Mi corazón se hunde y naufraga entre la nebulosa de besos, olores y recuerdos distantes, de vericuetos que ya no existen. En momentos que no volverán y que van dejando a su paso el peso de la melancolia que pareciera arrancar de raíz la felicidad, para desterrarla por siempre y para siempre al campo baldío de las alegrías pasadas. 
 
En cada murmullo del viento espero encontrar tu voz; en cada gota de lluvia pretendo vislumbrar las lágrimas que sé no derramas por mi; en los cuerpos de los desconocidos intento plasmar las mismas sombras de la desolación con las cuales marcaste el mío; en cada rostro que encuentro en la calle intento ver el delirio de tu mirada. Pero al final esta búsqueda se convierte en algo inútil, en un esfuerzo infructífero, pues lo único que queda es ese espacio vacío en donde no existes y en donde tu ausencia se materializa como una verdad inexorable. 
 
Como si se tratara de el pecado original todos mis días han tenido que pagar el precio del día en que te conocí y cometí la dulce estupidez de zambullirme en las aguas turbias de tus locuras. Por saborear esa manzana prohíbida de tu lengua me ha sentenciado, el dios en cual no creo, a que el dolor de tu ausencia sea más fuerte, condenándome a este infierno en el cual todo me recuerda a ti. 
 
En el trazo delicado de las nubes veo plasmadas las caricias que hoy le estarás dando a otro; en el cantar de las aves escucho aquellas palabras que has de pronunciar en otros brazos; en el  olor de las flores detecto el veneno afrodisíaco de tu lascivía; en mi propio cuerpo siento el latir del "tun-tun" de ese corazón que hace mucho enterraste.
 
Así que, escribo esto al recuerdo de tu ausencia, a la quemadura de tu silencio y al verdugo siniestro de la indiferencia que se ha plantado entre nosotros. Escribo esto para abrir en carne viva las suturas de las heridas que me dejaste, para así poder deleitarme limpiándolas con el limón y la sal del resentimiento. Escribo esto para ahuyentar los demonios de aquel pasado mejor, que amenaza con brindarme la cordura que no necesito. Escribo esto con la esperanza de que el peso de mi ausencia también haga mella en ti.