El poeta y la doncella
 
Le susurró al oído las palabras más bonitas
Y aquella doncella sucumbió al embrujo
Embriagador del poeta.
Sus cabellos lacios y rubios
Sus manos blancas, su sonrisa tenue
Se volvieron un remolino
De locas sensaciones.
 
Entrelazaron  sus manos
Se dieron besos tiernos
El tiempo se hizo corto
Al dulce canto de la pasión.
 
Se fue el invierno y la primavera
Pintó paisajes de colores
Y el perfil de la niña
Se ensanchó generoso
Guardando en su interior
La germinada semilla del amor,
 
La luna bañó de sueños
La bucólica comarca
Y un llanto franco
Fue la música de navidad.
 
El poeta ya no le canta endechas
Tiernas al atardecer,
Pero el sol brilla en su alma
Al conjuro dulce
Del niño en su regazo de mujer.
 
Ella sueña que algún día
Sobre la senda de la picada
El maestro a la escuela, volverá.
Pero si no lo hace
Ella tiene  a su poeta
Propio, como heredad.