeses e italianos, fueron los `cazadores de indios que como Mac Lennan o `chancho colorado´, pusieron el precio de una libra por testículos y senos, y media libra por cada oreja de niño. Después Menéndez Behetty utilizó el mismo sistema de exterminio con los tehuelches. Gestación de la gran propiedad ganadera: Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego Los inicios de la explotación ganadera de Tierra del Fuego, fueron promovidos por el Estado chileno, por medio de arrendamientos de pública subasta o bien a petición expresa a las autoridades centrales. La primera concesión recayó en la firma Wehrhahn y Compañía en 1884, en bahía Gente Grande al sur de Porvenir, con un total de 123.000 hectáreas. Más tarde se entregaría la concesión más grande conocida por la historia ganadera en Magallanes, la cual recayó en José Nogueira, quien solicitó en 1890 el arrendamiento de más de un millón de hectáreas en Tierra del Fuego, por un plazo renovable de 20 años. Esta enorme concesión, sumada a la ya otorgada a Nogueira y a su cuñado Mauricio Braun, por un total de 350 mil hectáreas, se convirtieron en la base de la futura Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego (1893), iniciada por los hermanos Braun luego de la muerte de Nogueira. Hacia 1894 la ocupación de Tierra del Fuego, abarcaba prácticamente todos los terrenos ocupados históricamente por los selk'nam, sus antiguos paraderos de caza, de habitabilidad, de ceremonias y de tránsito, estaban condenados a desaparecer y a ser relegados al extremo meridional de la isla. Además, la llegada de los carneros precipitó la pérdida de su principal fuente alimenticia, los guanacos, que fueron presas de las armas de fuego por parte de las estancias. De esta manera los indígenas, captaron rápidamente la facilidad de acceder al guanaco blanco (las ovejas), y comenzaron a hacer suyos a estos animales. Este principal hecho, fue en consecuencia el primer punto de crisis, entre colonos e indígenas. La lucha no fue menor, entre quienes veían en el indígena como agresor de los derechos de propiedad, y el selk'nam que veía en el hombre blanco', un intruso de sus ancestrales territorios. Mauricio Braun, miembro de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, comienza el capítulo más triste de la historia de los selk'nam. La ocupación ganadera, comenzó a ser centro de la polémica en la colonia magallánica, las autoridades estaban absolutamente al tanto de la situación de los indígenas, sin embargo, el criterio fue condescendiente con la causa ganadera y no con los selknam. Notoriamente la mentalidad de la época era una realidad que aunque dolorosa, no contemplaba la inclusión del mundo indígena a un paradigma fundamentado bajo los criterios del progreso y la civilización. Así, los empresarios ganaderos actuaron siempre bajo su propio criterio, financiando campañas de exterminio, para lo cual se contrataron a numerosos hombres, importándose considerables cantidades de armamentos, cuyo objetivo era hacer desaparecer bajo cualquier costo a los selknam. Un costo que en la mente de estancieros y hombres de negocios era lógico, pues eran, el principal escollo para el éxito de sus inversiones. La veracidad de los acontecimientos fue ratificada por los propios empleados de estancia, quienes más tarde, al ser sometidos a un sumario, confirmaron que las expediciones en contra de los indígenas eran prácticas más usuales de lo que muchos pensaban. Si bien, son conocidos los nombres de quienes actuaron en las excursiones de exterminio, poco se ha mencionado sobre los autores intelectuales de dichas acciones, específicamente hablamos de los propietarios ganaderos, quienes eran los jefes directos de los empleados que participaron en las incursiones. Estos nombres corresponden a Mauricio Braun, quien reconoció haber financiado algunas campañas, excusándose que éstas sólo tenían la intención de proteger sus inversiones También el suegro de Braun, José Menéndez, quien sin duda fue uno de los hombres que actuó con mayor severidad en contra de los indígenas en Tierra del Fuego (parte argentina). Este personaje conocido por sus cuantiosas inversiones en la zona, fue jefe del famoso cazador de indígenas "Chancho Colorado", quién participó en la triste matanza de Cabo Peñas, donde habrían muerto cerca de 17 indígenas. Las acciones emprendidas por los accionistas de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, actuaron siempre intentando ocultar los hechos a la opinión pública. Era el medio de evitar el cuestionamiento por parte de la sociedad de entonces y al mismo tiempo una estrategia para bajar el perfil a una larga polémica que fue conocida por el país entero. Especial atención cobraron estos acontecimientos luego de la intervención de los salesianos, quienes no dudaron en reprobar el actuar de los estancieros. De esta forma la situación de los selk'nam a partir de la década de los 90 del siglo XIX, se tornó particularmente aguda, por un lado, los territorios del norte comenzaron a ser ocupados masivamente por las estancias y muchos indígenas asediados por el hambre y la persecución de los blancos, comenzaron a huir hacia el extremo meridional de la isla, lugar habitado por grupos que tenían un fuerte sentimiento de pertenencia hacia ese territorio. En consecuencia, las luchas por el control del espacio, se hicieron cada vez más intensas y la resistencia se acrecentó en la medida que la ocupación ganadera se hacía efectiva en el norte de la isla. El escenario para los selk'nam se agudizará notoriamente una vez establecidas las misiones religiosas, donde las enfermedades fueron responsables en aniquilar al resto de la población que logró salir con vida de los enfrentamientos con los blancos. Más tarde otros conflictos entre el gobernador Manuel Señoret y el jefe de las misiones salesianas José Fagnano, no hicieron más que agudizar la condición de los indígenas. Las largas disputas entre autoridades civiles y los sacerdotes, no permitieron concretar un consenso que lograra encontrar una solución satisfactoria al tema indígena. Según, los archivos consultados por esta tesis, el gobernador Señoret, estuvo siempre a favor de la causa ganadera, lo cual quedó en evidencia frente a su desinterés por fiscalizar los episodios que se desarrollaban en Tierra del Fuego. Sin duda, que siendo la máxima autoridad civil en la zona, no tuvo voluntad de evitar las matanzas que era de público conocimiento. Finalmente, luego de los enfrentamientos directos, se dio paso a un segundo plan: erradicar a todos los indígenas existentes en la isla para ser enviados a la misión de Dawson. En aquella apartada isla, los indígenas sucumbieron rápidamente frente al avasallador avance de la colonización. A las innumerables mermas de población ocasionadas por las verdaderas cacerías de que fueron objeto a manos de las estancias, debían agregarse los estragos provocados por el contagio de diversas enfermedades, las que en definitiva terminaron por ocasionar un daño tanto o mayor que las cacerías humanas dirigidas. De acuerdo a los datos de las fuentes, más de 1500 almas en tan sólo 40 años murieron a causa de contagios y proliferación de enfermedades propias de las poblaciones colonizadoras. Fuente: Wikipedia La enciclopedia libre La semana trágica: Se conoce con ese nombre a una serie de huelgas y manifestaciones, sucedidas en Buenos Aires en enero de 1919, reprimidas por el gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen, utilizando al Ejército Nacional y comandos paramilitares. La represión de la Semana Trágica, dejó un saldo de 700 muertos y 4.000 heridos. Se la conoce como "el primer pogrom en América Latina", ya que, además de la represión de la polícia y Liga Patriótica contra los obreros, se atacó a la comunidad judía local. Causas: Para esa época estaba viva entre los obreros la llama de la revolución social; corrientes de pensamiento revolucionario socialista y anarquista habían llegado a las costas del Río de la Plata de la mano de la abundante inmigración europea. Las recientes experiencias de la Revolución mexicana y la Revolución Rusa eran además vistas como un estímulo por los obreros y como una amenaza por las clases dominantes. Simultáneamente, se daba en Buenos Aires un incipiente proceso de industrialización en forma paralela al modelo agro exportador imperante, lo que permitió la formación de un proletariado urbano. Los sucesos comenzaron el 7 de enero con una huelga en los Talleres Metalúrgicos Vasena en la Ciudad de Buenos Aires, que se encontraban donde hoy se encuentra la Plaza Martín Fierro (Barrio San Cristóbal). Los huelguistas reclamaban la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, mejores condiciones de salubridad, la vigencia del descanso dominical, el aumento de salarios y la reposición de los delegados despedidos. La empresa intentaba seguir funcionando con obreros rompehuelgas provistos por la Asociación Nacional del Trabajo, una asociación patronal. Un disturbio entre los obreros en huelga terminó con la intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud. Los disturbios no tardaron en extenderse a las zonas cercanas, con roturas de vidrios y levantamiento de adoquines de las calles. El saldo fue de cuatro obreros muertos y más de treinta heridos, algunos de los cuales fallecieron después. En repudio a este hecho las asociaciones obreras del momento, la Federación Obrera Regional Argentina del IXº Congreso, socialistas, comunistas y sindicalistas revolucionarios y la Federación Obrera Regional Argentina del Vº Congreso, anarquistas, propiciaron una huelga general que se dio a partir del día 9 de ese mes. Desde las 15:00, numerosos obreros se convocaron para asistir al entierro de los asesinados el día 7. A las 17:00, llegaron al Cementerio de la Chacarita de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, mientras se oía el discurso de uno de los delegados, un grupo de policías y bomberos armados abrió fuego sobre la concurrencia. El diario La Prensa contabilizó 8 muertos, el diario socialista La Vanguardia elevó la suma a más de cincuenta. Este incidente marcó el inicio de una lucha desordenada y caótica contra la policía. De entre las clases altas surgieron grupos paramilitares, como la llamada Liga Patriótica Argentina, creados para defender los valores conservadores, la tradición y fundamentalmente, la propiedad. Estos grupos no dudaron en perseguir y matar a dirigentes obreros, anarquistas, pero también arremetieron contra todo aquel que pareciera extranjero. Así, apalearon y detuvieron a judíos (en lo que fue el primer pogrom que se produjo en Latinoamérica), rusos, polacos y alemanes, entre otros. El caso de los judíos fue notorio por el alto grado de antisemitismo de estos grupos. Según fuentes obreras (el periódico ‘La Vanguardia' del 14 de enero), el saldo de la Semana Trágica fue de 700 muertos y 4.000 heridos. De la pequeña comunidad judía hubo 1 muerto y 71 heridos. "El barrio judío de Once fue atacado con saña por las bandas patrióticas que se dedicaban a la "caza del ruso". Allí fueron incendiadas sinagogas y las bibliotecas Avantgard y Poale Sión. Los terroristas de la Liga atacaban a los transeúntes, particularmente a los que vestían con algún elemento que determinara su pertenencia a la colectividad. La agresión no respetó ni edades ni sexos: ancianos eran arrastrados por caballos y finalmente deshechos por los cascos de las bestias; hubo torturas, especialmente de judíos, en las comisarías y al grito de "viva la patria, mueran los maximalistas y todos los extranjeros". Los "defensores de la familia y las buenas costumbres" arrastraban de los pelos a mujeres y niños" En resumen, la violenta represión de la policía, el ejército sumado la violenta actuación de la Liga Patriótica Argentina y las presiones del Yrigoyenismo para que Pedro Vasena, dueño de la fábrica, aceptara los reclamos de los obreros lograron dar punto final al movimiento el 17 de enero de 1919. De todos modos, los obreros superaban a los policías y los grupos paramilitares; el diario La Prensa mencionaba la amenaza de "guerra revolucionaria". Ante esta situación el presidente Hipólito Yrigoyen puso la ciudad bajo las órdenes militares del coronel Luis Dellepiane, quien movilizó tropas por toda la ciudad, dando lugar a semanas de enfrentamientos en las calles que dejaron un saldo cercano a los 1.000 muertos. Posteriormente la situación fue medianamente controlada y el Ministerio del Interior ofició de interlocutor con los obreros, quienes consiguieron aumentos que iban en el rango del 20 al 40%, además de la liberación de los dirigentes de la FORA. Fusilamientos en la Patagonia Un lugar en la estepa Por Esteban Ierardo El viento silba recio sobre la estepa. Invisibles caballos de aire cocean sobre las cimas de las montañas. El sol brilla indiferente. ¿O acaso no es así? ¿O acaso quizá el sol, y el viento y el suelo patagónico, contemplan entristecidos unas criaturas que arrojan balas asesinas sobre sus semejantes? Soldados profusamente armados descargan sus fusiles sobre los pechos ya indefensos de cientos de hombres sufridos, que largamente convivieron con la necesidad, con el sudor en las manos, con la dignidad en el alma. Cerca de 1500 obreros cayeron durante varias jornadas de criminales fusilamientos. En nuestro lejano sur, los trabajadores recibieron la influencia de la Revolución Rusa de octubre del 1917. Aquel movimiento revolucionario fue un estímulo para organizarse contra las estructurales injusticias sociales que promueve la organización capitalista de la sociedad. En 1919 estalló en la ciudad de Buenos Aires la llamada Semana Trágica. En la Patagonia, la caída del precio de la lana tras el fin de la Primera Guerra generó una preocupante desocupación. En 1920, en plena posguerra, el precio de la lana argentina, como la de otros países, cayó de $9,74 a $3,08, regresando así al nivel normal de cotización en tiempos de paz. La caída de la demanda mundial ocasionó un gran crisis para los estancieros latifundistas que se beneficiaban con la explotación de la cría de ganado lanar. A pesar de sus grandes aunque disminuidas ganancias, los patrones obligaban a los peones a trabajar con 18° bajo cero arriando majadas. Los esquiladores concluían jornadas de 16 horas con los brazos agarrotados; los obreros, por su parte, trabajaban 12 horas por día 27 días al mes. Las inhumanas condiciones de trabajo detonaron finalmente actos de protesta de tendencia anarquista, que fueron prohibidos por el gobernador interino de Santa Cruz, Edelmiro Correa Falcón. Las centrales obreras de la región, la Federación Obrera Magallánica de Punta Arenas y la Federación Obrera Regional de Río Gallegos sostuvieron un fluida comunicación. Y en julio de 1920, en el sur chileno, surge una primera huelga que fue sofocada. En agosto de aquel mismo año comenzaron huelgas en la gobernación de Santa Cruz. Así se iniciaron los movimientos de protesta que derivaron en lo que hoy se conoce como la "Patagonia Trágica" o la "Patagonia Rebelde". Al propagarse la huelga, el gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) ordenó al teniente coronel Héctor Benigno Varela utilizar a la caballería, y a fuerzas de la marina, para ocupar los puertos de Santa Cruz. En un principio, Varela negoció con los huelguistas, entre quienes se hallaban chilenos y españoles. El enviado de Yrigoyen prohibió la circulación de moneda chilena y concretó un convenio aceptado por los trabajadores. En mayo de 1921 Varela abandonó Santa Cruz. Aparentemente se había llegado a un acuerdo. Pero los estancieros no cumplieron lo acordado entre Varela y los huelguistas. Resurgió así el malestar, atizado por los dirigentes anarquistas. Una nueva huelga estalló en octubre, con mayor vigor que la anterior. Sus principales conductores eran el español Hugo Soto y "Facón grande". En la segunda huelga de octubre de 1921, el gobierno argentino sospechaba de una participación chilena en la sublevación. Los huelguistas poseían numerosas armas de fuego que sólo podrían proceder del otro lado de la cordillera. Esta presunta intervención trasandina habría pretendido sembrar el caos en la Patagonia argentina para facilitar una posible ocupación. Numerosos elementos alimentaban estas presunciones de una intervención de militares chilenos en la huelga de Santa Cruz de 1921. M.A. Scenna, en Argentina-Chile. Una frontera caliente, destaca el ordenado desplazamiento de las masas huelguistas, sus métodos de atrincheramiento, y las maniobras realizadas para evitar la batalla. El teniente coronel Varela fue nuevamente comisionado por Yrigoyen para resolver el conflicto. Pero esta vez actuó con desaforada violencia. Según Scenna, la dramática trasformación de Varela, el paso de la negociación hacia la sanguinaria represión, se explica por la aparición de sólidos elementos de sospecha en cuanto a una injerencia extranjera en la segunda huelga, que no existieron en la primera. En Paso Ibáñez, hoy Comandante Piedrabuena, el pueblo fue ocupado por una columna de 900 huelguistas. Desde allí se enviaron emisarios para conferenciar con Varela. La respuesta fue que debían rendirse incondicionalmente en el lapso máximo de tres horas. Caso contrario, serían sometidos por la fuerza y pasados por las armas. Una banda de ladrones comunes aprovecharon las aguas revueltas para entregarse al saqueo de estancias. Los estancieros usaron entonces los actos de este grupo delictivo para adjudicárselos a los obreros sublevados a fin de tender sobre ellos un manto de desprestigio. Los huelguistas concentrados en Paso Ibáñez liberaron rehenes y huyeron hacia Río Chico, hacia la Estancia Bella Vista. Avendaño, uno de los dirigentes de la rebelión, se entregó seguramente con la intención de negociar una rendición. Fue fusilado en Río Chico. Se persiguió entonces a los que cabalgaban a Cañada León. Las fuerzas del ejército capturaron a 480 huelguistas, 4.000 caballos y 298 armas largas de todo tipo y calibre, y 49 revólveres. Más de la mitad de los huelguistas que se habían rendido sin combatir fueron ejecutados. Varela dirigió entonces su tropa hacia el Lago Argentino. Allí, tomó la estancia La Anita, de Menéndez Behety. Unos 500 hombres se rindieron sin ofrecer resistencia. Se liberaron 80 estancieros, mayordomos de estancia, gerentes, administradores y policías. Después, comenzó una cruenta avalancha de sangre y metralla. Todos los trabajadores que se habían rendido fueron fusilados. Antes ya había sido ejecutado Facón Grande. Hugo Soto se negó a permanecer en La Anita. Escapó y, con otros huelguistas, logró refugiarse en Chile. La huelga fue así reprimida. Con una asesina tormenta de balas y con una sangrienta intolerancia. Pero la lanza criminal que Varela arrojó entre el duro viento patagónico se volvería contra él. Uno de los fusilados en el Cañadón de la Yegua Quemada era alemán, y tenía un hermano que lo vengaría: Kurt Gustav Wilckens. Wilckenes esperó a Varela escondido en un pasillo, en la ciudad de Buenos Aires, en la calle Fitz Roy, cerca del domicilio de Varela. Cuando éste se acercó, el vengador arrojó primero una bomba, señal de la desafiante acción de los anarquistas de entonces. Y luego acudió a un revolver. Varela se resistió al comienzo. Intentó sacar su sable. Hasta que finalmente cayó fulminado por una lluvia de seis balas. Yrigoyen nunca conoció fehacientemente lo ocurrido en la Patagonia. Para evitar el desprestigio de las fuerzas armadas no quizo juzgar la acción criminal de Varela y sus subordinados (entre los cuales tuvieron también gran responsabilidad los oficiales Anaya y Viñas Ibarra). No avaló íntimamente el proceder del Teniente coronel pero tampoco movió los resortes legales para su procesamiento. Los gritos de dolor que corrieron sobre el suelo patagónico tras los fusilamientos no se apagaron. En 1928, José María Borrero publicó La Patagonina Trágica. Español, doctor en Teología, Borrero se estableció en 1919 en Río Gallegos donde fundó un diario. En su obra, Borrero documenta, incluso con fotografías, el exterminio indígena, la matanza de trabajadores, el soborno y la ocupación de tierras fiscales. Esta actitud de denuncia justiciera fue continuada por la obra que ha alcanzado la mayor popularidad en la recreación histórica de los trágicos hechos de la huelga obrera en la Patagonia: La Patagonia rebelde, de Osvaldo Bayer. Bayer realizó estudios de medicina y filosofía en la UBA (Universidad nacional de Buenos Aires) para luego estudiar Historia en la Universidad de Hamburgo, Alemania. Fue titular de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Escribió un importante estudio sobre el célebre anarquista italiano: "Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia". En 1995 publicó, en cuatro volúmenes, la edición definitiva de su obra fundamental. Y tal vez la tierra recuerde. Tal vez las rocas y la estepa patagónica aún contemplan, como un vívido presente, a los hombres que son obligados a componer una nerviosa fila. Y el viento susurra. Y los fusiles suben hasta dibujar una línea recta. Y los ojos de los ejecutores se concentran en los pechos indefensos. Quizá ninguno de los que apuntan reparan en las jornadas de digno y extenuante trabajo que pesan sobre aquellos hombres; quizá no ven, junto a ellos, a sus esposas e hijos, y sus padres y madres, o las tumbas de sus padres y madres enterrados en algún humilde cementerio. Quizá no perciben los ojos que destilan, en un solo reflejo, confusión, miedo, un silencioso pedido de compasión o la última decisión de morir bien erguido aunque se trate de una muerte cruelmente injusta. Quizá los soldados ejecutores sólo ven delante un estorbo que rápidamente deben remover para regresar después a sus hogares. La única realidad cierta es la de una señal, y después el fuego letal de los fusiles. Y los hombres humildes que caen sobre la tierra. Los hombres que se abrazan entre sí, en solitarias fosas comunes. Esos hombres para los que ninguna cruz quedó, ninguna flor, en el lugar en la estepa donde les arrancaron salvajemente la esperanza de caminar con dignidad por los senderos de la vida. Aquí, en este nuevo momento de Galerías históricas de Temakel, presentamos evocaciones fotográficas de la trágica huelga de los obreros en la Patagonia. Un homenaje, un acto de doloroso recuerdo de las víctimas de la injusticia que hace que unos hombres quieran usurpar el destino de otros. - Masacre de Napalpí (1924): En la provincia del Chaco, 200 tobas se rebelaron contra varios estancieros por malos salarios en pago a sus servicios. La policía reprimió y asesinó a todos. La Masacre de Napalpí es el nombre con el que se conoce la matanza de 200 indígenas de las etnias qom y mocoví a manos de la policía chaqueña y grupos de estancieros, acaecida el 19 de julio de 1924 en la Colonia Aborigen Napalpí, Provincia del Chaco, Argentina. Fue una de las masacres de mayor magnitud cometida en Argentina durante el siglo XX. Unos cuarenta años antes, el ejército argentino había lanzado una campaña militar para someter a los pueblos indígenas del Chaco que dio como resultado la muerte de millares de indígenas y la desintegración social y cultural de numerosas etnias en las actuales provincias argentinas de Formosa y Chaco que en ese momento eran territorios nacionales. Se fundaron numerosos fortines con el fin de mantener a raya a los indígenas vencidos. Sus tierras fueron vendidas a colonos europeos, en particular italianos y franceses, quienes pronto las destinaron a la producción de algodón. Numerosas tribus fueron confinadas en reducciones en donde fueron sometidas a un régimen de explotación muy cercano a la esclavitud. Una de tales reducciones era Napalpí, nombre qom (toba) que significa, precisamente, cementerio, fundada en 1921 y cuyo nombre actual es Colonia Aborigen Chaco. Los aborígenes de la reducción, de la etnia qom, se dedicaban al cultivo de algodón y estacionalmente al cuidado de las haciendas de los colonos de estancias vecinas. En 1924 las autoridades de la reducción dispusieron que los indígenas les entregarían el 15% de su producción de algodón. Esta quita compulsiva provocó gran descontento entre los habitantes. Empezaron a producirse enfrentamientos en los que grupos de indígenas comenzaron a matar animales y saquear granjas de los colonos. En junio un chamán fue muerto por la policía en un confuso episodio y poco tiempo después, probablemente en venganza, un colono francés fue muerto por los indígenas. El gobernador del Chaco, Fernando Centeno, inició los preparativos para una feroz y brutal represión. La masacre. El día 19 de julio de 1924 muy temprano, un grupo de unos 130 hombres, entre policías, estancieros y civiles blancos de la zona, fuertemente armados con fusiles Winchester y Mauser, rodearon el campamento donde se habían reunidos los indígenas alzados que, armados tan sólo con palos, bailaban en una fiesta religiosa organizada por los chamanes en la zona del Aguará, un área considerada sagrada por los qom ubicada dentro de los límites de la colonia. Convencidos de que los dioses los protegerían de las armas de fuego de los hombres blancos no pudieron ofrecer resistencia a los disparos dirigidos al campamento durante cuarenta minutos. Luego los blancos entraron al mismo para rematar a machetazos a los indígenas que quedaban, muchos moribundos, incluso mujeres y niños. A finales de los años veinte, el periódico Heraldo del Norte recordó así el hecho: Como a las nueve de la mañana y sin que los inocentes indígenas hicieran un sólo disparo, los policías hicieron repetidas descargas cerradas y enseguida, en medio del pánico de los indios (más mujeres y niños que hombres), atacaron. Se produjo entonces la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin respetar sexo ni edad. En el libro Napalpí, la herida abierta, el periodista Mario Vidal detalla: «El ataque terminó en una matanza, en la más horrenda masacre que recuerda la historia de las culturas indígenas en el siglo XX. Los atacantes sólo cesaron de disparar cuando advirtieron que en los toldos no quedaba un indio que no estuviera muerto o herido. Los heridos fueron degollados, algunos colgados. Entre hombres, mujeres y niños fueron muertos alrededor de doscientos aborígenes y algunos campesinos blancos que también se habían plegado al movimiento huelguista». Un reciente microprograma de la Red de Comunicación Indígena destacó: Se dispararon más de 5000 tiros y la orgía de sangre incluyó la extracción de testículos, penes y orejas de los muertos, esos tristes trofeos fueron exhibidos en la comisaría de Quitilipi. Algunos muertos fueron enterrados en fosas comunes, otros fueron quemados. El cacique toba Esteban Moreno, contó la historia que es transmitida de generación en generación: En las tolderías aparecieron soldados y un avión que ametrallaba. Los mataron porque se negaban a cosechar. Nos dimos cuenta que fue una matanza porque sólo murieron aborígenes, tobas y mocovíes, no hay soldados heridos, no fue lucha, fue masacre, fue matanza, por eso ahora ese lugar se llama Colonia La Matanza. La Reducción de Napalpí había sido fundada en 1911, en el corazón del Territorio Nacional del Chaco. Las primeras familias que se instalaron eran de las etnias Pilagá, Abipón, Toba, Charrúa y Mocoví. Todos los historiadores revisionistas coinciden en esa mirada y, en el libro La violencia como potencia económica: Chaco 1870-1940, Nicolás Iñigo Carrera afirma: «Los aborígenes de la zona chaqueña vivían sin la necesidad de pertenecer al mercado capitalista. La violencia ejercida hacia ellos, por la vía política con la represión y por la vía económica tuvo como objetivo eliminar sus formas de producción y convertirlos en sujetos sometidos al mercado. [...] Se comenzó a privar a los indígenas de sus condiciones materiales de existencia. Se inició así un proceso que los convertía en obreros obligados a vender su fuerza de trabajo para poder subsistir, premisa necesaria para la existencia de capital. Un modo de vivir había sido destruido». Además de someterlos, el gobierno quería ampliar los cultivos, dar tierra a grandes terratenientes y concentrar a los indígenas en reservas. Siempre la versión oficial, «civilizadora y cristiana», hablaba de malones o enfrentamientos despiadados. Pero los muertos siempre eran pobladores originarios. Acerca de estos imaginarios combates, el historiador Alberto Luis Noblía remarca que «las naciones aborígenes chaqueñas no practicaron el malón, usual en otros pueblos. Todo lo contrario, los inmigrantes llegados de Europa nunca fueron perseguidos por los entonces dueños de las tierras. Al contrario, el colono supo encontrar en el indígena mano de obra barata». Los testimonios de testigos oculares hablan de unos doscientos muertos. Las fuentes coinciden en señalar que no hubo resistencia alguna por parte de los indígenas, por lo que el hecho fue, en la práctica, un fusilamento masivo seguido de actos aberrantes: ..les extraían el miembro viril con testículos y todo, que guardaba la canalla como trofeo... Los de Quitilipi declararon luego que estos tristes trofeos fueron exhibidos luego, haciendo alarde de guapeza en la comisaría... Para completar el tétrico cuadro, la policía puso fuego a los toldos, los cadáveres fueron enterrados en fosas... hasta ocho cadáveres en cada una... (y algunos quemados). Ninguno de los hombres que cometieron la masacre resultó herido y nunca se realizó una investigación ni se llevó a juicio a los culpables. Fuente: Wikipedia la enciclopedia libre Masacre de Rincón Bomba (1947): Aproximadamente 500 aborígenes de la etnia pilagá, murieron bajo las balas de las ametralladoras de Gendarmería Nacional, en la provincia norteña de Formosa. En marzo de 1947, miles de hombres, mujeres y niños comenzaron la marcha desde Las Lomitas, en Formosa, hasta Tartagal, en Salta. Eran braceros pilagás, tobas, mocovíes y wichís. Les habían prometido trabajo en el Ingenio San Martín de El Tabacal, propiedad del magnate Robustiano Patrón Costas. Les iban a pagar 6 pesos por día y eso justificaba esa caminata de días y noches, más de cien kilómetros con hambre, cargando penurias y humillaciones. En abril llegaron a El Tabacal, se instalaron en las inmediaciones y empezaron a trabajar en la caña de azúcar. A trabajar fueron todos, mujeres y chicos también. Pero cuando fueron a cobrar llegó la estafa: les quisieron pagar sólo 2,50 pesos por día. Los caciques protestaron. Pidieron un encuentro con don Robustiano o cualquiera otra autoridad del ingenio. Nadie los escuchó. Pocos días después, Patrón Costas dio la orden de echarlos sin ninguna consideración. Miles de indígenas -se estima que eran 8.000- con escasísimos alimentos que les dieron pobladores de El Tabacal, emprendieron la retirada a Las Lomitas. Otros más de cien kilómetros a pie con niños, ancianos y el hambre que se fue acumulando en cuerpos huesudos y panzas desnutridas. Se instalaron en un descampado llamado Rincón Bomba, cercano al pueblo. Encontraron allí no sólo un madrejón que les proporcionaba agua, un recurso fundamental teniendo en cuenta el lugar hostil y las elevadas temperaturas, sino también compañía: ahí asentaban grupos de su misma etnia. Estaban agotados y enfermos. Recuerdan algunas pocas crónicas de la época y lo confirman las presentaciones de los abogados García y Díaz, las madres indígenas recorrían las calles de Las Lomitas y de los parajes vecinos para pedir un poco de pan. La estafa que había protagonizado Patrón Costas contra los braceros se fue corriendo de boca en boca. Por aquel entonces Formosa no era provincia, los gobernantes eran designados por el poder central, es decir, por el presidente Juán D. Perón. Los pilagás decidieron formar una delegación para ir a pedir ayuda. Al frente se pusieron tres caciques, que hablaron con la Comisión de Fomento. Y también con el jefe del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional Al enterarse, el presidente Juan Domingo Perón mandó inmediatamente tres vagones de alimentos, ropas y medicinas, que llegaron a la ciudad de Formosa a mediados de septiembre. Pero el delegado de la Dirección Nacional del Aborigen, Miguel Ortiz, dejó los vagones abandonados en la estación tras ser despojados de más de la mitad de sus cargas. Salieron diez días después y llegaron a Las Lomitas a principios de octubre. Los alimentos estaban en estado de putrefacción. Pero aún así los repartieron. Al día siguiente amanecieron con fuertes dolores intestinales, vómitos, diarreas, desmayos, temblores, por lo menos cincuenta indígenas murieron, en su mayoría niños y ancianos. La indignación fue lógica. Las crónicas locales propalaron la versión de que la bronca se convertiría en estallido contra los habitantes y se infundió miedo. Los indios denunciaron que habían sido envenenados. El presidente de la Comisión de Fomento de Las Lomitas, a su vez, fue a hablar varias veces con el comandante de los gendarmes. Le decía que el pueblo tenía miedo que los hambrientos los atacaran... Obvio, después de las muertes por alimentación podrida, este rumor creció. La Gendarmería rodeó el campamento indígena con cien gendarmes armados y prohibió a los pilagás entrar al pueblo. Frente a tanta agresión y desprecio, el cacique Pablito pidió hablar con el comandante. El oficial aceptó encontrarse en el atardecer, pero a campo abierto. Allí estuvieron. Era el 10 de octubre. El cacique avanzó seguido por más de mil mujeres, niños, hombres y ancianos pilagás con retratos de Perón y Evita. En frente, desde el monte vecino, cien gendarmes los apuntaban con sus armas. Los indios habían caído en la trampa. El segundo comandante del Escuadrón, Aliaga Pueyrredón, dio la orden y las ametralladoras hicieron lo suyo. Cientos de pilagás cayeron bajo las ráfagas. Otros lograron escapar por los yuyales pero la Gendarmería se lanzó a perseguirlos: "que no queden testigos", era la consigna de los matadores. La persecución duró días hasta que fueron rodeados y fusilados en Campo del Cielo, en Pozo del Tigre y en otros lugares. Luego, los gendarmes apilaron y quemaron los cadáveres. Según la presentación ante la Justicia, fueron asesinados de 400 a 500 pilagás. A esto hay que sumarle los heridos, los más de 200 desaparecidos, los niños no encontrados y los intoxicados por aquellos alimentos en mal estado. En total, se calcula que murieron más de 750 pilagás, wichís, tobas y mocovíes. Los diarios de aquel tiempo dieron informaciones muy confusas sobre lo que había sucedido, pero ninguno señaló al gran responsable, al hombre fuerte de la oligarquía, dueño del ingenio San Martín, don Robustiano Patrón Costas. Es más, algunos medios informaban de una sublevación. Hoy quedan aún pilagás que vivieron la masacre de Rincón Bomba. Uno de ellos es el actual cacique Alberto Navarrete, quien era uno más de los que regresaban de Salta despedidos del ingenio San Martín. "Yo me estoy acordando del '47. Gente amontonada en madrejón. Gendarmería disparó. Nosotros pudimos correr al monte. Yo visto eso. Yo declaré eso. Era 6 de la tarde. No teníamos armas nosotros. Correr nomás. Ellos tenían ametralladoras... No sabemos que pasó con todos, con las tolderías. Antes ya habían muerto envenenados. Yo visto eso. Muchos visto tirados, no sé si los enterraron. Nosotros queremos saber". Actualmente existen unos 10.000 pilagás repartidos en 19 comunidades en el centro de la provincia de Formosa. Antiguamente fueron cazadores y recolectores. Entre los frutos que recolectaban estaban los del algarrobo, chañar, mistol, tuna y del molle. Robustiano Patrón Costas Se trata de un político de la oligarquía en la década del 40 del siglo XX y el gobernador de Salta lo nombró Ministro de Economía provincial en 1908, oportunidad en que con su hermano Juan se apropiaron de tierras del departamento de Orán que pertenecían a las comunidades indígenas. Con la llegada del ferrocarril, una década después, establece asentamientos indígenas para asegurar mano de obra barata, casi siempre a cambio de vales, y funda el Ingenio San Martín de El Tabacal a partir de lo cual amasa una fortuna con la comercialización de azúcar. Se convierte en el más alto representante político de los terratenientes, es designado presidente del Partido Demócrata (conservador), asume como gobernador de Salta, funda la Universidad Católica de la provincia Don Robustiano muere en 1965 sin que sobre él cayera condena alguna por los crímenes de la Masacre de Rincón Bomba. HOY Integrantes de las comunidades toba, wichí y mocoví fueron en agosto a la casa de gobierno en Resistencia a reclamar la renuncia del Ministro de Salud, Ricardo Mayol, por la muerte de once indígenas debido a falta de atención sanitaria. Estas muertes en serie fueron básicamente provocadas por la falta de defensas orgánicas debido a la desnutrición. Los delegados dejaron un escrito dirigido al gobernador en el que señalaban: "Nunca más un indígena con hambre, nunca más un indígena con desnutrición. No nos acostumbramos a la exclusión y al racismo". Anunciaron asimismo que se preparaba un documento para entregar al Juez de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, de visita en Chaco. A su vez, la Pastoral Social denunció la situación que padecen hoy los pueblos originarios: "Sus territorios han sido invadidos y cercados impidiendo el paso de los indígenas para cazar, pescar, recoger miel, plantas alimenticias y medicinales. Los montes han sido arrasados con topadoras y los árboles derribados han sido quemados, exterminando de esta manera la muy importante fuente de proteínas que brindaban los animales silvestres. Las tierras fiscales (donde comúnmente vivían los indígenas) han sido saqueadas y rematadas por monedas a los amigos del gobierno de turno. La gente debe refugiarse en las banquinas de las rutas, a lo largo de las vías muertas del ferrocarril o en la periferia de las ciudades sin encontrar allí trabajo, una vivienda digna, acceso al agua potable y a sistemas mínimos de eliminación de basura y excretas". Artículo publicado en Ocho de Octubre Pregón Judicial 72, Año XV - Agosto / Septiembre de 2007 BOMBARDEO A PLAZA DE MAYO: El 16 de Junio de 1955, treinta aviones de la Marina de guerra y de la Fuerza aérea descargaron 14 toneladas de bombas sobre la Plaza de Mayo. El día lluvioso y la rutina de la ciudad era la normal. Eran exactamente las 12.40 cuando comenzaron a arrojarse las bombas que provocaron más de 300 muertos (mujeres, trabajadores y niños, peronistas, anti peronistas, católicos, creyentes, ateos, todos argentinos. Era un día de semana. Había un número importante de peatones y transeúntes que iban o venían de sus lugares de trabajo, un lugar repleto de oficinas públicas. De golpe aparecieron sobre el horizonte y enfilaron hacia la Plaza de Mayo. Inmensa la sorpresa y el estupor de los presentes cuando comprobaron que esos aviones descargaban sus metrallas y bombas sobre ellos y la Casa de Gobierno. Una de las bombas dio de lleno un ómnibus de pasajeros, destruyéndolo por completo. Otra pegó sobre un transporte escolar repleto de niños provincianos que estaban de visita en la ciudad y que venían a saludar al Presidente de la República. Se trataba de un golpe militar con el fin de derrocar a Juan Domingo Perón e incluso asesinarlo. Un verdadero genocidio y caso único en la historia de la humanidad en que una fuerza aérea bombardea a sus con nacionales y gasta en el intento más kilos de explosivos que los usados por Alemania en el bombardeo de Guernica. Las tropas leales al gobierno organizaron la defensa con fuego antiaéreo y el ataque a los insurrectos. Un número importante de civiles peronistas tomó por asalto las armerías del centro y se sumó a la defensa, acrecentada por cantidades de camiones llenos de obreros que venían de los barrios capitalinos más humildes y del conurbano bonaerense, que padecieron así, los estertores del bombardeo aéreo Con el tiempo se conocieron algunos de los civiles y militares que se alzaron contra la Constitución Nacional. Entre los aviadores genocidas estaba el primer teniente de aeronáutica Osvaldo Cacciatore, que luego fuera intendente de la ciudad de Buenos Aires durante la dictadura del general Lanusse (26-3-71 al 25-5-73). Y que debió haber sido fusilado por el Gral Perón. También descargaron sus bombas sobre el pueblo indefenso, el teniente de navío Carlos Massera, hermano de Emilio, quien luego como almirante sería dueño de vidas y propiedades en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), durante la última dictadura militar. Otro civil beligerante que acompañaba dentro de los aviones y que se recluyó en Uruguay fue Miguel Angel Zavala Ortiz, luego canciller del gobierno radical de Arturo Illia. Para colmo, quien esperaba en la vecina orilla a los aviadores alzados, para gestionarles asilo y hospedaje, era Suárez Mason, el mismo que como general, 22 años más tarde estará a cargo de varios centros clandestinos de reclusión, de torturas y de desapariciones. Es evidente que la tolerancia del presidente Perón excedió todos los límites de la razón ya que toda esta gente de haber sido dada de baja y sancionada como correspondía le hubieran evitado a nuestra nación mucho dolor e intolerancia, cuando-tres meses más tarde- fueron reincorporados a sus cargos militares y aun ascendidos en el escalafón militar, con el triunfo de la Revolución que derrocó al Presidente. Lo inadmisible, es que un hecho salvaje con alrededor de 350 muertos y más de 2.000 heridos nunca tuvo condenados por la Justicia. También hay que tener en cuenta que el gobierno de Uruguay fue cómplice y partícipe necesario de esta masacre, permitiendo que llegaran y salieran los aviones desde su territorio. Interviniendo, incomprensiblemente, en los asuntos internos de nuestro país. Hoy la oligarquía de nuestro país, lo premia depositando su dinero en los Bancos Uruguayos, que opera como paraíso fiscal de América y concurriendo como turistas a sus playas Ernesto "Che" Guevara. Le escribirá a su madre, desde México, en una carta fechada el 20 de julio de 1955: "... para quienes no hay escapatoria posible ante la historia es para los mierdas de los aviadores que después de asesinar gente a mansalva se van a Montevideo a decir que cumplieron con su fe en Dios; es impresionante (que en nuestro país) la gente llore porque le quemaron su iglesia dominguera, pero le parece la cosa más natural del mundo que revienten a la cantidad de ‘negros' que reventaron. No te olvides (mamá) que muchos de ellos fueron a morir por un ideal". Fuente Consultada: Los Años del Peronismo 1946-2006 Roberto Baschetti Caras y Caretas La Primera Presidencia de Perón - Biblioteca Política Argentina Causas: En un olvidado artículo periodístico, de 1957, Juan Perón señaló que la llamada "revolución libertadora" trajo la cuarta invasión inglesa. "Ante la incredulidad de propios y extraños -escribía-, nacionalizamos, comprando y pagándoles, los transportes, puertos, teléfonos, silos y elevadores, frigoríficos, servicios de gas y energía, el Banco Central, creamos la Flota Mercante, que llegó a ser la cuarta del mundo, y dimos al país transportes aéreos. Industrializamos la Nación facilitando la instalación de industrias pesadas. Asimismo, fabricamos gran cantidad de maquinarias y automotores. Así logramos la independencia económica, arrojando por tercera vez al invasor británico". En otro párrafo del texto que estamos rememorando decía Perón: "Nuestra economía justicialista les resultó desastrosa. Sirva un ejemplo: en textiles y afines importábamos de Inglaterra por un valor de 100 millones de dólares anuales. En 1954, esa cifra se redujo a medio millón anuales. Como último bastión, le quedaba nuestro mercado comprador de petróleo. Inglaterra nos vende combustible por valor de 350 millones de dólares por año. Nuestro gobierno había firmado ad referéndum del Congreso de la Nación, un "contrato de locación de servicios" con la Standard Oil de California. Por éste, la compañía norteamericana se comprometía a explorar parte de nuestro subsuelo y extraer el petróleo que hubiera, el que debía ser entregado en su totalidad a YPF para su comercialización". La revolución "fusiladora" y los asesinatos de la "Operación Masacre" Por: Julieta Mafferra El 9 de junio de 1956, el Movimiento de Recuperación Nacional, al mando de Valle y Tanco, encabezó un alzamiento cívico-militar contra la "Revolución Libertadora". El objetivo fue defender la soberanía popular, doblegada por el gobierno militar instalado un año antes. El 16 de septiembre de 1955, la autodenominada "Revolución Libertadora" derrocó la segunda presidencia de Juan Domingo Perón. En noviembre de ese mismo año, asumió la presidencia el general Pedro Eugenio Aramburu. Durante su gobierno se persiguió a dirigentes peronistas, se intervino la CGT y mediante el decreto 4161 se prohibió todo tipo de mención asociada al peronismo, como canciones, distintivos, consignas, así como también incluía una lista de vocablos proscritos asociados al justicialismo. A través de estas acciones, el gobierno de facto intentó desterrar al peronismo de la memoria colectiva. Se trató de "desperonizar" el país. Sin embargo, las persecuciones, las proscripciones y las prohibiciones indujeron a que una gran parte de los justicialistas se inclinara a la "resistencia" y así el peronismo fortaleciera su identidad. Este escenario dio lugar a la rebelión cívico-militar de 1956. El Movimiento de Recuperación Nacional, encabezado por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, lanzó una proclama al pueblo argentino en donde exponían los motivos de la asonada: "declaramos solemnemente que no nos guía otro propósito que el de restablecer la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones democráticas, y arrancar la Nación del caos y la anarquía a que ha sido llevada por una minoría despótica encaramada y sostenida por el terror y la violencia en el poder". Y agregaban: "conscientes de nuestra responsabilidad ante la historia, comprendemos que nuestra decisión es el único camino que nos queda para impedir el aniquilamiento de la República en una lucha estéril y sangrienta entre hermanos, cada día más inevitable e inminente", según el texto publicado en la página web El Historiador. La rebelión armada del 9 de junio estalló en varios puntos del país. En ella participaron tanto civiles como militares. Sin embargo, en pocas horas los intentos fueron sofocados, ya que el gobierno supo con anticipación lo que ocurriría. A pesar que el levantamiento fue reprimido y aplastado, el gobierno militar aplicó la ley marcial, la cual entró en vigencia aún antes de ser promulgada públicamente. Hubo muchos muertos. Civiles y militares fueron fusilados. No hubo juicio previo, ni derecho a defensa, sólo fusilamientos. El 12 de junio de 1956 se entregó el general Valle para frenar la ola de represión ilegal. Fue fusilado esa misma noche por un pelotón cuyos nombres se ocultaron para garantizar a impunidad. El día después de su muerte se levantó la ley marcial. El presidente de facto Aramburu y su vice, Isaac Rojas, asumieron públicamente la responsabilidad de los fusilamientos, que consideraron indispensable para evitar reacciones similares. Estos acontecimientos marcaron los inicios del terrorismo de Estado argentino. Años más tarde, en 1976, esta tendencia se instaló en nuestro país y dejó una profunda herida que sigue abierta hasta hoy. "Operación Masacre" El periodista y escritor Rodolfo Walsh investigó y denunció los fusilamientos de aquellos que habían participado en el levantamiento del 9 de junio de 1956 en una de las obras clásicas del periodismo de investigación argentino: "Operación Masacre". Walsh inició su investigación cuando escuchó la frase: "Hay un fusilado que vive". Ese fusilado era Juan Carlos Livraga, uno de los sobrevivientes de los fusilamientos realizados en José León Suárez la noche del 9 de junio de 1956. Luego, el periodista, concluirá que dichos fusilamientos habían sido ilegales ya que se realizaron horas antes de la promulgación de la ley marcial. En 1971 "Operación Masacre" fue llevada al cine por el director Jorge Cedrón. LOS VUELOS DE LA MUERTE (en la década del 70) En su Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar, el periodista Rodolfo Walsh daba cuenta de la situación, aún con la escasa información disponible en aquellos años. En marzo de 1977, Walsh escribía: "Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas. Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia. Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron. Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora. En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti..." Nota de la autora: Durante la dictadura militar hubieron miles de desaparecidos, torturados y cientos de niños apropiados sin destino conocido, que las MADRES Y ABUELAS DE PLAZA DE MAYO, un movimiento honorable, que con mucha valentía, está luchando desde la década del 70 para recuperar con éxito a sus nietos y los cuerpos de sus hijos. Aún cuando todavía falta mucho por esclarecer. Hoy el gobierno de Cristina y antes el de Néstor Kirchner, han hecho posible el juzgamiento a los militares de este bochornoso proceso, en donde no faltaron la complicidad de los Jueces de la Nación y de Civiles opositores, además de sacerdotes y obispos que también necesitan ser ajusticiados. Los sucesos de Trelew (1972) Fuente Consultada: María Soane "Todo o Nada" Fueron asesinados el general Juan Carlos Sánchez, comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, y el empresario de FIAT Oberdan Sallustro, que hacía tres semanas que había desaparecido. Era el 15 de agosto, cuando un grupo de guerrilleros detenidos en Rawson tomó el control del penal y huyó. Seis dirigentes de Montoneros, FAR y ERP escaparon a Chile. Los sindicalistas presos habían decidido no participar en la fuga. Los primeros en alcanzar la puerta fueron Santucho, Menna, Osatinsky, Vaca Narvaja, Gorriarán Merlo y Quieto. Los 19 guerrilleros restantes, arribaron al convulsionado aeropuerto cuando el BAC 111 ya estaba en el aire. Tomaron la torre de control, pero a la media hora,fueron rodeados por la Infantería de Marina y el Ejército y negociaron su rendición. No tomaron rehenes civiles. Exigían ser regresados al penal de Rawson, revisación médica para prever tortura y la presencia de jueces, etc. En el momento en que el avión de Austral aterrizaba en Puerto Montt, los guerrilleros detenidos fueron llevados a la base aeronaval Almirante Zar, y no al penal como se les había prometido y fueron torturados durante varios días. El Ejército y la Infantería de Marina tomaron el control del penal de Rawson y ocuparon la ciudad de Trelew. El 22 de agosto a las 3.30 de la madrugada los 19 prisioneros de la base Almirante Zar fueron acribillados Dijeron que se habla tratado de un intento de fuga. Los tres sobrevivientes de la masacre lo desmintieron. El presidente de facto Lanusse asumió, la responsabilidad de lo actuado. Esa noche, el gobierno sancionó la ley 19.797 que prohibía la difusión de informaciones sobre organizaciones guerrilleras. En los días sucesivos, hubo manifestaciones en las principales ciudades de la Argentina. Y muchas bombas estallaron como protesta por la matanza. Ezeiza El 20 de junio de 1973 fue la fecha del retorno de Perón. Acompañado por muchos allegados, el viejo líder viajó desde Madrid. Para su recepción se monta un palco en la Autopista a Ezeiza donde confluye una multitud. Más de dos millones de personas, aguardaban su llegada y desde allí dirigiría un discurso. Ese día, la derecha y la izquierda peronista se enfrentaron en lo que fue llamada la Masacre de Ezeiza, donde hubo 13 muertos y 365 heridos. Estalla una disputa entre las columnas organizadas por la Juventud Peronista y Montoneros y las dirigidas por el teniente coronel Osinde, nutridas por la Unión Obrera Metalúrgica, la Juventud Sindical Peronista, el Comando de Organización y otros grupos del peronismo tradicional. Hay tiroteos, muchos muertos y cadáveres colgados de los árboles: la JP es vencida Ante la falta de seguridad, Perón decidió aterrizar en la base aérea militar de Morón y la multitud se retira desilusionada, sin haber podido recibir a su líder. Por la noche se dirigió al país por la cadena de radio y televisión. Perón condena a los que piensan que pueden copar el movimiento, que define por lo que las veinte verdades peronistas dicen, e invita al pueblo a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Masacre de Margarita Belén 31 años de impunidad - 1976-2007 Por Alvaro, Gustavo, María Luz y Cristela Piérola, hermanos de Fernando Gabriel Piérola, fusilado en Margarita Belén. Hace exactamente 31 años, a esta misma hora, allí nomás, del otro lado de la ruta, debajo de un algarrobo, junto a la casa de Omar Lopez, el puestero del campo de un Sr. Alcalá. Hace 31 años exactamente, a esta hora, en este lugar, todavía estaban calientes las brasas de lo que fue un asado. Horas antes del medio día, de un medio día muy caliente, típico de estas hermosas tierras Chaqueñas, un costillar a la estaca se doraba lentamente mientras los invitados de honor brindaban fervorosamente. Horas antes, cuando el sol, ni nadie podían ser testigo de una obra macabra, estos invitados de honor, trajeron a este escenario, donde hoy estamos, a más de 30 compañeros militantes, a 30 hermanos y hermanas de lo mejor que en toda su historia, ha tenido esta querida y castigada patria. Horas antes, estas hermanas y hermanos, fueron salvajemente torturados, algunos en Santa Catalina, otros en el Regimiento 9, otros en La Liguria, otros en la Alcaidía, en la Brigada y quien sabe todavía, donde más. Y los trajeron sangrando, atados con alambres, castrados, violados, antes de asesinarlos cobardemente, creyendo inútilmente que de esa manera les romperían el corazón y la conciencia, lo que por supuesto, no pudieron lograr, semejantes corazones y tan altas conciencias no se rompen ni se quiebran fácilmente. Y allí nomás, estos soldados de papel, estos soldados de la muerte, brindaron y rieron. Levantaron bien alto los vasos de vino, como quienes han logrado un merecido triunfo en un frente de batalla, como quienes han llegado con éxito a su objetivo, después de un largo esfuerzo. Y levantaron bien alto su brindis de sangre, mientras muy junto, pegado a su insania, junto a su asquerosa fiesta de cobardes infames, se enfriaban lentamente los cuerpos masacrados, mutilados, de una generación enorme, de una grandiosa generación que ofreció lo máximo que puede dar un ser humano, por su país y por su pueblo, de una generación que soñó y proyectó un país grande, nuestro, justo y definitivamente libre. Pegado a toda esa bajeza humana, se evaporaba lentamente la sangre de nuestros hermanos y hermanas, hermanos y hermanas de una militancia y una entrega jamás vista en nuestra patria. Junto a estos gloriosos guerreros del ejército de San Martín y Belgrano, se consumía lentamente el cuerpo del Flaco Sala y empezaba a tomar vuelo el espíritu de su inmensa lucha "LIBRES O MUERTOS, JAMÁS ESCLAVOS" fueron sus últimas palabras de aliento a los compañeros cuando los dejaba en la cárcel, palabras que fueron, son y serán fuente de energía para cualquier militante revolucionario y para el pueblo en su conjunto. Junto al brindis, disfrutando su gula sangrienta y enferma, estaban los cuerpos de Barquitos, de Fernando, del Carau, del Gringo, de Delicia y de Ema, del Bocha y de Carlitos Caire, del Colorado, de Manuel, de Marito y de Lucho, del Pato, de Carlitos Zamudio, del Beto y de Zapata Zoñez y quien sabe de cuantos otros que todavía no hemos podido identificar y siguieron brindando, mientras lentamente se secaba en nuestras hermanas el inmundo semen de su soberbia. Apagón de Ledesma de 1976 Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre Fueron una serie de cortes del suministro eléctrico a través de la usina de Libertador General San Martín, ocasionados intencionalmente entre el 20 y 27 de julio por los militares para secuestrar unas 400 personas en Ledesma, las cuales eran estudiantes, militantes políticos o sociales, sindicalistas o alguna persona involucrada con la guerrilla. El primer corte del suministro eléctrico se produjo el 20 de julio a la medianoche en Libertador General San Martín y Calilegua. En un principio la gente se imaginó que se trataba de un corte común, pero cuando la gente comenzó a escuchar ruidos de frenadas, arranques bruscos de autos, personas que abrían puertas a patadas y los gritos de la gente, el pueblo de Ledesma se dio cuenta que estaban viviendo hechos violentos durante la dictadura. El saldo fue de más de 30 personas desaparecidas, que figuran entre la lista de los 30.000 desaparecidos por la dictadura. Entre ellos se encuentra el intendente de Ledesma Luis Arédez. Vecinos y sobrevivientes, testificaron y denunciaron que directivos de la empresa agro-industrial Ledesma, proveyeron a los militares de personal y vehículos para la captura de personas. Se afirmó que en vehículos de la empresa Ledesma eran trasladados los detenidos, los cuales quedaban detenidos en galpones de mantenimiento de la fábrica, en donde permanecieron días y meses atados e incomunicados. Algunos eran torturados para "sacarles" información, otros eran trasladados a comisarías o centros clandestinos de detención, mientras que otros detenidos aparecieron en cárceles de distintas provincias. LA MASACRE DE LAS PALOMITAS El laberinto de Palomitas Por Carlos Humberto Saravia* Hablar de Palomitas involucra transitar por un laberinto cuya preservación obedece a múltiples factores. El hermetismo auto impuesto por los militares y permitido por nuestro Estado de Derecho aún cuando negaron las garantías del juicio a sus víctimas del Terrorismo de Estado; el complejo de familiares de las víctimas que bregan por la verdad pero se resisten a reivindicar el derrotero revolucionario de los asesinados; una justicia federal conservadora que inclina el fiel de su balanza según los oleajes políticos y el progresivo desinterés de una ciudadanía a la que nunca se le explicó en detalle las causales del exterminio en general ni el móvil de la masacre en particular. Para la navidad de 1975, los militares tenían diseñado el plan de exterminio y bajo su mando operativo a las fuerzas policiales provinciales. A diferencia de las anteriores dictaduras, ya habían decidido que no blanquearían a los detenidos políticos y que los mismos serían ejecutados en la clandestinidad y luego sepultados en fosas comunes, arrojados al mar, quemados o dinamitados. También, contemplaron la represalia para con los atentados terroristas de ultra izquierda. Tal vez en estos espasmos violentos mostraron su cara más feroz, y Salta los padecería en el invierno próximo cuando a habían tomado la suma del poder público. En el marco de hostilidades programadas desde la clandestinidad por Montoneros, el 2 de Julio explotó una bomba en la sede de la Superintendencia de la Policía Federal provocando 18 Muertos y 66 heridos. Una concepción militarista de la política los llevaba a conmover a las fuerzas armadas con atentados para quebrar el silencio informativo de los medios adictos al régimen. La reacción de las juntas se diversificaría y, mientras se reformó de inmediato el Código Penal instaurando la pena de muerte por fusilamiento -que nunca se animaron a aplicar-, los comandos nocturnos que "desaparecían" a sus víctimas responderían, esta vez, casi con idénticos términos. En siete días se registraron 95 muertos en todo el país. Entre el 1 al 4 de Julio abatieron en cuatro procedimientos a siete personas en Córdoba y Tucumán. El 2 aparecía el cadáver del radical Angel Gerardo Pissarello en la ciudad de Santiago del Estero. El 4, el Grupo de Tareas 3.3.2 que actuaba bajo las órdenes de Emilio Eduardo Massera asesinaría en la Parroquia de San Patricio de Buenos Aires a tres curas palotinos y dos seminaristas. Las paredes del lugar fueron pintadas con leyendas que dejaban en claro que se trataba de una venganza por el ataque a la Policía Federal. Entre la noche del 5 y la madrugada del 6, en el paraje "Palomitas" fueron acribillados Pablo Eliseo Outes, José Victor Povolo, Leonardo Benjamín Avila y su esposa Raquel Celia Leonard de Avila, María del Carmen Alonso de Fernández, Rodolfo Pedro Usinger con su esposa María Amarú Luque y Roberto Luis Oglietti. Evangelina Botta de Nicolay y Georgina Graciela Droz habrían sido dinamitadas dentro de un automóvil. Los genocidas también asesinaron al abogado jujeño José "Dumbo" Turk Llapur. El mensaje se dirigía no solamente a "Montoneros" sino a todas las expresiones guerrilleras. Aún cuando algunas víctimas plantean el azar como criterio de selección -el "quinteo"- lo cierto es que la inteligencia militar eligió cuidadosamente las víctimas. Ubaldo Bujovich Villa y Juan Carlos Jones Tamayo eran oficiales que visitaban asiduamente a los presos políticos en el penal de Villa Las Rosas y elevaban informes al Teniente Coronel Osvaldo Mario Baudini y al capitán Rodolfo Aguilar Zapata, quienes mandaban en el Batallón de Inteligencia 143, con base en Salta. El 6 de julio de 1976 en horas de la mañana el director del penal de Villa Las Rosas, Braulio Pérez, recibió una citación del entonces jefe de la Guarnición militar Salta, Coronel Carlos Alberto Mulhall. En despacho del militar, Mulhall le informó que esa tarde se iba a proceder a un simple traslado, sin proporcionarle los nombres ni el número de los presos. Fue así como a las 19.45 de ese día se presentó ante Pérez el capitán Espeche portando una orden escrita y la lista de los detenidos. Enseguida se ordena no registrar en los libros de la cárcel la salida de los presos. También se ordena retirar de los lugares de acceso a todo el personal subalterno, permitiéndose que sólo los guardia cárceles afectados a los muros permanezcan en sus puestos. El único documento escrito que se conserva es la orden de Mulhall, que obra en el expediente judicial iniciado en Salta. Las órdenes verbales fueron corroboradas por la testigo Juana Emilia Martínez de Gómez, celadora del penal, y el oficial del Servicio Penitenciario de la provincia de Salta, Juan Carlos Alzugaray. El grupo del Ejército estuvo compuesto íntegramente por oficiales, sin insignias ni distintivos. Todos se nombran entre sí a través de sus nombres de guerra. Antes de la llegada de los oficiales se apagan todas las luces del penal excepto las del lugar donde estaban los presos a trasladar. Hasta allí llega un grupo de guardia cárceles que entrega los once (11) presos a los militares que esperaban afuera, a oscuras, con linternas en sus manos. De acuerdo con las órdenes las personas desalojadas del penal debían sólo llevar lo puesto. Mientras esto ocurría en Villa las Rosas, aproximadamente a las 20 horas de ese 6 de julio en la altura entre Güemes y Salta, entre Cobos y el cruce, se encontraba apostada una patrulla que realizaba controles vehiculares. Al ser detenidos un Torino conducido por Héctor Mendilaharzu y una camioneta F-100 a cargo de Martín Julio González, quien viajaba con un hermano, los miembros del grupo los sacan de los vehículos diciéndoles que son del ERP y que necesitaban los coches para un operativo de rescate, procediendo a amordazarlos y a maniatarlos, obligándolos a permanecer dentro de un monte por espacio de dos horas. Al día siguiente, 7 de julio, los vehículos fueron devueltos cerca del paraje denominado Palomitas, sobre la ruta 34, a 25 kilómetros de Güemes. Todos presentaban marcas de balas y los asientos manchados de sangre. En uno de ellos inclusive se encuentran restos de masa encefálica y parte de una falange. La camioneta es devuelta totalmente quemada. Ninguno de los vehículos presentaba señales de colisiones. En el lugar donde estaba la camioneta quedaron numerosas manchas de sangre y cápsulas de bala servidas. Toda la documentación de la comisaría de Güemes desapareció con anterioridad al 8 de julio. Por otra parte se habló de un feroz enfrentamiento porque elementos guerrilleros emboscaron a la patrulla que conducía a los presos pero no se constató que ningún miembro del ejército haya sido lastimado, ni tampoco se pudo comprobar daños en los vehículos militares. Los certificados de defunción realizados en Salta están firmados por un doctor Quintín Orué, un médico que nunca pudo ser identificado. Varias de las víctimas, en el momento de morir, se encontraban acostadas, y habían sido golpeadas. Los orificios de bala de los pocos cadáveres encontrados demuestran que los disparos fueron efectuados de abajo hacia arriba." Días antes el Director del Penal de Salta, Brulio Pérez en una vista que les hizo, a las detenidas políticas les dijo que los militares venían "quinteando". Al preguntarle qué significaba eso, dijo textualmente: "Uno, dos, tres, cuatro, cinco...al paredón...". (Testimonio de Graciela Lopez, sobreviviente a la Masacre de Palomitas) A Raquel Celia Leonard de Avila le sustrajeron el bebe de sus brazos, y le fue entregado a su hermana Nora, que también se encontraba en la prisión. Meses después los detenidos que quedaban en el Penal Villa Las Rosas fueron trasladados a distintas unidades, y las mujeres a la Cárcel de Villa Devoto. Fuente: http://www.pparg.org/ Carta de Graciela López desde México, sobreviviente de la masacre [2006] Hola Compañeros y Compañeras. Quiero compartir con ustedes el volver a sentir el vacío que la tragedia ha dejado en nuestras vidas: la Masacre de Palomitas con nuestras ex compañeras de prisión en Salta. Treinta años, sí 30, ese es el tiempo que ha transcurrido desde aquella noche de invierno en que sacaron a nuestras compañeras del pabellón donde yo estaba con ellas. Esa imagen recortada que conservo, donde primero escuchamos el pisar fuerte de abotinados, luego el ruido metálico de cadenas o esposas y las voces duras que gritaron uno a uno el nombre de nuestras compañeras, y ellas, en medio del silencio que anticipaba la tragedia, salieron preguntando a dónde iban. Así, con lo que llevaban puesto dentro del pabellón, sin más abrigo para protegerse del frío exterior desaparecieron ante nuestras miradas impotentes y nuestras preguntas, que quedaron sin respuesta ¿Adónde las llevan? ¿Por qué se las llevan? ¿Cuándo regresan? Traslado...traslado...traslado fue lo que escuchamos al día siguiente. Todas, absolutamente todas, sabíamos lo que eso quería decir: MUERTE. Días antes Braulio Pérez, entonces director de la cárcel, acompañado de su hijo y otros carceleros, en una de sus habituales visitas a nuestro pabellón nos había dicho mientras sonreía cínicamente -los militares vienen quinteando-y qué quiere decir eso? le preguntamos, y respondió con otra sonrisa -uno, dos, tres, cuatro, cinco... al paredón... Lo supimos de inmediato. Al día siguiente lo confirmamos. Había dentro del penal algunos empleados sensibles, gente que aún no se había deshumanizado y que no querían avalar el crimen. Ellos rompieron el silencio. Conocimos detalles, de cómo los sacaron, de cómo los obligaron a salir del vehículo para simular un intento de fuga, de cómo fueron cayendo uno a uno entre ráfagas de ametralladoras que rompían el silencio de la noche. Hasta me describieron cómo mi querida amiga y compañera Georgina cayó sobre un alambrado...allí quedó hasta que desaparecieron su cuerpo para nunca entregarlo a su familia. ¿Dónde quedaron tus huesos Georgi? Porque tu corazón sigue latiendo con el nuestro. Y así latirán por siempre esos 12 corazones en nosotros que tuvimos el privilegio de compartir los últimos meses y días de sus vidas. Y también latirán en sus hijos y en los hijos de los hijos. No latirán para atizar la hoguera de la venganza sino para buscar justicia y para perpetuar los ideales que ellos encarnaban. Si ellos estuvieran hoy aquí, si no hubieran sido torturados y asesinados, si no hubiera 30000 desaparecidos, miles de exiliados, de hijos huérfanos y de padres huérfanos de sus hijos, de hermanos, compañeros y amigos huérfanos, ¿cómo sería nuestra patria? No lo sé exactamente, sería diferente claro, pero sería mejor de eso no tengo dudas, no sólo porque todos y cada uno de ellos habría ayudado a construirla sino porque si ellos estuvieran hoy aquí no habría genocidas y torturadores que perseguir, no habría asesinos encubiertos compartiendo espacios de estudio y de trabajo, no habría hijos educados por padres asesinos o cómplices de asesinos, entonces, no tengo dudas de que nuestra sociedad sería mejor. Gracias compañeras por conservar la memoria, gracias por recordar el nombre de los que no están, gracias por seguir en pie. Un abrazo fuerte, con todo el cariño que ha crecido en el dolor de estos 30 años y con la alegría de no habernos convertido en ellos. Graciela López sobreviviente México. www.ppparg.org LA NOCHE DE LOS LÁPICES El 16 de septiembre de 1976 diez estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nro 3 de la Plata son secuestrados tras participar en una campaña por el boleto estudiantil. Tenían entre 14 y 17 años. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejercito y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que calificó al suceso como lucha contra "el accionar subversivo en las escuelas". Este hecho es recordado como "La noche de los lápices". LOS ESTUDIANTES SECUNDARIOS Y LA POLITICA ENTRE 1973-197 El arribo de la democracia en el mes de mayo de 1973, luego de un proceso creciente de enfrentamientos contra la dictadura miliar que gobernaba desde junio de 1966, trajo consigo la irrupción en la vida política y social de los distintos sectores populares que habían experimentado un crecimiento sustancial durante las luchas; entre ellos, los estudiantes secundarios. En el movimiento estudiantil secundario se vivieron experiencias hasta ese momentos inéditas en lo referente a participación política, en tanto ésta es atendida en un sentido partidario más o menos directo. El diario La Opinión editó en 1973 un suplemento dedicado al análisis de los fenómenos políticos entre los adolescentes. En dicho suplemento se publicaron los resultados de una encuesta que realizó el periódico entre 252 estudiantes. Se comprobó que el 30,3% de los jóvenes encuestados tenía algún tipo de participación política. La política había impregnado el conjunto de la vida estudiantil, dentro y fuera de los colegios. Las organizaciones políticas vieron incrementado notoriamente el número de sus militantes y el grado de su influencia. Según el suplemento citado, "las tres fuerzas más importantes son, en este orden, la Unión de Estudiantes Secundarios, (UES), la Federación Juvenil Comunista (FJC) y la Juventud Secundaria Peronista (JSP)" La encuesta de La Opinión revelaba también que en 1973 los estudiantes secundarios se inclinaban ante figuras emblemáticas de la izquierda, con la salvedad de Perón, quién asumía, para una porción amplia de los estudiantes, contornos casi revolucionarios. Pese a todo, quien encabeza la encuesta era el Che Guevara con el 67%, a continuación venía J. D. Perón con 66% y a mayor distancia, Salvador Allende con 19%; Fidel Castro con 19%; Eva Perón 17 % y Mao-Tsé-Tung con 16%. En esta encuesta queda por demás claro que para aquélla generación de estudiantes los referentes revolucionarios y socialistas eran los que ocupaban más espacio en la conciencia estudiantil. En aquellos años se había alcanzado un nivel de conciencia, acción y participación bastante elevados con lo cual el nivel de cuestionamiento al sistema capitalista era de por demás peligroso para la burguesía y los sectores reaccionarios de nuestro país. Masacre de San Patricio (o "de los palotinos", o "de Belgrano") El asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas de la orden de los palotinos, el 4 de julio de 1976, durante la dictadura militar, crímen ejecutado en la iglesia de San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano, Buenos Aires. Los religiosos asesinados fueron los curas Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. Alrededor de la una de la mañana del 4 de julio de 1976, tres jóvenes, Luis Pinasco, Guillermo Silva y Julio Víctor Martínez, vieron como dos automóviles estacionaban frente a la iglesia de San Patricio. Como Martínez era hijo de un militar y pensó que podría tratarse de un atentado contra su padre, fue a la Comisaría Nº 37 para hacer la denuncia. Minutos después un automóvil policial llegó al lugar y el oficial Miguel Angel Romano habló con las personas que estaban en los autos sospechosos. A las 2 de la mañana Silva y Pinasco vieron como un grupo de personas con armas largas salían de los autos sospechosos y entraban a la iglesia. A la mañana siguiente, a la hora de la primera misa, un grupo de fieles esperaba frente a la puerta de la iglesia que se encontraba cerrada. Extrañado por la situación, el joven Fernando Savino, organista de la parroquia decidió entrar por una ventana y encontró en el primer piso los cuerpos acribillados de los cinco religiosos, boca abajo y alineados, en un enorme charco de sangre sobre una alfombra roja. Los asesinos habían escrito con tiza en una puerta: "Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria." También escribieron en una alfombra: "Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M." La sigla "M.S.T.M." corresponde al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en tanto que la primera frase sobre "Seguridad Federal" está evidentemente referida al atentado con explosivos que Montoneros había realizado dos días antes en el comedor de esa dependencia policial causando la muerte de 20 policías . Sobre el cuerpo de Salvador Barbeito los asesinos pusieron un dibujo de Quino, tomado de una de las habitaciones, en el que Mafalda aparece señalando el bastón de un policía diciendo: "Este es el famoso palito de abollar ideologías". Al día siguiente, el diario La Nación publicó una crónica sobre la masacre que incluía el texto de un comunicado del Comando de la Zona I del Ejército que decía: "Elementos subversivos asesinaron cobardemente a los sacerdotes y seminaristas. El vandálico hecho fue cometido en dependencias de la iglesia San Patricio, lo cual demuestra que sus autores, además de no tener Patria, tampoco tienen Dios." Fuente: Wilpedia Los Surgentes En 1997, a veintiún años de los fusilamientos de Los Surgentes, recién se reconstruyó parte de la historia a través del relato de algunos testigos. Dionisio Tesán, productor de cerdos de la zona, fue el primero que durante la mañana de aquel 17 de octubre de 1976, vio los cuerpos de los muchachos. "Vi allá a lo lejos un bulto grande, en la calle, en una huella, del lado izquierdo, yendo de acá para el lado del norte y cuando me arrimé cerca y me encontré con una gente y le pegué el grito desde arriba de la chata. Vi que no se movieron, me fui a mi casa, tomé unos mates, le conté a un pariente que había gente durmiendo y que me extrañaba porque estaba muy frío y estaban con remeras rotas, con pantalones cortos", relató Tesán. El médico que los atendió en primera instancia fue el doctor Alberto Minella que emitió los siete certificados de defunción. "Yo le conté al juez que había cápsulas y que incluso había chicos que se las llevaban de recuerdo y me preguntó la diferencia entre cápsula y proyectil y le dije que si. Después pasé un día por ahí, por la ruta, y habían desaparecido las plantas y lo habían tapado con tierra a ese lugar. Era una alcantarilla. Un cunetón de 20 metros de largo donde estaban todos los cadáveres, como si hubieran estado formado y hubieran caído, no dispersos, si no todos juntos", sostuvo el profesional. Un arqueólogo del horror : Francisco Oyarzábal buscó a su hermano desde su desaparición y fue el último en pedir la continuidad de la Causa Feced porque se hizo cargo del rumor que señalaba la sobrevida del ex comandante de gendarmería en Paraguay. En 1997 se animó a acompañar a este periodista para recorrer el camino de la muerte. "A nosotros nos han negado y robado cosas. "En mi caso no solamente nos mataron un hermano, si no que también nos imposibilataron saber cómo fue su muerte. Tenemos algunos datos, pero nos faltan otros. Nos han robado el último minuto, nos han robado su último pensamiento, su último sentimiento", sostuvo. "La primera noticia que hay de esto es a través de otras dos personas que estaban presas que en su momento escriben una carta avisando que ese grupo de siete los habían sacado y los habían matado en Los Surgentes. "Cuatro varones y tres chicas son sacados el 17 de octubre del 76 de la jefatura de policía y son llevados a Los Surgentes. Por lo que puede establecerse correctamente ahora son muertos ahí. A partir de ahí la información que hay es el camino de la muerte. Y se sabe que los cuerpos son llevados a la ciudad de Córdoba, al Hospital San Roque primero y después al Cementerio San Vicente. "La reconstrucción es relativa porque obviamente faltan los datos de los que en esa historia quedaron vivos que son precisamente los que apretaron los gatillos. Como esa parte nunca creo que la vayamos a tener, la historia va a quedar parcial", remarcó con cierto pesimismo, conociendo, fundamentalmente, la cobardía de los matadores. El Pozo Fuente: colectivoepprosario.blogspot.com "Operación México" 13 de enero de 1978. Desde el Aeropuerto de Fisherton, en Rosario, el general Leopoldo Fortunato Galtieri subió al avión presidencial "Tango 01" con destino a la Capital Federal. Frente a Jorge Rafael Videla y Eduardo Viola, explicó la "Operación México". Cuenta Miguel Bonasso en su imprescindible "Recuerdo de la Muerte" que el sábado 14 de enero de 1978, a las 12, aproximadamente, "el grupo compuesto por tres miembros de la inteligencia militar (Sebastián, Daniel y Barba) y dos prisioneros (Tulio Valenzuela y Carlos Laluf), emprenden la partida desde la quinta de Funes. Valenzuela lleva el mismo documento falto que tenía en el momento de la caída, a nombre de Jorge Raúl Cattone. El mayor Sebastián pasa a ser el señor Ferrer. Barba es ahora Caravetta y Nacho Laluf se llama Miguel Vila. Los documentos falsos de estos últimos han sido confeccionados en Funes, utilizando el servicio de documentación que tenía la Columna Rosario de la Organización Montoneros". Valenzuela había convencido a Galtieri para que lo enviara a México con la supuesta intención de infiltrar al Movimiento Peronista Montoneros en el exilio y así permitir el asesinato de los principales dirigentes. Quedaban en Funes nada menos que su compañera, Raquel Negro, embarazada de seis meses, y su hijo, Sebastián, de un año y medio. "...Ellos son los rehenes. Yo fui amenazado de que serían inmediatamente ejecutados, si la misión de infiltración que yo iba a cumplir acá fracasaba o se producía algún hecho como éste...Mi compañera manifestó que ella estaba totalmente dispuesta a quedar en el país como rehén, para morir, para salvar algo que era mucho más trascendente que nuestras propias vidas, para llegar acá y poder informarle a nuestro partido y al mundo de los planes de la dictadura y hacer un esfuerzo por desbaratarlos", dijo Tulio Valenzuela en aquella conferencia de prensa del 18 de enero de 1978. Agregó que "mi compañera, un hijo por nacer y mi otro hijo, están en manos, en este momento, del general Galtieri. Yo responsabilizo por sus vidas y por su integridad física a Videla, al general Viola, al general Martínez, que era el cerebro de esta operación, y al general Galtieri, que la tienen en una quinta de Funes, en las afueras de Rosario...". El 19 de enero, las autoridades mexicanas reclamaron ante las autoridades argentinas la violación de su soberanía por este grupo de tareas. Un día después, en el diario mexicano "Unomasuno", se publicaron las declaraciones telefónicas de Galtieri: "yo no tengo control de mis agentes fuera del país". El 9 de diciembre de 1985, Leopoldo Fortunato Galtieri fue absuelto de culpa y cargo por la Cámara Federal de Capital Federal. Se le habían imputado 242 casos de encubrimiento, 11 privaciones ilegales de libertad calificada, 8 reducciones a la servidumbre, 15 falsedades ideológicas, una sustracción de menor y tres casos de tormentos. Hechos que había cometido como comandante en jefe del Ejército. Los fiscales pidieron quince años de reclusión. "Se que en mi condición de comandante en jefe del Ejército he cumplido con mi deber", dijo el responsable de la guerra de las Malvinas. "Manifiesto mi reconocimiento a mis camaradas de la Fuerza Aérea y de la Armada, a los integrantes de las fuerzas de seguridad y policiales, y a los hombres de nuestro ejército argentino. Espero serenamente, con tranquilidad espiritual y de conciencia, el juicio de Dios y de la historia de mi conducta", agregó. "Un plan de aniquilamiento" El diario "La Capital" informó el 19 de diciembre de 1976 que como producto de "un intento de copamiento en la subcomisaría 17" en cercanías de Ibarlucea, resultaron muertos una mujer y cinco varones. Nora Elma Larrosa; Rodolfo Raúl Segarra; Horacio Humberto Melelli; Alberto Azam; Segundo Núñez y Oscar Maximiliano Aguirre; eran los nombres de las víctimas. Sin embargo, el padre de uno de los muchachos, Mario Segarra hizo una presentación judicial que puso blanco sobre negro. "El enfrentamiento no existió y las personas muertas fueron previamente secuestradas, luego asesinadas y posteriormente transportadas al lugar del supuesto enfrentamiento, o bien, luego del secuestro, trasladadas al lugar de Ibarlucea y ahí asesinadas", sostiene el escrito. Segarra señaló que hubo "un plan elaborado entre Galtieri y Feced destinado a aniquilar a personas a quienes se consideraban subversivos o sospechosos de serlo". El término "subversivo" estaba "discrecionalmente reservado a la opinión de los aquí acusados". Para Segarra fue un "plan de aniquilamiento que conllevó el secuestro y la muerte mediante torturas y en estado de indefensión de las víctimas". A través de su presentación judicial se remarca que hubo una "asociación ilícita integrada por personal militar y policial a quienes se les instruyó previamente de lo que se planeaba y de los procedimientos a utilizar, como asimismo de la impunidad que se les garantizaba". Terminaba diciendo el escrito que "para asegurar la impunidad, se desinformó a la ciudadanía o se la informó con falsedades". La justicia española El juez español Baltasar Garzón decretó el martes 25 de marzo de 1997 la "prisión provisional incondicional" contra el ex presidente de la dictadura entre el 23 de diciembre de 1981 y el 17 de junio de 1982 y también ex comandante del II Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario. Galtieri fue acusado de los delitos de terrorismo y genocidio, cuatro asesinatos y una detención ilegal. Garzón citaba la declaración del ex cónsul español en Rosario, Vicente Ramiro Montesinos, en la que describió una de las tantas justificaciones de Galtieri. "En toda guerra mueran inocentes, como sucedió con los bombardeos sobre Alemania", le dijo el entonces señor de la vida y la muerte de los rosarinos. El magistrado español señaló también que se desarrolló, durante los días de Galtieri en Rosario, "muy eficazmente, un plan de desapariciones y eliminación de miembros de grupos nacionales, imponiéndoles desplazamientos forzosos, pérdida de identidad y arraigo, torturas y muertes, todo lo que integra el delito de genocidio".............................................. Garzón repara en lo informado por este trabajo en que el responsable de Malvinas no fue juzgado por los delitos cometidos en Rosario. "Todo lo anterior descubre una cruda realidad y es que las autoridades argentinas, antes de dar curso a la comisión, han decidido que un manto de silencio ominoso cubra para siempre los hechos que aquí se pretenden investigar y sancionar", sostuvo el juez madrileño........................................." Fuente: http://www.copenoa.com.ar/ La Masacre de Pasco Fuente: Taringa.net El 21 de marzo de 1975, Duhalde recibe nuevamente la colaboración de la Triple A. Ese día ocho autos modelo Ford Falcon y Torino más un colectivo, y algunos otros vehículos de apoyo que ayudaban a cortar el trafico en las intersecciones (algunos testigos hablan de hasta 16 vehículos), tripulados por una patota de mas de 40 miembros de la Triple A, irrumpió a la fuerza casa por casa y secuestró a ocho hombres y una mujer, todos militantes de la JP alineada en la entonces ala izquierda del peronismo. La Policía de la Provincia había recibido órdenes estrictas de dejar "zona liberadas" las zonas donde vivían los secuestrados. La operación de búsqueda y secuestro tomó alrededor de tres horas en las cuales la caravana de vehículos circuló con absoluta libertad por las calles de Lomas de Zamora, Temperley y zonas circundantes, con los hombres de civil mostrando sus armas automáticas y escopetas Itaka a través de las ventanillas de los vehículos. Los secuestrados eran el concejal lomense Héctor Lencina, presidente del bloque de la Juventud Peronista en el legislativo municipal y principal dirigente opositor del intendente Eduardo Duhalde, Aníbal Benítez, Héctor Flores, los hermanos Alfredo y Eduardo Díaz -14 y 16 años, respectivamente-, Germán Gómez, Rubén Bagninia, Omar Caferatta, y Gladys Martínez. Todos fueron subidos al colectivo y trasladados a un terreno baldío ubicado en la entonces avenida Pasco, donde los fusilaron y, a continuación, resultaron volados con dinamita, por lo cual los restos quedaron desperdigados en los alrededores y sin identificación posible. A esta acción se le llamo "Masacre de Pasco". Así narra la operación de la Triple A la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión de la Universidad de Lomas de Zamora lo que sucedió entonces (ver nota completa en : http://www.auno.org.ar/leer.php/3766): "Ese día, según los testigos, 16 "lanchas" (autos) con cuatro hombres cada una llevó a cabo el operativo que recorrió Temperley este para buscar al concejal de la Juventud Peronista (JP), Héctor Lencina, y a varios más, entre los cuales estuvieron Héctor Flores, Aníbal Benítez, Germán Gómez, Eduardo y Alfredo Díaz, Omar Cafferata, Gladis Martínez y Rubén Bagnina. Los 16 autos se detuvieran en el baldío de Sánchez y Santiago del Estero, en José Mármol, e hiciera explotar sus cuerpos y los de sus otros seis compañeros." ...................................................... El único beneficiario de esta matanza y de otros 15 asesinatos cometidos en distintas circunstancias en Lomas de Zamora, en esa época, por la Triple A, era el intendente Dr. Eduardo Duhalde ya que todos las víctimas adultas eran miembros destacados de la oposición al intendente ortodoxo y realizaban trabajos de base para derrotarlo políticamente. Masacre de Fátima Fuente:http://www.elortiba.org/fatima.html El 20 de agosto de 1976 fueron encontrados en ese paraje bonaerense 30 cuerpos esparcidos en un radio de treinta metros: habían sido baleados y después dinamitados. Ahora, sin leyes de impunidad, la causa avanza El juez Rodolfo Canicoba Corral ordenó la captura de seis oficiales y un suboficial retirados de la Policía Federal por la denominada "Masacre de Fátima", como se conoció al homicidio de una treintena de personas el 20 de agosto de 1976. Según consideró probado la Justicia a mediados de la década de 1980, todas ellas estaban detenidas en forma ilegal en la entonces Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal, de donde fueron trasladadas -maniatadas, vendadas y presuntamente drogadas- al cruce entre un camino de tierra y la ruta 6, cerca de la localidad bonaerense de Pilar. Allí fueron ejecutadas con "heridas de bala en el cráneo efectuadas a más o menos un metro de distancia", según consta en la causa, y luego dinamitadas en "una única explosión que esparció los cadáveres en un radio de 30 metros". Pero a finales de los años 80 la aplicación de la leyes de punto final y de obediencia debida dejó trunca la investigación e impidió la sanción a los responsables del asesinato, cuyo número tampoco fue caprichoso: entre los restos se encontró una tarjeta que tenía escrito "30 x 1". Días antes había sido asesinado el general Omar Actis, uno de los organizadores del Mundial de fútbol que se haría dos años después. ............................................................ Recién en 1997, y en el marco de los Juicios por la Verdad, el Equipo Argentino de Antropología Forense hizo la exhumación de 25 cuerpos "y en 1998 comenzaron las identificaciones por medio de análisis genéticos, y la devolución de los cuerpos a sus familiares. Se logró entonces la identificación positiva de otras ocho personas, tras lo cual la Cámara Federal autorizó la devolución de los restos a sus familiares", informó el Cels. Las víctimas identificadas son Jorge Argente, Susana Pedrini de Bronzel, su marido José Bronzel, Cecilia Podolsky, Horacio García Gastelú, Selma Ocampo, Rosa Cirullo de Carnaghi y Norma Frontini de Díaz. La Noche de las Corbatas Fuente : Página 12-Por Agrupación Norberto Centeno * Entre el 6 y el 8 de julio de 1977 se produjo el secuestro, desaparición y muerte de un grupo de abogados laboralistas que es recordado como "La Noche de las Corbatas". No fueron los protagonistas de ninguna gesta. Tampoco fueron los artífices de ninguna epopeya que separe la historia en dos. Tan solo eran abogados. Abogados como nosotros. Abogados de trabajadores. ¿Qué fuerza pudieron tener sus palabras para explicar su masacre? ¿Qué subversivo puede ser el ejercicio de abogar por los que menos tienen? ¿Qué peligro pudo acarrear para el poder asaltado el enorme berretín de estos hombres-tordos de querer defender sólo los derechos de los que únicamente tienen su fuerza de trabajo para ofrecer al dios-mercado? ¿Qué pensamientos habrán atravesado a estos hombres cuando la brutal represión de la tiranía militar fue por ellos? ¿Se habrán visto en la memoria jugar con sus hijos, o abrazar a sus mujeres, o tal vez a sus trabajadores esperando ser atendidos en sus estudios-fábricas, o quizás en el medio del conflicto bravo? No podemos afirmar que fueran héroes, sólo que ya no están porque decidieron vivir y morir en su ley..., la de los hombres justos y consecuentes. A ellos nuestro homenaje. "Que entre el 6, 7 y 8 de julio llevaron a todos los abogados a la Cueva, sin poder precisar con exactitud qué día llegó cada uno. Que estima que el 6 llegaron Alais, Ricci y Arestín y entre el 7 y 8 llevaron al Dr. Fresneda y su esposa, al Dr. Bozzi y al Dr. Centeno (...). Que todos los abogados y la esposa de Fresneda, Mercedes Algañaraz de Fresneda, fueron sometidos a tortura. Que el Dr. Centeno fue sometido horriblemente a tremendas sesiones de tortura... Que un guardia le dijo ‘vení, dale agua al viejo'; que sabiendo los efectos de tomar agua luego se las sesiones de tortura, sólo le humedeció los labios y le dijo ‘quédese tranquilo, ya vamos a salir' mientras el Dr. Centeno preguntaba ‘¿quiénes son?, ¿quiénes son?'. Que ella vio la degradación a la que fue sometido, que lo vio en traje prácticamente agonizando. Que sabía que no resistiría otra sesión de tortura y no obstante ello fue sometido otra vez más, escuchando luego de ello la caída del cuerpo y cómo lo arrastraban por el piso para tirarlo dentro de un cuarto golpeando su cuerpo contra la pared de madera. Que luego de la muerte del Dr. Centeno y del Dr. Candeloro la situación cambió, se los veía a los guardias como tensos y sabiendo que allí se había cometido un exceso, decían en tono crítico hacia quienes aplicaron las sesiones de tortura que ‘se les había pasado la mano, que a ellos no les hubiera pasado' (...). Que días después escuchó en la radio que informaban que el cuerpo del Dr. Centeno había sido encontrado luego de que lo secuestraran los montoneros, que los guardias riéndose exclamaban ‘se la tragaron' (...). Que el nombre ‘La Noche de las Corbatas' surge de los mismos guardias en la noche en que llevaron a los abogados decían ‘¿qué es esto? Esto es la noche de las corbatas. Los que administramos justicia ahora somos nosotros'." (Del testimonio de Marta García de Candeloro, en los Juicios de la Verdad.) En la memoria de Salvador Arestin, Camilo Ricci, Tomás Fresneda, Carlos Bozzi, Hugo Alais, Jorge Candeloro, Norberto Centeno. * Agrupación de abogados (UBA). Firman Luis Roa, Juan Manuel Di Teodoro y Luis Palmeiro. El hundimiento del Belgrano ( 2-5-1982) Fuente: Taringa Fuente: http://malvinasfalkland.blogspot.com/2010/09/operacion-corporate-ii-el-hundimiento.html La flota argentina se replegó hacia zonas cercanas al continente. El Reino Unido necesitaba dar un golpe estratégico, pero sobre todo moral, que decantara aún más la balanza a su favor. El 30 de Abril las fuerzas británicas se dividieron en dos grupos de operaciones formados por cuatro destructores, dos portaviones, cuatro fragatas y dos buques (Uno petrolero y otro de suministros). Así las cosas, el Reino Unido declaró una "zona de exclusión total" de 200 millas alrededor del archipiélago. Esto suponía que cualquier buque que fuera avistado dentro de esa zona sería atacado sin previo aviso. Pues bien, el Crucero ARA General Belgrano se hallaba patrullando el Banco Burdwood, a 150 km de la Isla de Estados y al borde de la zona de exclusión, cuando fue detectado por un submarino nuclear inglés, llamado, HMS Conqueror, que procedía de la campaña inglesa en las Georgias del Sur. Pese a que en un principio las prioridades de Londres eran otras (mantener a raya el ARA Veinticinco de Mayo, único portaviones de la armada argentina. El ARA General Belgrano era el segundo buque más grande de la flota argentina. Sobre el medio día del 2 de Mayo y pasando por alto el plan de paz que había presentado Perú, Thatcher dio la orden de hundir el crucero argentino. Ese mismo día, el comandante del HMS Conqueror ordenó zafarrancho de combate y cargar los tubos lanzatorpedos. Por la tarde el comandante del barco inglés dio la orden de disparar tres torpedos. Uno dio en el ARA Bouchard pero los otros dos fueron a parar al General Belgrano que tenía ya pocas posibilidades de salir airoso de este lance. El capitán, Héctor Bonzo, ordenó la evacuación. Su escolta, el destructor ARA Piedrabuena salió en busca del submarino inglés pero este último lo evadió con facilidad. En los dias consiguientes hubo diversos intentos fallidos de inhabilitar el HMS Conqueror que al final de la guerra volvió a Inglaterra. 323 marinos argentinos (de un total de 1093 hombres) murieron sin dispara un solo tiro, es por eso que en la escena internacional este hecho no fue bien recibido. Se consideraba un abuso de la fuerza, por parte de los británicos, contra un buque obsoleto que ni siquiera estaba en la zona de exclusión. El hundimiento del Belgrano también constituye un giro en la opinión mundial sobre la guerra, empiezan a tomar fuerza los movimientos pacifistas y algunos consideran dicho hundimiento un crimen de guerra. Cuando la noticia del hundimiento llegó al continente se armó un operativo de rescate, se ordenó al destructor ARA Piedrabuena regresar al lugar de los hechos y al ARA Bouchard mantenerse alejado del mismo y se iniciaron las tareas de rescate con cuatro aviones y dos buques buscando algún indicio de vida. Cuando por fin se encontraron las balsas con los supervivientes se informó que en todas las balsas habían muertos o heridos y que la mayoría de los supervivientes presentaban síntomas de congelación. El 5 de Mayo los supervivientes llegaron a Usuahia (Tierra del fuego) Los planes navales de la Junta habían sufrido un duro golpe, pero Argentina guardaba todavía un as bajo la manga. La fuerza aerea de los transandinos comenzaría a atacar a la flota inglesa después del hundimiento del Belgrano En los medios de comunicación de todo el mundo se reservó un hueco para tal tragedia bélica. La opinión pública argentina quedó muy tocada y el pueblo argentino empezaba a mostrarse inseguro. Posteriormente, en 1993 el Hundimiento del Belgrano fue denunciado por los familiares de las victimas ante la Comisión Investigadora de las Violaciones de los Derechos Humanos dependiente del gobierno argentino que resolvió que el hecho no era causa de investigación En el año 2000, los familiares nuevamente, denunciaron a la propia Margaret Thatcher ante el tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo por "homicidio calificado". La citada causa aún sigue abierta INDICE Pág. 05....Nota de la Autora. 07....La guerra de la infamia 37....Leyenda del Martín Fierro. 59....Masacres Indígenas en Argentina. 65....Masacre de Punta Alta y Playa de Santo Domingo 66....El hallazgo del italiano 67...Las prácticas de tiro 71...Gestación de la gran prop. ganadera en Tierra del Fuego 76....La semana trágica. 82...Fusilamientos en la Patagonia 90... Masacre de Napalpí. 96....Masacre de Rincón Bomba. 102...Bombardeo a Plaza de Mayo. 107...La revolución fusiladota de 1955. 111 .Los vuelos de la Muerte. 113...Los sucesos de Trelew. 114...Ezeiza. 115 ..Masacre de Margarita Belén 118..Apagón de Ledesma. 120..Masacre de las Palomitas 130...La noche de los lápices 132..Masacre de San Patricio 135...Los Surgentes 137...El Pozo 143....La masacre de Pasco 145...La masacre de Fátima 147...La noche de las corbatas
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