Un pequeo gesto
Publicado en Mar 10, 2012
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Un día una pequeña niña se encontraba  paseando por las tiendas, brincando y tarareando en su tiempo libre. Entonces encontró un aparador que llamo su atención, pertenecía a una tienda de regalos, en el se posaba un lindo oso de peluche no era ni muy pequeño ni muy grande parecía perfecto para el gusto de la pequeña. Ella entro muy emocionada a la tienda, lo miro más de cerca y volteo a ver a un anciano regordete con una barba encanecida con un gorro gris por el invierno que era el encargado.
-          ¿Cuál es el precio de ese oso del aparador?-.
El anciano sorprendido por el hecho de que una niña de su edad aparente estuviese andando sola en la calle y preguntara por el precio de un artículo costoso de su tienda. Entro en duda de que ¿Será posible que una niña sé supiera valerse por si misma?, la niña se quedo admirando al anciano esperando una respuesta mientras este solo le miraba perplejo de su persona.
-          Humm – el anciano confundido no podía hablar por su sorpresa.
La niña se hurgo los bolsillos y sacó algunas monedas, un trozo de chocolate y un botón, alzando las manos y poniéndose en punta para alcanzar el mostrador preguntó.
-          ¿Creo que con esto no me alcanza verdad?- con tono desanimado y con madurez.
-          Ni siquiera se le acerca - logro decir el anciano.
-          Bien conseguiré el dinero necesario  y más le vale que ese oso esté aquí, ¡Porque yo lo quiero y me esforzare para conseguirlo! – dijo ella con entusiasmo apuntando al oso y mirando al anciano a los ojos.
-          Se lo prometo – le dijo el anciano aún desorientado por la tenacidad de la pequeña – es más lo voy a poner esa repisa que está detrás del mostrador,  cuando vuelvas por él ahí va estar esperándote- la niña alzo el brazo y levanto su pulgar en alto y sonriendo se marcho de la tienda.
El tiempo pasaba las estaciones cambiaban y la ciudad crecía, el anciano tenía la esperanza que esa niña volviera por el oso que aún le esperaba en esa repisa.
-          Buenos días buen hombre- dijo el anciano a un cliente que estaba llegando con su hija.
-          Buenos días señor. Y bien hija ¿Que es lo que quieres de regalo?- la niña dio un vistazo a toda la tienda todos los artículos que estaban ahí eran muy llamativos y curiosos.
-          ¡Yo quiero ese oso de arriba!- gritó apuntando el oso que estaba en la repisa.
-          ¿Por qué quieres ese oso princesa, se ve demasiado viejo qué te parece esta muñeca?
-          ¡NO! ¡¡Yo quiero ese oso de ahí, SOLO ESE!!- gritó aún más fuerte con terquedad.
-          ¿Por qué no el de allá?- apunto a un gran oso que estaba en un estante.
-          ¡Porque no! Yo quiero ese oso, cómprame ese oso, solo quiero ese oso- gritó en llanto y desesperada.
-          Señor, ¿Cuánto va a hacer?- preguntó con resignación pues quería tranquilizar a su hija.
-          Lamento decirle señor pero este oso no se lo puedo vender-.
-          ¿Pero porque no?, estoy dispuesto a pagar el doble o triple de su precio normal – suplicó – Mi hija me estresa cuando se pone de ese modo, se lo suplico véndame ese oso- le susurro.
-          Señor disculpe la molestia pero en serio no puedo venderle ese oso, porque hace unos años atrás llego una pequeña niña que me dejo anonadado ante su actitud cuando llegó y su motivación para conseguir el precio de ese oso, y le prometí a ella que se lo guardaría hasta que ella lo pudiese pagar- replicó el anciano, en ese momento se escucho la campana de la puerta dando señal a la entrada de un nuevo cliente.
-          ¿Así que aún mantiene su promesa?- preguntó con cortesía la joven que acababa de entrar.
-          Para una mirada tan sincera y una sonrisa tan tierna ¿Cómo no mantenerla?- dijo el anciano sorprendido cuando logro distinguir que esa joven era la misma niña que conoció años atrás.
-          Bueno anciano antes que nada quisiera decirle que no me he olvidado del oso, sino que al día siguiente de mi última visita a su tienda mis padres se separaron y me mude con mis abuelos al extranjero y hoy he venido a cumplir mi promesa – hurgo una vez más en su bolsillo sacando una monedero con más del dinero necesario para comprar el oso y poniéndolo en la mesa.
El señor  con lágrimas en los ojos se estiro para alcanzar el oso y sacudiéndolo del poco polvo que se le había acumulado esa semana pues el anciano lo mantenía limpio y cuidado para el regreso de esa niña.
-          Ten pequeña aquí tienes tu oso- esas eran las palabras que el anciano quería decirle desde hace mucho tiempo a esa niña.
-          ¡NOOOOOOOOOOOOOO!- exclamó la niña con lagrimas y a punto de hacer un berrinche, su padre al cargarla la llevo afuera del local para poderla calmar.
-          Gracias por todo y muy amable- respondió la joven mientras abrazaba el oso con gran emoción cariño e inocencia tanto quería ese oso que empezó a llorar de la emoción.
-          Vuelve pronto- dijo satisfecho por haber cumplido su promesa y verla abrazar tan amorosamente ese oso al salir de su tienda sonriente una vez más, Dio un suspiró se relajo un momento y hecho otro vistazo por los cristales de la tienda y vio como la joven se ponía en cuclillas estaba hablando con la niña que hace unos momentos estaba en la tienda con su padre entonces salió de tienda para escuchar lo que se decían.
-          Cuida bien del oso- Dijo mientras lo abrazaba por última vez  y al dárselo el anciano alcanzo a ver un destello de luz en uno de los pómulos de la joven era el reflejo del sol en una lágrima.
-          Gracias- dijo la niña al tomar el oso y se marcho.
Ella se seco las lagrimas, se levanto y hecho otro vistazo a la tienda y vio al anciano emocionado por el noble gesto que ella cavaba de hacer, ella solo le dio un ligero saludo y avanzo.
-          ¡Espera!, ¿Porqué lo hiciste?- la joven de detuvo y volteo a verlo.
-          Es simple llegue demasiado tarde para obtenerlo- dijo con una ligera sonrisa.
-          Pero ese era tu oso desde que lo viste yo te lo he apartado- dijo confundido
-          Lo entiendo y gracias, pero no puede ser mío si nunca lo fue- siguió su camino.
Prometo que te conseguiré uno igual a ese, porque desde el momento que entraste a mi tienda me recordaste a mi difunta hija por su mirada sincera y sonrisa tan tierna- gritó el anciano a la joven mientras ella se daba media vuelta alzo el brazo y levanto el pulgar tal y como lo había hecho en aquel entonces.
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Foto del autor Selene
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Miembro desde: May 23, 2011
2 Comentarios 751 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Acaso fue una espera intil?

Palabras Clave: nia peluche

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales


Creditos: trabajo de filosofa

Derechos de Autor: Selene Ramos


Comentarios (2)add comment
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daih

Qe lindo cuento!
Responder
March 10, 2012
 

Selene

Gracias que bueno que te haya gustado
Responder
March 10, 2012

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