LA MUJER CARTERA Y EL HOMBRE ORQUESTA
Publicado en Mar 01, 2012
LA MUJER CARTERA Y EL HOMBRE ORQUESTA
NORMA ESTELA FERREYRA Año del copyright 2009 ISBN 978-0-557-31642-7 Dedico este libro a quienes todavía no aprendieron a ser libres. NOTA DE LA AUTORA No he elegido este título sólo para llamar la atención, sino que no he podido encontrar otro objeto que se asemeje más a un tipo de mujer que, por razones culturales, vemos frecuentemente, aunque en distintas formas o grados. Así, algunas serán apenas, un monedero, o un bolso y otras una cartera de fiesta. Quizás, el término "cartera" resulte exagerado y hasta vulgar, pero es la única palabra que describe, a la perfección, la manera en que un gran número de mujeres se relacionan con otras personas, especialmente, con el sexo opuesto. Y ya se imaginarán a qué me refiero cuando hablo de ello, porque todos saben que una cartera es algo que llevamos de un lado hacia el otro, que dejamos en cualquier sitio y por tratarse de un accesorio, siempre debe combinar con lo principal. Quiero anticiparles que seré muy dura y hasta diría cruel. Pero lo haré en nuestro propio beneficio y sin ánimo de lastimar a nadie. Y digo esto porque, como todas las mujeres, yo también traía el ADN cultural de esta sociedad machista en que vivimos y también fui en los primeros tiempos de mis relaciones de pareja, una mujer cartera, hasta que me di cuenta de que podía dejar de serlo, para convertirme, simplemente, en una mujer que puede caminar con sus propios pies, decidir por sí misma, pensar con su propia mente y no depender de nadie. Eso es lo que suelen llamar libertad. No fue fácil, porque tuve que transitar el arduo camino de la rebeldía. Respecto del término "orquesta" con el que he decidido describir ciertas formas masculinas de comportamiento, tal vez les resulte un poco más claro, porque como todos sabemos, una orquesta es un grupo de personas que ejecutan instrumentos siguiendo a un director. Pero aún cuando pueda pensarse, que es un caso inverso al anterior, creo que en realidad no lo es, porque cada situación tiene sus características propias, aunque ambas nos conduzcan al fracaso, en este largo y difícil camino hacia la felicidad. Por otra parte, estos dos modos de relacionarse, no son los únicos y como dije, admiten variaciones desde muy leves a más graves, o desde el negro al blanco, pasando por los grises. Asimismo, la inteligencia de cada individuo ha logrado que los distintos modos de ejercer el dominio sobre el otro, hayan podido disfrazarse como el camaleón, a tal punto, que no nos demos cuenta de lo que nos está sucediendo. La mujer cartera Quiero escribir tantas cosas, que no sé por dónde empezar, porque en realidad quisiera que nadie pasara por esa situación, aunque de antemano sé que no podré evitar que cada uno, viva su propia experiencia y realice el propio aprendizaje. No obstante, cuando terminen ese largo y duro proceso, les propongo que vuelvan a leer este libro y tal vez, entonces, pueda servirles para no reincidir en sus antiguas prácticas, aunque les confieso que mi intención es que abandonen las mismas no bien terminen de leer este libro, que he escrito basándome no sólo en mi experiencia personal sino en otros autores, que tuve la suerte de leer y que me ayudaron a transformar mi ADN social, que llevaba como una pesada carga. Lo primero que pretendo, es que tengamos siempre presente en nuestra mente, que todos hemos venido a este mundo para SER FELICES y no sólo para hacer felices a los demás. Esa es la primera y la más importante obligación, que trataremos de cumplir, desde este mismo instante. Pero para ello, debemos ser nosotros mismos, es decir, debemos conocernos, saber qué nos gusta y qué no y así poder elegir el camino que nos conduzca a la felicidad. Eso significa fijarnos metas, hacer planes y trazar libremente nuestros caminos. Esa será nuestra responsabilidad y trabajaremos en ello, organizando nuestra vida en función de lo que queremos para nosotros. Porque por más que nos quieran, nadie va a ocuparse de nosotros, pues la felicidad no llega como los reyes magos ni la encontraremos al despertar una mañana en nuestros zapatos, sino que la vamos logrando muy lentamente, con nuestro esfuerzo, trabajo y sabiduría, pero también con dolor. Sí, porque desde que nacemos debemos aprender a vivir con los otros y también con nosotros mismos. Dos aprendizajes que se prolongarán a lo largo de toda nuestra vida y que no están exentos de dolor. Y en esta difícil tarea de vivir, cabe la más importante de las preguntas y que tal vez, nadie se atreva a hacerse a sí mismo, y que es: ¿Somos realmente felices? Tal vez, tengamos que pensarlo un poco para después terminar en un NO SÉ, porque tampoco podremos definir ni saber qué es la felicidad. Si ése es el caso, debemos actuar inmediatamente, porque el ser felices o no serlo, no depende de nadie más que de nosotros mismos. Porque aunque no lo recordemos, puedo asegurarte que cuando nacemos lo somos pero, poco a poco, vamos perdiendo esa capacidad de serlo, a medida que nos relacionamos con la sociedad. Desde que llegamos a este maravilloso mundo, empezamos a comprender que no estamos solos y que dependemos de otros para todo. He aquí nuestra primera frustración. Y a medida que crecemos, seguimos dependiendo, aprendemos a obedecer y a complacer a nuestros padres, a pedir permiso para todo lo que deseamos hacer, es decir, comenzamos a reprimirnos o a postergarnos. Y desde el primer día de nuestra existencia lo vamos asimilando y aceptando, porque no podemos valernos por nosotros mismos porque somos débiles de cuerpo y mente, frente al ejército de adultos que nos rodea y nos impone su criterio en forma compulsiva, porque cree que lo hace "por nuestro bien", como dice Alicia Miller. Y nosotros también lo creemos y quizás, hasta sea cierto. Y en este sentido, tanto el hombre como la mujer transitan el mismo camino, hasta que un día somos adultos y por cuestiones que se dicen culturales y que yo llamo retrógradas, al varón se le abren todas las puertas y posibilidades hacia la libertad y la mujer tiene que abrírselas a puro pulmón. Lo que significa luchar, rebelarse, imponerse a los opresores, tanto de su propio hogar y como de la sociedad. Y muchas de nosotras no lo logramos, porque los opresores suelen ser las personas que más amamos y hasta pretendemos justificar porque pensamos que lo hacen porque nos cuidan o nos aman. Y quizás, eso también sea cierto. Desde hace mucho tiempo, grandes pensadores y conocidos filósofos, analizaron las relaciones humanas y descubrieron que en cualquier tipo de relación donde haya por lo menos dos personas, siempre habrá una que tratará de dominar a la otra, o de imponerse respecto de su modo de pensar y de actuar. Y sea que se trate de amigos, hermanos, familiares, compañeros de trabajo, parejas, etc. En este aspecto, la mujer parece ser más vulnerable porque ya está domesticada por viejas tradiciones impuestas y parece más proclive a sacrificar sus propios gustos, deseos y pensamientos en función de los demás. De allí la famosa frase, que nos metieron en el cerebro a fuerza de repetirlo y repetirlo y que es: "amar es dar". Y tratándose del género femenino, se trataría de "dar y dar y dar" pero sin recibir nada a cambio. Claro que hay excepciones, porque hay algunas que aprendieron que la vida no es sólo dar, sino también recibir y ser queridas por los demás. Según dicen algunos, es nuestra función maternal la que nos inclina a ese sacrificio de tener que ceder siempre a los requerimientos del otro, por lo que bien podía resultar de una cuestión hormonal. Pero sin dudas, que también hubo "lavados de cerebro" que se transmitieron de generación en generación y que ayudaron a las hormonas. Pero en fin, ahora no vamos a investigar las causas, sino que hablaremos de los efectos. Dijimos que en toda relación entre dos o más personas, una de ellas trata de ejercer el dominio sobre la otra o sobre todo el grupo, lo cual ocurre en la mayoría de los casos, más tarde o más temprano, a pesar de que lo ideal sería que eso nunca ocurriera. ¿Y porqué digo esto? Porque cuando ocurre, quien resulta dominante, con el tiempo termina abusándose del que es dominado. Y entonces la relación, que antes era placentera, se transforma en un verdadero suplicio. Y esto no ocurre por culpa del dominante, sino porque el o los dominados, van perdiendo protagonismo y así disminuyen o pierden el respeto y la admiración del otro. ¿Y por qué? Porque nadie puede admirar, ni seguir amando, a un ser sometido, que se parece más a una cosa que a una persona. Y es el abuso el que produce consecuencias fatales en la relación. Recordemos el conocido dicho popular: "Tú das la mano y te toman el codo".Y así resulta siempre. Hasta nuestra madre, que es el ser que más nos ama, teóricamente, suele cometer abusos, en forma inconsciente, con el hijo más complaciente. Porque cuántas veces vimos a "La niña de los mandados" que siempre es la más obediente, la que no protesta cuando la mandan a hacer o a comprar algo y entonces, a mamá le resulta más cómodo recurrir a ella que intentarlo con otro hijo que, seguramente, protestará o se negará a hacerlo. Pero esa actitud que toma mamá no es intencional, sino que lo hace porque su inteligencia, la conduce por el camino más fácil, como lo hizo el lobo en el cuento de Caperucita. "La niña de los mandados" es la más dócil y puede ser fácilmente manipulada a través del halago, no sólo por la madre sino por cualquiera. Cuántas veces, hemos visto a personas adultas mendigando cariño, o sea, haciendo favores a los demás y con esa conducta "servicial"busca, inconscientemente, la adulación de quienes obtienen esos beneficios. Como cuando le dicen, por ejemplo: "quiero que hagas las empanadas porque nadie las hace tan ricas" o "que me pongas los ruleros porque nadie lo hace mejor que tú" Y lo dicen de un modo tan tierno, que nadie puede imaginar que se están aprovechando de nuestra debilidad, que no es otra cosa que nuestra necesidad de ser tenidos en cuenta o de ser admirados, para sentirnos queridos. ¡Cuidado! Porque la adulación o el falso halago, son las formas más eficaces para manipularnos, es decir, sirven para hacernos abrir las puertas y también para dejarnos vacías. Pero no voy a cometer el error de afirmar que todo elogio sea una adulación, sólo deseo que sepas distinguir entre ambas cosas. El elogio o el halago sincero, son valoraciones que cualquiera puede hacer, pero cuando se hacen para obtener el favor del otro, se convierten en adulación Y a veces, es difícil diferenciar una cosa de la otra. Por las dudas, cuando hagamos algo para otra persona, hagámoslo sin dejarnos llevar por los halagos que recibamos de ella, sino porque hemos decidido hacerlo, sin que nadie nos lo haya pedido. En realidad, debemos tener como norma el hacer siempre lo que queremos y no lo que los demás nos pidan que hagamos. Y así nunca nos equivocaremos. Un filósofo chino, tenía una fórmula infalible para cuando alguien le pedía algo: "siempre decía que no y luego lo pensaba". Porque decía, que alguien puede querer sorprendernos para que hagamos algo que no deseábamos hacer. Según él, el factor sorpresa siempre juega en nuestra contra, de modo que ante un requerimiento inesperado, primero tenemos que decir no, luego pensarlo y decidir si lo aceptamos o no. Pero volvamos a nuestro tema principal. Teníamos un dominante y un dominado, que aunque puede ser el varón o la mujer, en el caso de la "mujer cartera", es ella la dominada. Pero insisto, que la culpa no la tiene quien domina sino quien lo permite. Y digo esto para que nadie piense que estoy a favor de alguno de los dos sexos. Para mayor comprensión del tema, quiero presentarles, a modo de ejemplo, este diálogo entre dos amigas, que se encuentran en el supermercado: ----Hola Claudia. ----Hola Marisa, hace tanto que no nos vemos. --- Es verdad. Te invito a tomar un café en el bar del Supermercado, así charlamos, hace tanto que no lo hacemos. ---Mejor otro día, porque Eduardo va pensar que me pasó algo. No le avisé y.... ----Avísale por teléfono. --- Está jugando al fútbol y no sé a que hora llega. Pero si no estoy, se va a enojar porque no le avisé. ----- Bueno, pero vayan esta noche a casa. ¡Tengo tanto que contarte! --- No sé qué decirte. Me dijo que esta noche me iba a sacar a alguna parte y no quiero cambiarle el programa --- ¿Y adónde van a ir? Porque tal vez, podamos salir juntos. --- No sé adónde. Tal vez otro día, le digo y si él quiere..... --Bueno está bien, después nos hablamos. Este diálogo es muy frecuente. La mujer espera que él la "saque a alguna parte", como quien saca a pasear al perro y seguramente, no va a "sacarla" adonde ella prefiera sino adonde él quiera. La mujer cartera es eso, algo que se deja llevar y traer, pero que no tiene voz, ni voto, en ninguna elección. Y es el hombre quien dice: Esta noche "tenemos" que ir a lo de Raúl porque nos invitó a su casa. O mañana invité a Luís a comer en casa" O "prepárate porque el sábado, tenemos el cumpleaños de tal o cual". Y "tenemos" no es, precisamente: ¿"Te gustaría que vayamos a la casa de Raúl o preferís hacer otra cosa?. Y cuando dice: "Mañana invité" no significa ¿Qué te parece si invito a comer a tal? Pero veamos otro caso: ----- Mi amor ¿Cuándo te tomas vacaciones?- pregunta ella ---- No sé si tomarlas ahora o en Julio. ---- En verano podemos ir al mar, sabes cómo me gusta. --- Prefiero ir al Sur, yo prefiero la pesca, además Jorge quiere que vayamos los cuatro, con la gringa. ----- A la gringa también le gusta el mar. --- ¿Acaso no hay mar en el sur? --- No es lo mismo, amor. Es frío. ---- A mí el calor no me gusta, prefiero donde hay menos gente, estoy harto de la gente, pero si preferís quedarte, yo no te obligo. Ella no responde Pero él sabe que después decidirá acompañarlo. No tiene opciones, porque depende de él. Es ir o quedarse. Y antes de quedarse sola, prefiere ir, es decir ceder. Esta sí que es una "mujer cartera", porque no decide nada, es como un objeto que se lleva y se trae. O un accesorio de lo principal, que por supuesto, es él. Veamos un tercer diálogo: -----Juan, no te vayas sin dejarme plata, porque tengo que comprar los útiles para los chicos. -----Faltan 15 días para que empiecen las clases. ----Es que después no se puede, hay tanta gente. ----Está bien, te dejo cien pesos. --- ¿Cien? Son tres chicos y tengo que comprarle zapatillas. ---Y las que tienen ¿Ya no sirven? ---Están gastadas y les prometí que....... ---Hiciste muy mal en prometer un gasto que no sabes si puedo o no hacer. ----También yo necesito un vaquero y nunca tienes para eso. ----- ¿Un vaquero? ¿Justo ahora que hay que gastar en la escuela? Yo no puedo con todo. No te olvides que soy yo el único que trabaja. ----Vos quisiste que yo dejara mi trabajo. Y ahora nunca hay para mí. ---Entonces no hubiéramos tenido chicos. Ahora debo irme. ¿Vas a querer los cien o no? ---Está bien, ya veo cómo me arreglo. Aunque no lo crean, esto también ocurre en el siglo XXI. Una mujer que explica detalladamente, todo lo que tiene que comprar para justificar que el marido le dé el dinero. Él es quien decide y da el visto bueno y por eso, debe darle explicaciones y esperar que apruebe los gastos. Pero, como dije, él no es el responsable de esta situación, aunque cueste concebir esa idea, sino que es ella la que se ubica en esa condición inferior. Porque estoy segura de que ese mismo hombre, con otro tipo de mujer, sería todo lo opuesto. Recuerdo a una señora que le daba todo lo que ella ganaba a su esposo porque él le había hecho creer que ella no sabía administrarlo. Cuando necesitaba comprar algo, él se lo compraba y ella no conocía nada más que el camino de la casa a su trabajo, adonde, por supuesto, la llevaba y la iba a buscar, no por amabilidad, sino porque ella no tenía derecho a hacer nada sin él. Necesitaban "vivir pegados", o sea, tenían "el complejo de los siameses" como le llamo, o sea, que tenían una subordinación "cuerpo a cuerpo". Pero lo peor de tod, era que quienes los conocían, creían que eran felices. Por suerte, el final de esta historia fue feliz, cuando ella dejó de ser un accesorio para transformarse en algo principal, o sea, en ella misma. El proceso de subordinación al otro, comienza desde temprana edad. Se empieza por ser la "nena más buena de la casa", la que hace los mandados, la que nunca trae problemas, ni se rebela por nada. La que nunca pregunta "¿Porqué siempre tiene que ir ella a la panadería? La que se deja adular por mamá, cuando le dice: "Esta hija es la más cariñosa, la más dulce, jamás me contesta, es un amor". Y luego, comienza a necesitar esa adulación, ella no quiere perder su reputación y cada día, se esfuerza más en lograr la admiración de su madre y su estado de sumisión se vuelve permanente. Ella nunca traerá un comunicado malo de la escuela, ayudará en la casa, mientras sus hermanos, pueden ser todo lo contrario. Y así comienza a tener más responsabilidades que los demás. Su mamá le encarga todo a ella, porque nunca se olvidará nada y es la que mejor hace la cena, lava la ropa, plancha, etc. Y así, desde pequeña se va transformando en una pequeña cartera. En la escuela será igual, si hay algo para hacer, ella se ofrecerá, si hay algo para traer lo traerá, si trabaja en grupo, ella se ocupará de todo y por eso, sus compañeros siempre la elegirán. Luego, vendrá la etapa juvenil y ella llevará pronto a su novio para presentarlo a toda la familia, para que todos puedan opinar respecto de él, aunque seguramente, resultará ser un buen chico, estudioso, trabajador, respetuoso, como siempre le ha aconsejado su mamá. Y como la debilidad se huele en el aire y se descubre enseguida, el novio también comenzará a dominarla. Y entonces, le dirá cómo debe vestirse o pintarse, cómo debe cortarse el pelo, le elegirá los amigos, le dirá lo que desea que ella le regale para su cumpleaños, le dirá adonde puede ir y adonde no le gusta que vaya, lo que no debe hacer, y enseguida se dará cuenta de que es una cartera insignificante, algo así como un monedero, que puede llevar a cualquier parte por medio de la adulación o por otros medios, como pueden ser, la extorsión, o hacerse el enojado o fingir que no quiere saber más nada con ella. Y eso no es todo, sino que querrá saber qué hace, adónde está, no la dejará en paz, la controlará a cada minuto, escuchará sus conversaciones telefónicas, le revisará los mensajes en el celular. En fin, la convertirá en una mártir, que ni siquiera protestará. Eso sí, primero la anestesiará con "su amor pegajoso", para que no le duela. Pero lo que ella no sabe, es que pronto, él se cansará de estar de novio con un objeto y buscará a una mujer, con la que todo será distinto y hasta parecerá "otro hombre" con ella. Y no porque él haya cambiado, sino porque ahora estará relacionado con una persona y no con una "cartera". Queridas lectoras, no saben cuánto deseo que no se sientan identificadas con ninguno de estos ejemplos. Pero cuidado, porque pueden caer en la posición opuesta, o sea, que pueden ser ustedes las dominantes, lo que tampoco las hará felices, porque no van a poder amar a quienes dominan. De lo que se trata, es de ser felices con el otro y de que el otro, también sea feliz con nosotras. Es difícil pero se logra. Sólo hace falta ejercitarse. Deberemos intentarlo una y otra vez, cayéndonos, golpeándonos, sintiendo dolor, hasta que lo logremos, como cuando aprendimos a andar en bicicleta ¿Recuerdan? Para ello, deberemos sentirnos personas con obligaciones, pero también con derechos. Desde la relación inicial con cualquier persona, debemos comportarnos como dos y fijar las pautas claras, sin permitir que nos manejen, pero sin pretender manejar al otro. Porque para lograr que se nos reconozca un derecho propio, debemos también reconocérselo a los demás. Si pretendemos controlar al otro, el precio será que también nos controle. Si buscamos que ceda posiciones, el precio será que también debamos ceder. Si nos dicen todo lo que hacen, nos preguntarán todo. Si elegimos su ropa, nos dirán qué debemos ponernos. Si gritamos, nos gritarán. Todo es una acción y una reacción. Porque lo difícil de ser libre, es que también debemos darle libertad al otro. Y a veces, esto último es lo que nos resulta imposible de lograr. Por eso, la clave de ser libre es ser fuerte. El débil nunca lo es, porque no puede dejar de preguntar, tiene que saber, tiene miedo de que no lo quieran, de que otra persona lo conquiste a su amado, tiene celos y necesita el control. Y como consecuencia de esa acción, logra un comportamiento recíproco de su pareja. Por el contrario, el fuerte no es inseguro. No pregunta ni pide permiso. Le molesta la debilidad ajena. Para él no hay cosa peor que rendir cuentas, que no poder decidir, que no dar su opinión en lo que se resuelve. Y es independiente, tanto económica como psíquicamente. Tiene amigos de verdad y no se siente solo. Es capaz de ser feliz porque es capaz de ser libre. Es capaz de hacer feliz al otro, porque también lo deja ser. Es como realmente quiere ser y deja a su pareja ser como prefiera Es capaz de amar y ser amado, aunque le sea más difícil encontrar lo que busca. Pero en esta página del libro, quizás te preguntes, qué autoridad intelectual tiene la autora para decir esto o lo otro. En realidad, debo confesarte que no soy psicóloga, ni socióloga, sólo tengo la sabiduría que me ha dado la experiencia, por haber aprendido de mis errores, por haber leído mucho sobre el tema y logrado mi libertad plena. De esta forma, he logrado ser feliz. Sí, aunque haya pocos seres que puedan afirmar esto, yo digo que aprendí a serlo y puedo asegurarles que ello no depende de los demás, sino de nosotros mismos. Muchos psiquiatras han opinado, escrito y atendido pacientes con muchos problemas en las relaciones de pareja. He leído sobre estos problemas de conductas, depresión, ansiedad, colapso nervioso y enfermedades mentales, porque siempre tuve interés en esos temas, pero en realidad, lo que hace creíble cualquier teoría es cuando nuestra propia experiencia puede avalarla. Cuántas veces, los profesionales se contradijeron unos a otros y hubo que cambiar de criterio respecto de tal o cual cosa. Y esto ocurrió porque se confrontó lo teórico con la realidad y pudo reconocerse un error conceptual. Principalmente porque el funcionamiento de nuestra mente, todavía es un misterio que debemos develar, a pesar de todos los avances científicos y del esfuerzo de muchos profesionales. Y esto ocurre porque el cerebro es como una computadora viviente que aún no puede ser conocida totalmente por la inteligencia. Y debemos reconocer, respecto de los tratamientos psicológicos, que aún no ha sido superada aquélla antigua premisa cristiana que dice: "ayúdate a ti mismo y Dios te ayudará" lo que traducido a nuestra lengua cotidiana, sería: "Ayúdate a ti mismo y entonces podré ayudarte". Y en este sentido, debemos reconocer que nuestra mente no se comporta como el cuerpo, donde el médico puede actuar aún cuando el paciente esté inconsciente. Pero volvamos a lo nuestro. Y para ello, nada mejor que recurrir a ese gran profesor de psicología de la St. John 'University de Nueva York, Wayne W. Dyer cuando en su libro "Tus zonas erróneas" dice: "Tú no necesitas la aprobación de los demás, porque eso equivale a decir, que lo que tú piensas de mí, es más importante que la opinión que tengo de mí mismo". Y como él nos enseña: "La aprobación no es un mal en sí misma, porque en realidad la adulación te resulta agradable, te sientes apoyado por los demás y hasta puedes llegar a desearla. Pero nunca debe convertirse en una necesidad. Ese es el límite que te debes poner. De modo que no dejes de hacer lo que quieres porque alguien lo desaprueba. Es ahí cuando te inmoviliza. Ten en cuenta que no vas a lograr la aprobación de toda la gente sobre algo que tú quieras hacer. Sí logras un 50% date por satisfecha. De modo que no deberías depender de eso para lo que decidas hacer. Y no te pases la vida preguntando a todo el mundo ¿Te gusta mi peinado? ¿Me pongo este vestido? Decídete por ti misma y si a alguien no le gusta dile que a ti sí te gusta. No te molestes si tus amigos o un ser querido opinan sobre algo, pero que les quede claro que no son ellos los que deciden y haz tu voluntad. No importa si los demás no piensan como tú, recuerda que eres libre y puedes pensar distinto. No tienes que explicarle a nadie las razones para eso. Claro que no es fácil ser uno mismo y nadie dijo que lo fuera. Pero si quieres ser feliz, es mejor que comiences ahora. Tu mente se irá liberando de todas las ataduras que te inmovilizan y que fueron anulándote desde tu niñez. Y así llegaste a creer que si los demás no te aprobaban, no valías nada. Y por esa necesidad tuya de esperar a que los otros te den su visto bueno, es que te manipularán..." Wayne W Dyer describe los primeros mensajes familiares que fuimos recibiendo desde niños, para que nuestro cerebro fuera funcionando de esa forma. En principio hay que diferenciar lo que es necesidad de afecto y aprobación de los padres en la etapa de formación. Por lo general, es la sociedad la que enseña a los niños a no fiarse de su propio juicio. Todo hay que consultarlo con mamá y papá. ¿Qué debo comer? ¿Cuánto? ¿Cuándo? Pregúntale a mamá ¿Puedo ir a jugar? ¿Con quién? ¿Adónde? ¿Bajo qué condiciones? Y la respuesta será: "Siempre que acomodes tus juguetes o que tomes la leche, o que no corras o que no te ensucies, etc". Estas reglas te enseñarán a que tengas "modales" y son las que te llevarán a interiorizar los valores de los demás, anulando tus propios valores. Cuando el niño nace, es feliz y egoísta. Y se le enseña a prestar los juguetes a su hermano, a sus amigos, aún cuando ellos no vean a los adultos que se presten nada. Y no le permiten decidir qué cosas va a prestar o qué no y aún a quien siempre le rompe los juguetes deberá prestarle todo para que lo consideren un "niño bueno" y no lo castiguen con penitencias..." Y yo digo, que esa manera actual de castigar, imponiendo penitencias, tales como "te vas a dormir", como si dormir fuera un castigo, o "no verás televisión en todo el día", como si ver la horrenda programación fuera un premio, se va imponiendo entre la gente moderna. Y los "chirlos en la cola" fueron reemplazados por penitencias aún más humillantes, pero que parecen un castigo menos cruel. Así puede haber niños que se vayan a dormir sin comer o que no salgan a jugar por no haber comido y muchas otras cosas que suelen hacer los progenitores cuando son incapaces de dar soluciones a los conflictos de la crianza. Como dije, los padres nos van domesticando, nos amoldan a las reglas de la sociedad, con frases como estas: "Tienes que pedir perdón". "Tienes que decir gracias". "Debes pedir permiso para levantarte de la mesa", etc. Es decir, te preparan formateándote para que los demás te acepten y todavía, debemos pensar que lo hacen por amor. Y por amor también te amenazan: "Si no vienes, te vas a tu dormitorio" o "no vas a la casa de tal o de cual". En eso consiste su formación: "Si no haces lo que yo digo, lo que yo pienso y quiero que hagas, vas ser castigado y te voy a privar de lo que sé que te gusta, o de lo que tú elijas hacer" . Traduciendo el lenguaje maternal, significa que si no la complaces te irá muy mal, impedirá que seas tú mismo, no te permitirá que decidas o elijas hacer lo que prefieras. Debes obedecerle, no pensar por ti mismo Y esto se transmite de generación en generación, como una enfermedad genética, como un virus contagioso, de abuelos a padres, de casa en casa, año tras año, sin que todavía se haya descubierto una vacuna para la rabia de los padres. Hasta que el niño crece y por fin, se rebela. Y entre los ejemplos citados por Dyer, recuerdo el caso de una niña que pregunta: --- ¿Qué me pongo mamá? ---Lo que tú quieras. La niña se pone un pantalón rayado y una camisa a lunares. Y sale a mostrarla a su madre. ----- No, hija. Eso no combina, ponte la camisa blanca. Al otro día, la misma niña le pregunta: ---- ¿Qué me pongo, mamá? ---- Ya te lo he dicho, ponte lo que quieras ¿Por qué preguntas cada vez? O aquél otro, cuando en la tienda de comestibles el cajero pregunta a un niño: -- -¿Quieres un caramelo? El niño mira a su madre. ¿Quiero un caramelo?, pregunta. El autor, que es un excelente psicólogo, dice que son pocos los mensajes de "confianza en sí mismos" que se envían a los niños dentro de la familia. Eso es parte de la creencia fundamental de que papá y mamá son los "dueños de sus hijos", como si fueran una propiedad privada. Y cita a Khalil Gibrán en su libro "El profeta ": "Tus hijos no son tuyos. Son los hijos y las hijas de los anhelos que siente la vida por sí misma. Vienen a través de ti pero no desde ti. Y aunque estén contigo, no te pertenecen." Y yo quiero agregar más de Khalil Gibrán: "....Puedes darle vuestro amor, pero no tus pensamientos, porque tienen sus propios pensamientos. Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas porque ellas habitan en la casa del mañana que no puedes visitar ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte para ser como ellos pero no intentes hacerlos como tú porque la vida no marcha para atrás ni se detiene en el ayer....." En fin, volvamos a lo nuestro. Decíamos que el núcleo familiar alimenta la dependencia y la búsqueda de aprobación, con intenciones de evitarle al niño dificultades en la resolución de problemas, sin sospechar que de esta forma, no aprende el niño a enfrentarse a ellos, que sería lo importante. Porque no importa que él resuelva sus problemas, lo que vale es que los afronte. Y no hablo de la protección lógica o razonable, que los progenitores deben darle a sus hijos, sino de la protección innecesaria que les impide actuar por sí mismo. Por ejemplo: "El revisarle diariamente las tareas escolares" Aunque al hacerlo, ellos crean que están cumpliendo con un deber de buen padre o madre, dichas tareas deben ser de responsabilidad del niño, aunque se puede ofrecer alguna ayuda en el primer grado de la escuela, siempre que el niño acepte. Pero a menudo, sucede que hay un control permanente y muy autoritario por parte de alguno de los progenitores, anulando o sustituyendo por completo la responsabilidad del niño. Y entonces, son ellos quienes dicen cuándo, qué, dónde y cómo, el hijo debe realizar las tareas. Y hasta hay niños que suelen decirle a la maestra: "mi mamá se olvidó de hacerme hacer las tareas", es decir, se desligan del asunto. Por supuesto, que las maestras tienen parte en este asunto. Wayne Dyer señala que cuando el niño va a la escuela, por lo general, encuentra una maestra que continúa enseñándole la búsqueda de aprobación externa. Los niños independientes y seguros de sí mismos que no la necesitan y no sienten culpas ni preocupaciones, a menudo son vistos como "alborotadores" o como "niños problemas". El mensaje que brindan esos docentes, es que el éxito se logra mediante la aprobación de los demás "Tienes que pedir permiso para ir al baño" o "Siéntate aquí" o "Habla de este modo" o "Te voy a sancionar si te levantas." "Lee esto, dibuja aquello", etc. La libreta de calificaciones sirve para comunicarles a los padres el grado de aprobación que han alcanzado. Y en la secundaria, suelen alcanzar un buen nivel de aprobación porque los alumnos ya han aprendido, que sometiéndose o complaciendo a los profesores, lograrán el éxito. Por supuesto, que al final, ellos no sabrán qué carrera elegir y aún sabiéndolo, deberán ver si su elección coincide con lo que piensan los demás, porque durante años, se le ha enseñado a no pensar por su propia cuenta. Y cuando en la Universidad deban hacer un seminario, seguramente, sentirán pánico. Y preguntarán qué libros leer, si deben hacer el trabajo en computadora, qué papel usar, de qué tamaño, de cuántas páginas, etc. No querrán asumir los riesgos de pensar..." Y muchos padres ya le van lavando el cerebro, cuando dicen: "Mi hijo tiene condiciones para ser médico o dentista, u otra cosa", según lo que ellos hayan elegido de antemano para su hijos. Y si deciden emprender un comercio, lo consultarán con la familia y entre todos los miembros y amigos decidirán qué color les gustaría pintar las paredes, si el verde o el azul, o sobre el nombre para ponerle al negocio, o para el hijo que espera tener, en fin, una especie de consulta popular que le asegure la aceptación del grupo. Todo esto que desde niños va deformando la mente de las personas, es lo que los conduce a ser infelices, porque dejan de ser ellos mismos y no saben lo que quieren porque piensan en "lo que deberían querer" No pueden ser felices porque ellos no eligieron nada de lo que les pasa, ni sienten placer por las cosas, porque las sienten ajenas. Y por eso, cuando van a comer con alguien a un restaurante y el mozo les pregunta qué desean comer, se miran entre sí, para ver qué va a pedir el otro. Y terminan comiendo por consenso y no según el gusto o el deseo de cada uno. Pero aún es peor, en el caso de "la mujer cartera" porque su pareja ni le permitirá decidirse y le dirá: "Te invito a comer pizza" o cualquier otra cosa. Ella no tiene ni la posibilidad pensar en qué le gustaría comer. Lo mismo ocurrirá con otras invitaciones, cuando él le diga: ¿Quieres que vayamos al cine a ver "La guerra de las galaxias"? Y ella creerá que está decidiendo algo y que su pareja es amable porque la llevará al cine. La palabra "llevará" nos habla de un objeto transportable como una cartera., porque en realidad, la pregunta debió ser otra, como ¿Qué tienes ganas de hacer esta noche? O ¿Adónde te gustaría ir? No hay otra manera, para ser tratada como una persona. Vamos a ver, Dyer: te somete a una prueba y dice: "si tuvieras que definir al amor entre un hombre y una mujer ¿Qué dirías? Opción a) Que es un sentimiento que los une de tal modo que no pueden separarse más. Opción b) Que es un sentimiento que no puede definirse y donde uno no puede vivir sin el otro. Opción c) Es la capacidad de permitir que alguien elija para sí mismo aquello que lo haga feliz aún cuando no sea lo que tú quieres. A modo de ayuda y mientras lo piensas, te voy a contar lo que Khalil Gibran dice, en su maravilloso libro "El Profeta", cuando habla sobre el amor y el matrimonio: Cuando el amor te llame, síguelo. Pero cuando se marche, déjalo El amor nada da, sino de sí mismo El amor no posee, ni quiere ser poseído porque al amor le basta el amor. Y luego cuando él habla del modo en que dos personas que se aman deben convivir, dice: Llenen mutuamente sus copas pero no beban de una sola copa. Compartan su pan, pero no coman de la misma tajada. Canten, bailen juntos y gocen pero conserven su soledad porque las cuerdas del laúd, vibran solas aunque juntas hagan música. Den sus corazones, pero no en prenda. Estén juntos pero no demasiado, porque las columnas del templo guardan distancia Y el roble y el ciprés no crecen uno a la sombra del otro Pero volvamos a las opciones que les daba Dyer para definir el amor y en este punto dice: "Si todavía no han descubierto que el amor está definido en la opción C, creo que no han aprendido a amarse a si mismos. Y como él dice: " comencemos con tu cuerpo ¿Te gusta? ¿O estás pensando en agradar a los demás y piensas que según la moda actual o para el modelo social que te imponen desde la televisión, tienes demasiada cintura, o poca estatura, o panza, o pocos senos o demasiada nariz, o boca grande o celulitis? No estoy hablando de eso, digo que te mires al espejo y me respondas este test. de acuerdo con tu criterio: (coloca una cruz en lo que no te gusta): Cabello -cintura -iris -hígado- Cejas -caderas -pómulos -muslos piel -arterias- Rostro, - rodillas - cornea - venas-Cuello -pantorrillas - huesos-Glándulas- Hombros -talones -músculos -páncreas - Brazos -pies -oídos - intestinos- Manos -dedos-olfato -glándulas tiroides- Dedos -frente -vista -vesícula- Uñas -párpados -tacto - pulmones- Pechos - pestañas - estómago- Espalda-lagrimal -riñones Y como el autor dice: "¿Qué porcentaje de cruces has hecho? ¿Tienes un 3% de fealdad o menos?..." "Como podemos ver, nuestro cuerpo es mucho más amplio que esa parte que puede no gustarles a los otros ni a nosotros mismos Es mucho más que la nariz, o los rollitos, o nuestro pequeño busto, o la celulitis. Porque nuestro cuerpo también forma parte de nosotros. Y debemos amarlo porque si no lo amamos, no nos amamos. Y viceversa. Aunque esto no significa que no podamos mejorar aquella parte que no nos gusta, de la misma manera que podemos mejorar nuestra memoria, nuestra cultura o nuestro carácter, etc..." "....No te olvides de que somos valiosos y podemos serlo cada día más si es lo que queremos. Nadie puede hacerlo por nosotros. Lo que los demás piensen es asunto de ellos, nosotros sabemos que somos lo más valioso de este mundo: Y por eso valemos..." Y como dice Dyer: "Siéntete orgulloso de ti mismo, contempla tu cuerpo, dale valor a lo que hagas, escucha tus palabras y sigue tus pensamientos. Y estarás en posesión de ti mismo. Ya nunca más pienses que alguien puede decidir por ti. (Directa o indirectamente) Nunca más creas que alguien va a decidir donde tú vayas. O lo que hagas. O lo que tienes que decir, o estudiar, o comer o vestir. Ya no tendrás que preguntar si te queda bien, esto o aquello, no tienes que operarte nada para agradar al sexo opuesto. Y ya no rendirás cuentas a nadie sobre qué hiciste o adónde fuiste, o qué compraste o a qué hora te levantas. Y serás libre. Porque no necesitarás que nadie te apruebe ni te desapruebe. Porque sólo si eres libre serás feliz. De otro modo, podrás sentir placer, pero no conocerás la felicidad. Y un día, te irás de este mundo sin siquiera haberte conocido. Pero no te pongas triste, inténtalo una y otra vez, hasta que lo logres. Es un ejercicio que no debes abandonar. Y comienza ahora mismo: Piensa que no debes comprar sólo lo que necesitas, ni elegir el menú de un restaurante por el menor precio, elige algo que te guste, piensa en hacer algo distinto a lo que deberías hacer. Decídete a comprar aquello que deseas desde hace tiempo y procura hacerlo con tu dinero. Trata de pensar en algo que no necesites pero que te guste tener. Cómpralo, aunque los demás te lo reprochen y lo consideren insólito. Trata de vestirte como a ti te gusta sin pensar en la moda ni en las demás opiniones. Cómprate una revista, un cinto, un adorno para el cuarto .Sigue tus impulsos aunque los demás se enojen o te reprochen el gasto. Elige unos zapatos aunque tengas otros nuevos. Gana tu dinero y eso te hará sentir libre. Es muy importante que en lo económico no dependas de tus padres, de tu cónyuge, ni de nadie, ni necesites que alguien te lleve en auto a algún lugar ni te vaya a buscar a tal o cual sitio. Tal vez, sea penoso tomar un colectivo, esperar en la parada desestimando la comodidad de que alguien, así sea tu cónyuge, te busque o te lleven su auto, con aire acondicionado, pero a la larga, eso se volverá contra ti. Nunca olvides que la libertad implica sacrificios Alguna vez, decide tú adonde ir, aunque nadie te acompañe. No permitas que siempre elijan los demás por ti. Permítete equivocarte y no sientas culpas. Tienes derecho a llegar tarde, a dormir hasta el mediodía, a olvidarte de algo, a que se te queme la comida y no por eso, deberás sentirte menos que nadie. No debes buscar la perfección para que los demás te quieran. Ninguna persona que tú amas es perfecta y no necesitan esforzarse en serlo, para que tú le sigas queriendo. Recuerda que eres mucho más que tu memoria, que tus errores, que tus aciertos, que tus defectos. Tú eres tú, no tu cuerpo ni tu ropa, ni lo que sabes, ni lo que tienes. Tú no eres gorda, ni olvidadiza, ni distraída, ni limpia, ni sucia, ni ordenada ni desordenada, ni perezosa, ni todas las cosas que los demás puedan ver en ti, porque las personas nunca están acabadas, sino que están en proceso de realizarse a sí mismas. Las personas no son nerviosas, sino que están nerviosas hasta que decidan tranquilizarse. No son tristes, sólo están tristes hasta que decidan dejar de estarlo. No son gordas, están gordas hasta que ellas decidan adelgazar. No serán ni más ni menos, ni mejores o peores personas por lo que muestren de sí mismas, porque en definitiva, son lo que ellas deciden ser o hacer. Amas a alguien o lo olvidas, porque así lo decidiste. Debes superar el dolor, fortaleciéndote y sentirte feliz con lo que elijas. Si te sientes mal con lo que elegiste, puedes cambiar. Si no lo has logrado, seguramente hay algo que debes modificar y aún puedes hacerlo, ya que nunca dejarás de crecer y perfeccionarte. Eres feliz o desdichada por tu propia elección. No tienes que culpar a nadie por tu desdicha, ni tampoco agradecerle por lo feliz que te sientes, porque tú eres el responsable de eso. Cuando alguien dice: "Quiero hacerte feliz", se está atribuyendo un poder que no tiene. Esa persona cree que "te" hará feliz. O sea que en su persona hallarás tu felicidad. Nada más falso. El amor hacia otro no es un sentimiento egoísta, sino que debería traducirse en un "deseo de que tú seas feliz, a pesar de que yo estoy contigo interfiriendo con mis propios deseos. No quiero interferir en tu libertad porque necesito que sigas siendo tú misma, o sea, esa persona que yo amo. Quiero que hagas lo que necesites hacer para ser feliz por ti mima, sin importar que yo comparta o no tu rumbo o tu punto de vista. Porque yo necesito ser, pensar, decidir por mí para sentirme libre y poder elegirte todos los días. Deseo que con libertad plena tú me elijas todos los días para poder compartir contigo mi camino. Recuerda que aunque vivas acompañado por otros seres, que te aman o a quienes amas profundamente, siempre tu camino es solitario. Piensa que en ese largo camino, podrás perder algunos de esos acompañantes, a tus padres, a tus amigos, o a alguien que sea importante para ti, porque nadie dura para siempre. Debes saber que el amor de los que te aman no es eterno. Algunas pérdidas serán forzosas, como la muerte de algún ser querido. Pero otras serán voluntarias. En una pareja, por ejemplo, alguno de los dos puede decidir alejarse. A veces, puedes ser tú quien lo decida. Pero jamás trates de querer explicarte o busques los motivos. No existen causas para que nadie deba sentirse culpable de nada. El acercamiento y el alejamiento en la pareja no son racionales, sino que suceden por el ejercicio pleno de la libertad. En un momento el ser humano hace uso de ese atributo y decide que de ahora en adelante quiere dar un golpe de timón y encausar su vida para otros rumbos, donde soplen otros vientos y entonces, levanta el ancla y se deja llevar por la turbulencia del oleaje......" Entonces, no pierdas el hoy ni por el ayer ni por el mañana. Porque como dice Dyer, "nunca te arrepentirás de lo que has hecho, sino de lo que no has hecho...." Entonces: ¡Vive el hoy, ya mismo! ¡Y a tu manera! Pero volvamos a "la mujer cartera", la que desde niña fue aprendiendo a satisfacer a los demás para lograr que la quieran. Y cuando llega a la adolescencia ya tiene todo aprendido y debe agradar no sólo a los padres sino a los compañeros, a los amigos y al novio. Y desde entonces comienza a hacer lo que él quiere, lo que él decide. Y preguntará: ¿Vas a venir mañana? ¿Qué quieres que hagamos? ¿Quieres que haga una pizza?...etc.... Y es él el que dice. "Tengo ganas de ir al cine, para ver tal película". Ella aceptará y no dirá nunca que quiere hacer otra cosa. Cuando él quiere salir con los amigos, ella no se opondrá aunque no le guste y aunque le den el mismo derecho. Porque no será lo mismo, ya que ella siempre deberá explicarle todo lo que hizo y con quién. Y si "la mujer cartera" está recién casada, ella es la que limpia la casa como ninguna, cocina como los dioses, plancha como la mejor y acomoda todo prolijamente. Luego, cuando él le propone salir a comer con alguna pareja amiga, sin consultar previamente su opinión, no tiene derecho a negarse ni a sentirse cansada. Ese tipo de mujer es quien acepta que él invite a algunos amigos que quieren probar "esa comida tan rica que sólo ella sabe hacer". O se queda muda cuando él cambia el programa que ella estaba viendo en la tele. Es la mujer que siempre está esperándolo, no importa a la hora que llegue, ella lo espera Y no puede preguntar por qué llega tarde sin que él se enoje, aunque ella deba explicarle cada salida suya con lujos de detalles. Si compra algo, se siente obligada a darle el precio de la compra. Si tiene que gastar, le da explicaciones como esta: "Necesito comprar zapatos porque los que tengo ya no sirven". Y así las conversaciones de pareja se van haciendo cada vez más muy aburridas, porque son un relato de qué hiciste, por qué, qué compraste y a cuánto y qué tienes que comprar mañana y en qué lugar es más o menos barato, o cuánto cuesta la carne o el pescado. Claro que él no le contará nada de nada, ni detalles de lo que hace ni adónde ha ido, porque cuando se trata de sus cosas, todo es asunto privado. Tampoco le contará si extravió algo o se lo robaron, no sea que piense que es un tonto. Así es amigas, ya saben por experiencia con su familia, que la convivencia entre los seres humanos es difícil, aún amándose. Mucho más, en una relación matrimonial o de pareja, por esa tendencia a invadirse mutuamente la intimidad, sintiendo que cada uno es una pertenencia del otro, buscando coincidir en la manera de ser y de pensar respecto de todo y en cada cosa que se les presenta, procurando ir juntos a todas partes o hacerlo todo de a dos, o tener que decidir ambos hasta el color de las toallas, es decir, se confunde la convivencia con una forma muy parecida a la de los gemelos siameses, que están unidos por el cerebro y la espalda por donde tendrán que soportarse. Y entonces, no les queda otro camino que compartir y compartir, mucho más de lo que ya comparten, o sea, la cama, el placard, el televisor, la mesa, el baño, la comida, etc. Y muy pronto llegará el momento, de buscar a un cirujano o a un abogado, para ver lo que sobrevive de cada uno, en la escisión de sus cuerpos y de sus almas. Sí, porque a veces la libertad estalla y sale humeando por la lámpara de Aladino, convertida en un genio. Por supuesto, que este no es el caso de "la mujer cartera", que sólo vivirá para hacerle fácil la convivencia al marido. Porque cederá y cederá, hasta convertirse en algo imprescindible para sus caprichos, como el tener que rascarle la espalda, o hacerle masajes en los pies, etc. Por supuesto que no estoy en contra de nada de eso, siempre que el deseo de hacerlo nazca de nosotros y sin que se derive siempre de un pedido o una exigencia del otro. Pero cuidado, porque en poco tiempo él se aburrirá de esa mujer cartera y buscará otra, porque el cambio es lo que más les fascina a los hombres. Por eso, quieren cambiar el auto, las cubiertas o a la mujer. Y si no lo hacen es porque no les conviene hacerlo o no es necesario, porque puede ocurrir que sea mejor tener dos carteras. Una que lo espera con el almuerzo, la ropa impecable, para que él pueda salir de paseo con la cartera nueva. La mujer "cartera" se caracteriza porque siempre pregunta todo, ya sea a su novio, a su mamá, a su hermana o a su amiga: ¿Me queda bien el peinado? ¿O los zapatos? ¿O el cinto? Y siempre llega mostrando lo que compró o cuenta adonde fue, o adonde irá el sábado y con quién, aunque nadie se lo pregunte. También cuenta lo que habló con Beatriz, con Laura, a quien vio en el cine, en fin, es una máquina de contar y de preguntar, sobre lo que comiste, qué hiciste, qué estás haciendo, qué vas ha hacer, todo. Y entonces, otorga el derecho a los otros para que también le pregunten todo. La pareja funcionará como una máquina registradora. Y ella no tendrá sueños, proyectos, secretos, ni planes propios. Sólo tiene aquello que hicieron juntos. O sea el pasado. Y se convertirá en la sombra del otro. Es la que dice: "No sé adonde iremos, tengo que preguntarle a él" Y cuando él le pregunta qué quiere hacer, le responde: "Lo que tú quieras, mi amor". Es la que dice: Te presento a mi novio O a mi marido., en vez de decir: Te presento a Juan o a Pedro. O dice: soy la novia de.....La señora de.....cuando debería decir: Soy Marta o Laura. Ella se ensambla al él, como si fuera un accesorio. Porque en verdad lo es. ¡ Hay ! ¡Qué ganas de gritaaaaaar tengo ! ¿Qué hacer? Simplemente, cambiar. Porque todos podemos dejar de ser lo que somos para ser mejores. O para ser quien nos merecemos ser. Y no importa cuánto tiempo hace que venimos siendo una "cartera". Tampoco tengamos en cuenta lo que los demás piensen o nos digan cuando nos decidamos a cambiar. Seguramente nos preguntarán si nos hemos vuelto locas o creerán que tenemos un amante. Pero debemos hacer oídos sordos y continuar. No nos detengamos, por favor. ¡Porque ahora sí, comenzará la diversión! Porque disfrutaremos viendo las caras de nuestros dominadores, cuando nos digan que eso nos queda mal y les respondamos que a nosotras nos gusta mucho cómo nos queda y nos lo llevemos puesto. Pero nada de lo que digan deberá ofendernos, ni hacernos sentir mal. Si nos molesta oír lo que nos dicen, marchémonos. Hagámosles sentir que no escucharemos lo que no queremos oír. Vayamos a un bar o a caminar y cuando regresemos, ya nadie dirá nada, se los aseguro. Cada vez que él o quien sea, comience a reprocharnos algo, salimos y listo. Un "hasta luego" a tiempo, frena la violencia de una discusión. Tenemos que practicarlo y tomarlo con humor. Porque la tormenta pasará y todos comenzarán a respetarnos y a valorarnos. ¡Ah! Siempre es bueno que trabajemos en algo y que ganemos nuestro propio dinero. Hoy existen buenas guarderías para los niños, si nos hacen falta. Ya sé que nos dirán que nadie cuidará a los niños como lo hacemos nosotras. Y es cierto, pero no nos dejemos convencer ¡Sigamos adelante! Comencemos a hacer cosas, solas. ¡Vamos, tenemos que animarnos! No necesitamos compañía para ir a ninguna parte. Disfrutemos de nosotras mismas y vayamos a un gimnasio, estudiemos canto, pintura, decoración, lo que sea. Y descubriremos que en nuestra ciudad hay lugares hermosos y cosas maravillosas para hacer. Encontraremos a personas nuevas. Y todos se asombrarán, comenzarán a respetarnos y a valorarnos. Nuestro novio o marido se pondrá furioso, celoso. No importa. No discutamos y no aceptemos peleas. Huyamos de las discusiones. Una sonrisa a tiempo suele ser mejor y un ¡Hasta luego!, suele producir efectos instantáneos. Y cuando al fin respeten y valoren nuestra libertad, por favor, no volvamos a ser la de antes, porque él volverá a lo mismo. Una vez, una gran amiga me dijo que había dos formas de vivir en pareja: O estás todo el día detrás de él o él está detrás de ti." Sólo esto último, significará que eres libre. Y será él quien nos pregunte de dónde venimos o a qué hora vamos a llegar o si comeremos en casa. Nosotros no debemos preguntar nada, ni responder por lo que hacemos. Esperemos pacientemente y él nos contará lo que queremos saber. De cualquier modo, si quiere mentirnos, lo hará. ¿O acaso escuchamos alguna vez a un hombre decir que estuvo con otra mujer? Ese es otro tema importante. La mujer "cartera" siempre teme que salga con otra y se enamore. Es insegura, porque no se valora a sí misma Y si no se valora, nadie la valorará. En cambio, si nos sentimos importantes, los demás nos verán igual. Recuerdo una vez, a una profesora de psicología que tuve en la secundaria, que abría muchas veces la puerta del aula y entraba simulando distintos tipos de personalidades, porque quería hacernos ver que debíamos levantar la cabeza y tener una actitud de seguridad, para atraer las miradas ajenas. La clase fue muy graciosa y muy efectiva, porque nos dábamos cuenta, que había mucha diferencia entre las diversas formas de presentarnos y así llegamos a la conclusión de que la manera en que nos ven o nos tratan los demás, depende de nosotros mismos. Descubramos nuestros valores y los saquemos a la luz. No ocultemos nuestras cualidades. Pensemos en nosotras. Descubrámonos y cuidémonos, pero por sobre todas las cosas, amémonos más que a nada en el mundo y los otros también nos descubrirán y nos amarán. Pero recuerda que debemos darnos y darles el tiempo para que comiencen a descubrir quienes somos. Vayamos despacio y tengamos constancia. Fijémonos metas y cuando consigamos una, vayamos por otra. Por ejemplo: Tu meta puede ser lograr que el fin de semana ambos vayan adonde tú prefieras y no siempre adonde él quiere ir. Para ello no tienes que discutir sino planificar con tiempo. ¿Qué te gustaría hacer? ¿Ir al cine, a comer, al teatro? Pues gánale de mano, elige la película o el programa que prefieras, si quieres salir a comer tienes que saber adónde. La comodidad no sirve. Cuando llegue el viernes tienes que tener todo listo, compra las entradas, elige el restaurante, si no conoces, pregúntale a una amiga. Arréglate, concurre a la peluquería, acostúmbrate a hacerlo, arréglate las manos, los pies, etc. ¿Qué es muy caro? Más caro te resultará no ser feliz. No todo se mide en dinero, comienza a medir tu satisfacción. Valórate para que te valoren. Y no comiences pidiendo dinero. Ahorra y procura ganártelo. Cuando llegue el día, invítalo. Dile que compraste dos entradas para ver tal cosa..No caigas en la comodidad de decirle: "Vayamos a algún lugar, estoy harta de estar en casa". ¡Nada de protestas! No puedes reprocharle que no te haga feliz, recuerda que está bien que él quiera hacer aquello que le gusta, lo que está mal es que tú siempre cedas tus gustos por los de él. Si estás harta de algo, es tu culpa. No tienes que estar encerrada ni presa en ningún lugar, no tienes pretextos. Siempre hay alguien que pueda quedarse con los chicos, por un par de horas, para que salgas a ver vidrieras, a caminar, a aprender baile, a hacer gimnasia, etc. ¿Qué no tienes con quién ir? Ve contigo misma. Comienza a caminar solita, ya estás crecidita y no necesitas a nadie, todo es una cuestión de aprendizaje. Cuando lo hagas varias veces, lo vas a disfrutar. Al principio, tu pareja te hará reproches, querrá impedirlo, pero recuerda: ¡Nada de discusiones! Y hasta puedes decirle categóricamente: "Sobre ese tema no vamos a discutir". Y te vas al patio, a la vereda o a otro cuarto. Él terminará optando por no volver a tocar el tema. Te cuento un caso: Resulta que Luisa, iba todas las tardes a trabajar y su esposo iba a la misma hora a la pileta. De modo que todos los días, la llevaba en el auto. Pero como era muy cómodo, para no tener que dar vueltas con el auto y hacer 5 cuadras de más, la dejó frente al lugar adonde él iba y ella debió caminar tres cuadras, a pesar de sus reclamos. Como ella era una mujer que sabía darse su lugar, el segundo día que ocurrió lo mismo, se bajó del auto tranquilamente, saludó a su esposo muy cordialmente y tomó un taxi, ante la mirada atónita de él. El chofer se quedó asombrado cuando le dijo que iba a tres cuadras y le preguntó si estaba cansada de caminar. Y ella le dijo: no, señor. Estoy muy bien. A partir de entonces, su esposo la deja siempre en la puerta de su trabajo. Y nunca discutieron sobre ese asunto. Como dije, tenemos que evitar las discusiones, pero demostrarle con actitudes firmes, que estamos dispuestas a hacer lo que queremos hacer. Sin enojos, ni malas caras. Y si es posible, con buen humor. Te cuento otra historia: Claudia tenía un esposo que hacía cobranzas fuera de la ciudad. Y un sábado, le habló por teléfono para decirle que llegaría a las diez y media para que salieran. Le pidió que eligiera un programa para la ocasión y que estuviera lista, pues ni bien llegara saldrían. Eran las once y media y él no había llegado. Ella llenaba la bañera de espuma y permanecía en ella escuchando música como si recién estuviera comenzando a prepararse. Estaba furiosa, pero no pensaba demostrárselo. Cerca de la una, escuchó la llave en la puerta, cuando ella ya iba por el cuarto baño de inmersión. Entonces comenzó a tararear una canción, como si estuviera ajena a toda clase enojos y reproches. El llegó, como se dice, con la cola entre las piernas y asomándose por la puerta entreabierta le dijo: ---- Hola mi amor, me demoré porque me quedé viendo el partido de Argentina y Brasil con Juan. ---Ya lo supuse, querido-le contestó, sin inmutarse. Entonces él se acostó pensando que a esa hora ya era tarde para cualquier salida y la esperó en la cama pues suponía que ella pronto se acostaría a su lado. Pero se equivocó, porque ella se vistió en el vestidor colindante al baño, se maquilló y luego se asomó en la habitación para decirle muy sonriente: ----Hasta luego amor, que descanses. --- ¿Se puede saber adónde vas a esta hora?-le preguntó asombrado al verla tan bien vestida. Ella tomó las llaves del auto y con una sonrisa le contestó: --- Hice un programa para la noche del sábado y voy a cumplirlo. Y salió enseguida en su auto. Fue a cenar al mejor lugar de la ciudad, adonde podía disfrutar de la música en vivo. Luego regresó y se acostó. Cuando al día siguiente, su esposo quiso hablar de esa salida suya, ella le dijo que no hablarían sobre ese tema. Y él no insistió. Ahora él sabe qué ocurrirá cuando no llegue a tiempo. No todas las cosas se arreglan hablando. Hay algunos mitos que debemos desterrar, si es que queremos convivir a gusto con quien sea. Uno de los más conocidos es, que ante cualquier problema hay que hablar con la otra persona para aclarar las cosas y para que no vuelvan a suceder. Nada es más falso. Las cosas suceden, no porque la otra persona no sepa cómo son o deben ser las cosas. Suceden porque así lo decidió la persona que hizo tal o cual cosa. Y por supuesto, midió las consecuencias. Y de nada vale hablar para escuchar disculpas ni explicaciones. Lo único que vamos a conseguir es volver a pelearnos, disgustarnos cada vez más y agravar el tono de las discusiones. Es decir, vamos a aumentar el drama o la ofensa o la distancia que nos separa. De modo que si nos interesa continuar la relación no discutamos, no reprochemos, no insistamos con nuestro punto de vista tratando de imponernos- Dejemos que las cosas sigan, que pase el momento crítico. Luego trataremos de preguntarnos: ¿Por qué alguien hizo lo que hizo? ¿Dónde estuvo la falla? Porque seguro que allí esta el punto. ¿Acaso él creyó que podía engañarnos, mentirnos? ¿O faltarnos el respeto o gritarnos delante de la gente? ¿O dejarnos plantada o tratarnos mal? ¿Y por qué? Ahí está la cuestión. Seguramente, le hicimos creer que podía hacer cualquiera de estas cosas. Sí, querida amiga, le dimos el motivo. Tal vez, sin darnos cuenta, le hicimos creer que éramos débiles, que podíamos perdonarle todo, que no merecíamos respeto y por lo tanto, que podía humillarnos. Todo esto es un mensaje inconsciente que se recibe y que nadie hace ex profeso. Simplemente, esa persona nos ve débiles. Y ya sabemos que todos nos aprovechamos de la debilidad ajena, sin premeditarlo. Y sin razones que lo justifiquen. En conclusión, tenemos algo que cambiar. Porque no estamos mostrándonos como personas respetables, inteligentes, ni fuertes. Y por eso nos suceden esas cosas. Hablar no sirve más que para agravar las cosas o para que nos sigan mintiendo o humillando. Hagámosle notar el cambio. Y veremos los resultados. Te contaré un caso: Una vecina amiga que trabajaba en un Banco junto a su esposo, un día me contó desesperada que su esposo salía con otra mujer del mismo Banco en donde ambos concurrían a trabajar. Estaba en un mar de lágrimas y las discusiones se oían fuertes. (Yo vivía al lado). Una tarde cuando ella salió, me saludó y se acercó a contarme lo que le ocurría. Y me dijo que él se burlaba cuando ella le hacía reproches o le pedía el divorcio. Simplemente le respondía, si te quieres ir, ahí está la puerta (con sonrisa burlona) Entonces le pregunté si ella lo amaba. Y me dijo que sí. Entonces le pregunté si quería cambiar la forma de relacionarse con él. Me miró y casi incrédula me dijo: es imposible. Le dije que nada es imposible, si te lo propones. Entonces la invité a tomar un café y le dije que no insistiera con el tema, sino que debía ignorarlo, haciendo de cuenta que él no existía. Que se vistiera con lo mejor, se arreglara, dejara a los chicos con una niñera y saliera todos los días y volviera prudentemente tarde sin discutir y sin mostrarse disgustada. Que escuchara música, tomara baños de inmersión, fuera al gimnasio, se gastara el sueldo en ella y que se mostrara segura y feliz. Pero que no intentara tomar revanchas saliendo con alguien, aunque no estaría tan mal que él pensara en eso. Si no reaccionaba, era porque no la amaba y entonces sí debería divorciarse. Ella me dijo que eso le parecía muy difícil de llevar a cabo pero lo intentaría. Era una mujer inteligente, hermosa y culta que enseguida puso manos a la obra. ¿Y saben qué? Reaccionó de inmediato. Ahora era él, quien estaba celoso y la seguía por todas partes. Y el resultado fue, que hoy siguen juntos y felices. Claro que ella siguió siendo esa mujer fuerte y de apariencia indiferente, que nada pregunta ni reprocha. Que va y viene sin dar explicaciones. Tampoco permitió que él la acosara con sus celos y le privara de esa libertad que le aseguró el triunfo. También puede ocurrir que tú sí le hayas hecho algo y que él no te quiera perdonar. Tampoco sirve pedir perdón ni insistir en hablar sobre el tema, ni el dar explicaciones. .Mejor no hagas, ni digas nada. Lo único que tienes que hacer es hacer alguna cosa positiva, algo que sabes que le va a gustar. Invitarlo a cenar o invitar a un amigo que él quiere. Regalarle su perfume favorito o un libro. Y decirle simplemente: A esto lo compré para ti, porque sé que te gustará. Tienes que hacer pequeñas cosas para levantar la relación que quedó por el piso. Hay un gran psicólogo norteamericano (John David) que hablaba de eso en una conferencia, y decía que cuando había un problema en la pareja, de nada valía hablar sobre el tema y hasta resultaba contraproducente. Decía que en toda la relación y a través del tiempo, se iban acumulando en la memoria, los actos positivos y los negativos y cuando el equilibrio se rompía, la relación se acababa y de nada valdría sentarse a hablar, reprocharse o discutir. En ese caso, él decía que había que hacer cosas positivas para compensar las negativas. Y afirmaba que cuando el idilio se terminaba, la persona que hasta ayer era magnífica, se transformaba en un verdadero monstruo, como por arte de magia. Y eso ocurría en los divorcios, donde todo lo malo (negativo) se sacaba a relucir y lo bueno (positivo) se enterraba en el olvido. Y ya no tiene ni los ojos azules, ni ninguna de las cualidades espirituales que tenía, sino que ahora era un verdadero demonio que, inexplicablemente, hasta ayer vivía en nuestra casa. Por eso, de nada sirve charlar sobre los problemas, hay que cambiar las palabras por los hechos, que vayan modificando las conductas. Para percibir lo inútil que resulta hablar y lo positivo que resultan los hechos, vayamos a un ejemplo: Claudia está esperando a su esposo a cenar y éste no llega de su trabajo. Está muy enojada y no es la primera vez que ocurre y que pretende localizarlo sin éxito. De modo que está decidida a pedirle explicaciones en cuanto llegue. Cuando escucha girar la llave en la puerta se prepara con la peor de sus caras y no contesta el "Hola querida" que él le dice al entrar. Tampoco dice nada cuando él agrega: ---- Qué olor rico ¿Qué hiciste de cenar? Ante el silencio prolongado él pregunta: --- -¿Se puede saber qué te sucede? ----Tenemos que hablar, porque no estoy dispuesta a tolerar tu falta de consideración. ---Bueno, bueno, llego con buena onda y me recibes con esa cara. Me parece que cada día estás más loca. ---Llamé a tu celular y siempre está apagado. ---Se quedó sin batería. ¿Es delito? ---Mira la hora en que llegas y no vas a decirme que estuviste trabajando porque no te creo. ---Son las diez. ---Esta no es hora de cenar. Estoy harta de no poder compartir ni la cena, de no salir a ningún lado, de pasármela todo el día encerrada, esperándote. --- Yo trabajo para que te des el lujo de estar en casa, mirando televisión. No tienes de qué quejarte, si tuvieras que mantenerte sabrías lo que es tener que ganarse la vida. --- ¿Vas a decirme que yo no hago nada? ¿Y la ropa, la comida, la casa, eso no es trabajo? ---Mira, no quiero discutir, dame la comida que estoy muy cansado. --Claro, todas las noches estás cansado, de lunes a domingo. Entonces él se levanta, y se va a la cama sin comer. Y la discusión se termina. Ahora, dime si algo se logró con tantos reproches de ambas partes. Nada. O mejor dicho sí, lograste que se maltrataran mutuamente y ambos se durmieran con un sabor amargo en sus bocas. En cambio y poniéndonos en el lugar de Claudia, dime: ¿Qué hubiera pasado si al llegar él, ella no estaba en la casa porque se fue al cine? Seguramente, él hubiera leído la nota que le dejó sobre la mesa, se hubiera calentado la comida en el microondas y mientras cenaba, hubiera reflexionado sobre lo mucho que la estaba abandonando por el trabajo. Y si al llegar, le contaba lo linda que fue la película que vio, seguramente él pensará que se está perdiendo muchas cosas de compartir con ella. Y sin que le reproche nada, seguramente se esforzará por cambiar las cosas. Es así, no debemos sentirnos víctima. Simplemente, cuando queremos hacer algo, lo hacemos solas, no dejemos de hacerlo. Pongamos nuestra vida en nuestras manos. Lo que no hagamos hoy, nos lo habremos perdido para siempre. Si nadie quiere acompañarnos, sigamos adelante con lo que deseamos. Nadie más que nosotros somos capaces de realizar nuestros sueños. Mostrémonos felices y los demás nos seguirán. Nadie deseará compartir nuestro malhumor. Dejemos la cara de enojo para los niños que son inmaduros, nosotras ya estamos creciditas para andar poniendo caritas de víctimas y comportémonos como adultas libres y alegres, para que todos, incluso él, quieran disfrutar de nuestra compañía y acompañarnos adonde quiera que estemos. Elijamos un CD con buena música, cantemos, bailemos, coloquémonos en la boca una hermosa sonrisa y prometo que seremos irresistibles. Ya sé que, a veces, nos dan ganas de abandonar todo y arrojar a la basura tantos años de convivencia, pero no nos desanimemos, mucho menos nos rindamos, elijamos la mejor forma de relacionarnos con los otros. Las discusiones y las peleas no conducen al mejor puerto. Pero no finjamos felicidad, sintámonos felices de verdad con nosotras mismas, aunque todos se pregunten ¿Qué le está pasando? Y hasta crean que no estamos normales. Sigamos demostrándoles que nuestra vida es nuestra y que la vivimos con alegría, porque en verdad, no necesitamos que nadie nos haga felices, sino que podemos serlo si queremos. Intentémoslo y habremos aprendido a vivir como un adulto. Les cuento un secreto: "no hay nada que desconcierte más a nuestra pareja que vernos sonrientes y con alegría. Que nos vea disfrutando de nosotros. Eso da muy buenos resultados, en cuanto a la valoración de nuestra persona. Todas las mañanas cuando despertemos, tenemos que elegir un regalo para nosotras. Comprar unas flores, un perfume, un libro. Si no tenemos dinero escuchemos nuestro mejor programa radial, pongámonos la mejor ropa, gocemos de un baño relajante, hagamos un rico sándwich, exprimamos una naranja. Atendámonos como lo hacemos con los demás, como si estuviéramos afuera de nosotras mismas y fuéramos nuestra mejor invitada. Veremos que no se necesita mucho para ser felices. Si nos aburrimos, vayamos a aprender algo, pintura, canto, flamenco o cualquier cosa. Y la vida girará a nuestro favor, como los girasoles cuando buscan el sol. Nunca nos quejemos, porque todos huyen de la gente quejosa En cambio, si nos admiran buscarán nuestra compañía. No lo olvidemos. Y comencemos ahora mismo. Debemos desterrar los mitos que nos paralizan. Uno de ellos es el de creernos insustituible para nuestra pareja, para nuestros hijos o para tus padres. Creer que sin nosotras, la casa se derrumbará, nuestra familia no se alimentará, o nuestro esposo no sabrá qué hacer. Nada de eso es cierto. Es un mito que nosotras ayudamos a crear para sentirnos importantes, porque sin esas cosas no sentíamos que valíamos. Por eso, ahora que ya sabemos que no somos lo que hacemos, ni lo que podemos hacer, ni la que creemos ser, ni como nos ven, ni valemos por esas cosas, comencemos a ser felices y a disfrutar de nosotras, sin que nos importe lo que los demás piensen. Ahora deberíamos averiguar por qué nos suceden ciertas cosas. Por ejemplo: ¿Por qué los hombres se creen superiores o más inteligentes que las mujeres, aunque no lo digan? La respuesta es sencilla: "por culpa nuestra". Porque por ejemplo, cuando queremos comprar un auto, vamos y le preguntamos a los varones (esposo, padre, hermano, amigo, etc.), aunque ellos no sepan cambiar ni el cubre volante. Y no podemos decidir la compra ni de una heladera sin consultarles, aunque la compremos con nuestro dinero. Hay mujeres que le consultan al marido hasta para comprarse zapatillas y hasta hay quienes no salen de compras si él no las acompaña. Y si las mujeres sabemos conducir el auto y en la ciudad llevamos a nuestros hijos a la escuela y nos movemos en ella sin haber chocado jamás. ¿ Por qué cuando salimos de vacaciones, siempre maneja él, en las rutas? La respuesta es sencilla: Por comodidad y por no discutir, o para no escucharlo dándonos directivas. Entonces, ni siquiera intentamos conducir y dejamos que él lo haga, a pesar de que sabemos que él se excede en la velocidad y hasta preferimos viajar rezando el rosario que tener que quitarle el privilegio que nosotras mismas le dimos. Como vemos nosotras somos responsables de que ningún hombre nos considere capaces. Por supuesto que los varones y las mujeres, no somos iguales. Naturalmente, ellos tienen más fuerza, pelos en el pecho y barba. Pero de allí, a que les demos el rol de monarcas sin corona, hay un largo trecho. Lo mismo cuando vamos a hacer una inversión inmobiliaria, como comprar una casa porque cobramos una herencia y no podemos hacerlo sin que él nos acompañe, tanto a verla, como al escribano, etc., a pesar de que él nunca realizó una transacción y nosotras seamos abogadas. Y lo peor de todo, es que si no lo consultamos pareciera que estuviéramos faltándole el respeto. Y no es así. Porque también es bueno sorprenderlo y decirle, por ejemplo: "Quiero mostrarte la casa que compré." Y no para pedirle su parecer, sino para compartir ese hecho con alegría. Porque a decir verdad: ¿Cuántas veces compramos o hicimos algo, sin pedir opinión o contrariando la opinión de nuestra pareja? Si lo tenemos que pensar mucho, no estamos valorándonos como debiéramos. ¿Y por qué? Pues porque no queremos hacernos responsables de lo que hacemos y por lo tanto somos inmaduras, débiles y a los ojos de los demás somos incapaces, ignorantes y por lo tanto, para ellos no valen nuestras opiniones ni decisiones. A tal punto, que no nos escucharán cuando les hablamos. Y hasta pretenderán decirnos por quien votar en las elecciones presidenciales. Pero no vamos a caer en el error de considerarnos víctimas como mujeres, convengamos que en el mundo de las relaciones humanas, también hay algunas que a ellos les resultan insoportables. Veamos algunos ejemplos: La mujer sabelotodo: Es la que no reconoce razón en nadie, ni admite sus errores. Es la que habla y habla y además, decide todo. Desmereciendo la opinión ajena y criticando lo que los demás hacen o dicen. Y siempre se coloca por encima de los demás. ¿Qué hacer? Pues no prestarle oídos. Es la hora de un hasta luego. O sea, de partir en dirección a otro sitio, diciéndole: --- Me voy, así puedes hablar tranquila contigo misma. La mujer llorona: Es inmadura pues se ha quedado en la niñez y quiere que le concedan todos los caprichos, a fuerza de sus lágrimas. Aunque a la larga, el hombre se da cuenta de que está siendo manipulado y deja de prestarle atención. ¿Qué hacer? Nada, indiferencia absoluta. La mujer que se prostituye con su propio marido: Es la que cada vez que le brinda sexo o mimos, le exige sutilmente, algo a cambio. Como puede ser que la lleve de vacaciones, o le hable de que necesita un auto, o que cambie la casa por una más grande, o a veces, lo hace por un precio menor, como cortar el césped, colocar las cortinas nuevas, o que le ayude a plantar lo que compró en el vivero, o por un regalito menor. Es decir, no se lo dice directamente, pero al sexo se lo brinda como un premio por algo que él hizo o hará para satisfacerla. ¿Qué hacer? ¡Cantarle piedra libre! Y ponerla al descubierto. La mujer-mamá: Es tierna y dedicada. Es la que le compra todo a su pareja, sus corbatas, sus calzoncillos, la que le regala al jardinero, la ropa que decide que él ya no va a usar, le que lleva la ropa a la tintorería, etc. Es la que le dice que tal ropa no combina con los zapatos y se fija si tiene manchas o agujeritos en el pulóver. Es la que sabe qué debe comer, la que guarda todo lo que él deja tirado, la que pinta las paredes porque él está cansado. Es la que siempre pregunta, adónde va, con quién, a qué hora vuelve, o porque no volvió a horario, o con quien habló por teléfono, o con quién tiene que encontrarse a las ocho y hasta quiere acompañarlo al médico. ¿Qué hacer? Si la amas, libérala de su obsesión y haz que vaya a un psiquiatra, para que viva su vida y no la tuya. La mujer monstruo: Es la que quiere ver a su pareja permanentemente asustada. Lo amenaza con esto o con aquello para que él haga o no haga, tal o cual cosa. Hoy lo asusta con el divorcio, mañana con un amante, o con hacerle un escándalo, en fin, quiere atemorizarlo para obtener lo que desea. ¿Qué hacer? Demostrarle que no le tememos y desafiarla para que cumpla las amenazas. Si las cumple, no son amenazas. Y si lo son, dejará de usarlas en tu contra. En cualquiera de los dos casos, tú ganas. En el primero, tendrás que llevarla a un psiquiatra y en el segundo, dejarás de asustarte. La demente: No se trata de una verdadera alteración mental sino de premeditados ataques de locura, puede haber cosas que vuelan por el aire sin ser pájaros, y donde alguien puede resultar lastimado. Puede haber gritos, golpes, patadas a modo de rabietas infantiles y hasta intento de suicidios que nunca prosperan. Ser y actuar como una loca es su arma más poderosa para lograr la obediencia de su pareja. ¿Qué hacer? Hay una canción infantil que dice: "Déjala sola, sola, solita, que la quiero ver saltar y bailar..." Bueno aquí también vale lo dicho en el punto anterior. La cenicienta: Es la que no hace otra cosa más que limpiar, sacar brillos, baldear, lavar, planchar, etc., como si la madrastra del cuento la persiguiera con un látigo o como si esa fuera una cualidad que la colocara por encima de las otras mujeres. Por lo general, son personas que no han completado sus estudios, ni practican un arte o un deporte y suelen arrastrar un complejo de inferioridad. Entonces la forma de destacarse y lograr la admiración de los otros es precisamente esa. Y entonces, necesita ser la más prolija, la que mejor cocina, plancha, teje, borda, cose, limpia, arregla el jardín, etc. ¿Qué hacer? Restarle importancia a lo que hace y hacerle ver que eso no forma parte de lo que ella es. Hablarle de lo mucho que vale, aún sin hacer esas cosas. Contratar una muchacha, para que ella haga algo diferente. Hacerle ver que tiene capacidad también para alcanzar otras metas y placeres. La mujer coala: Es la que, metafóricamente, se cuelga del hombre, que además de soportar el propio peso debe soportar el suyo. Es la que lo asfixia con planes y obligaciones de todo tipo, no dejando nada librado al azar pero haciendo que todo el peso caiga sobre él. Es la que pide y pide. Que le gustaría ir aquí o allá o cambiar los muebles o comprar una cocina nueva, o que esto y lo otro. En fin, es una carga que resulta muy pesada y quiere intervenir en lo que habla, mira, oye, dice o piensa. Y no quiere perderse un instante sin tenerlo bajo control. Es la que, permanentemente, llama a su celular, cuando él está manejando, la que se enoja porque está apagado, la que le pide que la busque a tal hora o la lleve a tal parte. Es la que le dice por dónde ir para acortar camino, la que le ayuda a elegir a los amigos más convenientes para invitar a casa. ¿Qué hacer? Acompáñala a una visita al psiquiatra. La mujer farsante: Se sitúa en víctima con las tareas del hogar, con los hijos, con su trabajo, cuando en realidad no ha hecho nada. Es la que dice que no tiene tiempo de llevar al médico a los hijos, que no puede hacer esto o lo otro, que niega los problemas escondiendo la cabeza como el avestruz. Y miente para justificarse, dice que fue pero no había nadie, que no había tal cosa en la verdulería, dice que hizo lo que no hizo o que compró algo y le costó la mitad de lo que en realidad pagó, etc. Pero eso sí, ella se enoja mucho cuando le mienten. Es una manera de manipular al otro. ¿Qué hacer? Cantarle ¡Piedra libre! Conozco un caso en que el esposo le puso una cámara oculta para ver si realmente ella trabajaba tanto y si los chicos se portaban tan mal como ella decía. Por supuesto que comprobó que dormía hasta las once, cocinaba unas salchichas en 5 minutos y luego dormía la siesta, hasta que los hijos volvían de la escuela. Luego cocinaba fideos y con un poco de crema y queso ya estaba lista la cena. Y aunque no me parece correcto el poner una cámara, creo que deberíamos contratar a una muchacha, para quitarle la manía de quejarse por lo que no hace. La que hace la contra: Es la que hace siempre lo contrario a lo que le dicen, le piden o le aconsejan. Y no es sólo con la pareja sino con todos. Nació a contramano del mundo. Le gusta discutir, disentir, oponerse, dar la contra. Hasta que alguien se percata de ello y puede hasta llegar a manejarla como a una bicicleta. ¿Qué hacer? No discutir. No pedir su opinión. La mujer infiel: A diferencia del hombre, que cuando es infiel, suele tornarse agresivo, ella suele transformarse en una dulcinea con el varón traicionado. Se la puede reconocer porque de repente aparecen salidas repentinas, visitas al odontólogo, turnos con médicos, o abogados. Además hay constantes charlas íntimas con su mejor amiga. Por lo general, se ponen a dieta, van al gimnasio, a la peluquería, al pedicuro, a darse masajes, a un sauna, etc. O simplemente al shopping. ¿Qué hacer? Divórciate y a otra cosa. PABLO PICASSO EL HOMBRE ORQUESTA Pensemos en lo que es una orquesta, o sea, un conjunto de individuos que ejecutan instrumentos siempre bajo la dirección de alguien. Para entender esto, desde el punto de vista masculino, conviene recordar un poco de historia antigua, donde el hombre ejecutaba sus instrumentos en forma individual y sin ser dirigido por nadie. Eso fue, en nuestro país, hasta mediados del siglo XX, cuando el varón hacía la música y los demás debían cantar o bailar a su compás. Pues como dice un poema que conozco: "Varón tenía que ser y ser segunda la nena" ¡Bendito eres entre todas la mujeres! Varón es el sol naciente y las brujas son mujeres. Varón Dios, varón el diablo, su color es el celeste. La mujer pide silencio, mientras el nene...duerme" En esos tiempos, él era el amo de la casa y la mujer, la reina del hogar. Y ahí estaba la diferencia, porque el amo mandaba y la reina sólo reinaba. Es decir, quien mandaba era el hombre y la mujer cuidaba el reino, que era su el hogar, porque era la que decidía qué se cocinaba, a qué escuela iban los hijos, cómo se vestían, etc. Por supuesto, que por lo general, ella no podía estudiar ni trabajar, porque naturalmente era la reina, mientras su marido, el rey, era el proveedor, en esa versión "machista" de la relación conyugal. Y por lo general, a ella no le faltaba nada para hacer la comida, vestir a la familia, atender a los invitados, educar a los niños, en fin, la vida de la mujer transitaba en paz y sin preocupaciones. Pero claro, el que manda, manda y ella no mandaba, sino que debía satisfacer hasta los caprichos de su esposo. Y cuando él llegaba al hogar, todo debía estar perfecto, tenía flores en la mesa, era consultado por todo y hasta supervisaba la ropa, que debía ser larga y poco ajustada, el maquillaje, que debía ser muy suave, el cabello que debía ser largo y al natural y hasta las amistades debían pasar por el severo filtro de su aprobación. Luego vino la "rebelión de las mujeres", fue algo así como la revolución francesa, pero sin sangre. La cuestión fue que desde un día para el otro, las mujeres invadimos la historia, poniendo cara de "mosquitas muertas" o "de víctimas sometidas" y fuimos ganando terreno hasta que en las últimas décadas del siglo XX y en los albores del siglo XXI, los papeles se invirtieron. Sin dudas, que la generación de mujeres que nos rebelamos contra el sistema, fuimos las educadoras de estos varones de hoy, que presentan cambios tan milagrosos. Porque hoy sí podemos ver a mujeres trabajando fuera de la casa, recibiendo su título en la Universidad, o jurando como presidenta y ya sin someterse a lo que diga el varón porque hemos logrado equiparar con ellos nuestros deberes y responsabilidades, poniendo nuestros derechos sobre la mesa de las negociaciones, lo cual resulta justo. Pero a decir verdad, todavía subsisten muchas de ellas que han fracasado en este intento progresista y continúan siendo mujeres "cartera", aún cuando tengan títulos universitarios y trabajen fuera de la casa. Tampoco todos los hombres de hoy, se han convertido en una "orquesta de señoritas" sino que muchos conservan su estatus de instrumentistas individuales. Con estas salvedades y aclaraciones, vamos a describir una situación donde veamos en acción, a una pareja donde hay un "hombre orquesta" como protagonista: --Hola, mi amor, Qué tarde que viniste hoy ¿Tuviste horas extras? -dice ella ---Sí, estamos de balance en estos días --- Me comprometí a ir al cine con mis amigas .Te estaba esperando porque la niñera no pudo venir, así te quedas con los chicos. ---Bueno. ¿A qué hora es la película? ---Estoy retrasada, de modo que ya me voy, amor. Puedes hacerles para cenar ese arroz que te sale tan rico. Y luego prepara todo para que se bañen, porque mañana tienen clase.- le da un beso y sale apresuradamente. Cuando el señor se pone a cocinar, le pregunta a su hija mayor --¿Hiciste la tarea? --- No papá ¿me ayudas? --¿Por qué no la hiciste temprano? --Porque mamá estaba durmiendo la siesta y después se fue a la peluquería-le dijo la niña. -- Tienes que hacer sola la tarea- le dijo. ---No entiendo las fracciones, pá - protestó la niña Y allí estuvo papá haciendo la comida, la tarea, planchando su camisa y cuando el baño terminó, las acostó y preparó la mamadera de la beba, a quien también debió cambiarle los pañales y hacerla dormir. Pero no tenía derecho a protestar porque su esposa también trabajaba algunas horas en su consultorio pues era fisioterapeuta y tenía derecho a salir con sus amigas. Todo esto, a simple vista, parece muy normal y hasta lógico. Pero analicémoslo detenidamente: En primer lugar, ella organizó las tareas de él en forma tal, que le permitieran realizar lo que ella quería para sí, y sin tener en consideración, que su marido había trabajado diez horas y que ella, por lo menos, bien pudo aliviarlo con la tarea escolar de la niña o con el planchado de la camisa o con la comida lista o con el baño anticipado de los chicos, si es que, imprevistamente, había decidido ir al cine un día tan inapropiado de la semana, cuando todos tienen que madrugar al día siguiente. Y además, sin ponerse de acuerdo con él previamente, mucho menos saber si él estaba dispuesto a hacerlo. Y por si fuera poco, logró que él hasta la justificara sin quejas ni reproches. ¡Este sí que es un hombre orquesta! Y lo es por la cantidad de instrumentos que debe ejecutar al mismo tiempo bajo la dirección de alguien. En una palabra es un hombre que se deja manipular. ¿Y qué es esto? Dice el diccionario que eso es controlar sutilmente a una persona o grupo, impidiendo que sus opiniones y actuaciones se desarrollen natural y libremente. Lo que en lenguaje de pareja se traduce así: "...Manipular es anular el deseo del otro, para poder hacer el propio deseo. O dicho más sutilmente, que nuestra pareja o quien sea que se desee manipular, renuncie al propio deseo para realizar el nuestro" Pero no se trata de una simple imposición, o sea, de hacer valer su autoridad sobre el otro, la manipulación tiene necesariamente que ser sutil, es decir, quien es manipulado no debe darse cuenta, sino debe creer que él mismo ha decidido lo que en realidad no ha decidido. Y puede hacerse de muchas formas, la más común, se realiza a través del elogio o del halago, donde aparecen frases como estas: "Papá hace las milanesas más ricas que yo" o "Chicos, pónganse contentos, que papá será su niñero esta noche" o "Yo no puedo planchar las camisas tan bien como vos" o ¿A que no saben adónde nos invitará papá a almorzar? ¿Por qué no le cortas las uñas al bebé, porque yo soy muy torpe? "¿Mi amor porqué no haces ese arroz que te sale tan rico?" o "qué buen esposo que tengo, no sé qué haría sin su ayuda" ¿Y qué significa el "ser bueno" para el manipulador? Pues, que se haga su voluntad. O sea, que ser bueno es ser obediente. Por eso ¡Cuidado con los elogios! Siempre tienen un precio. Sólo que no te das cuenta de que lo estás pagando. Es algo así como una tarjeta de crédito, porque pagas y pagas, casi sin darte cuenta Pero para ser un verdadero "hombre orquesta" hay que ser ingenuo, tanto como para permitir que alguien te pueda convencer de hacer algo que no quieres hacer o de que no hagas aquello que quieres. Como puede ser, por ejemplo, comprar comida fuera de casa, permanentemente, argumentando que es tan casera como la propia, pero más barata. Y aunque no hace falta hacer un doctorado para desmentir eso, porque seguramente el comerciante, no se usa el aceite una sola vez, sino que está saturado y resulta tóxico, el manipulado, permite que se salga con la suya a costa de su pobre hígado. Pero claro, ella se pone tan feliz, le hace mimitos y hasta le sobra tiempo para una siesta, de modo que no le queda más que aceptar, aunque no esté de acuerdo. Desde que Adán mordió la manzana, los hombres se dominan por el sexo ¿O no? ¿Pero de dónde nos viene a las damas, esa vocación de actrices? Pues del "machismo" que fue ejercido por siglos y donde el hombre imponía su autoridad sin pensar en lo que la mujer quería, necesitaba, o pensaba. Porque cuando a una persona, así sea un niño, se le quiere imponer o prohibir algo. ¿Qué es lo que hace? Miente. Es el camino por el cual su inteligencia resuelve el conflicto. Y no está mal que use su mente ¿verdad? Y tanto tiene que mentir y mentirse, que logra desarrollar sus dotes de actriz para hacer lo que quiere o no hacer lo que no quiere. Y una de las cosas que no quiere, por lo general, es tener sexo. Y así, aparecieron en la historia los dolores de cabeza, que se hicieron famosos, o los de espalda, o ese cansancio que proviene de las tareas cotidianas. Esa es la causa, por la cual las mujeres somos hábiles manipuladoras sexuales.. Podemos mentir sin que ellos nos descubran, mientras que a ellos le costará mucho más, el poder engañarnos. Es una ventaja que traemos desde que nacemos, en nuestro ADN social. Por suerte, todavía quedan muchas "mujeres carteras" para competir con las manipuladoras crónicas, que no se conforman con manipular sólo a la pareja, sino que lo hacen con toda la familia, con los padres, con los hijos, con los suegros, etc. Pero veamos la forma más antigua de manipulación que, históricamente, fue la primera en aparecer, y que hoy ya está muy vista y oída, pero a pesar de ello, todavía suele dar buenos resultados. Y que es el llanto, o también pueden ser lágrimas silenciosas que se dejan entrever como al descuido. Aunque esta forma de manipulación, sólo tiene efecto si se usa muy esporádicamente, porque el hábito de llorar ya no surte el efecto que se espera. ¿Qué hacer frente al llanto? Pues ignorarlo totalmente, como hacemos cuando un niño llora, para conseguir algo de nosotros. También algunas personas usan gritos o fingen ataques de nervios, lo que suele dar un excelente resultado, gracias al temor al escándalo, a los papelones, etc., que tiene el que recibe los gritos o soporta los ataques. A veces, por temor al ridículo o a que se repitan, la pareja se siente amedrentada y se cuidará de no contrariar a la otra persona para no provocar su furia. Este método no es exclusivo de las mujeres sino que también es usado, frecuentemente, por los hombres ¿Qué hacer? Total indiferencia. Porque nadie que presencie esto, puede juzgarnos mal, ni pasaremos papelones, por algo que haga otro, porque no debemos identificarnos con nuestra pareja, sino tratar de mantenernos tranquilos e indiferentes y así, se le calmarán los nervios. Otra forma de manipular, es a través de la abstinencia sexual, es decir, la negación del sexo por algún altercado o discusión y con el posterior retorno, bajo ciertas condiciones. Hay mujeres que se pasan la vida negándose al sexo con su pareja, por insignificantes motivos, como si el mismo fuera un premio que se debe recibir por ser perfecto. Es que hay un alto porcentaje de mujeres frígidas o que son sexo fóbicas y lo ocultan. Esto no ocurre con los hombres, por su tradición machista, salvo que tenga un problema de salud. ¿Qué hacer? "Tomar el toro por los cuernos", como diría mi abuela, y no tolerar el rechazo constante o los pretextos. Y hasta podemos separar los cuartos, advirtiéndole que es un paso previo a la separación definitiva. Hay que mantenerse firme y el asunto se resolverá a favor o en contra. Pero de cualquier forma, siempre será algo positivo, pues no se deben mantener relaciones ambiguas o forzadas, ni por comodidad, ni por interés. Recordemos que la dignidad nunca es negociable. Otra forma de manipular al otro, es a través de la culpa: Pero para que haya culpa debe haber una víctima. Y ese rol, le suele resultar como anillo al dedo a una persona que pretende sacar ventajas. Por eso, siempre debemos pensar que nosotros no somos culpables de los sentimientos del otro. Porque también la supuesta "víctima" puede poner punto final a lo que no tolera, haciendo uso de su libre albedrío. Pero casi siempre, se pretende que alguien cargue con la culpa de lo que ella, ha decidido soportar. También se puede manipular, provocando los celos del otro. Con cambios de look, repentinos adelgazamientos, concurrencia a gimnasios, a clases de baile, natación, salidas con gente amiga, etc., y que pueden resultar de utilidad. Conocí a una mujer, que hasta llegó a mandarse flores a sí misma, para provocar los celos su esposo.También se logran resultados espectaculares, fingiendo indiferencia hacia el otro. Recuerdo un caso: Resulta que una señora tenía el problema de que los fines de semana, su esposo se dedicaba a mirar los partidos de fútbol o deportes por TV y a ella le molestaba que no pudieran salir esos días por la adicción televisiva de su consorte, que siempre ponía algún pretexto para quedarse en casa. En un principio, la señora no tenía otra solución que quedarse en casa, los únicos días libres que el trabajo le permitía. Su tedio la hizo engordar varios kilos, ya que por aburrimiento, se dedicaba a hacer tortas y postres que comía mientras leía un libro o trataba de hacer algo útil, hasta que llegara el lunes. Pero un día, ya cansada de ser ignorada por su esposo, simplemente le dijo: "este es el último fin de semana que me quedo en casa. A partir de este momento, quiero que sepas, que saldré por mi cuenta todos los sábado so domingos y por supuesto, tú puedes acompañarme o quedarte en casa, o si prefieres, salir adonde quieras" Él la miró, le sonrió y siguió mirando el partido, porque pensó que era una rabieta de su mujer y que más tarde olvidaría. Pero el sábado siguiente, la señora desde muy temprano comenzó a preparase Por la mañana, fue a la peluquería y a la pedicura Por la tarde puso la ropa que acababa de comprarse sobre la cama y comenzó a llenar la bañera colocando sales y espuma. Y entró a gozar del relax con música de fondo que emitía el reproductor de CD portátil que acababa de adquirir. Se veía entusiasta, tranquila, sonriente y hasta tarareando las canciones que escuchaba. Su esposo había olvidado su advertencia del domingo anterior y continuaba mirando el partido sin advertir los preparativos de su esposa. Hasta que, cerca de las veinte, apareció radiante y maquillada, oliendo a perfume importado y con una sonrisa de ángel, le dijo: --- Hasta luego, mi amor Entonces él advirtió que su mujer iba a salir sola y mientras ella lo saludaba con un beso, le preguntó: --- ¿Adónde vas, querida? --- No lo sé, veré que hay en la ciudad-le dijo mientras se dirigía a la salida. Cuando escuchó el motor del auto, recién tomó conciencia de que la situación se le esta complicando y tornando peligrosa. Pero ya nada podía hacer, de modo que se dispuso a seguir viendo el segundo tiempo de la copa sudamericana. Pero no podía concentrarse y apagó el televisor porque el juego no era todo lo bueno que esperaba y dio vueltas en la casa hasta que decidió llamar a su suegra con la esperanza de que ella hubiera ido allí. Pero no, como tampoco estaba en casa de su amiga. De modo que él decidió darse una ducha y salir a tomar un café en el bar más cercano para que se le pasara el tiempo. Cuando regresó a su casa, después de leerse todos los diarios, su mujer todavía no había llegado. Entonces, encendió el TV para ver qué había y se encontró con los resultados finales de la copa y de la recontra-copa europea, pero ya no le interesaban porque pensaba que a su mujer le podía haber pasado algo. Cuando después de un largo rato, sintió las llaves girando en la cerradura, se quedó más tranquilo, pero su enojo no era disimulable. --- Hola, mi amor-le dijo ella, con una sonrisa. ---Pensé que te había pasado algo. Tardaste tanto...-le dijo, como reprochándole. --- ¿Acaso pienso que te pasó algo cuando tardas tres horas en volver de la cancha?- le preguntó ella --- ¿Dónde estuviste? --- Por muchos lugares, hacía tanto que no recorría la ciudad- le comentó. ---- Esa no es una respuesta. --- No tengo que darte respuestas, mi amor. ¿Acaso yo te pregunto lo que hiciste? --- Yo también salí-le dijo, para molestarla. --- ¡Qué bien! ¿Quieres un café? Yo voy a prepararme uno-le propuso, ignorando su intento de ponerla celosa. Al día siguiente, a las seis de la tarde, ella comenzó a desplegar su ropa sobre la cama, colocó el CD y comenzó a llenar la bañera, para disfrutar del domingo. Sólo que esta vez a él no le pasó desapercibido y preguntó: --- ¿Vas a volver a salir? --- Sí, mi amor. Recuerda que he decidido no quedarme en casa los fines de semana. --- ¿Adónde quieres ir? Si es que pudo acompañarte, claro-le dijo. ---- Me encantaría. ¿Qué te parece si vamos a tomar algo y lo decidimos? Me dijeron que en el teatro hay una comedia sensacional. --- ¿A qué hora salimos? -le preguntó muy dispuesto. Y así, la señora logró que su esposo abandonara su adicción por la TV, para salir con ella los fines de semana. Como vemos, aquí se han usado dos formas de manipulación de manera conjunta y eficaz, que son los celos y la indiferencia. Se trata de dos juegos que sirven para estimular el deseo y la atracción, siempre que se mantengan bajo ciertos límites, porque jugar con fuego, puede provocar incendios. Pero la forma más primitiva de manipular a la pareja, es amenazarla permanente con el divorcio, a sabiendas de que el manipulado la ama y adora a sus hijos, tanto que es capaz de tolerar cualquier cosa antes que perderlos. Esto es una verdadera infamia, algo así, como una tortura psicológica, un chantaje, muy detestable. Y que se puede dar tanto en el hombre como en la mujer. ¿Qué hacer? Pues recordar que nuestra dignidad no es negociable, si es que no queremos perder el respeto de los demás y también de la pareja.. Recordemos que no se puede amar a quien no se admira. A la amenaza hay que enfrentarla para destruirla. No es una cuestión de tómala o déjala. Simplemente, hay que tomarla. Y si, verdaderamente, es una amenaza, quedará al descubierto. Y si no lo es, igual habrás ganado, con el abordaje sincero de la situación. Nunca saldrás perdidoso, enfrentando las amenazas. Sólo perderás, si te dejas amedrentar por ella. En fin, el proceso de manipular tiene muchas formas y por ello, no puede reconocerse a simple vista. Tampoco quiere decir, que el varón sea siempre una víctima de la astucia femenina, porque si recordamos que "el hombre machista" de principios del siglo XX, caminaba delante de la mujer y esta no podía salir sin permiso de su marido, ni administrar su dinero sin tener que rendirle cuentas, la situación del hombre orquesta es mucho más benévola y soportable. No olvidemos que en este amplio mundo de las relaciones humanas, existen hombres que realmente son insoportables. Veamos a algunos de ellos: El hombre golpeador: No hace falta describir lo que es convivir con un hombre que golpea físicamente a una mujer o a sus hijos. Sólo una persona muy aterrorizada puede continuar con esa relación. Pero cuando hablamos de golpeador, no hay que referirse sólo al que lo hace físicamente, porque también hay otra clase de golpes, que se dan en la parte emotiva o psíquica y que si bien no se ven, a simple vista, producen un daño que tarda mucho más en curar. Ellos son el desprecio, la desvalorización, la discriminación, la marginalidad, etc. a los que se somete a una mujer por el solo hecho de serlo, o por no amarla, o simplemente, por no querer respetarla. Ya sea, que se actúe en forma conciente o inconcientemente, por el estado de ebriedad o por efectos de las drogas. ¿Qué hacer? En estos casos, hay que pedir ayuda a entidades públicas específicas. El hombre fabulador: Es el que miente permanentemente porque subestima a su pareja, en su capacidad para descubrirlo. La cree tan inofensiva e ignorante que piensa que siempre puede engañarla y que, aún en el remoto caso de ser descubierto, ella lo perdonará. Este es el hombre, que luego no recuerda sus propias mentiras y hasta puede llegar a confundir la realidad con la ficción, como en un desdoblamiento de su personalidad. Puede inventar que se le rompió el auto para justificar un gasto extra con alguna amante. O mentir que lo demandan en un juicio para pedir un préstamo a algún pariente. Y hasta puede fingir haber sido asaltado para justificar un gasto extra, ya sea de juego o de alguna aventura idílica. ¿Qué hacer? Como en realidad, esta manía no tiene cura, deberías separarte, o vivir con ello para siempre. El hombre robot: Es alguien a quien sólo le importa trabajar y trabajar, negociar y hacer dinero. Quiere ver asegurado el futuro de su familia y no hace otra cosa más que eso, ganar dinero y no gastarlo en salidas, vacaciones y esas cosas tan superfluas que hacen los demás. Este hombre vive pendiente de que su mujer no gaste. Le reprocha que invite a alguien a su casa porque además de producir gastos, le quita el tiempo para hacer lo que tiene que hacer. No vive el presente pensando en el futuro y malogra la convivencia. ¿Qué hacer? Si no quieres convertirte en un ermitaño avaro, simplemente huye. El hombre sin planes: Es alguien que nunca pensó en nada para hacer o para disfrutar o para que los demás puedan ser felices. Espera que los demás hagan planes por él. Pero también hay de los que no viven ni dejan vivir, porque suelen tirar abajo cualquier propuesta que le hagan. Son una máquina de impedir, de ver el lado negativo de las cosas. Estos hombres, suelen modificar su conducta, si encuentran a un ser positivo que los motive. No todo está perdido, si usas tu libertad y no te acoplas a su manera de ser. El hombre bomba: Es el que estalla por cualquier cosa, en un ataque de nervios, porque quiere atemorizar con sus estallidos. Puede llegar a romper algo, de trompearse en la calle, de gritar, de dar un portazo y huir. ¿Qué hacer? Cuando comience a encender la mecha, vete, para que no te alcancen las esquirlas. Nunca te quedes, para presenciar la explosión. Dile: ¡Hasta luego! Eso le arruinará el teatro, porque necesita de su público. El hombre neurótico: Es el que se obsesiona con algo .Por ejemplo, pasa los dedos sobre la mesa y se queja del desorden como una mujer. O no se puede quedar quieto, va y viene, lleva o trae algo, busca y no encuentra, pregunta quién habló por teléfono aunque no sea para él, es comedido, critica todo a todo el mundo porque se cree perfecto. Nadie hace las cosas mejor que él, en una palabra, se las sabe a todas. ¿Qué hacer? Depende del soportómetro. A mí me resultaría imposible convivir con él, pero hay personas que también son obsesivas por la misma causa y pueden convivir. El hombre que llora: No se trata de que el hombre no deba llorar o deba mostrarse como un ser insensible, pero por lo general, el género masculino no se caracteriza por llorar, salvo cuando su pareja pretende dejarlo y quiere manipularla a través de las lágrimas. Entonces, su autoestima desaparece como por encanto. Pero nunca logrará, de esta forma, la valoración de nadie. (Hombre + llanto= fracaso) ¿Qué hacer? No importa lo que hagas, porque terminarás dejándolo. El huésped: Es el que cree que su casa es un hotel, donde puede llegar, sentarse y esperar a que los sirvientes lo atiendan. Él es quien maneja los controles remotos, el auto y la cuenta bancaria. Y con eso, ya es suficiente. No debe dar explicaciones a nadie, pero puede quejarse de todo lo que no le agrade, de la sal, de los tomates, del olor de la heladera, sin que mueva un dedo ni para saber quién toca el timbre o para atender el teléfono A él le deben alcanzar todas las cosas, porque no se va a levantar para buscarlas y por si eso fuera poco, le tienen que hacer masajitos porque tiene contracciones en los músculos del cuello. ¿Qué hacer? Deja de servirle y él cambiará.. El dependiente: Es el que se somete siempre a lo que decide su pareja. Cuando alguien lo invita a su casa, responde que va a ver lo que dice ella. Cuando le ofrecen venderle algo, dice que va a consultar con su mujer y si alguien le pide compartir un regalo para un amigo, responde lo mismo. Su mujer es su jefe. Se diferencia con el hombre orquesta porque su dependencia se refiere sólo a la toma de decisiones. ¿Qué hacer? Si lo amas, enséñale a valorase a sí mismo, revirtiendo los papeles. Pregúntale su opinión y deja que él decida, hasta si hay que bañar al perro. Es la única forma de que puedas seguir amándolo. El hombre infiel: Los hay de todos los tipos, unos que se ponen más tiernos y que cumplen con su mujer en todo sentido y hasta la llevan a conocer los lindos hoteles que conoció con su amante. Otros que se ponen agresivos, que buscan enfrentamientos, provocando las discusiones que le permitan dar el portazo para salir y luego volver a cualquier hora sin que le hagan preguntas. ¿Qué hacer? Déjalo ser, pero lejos de ti. El hombre orquesta: Es el sueño de toda mujer que quiere ser dueña de un hombre, así como si fuera un auto, un canario, para no decir un perro o un gato. Aunque también podría ser un loro, que coma de su mano. Este tipo de persona es el ideal para quienes necesitan un proveedor múltiple. Es decir, alguien que le ayude a criar los hijos, haga los mandados, la mamadera, cambie los pañales, bañe a los chicos, los ayude con las tareas, planche sus camisas, haga la comida, etc. Y eso, después de trabajar diez horas. Es un ser que se deja invadir totalmente, por su pareja, no solo interiormente, sino en todo sentido. Cada vez tiene menos espacios en la casa para él. Es decir, tiene menos cajones, menos lugar en el ropero, los niños se introducen en su cama, con el beneplácito de la madre, invaden su tiempo libre, las horas de sueño, el auto, todo. O sea, que disponen de su tiempo y de él mismo, como si fuera un objeto. Por lo general, acepta todo lo que la mujer piensa, hace, dice o decide y a causa de darle siempre con el gusto, ha perdido a todos sus amigos de soltero, se ha alejado de sus parientes y cada vez, está más ligado a los amigos y a los parientes de ella, aunque los deteste. No quiere discutir, es manso, obediente, él cree que la pasa bien y logra estar lo suficientemente cansado, como para no insistir con el sexo, ya que las mujeres dominantes, suelen ser frígidas o semi-frígidas, de esas que se escabullen del bulto y llevan a la cama matrimonial a sus hijos, hasta que papá se duerma. Entonces, él se convierte en un dependiente psicológico, que desea seguir engañándose con un amor que no es tal, porque no puede vivir sin esa persona de la cual depende para sentirse alguien. Y dirá que lo hace por los hijos, o porque la ama más que a nada en el mundo, en fin, siempre hallará algún motivo para seguir en una relación de "desamor" que lo humilla y lo desmerece como ser humano ¿Qué hacer? Si quieres seguir amándolo. Trátalo con justicia y haz que se valore a sí mismo. Tú puedes lograrlo. ¿CÓMO ACTÚAN LOS SERES HUMANOS LIBRES Y FELICES? Debemos reconocer que no es común encontrar a personas en ese estado, pero tampoco es imposible. De manera que si lo desean, pueden comenzar, ya mismo. Lo principal aquí, es aprender a quererse en cuerpo y espíritu. Y para eso, debemos confiar en nosotros mismos, es decir, en nuestros propios gustos, en nuestras propias decisiones, sin necesitar que los demás, lo aprueben o no. Podremos admitir sus opiniones, pero siempre vamos a decidir y actuar de acuerdo con nuestro propio criterio. Es decir, siendo independientes desde el punto de vista psicológico. Porque no hay felicidad sin libertad. Y si queremos ser libres, debemos actuar como personas que no necesitamos apoyamos en otros constantemente, ya sea por comodidad o por ahorrar dinero, tiempo o simplemente, porque no podemos hacer algo solos. Una persona libre, puede aceptar la compañía de alguien que se nos ofrece, pero jamás reclamarla. La comodidad de pedir a alguien que la lleve a tal parte o que la busque de tal lugar, fomenta la dependencia física y psicológica, que toda persona libre, debe desechar, aún cuando se trate de su pareja. Esto es muy importante y obliga a que los demás se acostumbren a verla moviéndose por ella misma. Quienes no pueden hacer nada solos y necesitan de alguien para ir a caminar, o al cine, a tomar algo o ir de compras, etc., están inmovilizados psíquicamente sin estarlo físicamente. Lograr la libertad, siempre implica sacrificios y también costos, de modo que deberemos independizarnos económicamente, ya sea de la pareja o de la persona con la que se convive, así sean los padres. Para dar un ejemplo, basta con recordar cuando éramos adolescentes y debíamos conseguir que nuestros padres nos dieran dinero para salir y el permiso previo. Recordemos que debíamos dar explicaciones de lo que necesitábamos, de lo que gastábamos y de todo. Pero ahora, ya crecimos y podemos trabajar para no tener que rendirle cuentas a nadie sobre nuestros gastos, como tampoco pedirle cuentas a los demás. ¿Es difícil? Sí, pero es necesario para ser felices y libres. Recuerdo a una recién casada que no trabajaba porque su esposo no quería que lo hiciera, pero que debía pedirle dinero hasta para comprarse un perfume. Y él le preguntaba el precio y le decía que era muy caro y le proponía que se comprara alguno que fuera más económico y de otra marca. Ella terminó desistiendo del perfume. Pero cuando llegó el cumpleaños de él, ella le regaló un perfume importado y él no le objetó el gasto. Mi abuela, que era una persona brillante y rebelde para la época que le tocó vivir, decía que quien ganaba el dinero tenía el poder dentro del matrimonio. Por supuesto, ella provenía de una familia muy rica y sabía muy bien de lo que estaba hablando. Por eso, debes procurar ganártelo, para poder darte el gusto de independizarte y hacer tus gastos personales, como ir al cine, o comprarte lo que quieras, o regalar lo que prefieras, sin la denigrante rendición de cuentas. Hoy en día, existen trabajos que pueden hacerse desde la casa, como venta de productos por folletos, por Internet, etc. La independencia económica, te permitirá mejorar y crecer intelectualmente, porque además podrás hacer algún curso, comprar libros, etc. Y conste que digo "crecer intelectualmente" porque el verdadero crecimiento se logra con la independencia emotiva, psíquica y económica. Y si bien ya hablamos de las dos últimas, faltaría aclarar qué entendemos por independencia emotiva o sentimental. Esto es difícil, porque los sentimientos no son emociones que simplemente se dan o aparecen, sino que son reacciones que tú has querido tener., porque, como dice Dyer, los sentimientos son una reacción física a un pensamiento, porque sin el cerebro no puedes experimentar sensaciones, ni emociones, ni sentimientos. De modo que si controlas a tu mente, podrás controlar tus sentimientos (Esto en matemáticas se llama carácter transitivo). Y así como una persona entra a formar parte de esos sentimientos, puedes hacer que salga de ellos, cambiando tus pensamientos. Recuerda que tú mandas en tu mente y por ende en todas tus emociones. Porque cuando dices "Fulana me enfurece" lo que deberías decir es que tú te enfureces con Fulana, porque eso es lo que quieres, ya que Fulana, no interviene en tus sentimientos. Y cuando dices "esa persona me enfurece", deberías decir yo me enfurezco cuando veo a esa persona. Porque es en tu mente, donde están esos sentimientos y que tú puedes sentir también en tu piel o en todo tu cuerpo. Lamento romper con el romanticismo de San Valentín. Pero para que podamos aclarar bien esto, vamos a ver lo que sucede cuando alguien está en coma. Sabemos que en ese estado no experimenta sentimientos, ni emociones, porque no tiene conexión con su mente ni tampoco con sus pensamientos. Y esto, es una prueba irrefutable de que el amor, no tiene que ver nada con el corazón, ni con ninguna otra cosa, más que con el cerebro, ya que la persona respira, su corazón late y su cuerpo está vivo, sin embargo no hay sentimientos, es decir no siente dolor, amor, temor, odio, ni ninguna otra cosa que se vincule a lo sensitivo, emotivo o sentimental. De modo, que podríamos decir que el amor, como sentimiento fundamental del hombre, se produce porque nosotros mentalmente pensamos en que algo o que alguien puede ser sujeto de ese pensamiento o sentimiento, de acuerdo a lo que nosotros hemos concebido para ser felices. O sea, el amor no es algo que aparece y de repente nos deslumbra o enceguece. Es un sentimiento que vamos elaborando desde muy pequeños en base a seleccionar los modos de ser en las personas o cosas con las que nos sentimos felices. De modo que un día nos encontramos con alguien, que creemos responde a esos pensamientos que ya hemos concebido, o sea, a aquello que queremos para nosotros y comienza una fuerte atracción que llamamos "flechazo" o "amor a primera vista. Pero somos nosotros mismos los que creamos ese sentimiento que permanece en nuestra mente y que puede modificarse a lo largo de nuestra vida como sucede con todos nuestros pensamientos. También pude ocurrir que la persona que creímos que era nuestro modelo, en realidad no lo sea. Y así nos "desenamoramos" o decimos que "el amor se acabó" Y buscamos culpar a la convivencia, a la rutina o a otras cosas, que no son la verdadera causa del desamor. Porque el amor subsiste si la persona sigue respondiendo al modelo que tenemos en nuestra mente. Sólo el error en la elección o el cambio de modelo en nuestra mente, por causa de cambios o de crecimiento, pueden conducir al desamor. En este punto, las personas libres y felices, son las que crecen, es decir, van transformando su mente de acuerdo a sus nuevas experiencias y modifican sus gustos y criterios. Son muy activas mentalmente porque nunca terminan de crecer. Y eso, es lo que diferencia a la vida de la muerte. Lo muerto no crece. Por eso, a veces se dice de una persona que no hace nada para mejorar su estructura mental o que está inmovilizado, que "parece un muerto en vida". Y es así, porque alguien que siempre necesite de la opinión de los demás para elegir algo, o que no puede hacer lo que quiere si no la acompañan, y que no intente ganar lo mínimo, para mantenerse a sí misma, es "un muerto en vida" o "un parásito", pero nunca será un hombre ni una mujer libre y feliz. Dijimos que cuando el amor no responde a nuestro modelo, deja de ser amor y sin embargo, hay quienes persisten en la relación. En cambio, la persona libre y feliz, se ama demasiado a sí misma, es independiente y no está dispuesta a tolerar una farsa. Si han dejado de amarla, lo tomará con naturalidad y si ha dejado de amar, enfrentará ese hecho de la misma forma, porque tiene conciencia de la brevedad de su vida, como para desperdiciarla en relaciones dañinas y vanas. Pero por sobre todas las cosas, porque se siente capaz de enfrentarse a todos los problemas, aún cuando no pueda solucionarlos. La persona libre no tiene reglas estrictas para con los demás, ni respeta las reglas que la sociedad le impone, como la moda, el saludar, etc. No busca la adulación, el reconocimiento, el halago, ni el aplauso. Ayuda a los demás, pero lo hace por su decisión y no espera recompensas ni agradecimientos. Va adonde quiere y nunca por compromiso. No le importa estar sola y hasta puede disfrutar con ello. Es una persona muy ocupada en seguir creciendo y en el disfrute de la vida. No le preocupa el pasado ni el futuro, pero suele aprovechar muy bien el presente. No desea poseer grandes cosas materiales, porque es conciente de la brevedad de la vida y se propone metas más importantes. En general no tiene nada de qué arrepentirse, porque sus errores le han servido como aprendizajes. Tampoco rotula a sus semejantes, porque sabe que las personas no son lo que hacen, ni como se vean, ni como creen o les dicen que son, sino que son lo que quieren ser. Porque cuando alguien dice yo soy confiada, tímida, inútil, soy odontóloga, médica, etc., no se refiere a lo que ella es, sino al rol que ha elegido desempeñar. A veces, la persona que es libre suele parecer una persona frívola, que no pretende ser ni una abnegada esposa, ni una sacrificada madre, ni una abuela "cuida nietos", pues no permite que perturben su libertad. Tampoco ella lo hace con los demás. Ama profundamente sin grandes estruendos, ni demostraciones, porque sabe que el amor se percibe en el aire y se puede fotografiar en los rostros, sin necesidad de tener que manifestarlo, estruendosamente. Por eso, no espera saludos, ni regalos, ni flores en los acontecimientos, porque sólo valorará a los demás por sus actos cotidianos. No necesita que le demuestren amor, porque sabe si la quieren o no. Aunque a ella, sí le guste hacer regalos, de esos que se hacen "porque si" en un día cualquiera, sin motivos, sólo porque disfruta haciéndolos. Puede hacer cosas increíbles por otra persona, como darle con el gusto en todo y hacer su voluntad, pero siempre que surja de su propia decisión. Porque el ser feliz con alguien, siempre tiene un precio y es que tu pareja también lo sea. Conclusiones: Recuerda que si no quieres que te pidan cuentas tampoco tú las pidas, si quieres ser independiente permite que los demás lo sean. Cuando logres ser coherente entre lo quieres para ti y para tu pareja, podrás disfrutar de esa relación por el resto de tus días. Eso es lo que mantiene vivo al amor y sin desgastes. No son ni la rutina ni la convivencia, las malas de la película. Es el hartazgo de tener que soportar opresiones, que nos impiden ser libres lo que nos hace infelices. Sólo por eso, el amor se esfuma. He visto a personas felices sólo con ser libres, pero nunca he visto feliz a alguien sometido o que dependa de otro, ya sea sentimental, económicamente o de cualquier otra forma, por más logros materiales que obtuvieren. Nosotros somos capaces de ser felices sin depender de nadie. Cuántas veces hemos oído decir "Yo sin ti no soy nada, o prefiero morirme". Lo que no sabe esa persona es que no tiene necesidad de morirse porque ya está muerta. Es un simple objeto que alguien lleva y trae, porque ha dejado de ser una persona para ser una mujer cartera o un hombre orquesta. Pero estoy segura que tú no quieres eso para ti. ¿O sí? . LECTURAS RECOMENDADAS LAS CAUSAS DE LA VIOLENCIA Falta de conciencia en los habitantes de una sociedad: creen que esta es la mejor forma de realizar las cosas: huelgas, tiroteos, golpes, etc. Fuerte ignorancia que hay de no conocer mejor vía para resolver las cosas, es decir, no saben que la mejor forma de resolver problemas es conversando y analizando qué causa eso y luego tratar de solucionarlo. El no poder controlar los impulsos: muchas veces somos impulsivos, generando así violencia, no sabemos cómo resolver las cosas. Falta de comprensión hacia los niños, saber que los niños son criaturas que no saben lo que hacen, son inocentes. Muchas madres maltratan a sus hijos, y generan así violencia. La drogadicción: es otra causa de la violencia, muchas personas se drogan para poder ser lo que no son en la realidad, para escapar así de la realidad causando mucha violencia: si no tienen cómo comprar su ‘' producto'' matan y golpean hasta a su propia madre. CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS Agotamiento emocional y físico que tiene su mayor consecuencia en el suicidio. Para muchas personas los efectos psicológicos del abuso son más debilitantes que los efectos físicos. Miedo, ansiedad, fatiga, desordenes de estrés postraumático y desordenes del sueño y la alimentación, constituyen reacciones comunes a largo plazo ante la violencia. La relación entre el maltrato y la disfunción psicológica tiene importantes implicaciones con respecto a la mortalidad, debido al aumento de suicidios por esta causa. Alrededor de la quinta parte de las victimas del abuso sexual infantil exhibe serios efectos psicológicos de largo plazo. Pueden incluir respuestas disociadas y otros indicadores de desorden postraumático, como excitación sexual crónica, pesadillas, escenas retrospectivas e insensibilidad emocional. CONSECUENCIAS FÍSICAS: Las agresiones dan lugar a una serie de discapacidades agudas o crónicas para la víctima. En todos estos casos, se necesita un tratamiento médico para superar tales lesiones. El bajo peso de muchos niños al nacer es una de las consecuencias de la existencia de maltrato durante el embarazo, el cual puede generar también poco aumento del peso materno, infecciones y anemia. TIPOS DE VIOLENCIA -- Violencia Física La violencia física es aquella que puede ser percibida objetivamente por otros, que más habitualmente deja huellas externas. Se refiere a empujones, mordiscos, patadas, puñetazos, etc., causados con las manos o algún objeto o arma. Es la más visible, y por tanto facilita la toma de conciencia de la víctima, pero también ha supuesto que sea la más comúnmente reconocida social y jurídicamente, en relación fundamentalmente con la violencia psicológica. Violencia Psicológica La violencia psíquica aparece inevitablemente siempre que hay otro tipo de violencia. Supone amenazas, insultos, humillaciones, desprecio hacia la propia persona, desvalorizando de su trabajo, de sus opiniones. Implica una manipulación en la que incluso la indiferencia o el silencio provocan en ella sentimientos de culpa e indefensión, incrementando el control y la dominación del agresor sobre la víctima Dentro de esta categoría podrían incluirse otros tipos de violencia que llevan aparejado sufrimiento psicológico para la víctima, y utilizan las coacciones, amenazas y manipulaciones para lograr sus fines. Se trataría de la violencia "económica", en la que el agresor hace lo posible por controlar el acceso de la víctima al dinero, tanto por impedirle trabajar de forma remunerada, como por obligarle a entregarle sus ingresos, haciendo él uso exclusivo de los mismos (llegando en muchos casos a dejar el agresor su empleo y gastar el sueldo de la víctima de forma irresponsable obligando a esta a solicitar ayuda económica a familiares o servicios sociales). También es habitual la violencia "social", en la que el agresor limita los contactos sociales y familiares de la víctima, aislándola de su entorno y limitando así un apoyo social importantísimo en estos casos. Violencia Sexual "Se ejerce mediante presiones físicas o psíquicas que pretenden imponer una relación sexual no deseada mediante coacción, intimidación o indefensión" (Alberdi y Matas, 2002). Aunque podría incluirse dentro del término de violencia física, se distingue de aquella en que el objeto es la libertad sexual de la mujer, no tanto su integridad física. Hasta no hace mucho, la legislación y los jueces no consideraban este tipo de agresiones como tales, si se producían dentro del matrimonio (....) FUENTES DE INFORMACIÓN Inés Garate Camacho Centro de producción. Editorial de la Universidad Mayro de San Marcos
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El...vi...ra
Interesante tu propuesta.
Saludos.