El Caminante
Publicado en Mar 12, 2012
Érase una vez, un solitario caminante...
¿Su nombre? nadie lo sabe ¿Su edad? a pocos le importa ¿El por qué de su andar?...ja, muchos se morirían de la risa Aquel hombre llegó un día a un pueblo, un día como cualquiera, con el típico movimiento de los aldeanos que ante su presencia no hicieron más que bombardearlo de imprudentes miradas y murmullos ante su aspecto sucio y desgastado. Podía verse claramente el cansancio de sus facciones ya curtidas por los años, podía inferirse por su andar pausado la debilidad de sus huesos...podía incluso verse las cicatrices de su alma ante la profundidad de sus ojos negros cargados de pena y melancolía... Aquel hombre llegó un día...un día como cualquiera... interrumpiendo la cotidianidad del lugar. Sin mirar, sin hablar, sin escuchar...se dejó caer sobre las escalinatas de la pequeña catedral que yacía en el centro del pueblo. Sus ropas pesadas por la mugre y tierra levantaron una amplia capa de polvo que no hizo más que aumentar los poco sutiles comentarios de los que por allí pasaban... Se quedó ahí, mirando el horizonte de manera vacía y penetrante. Parecía que apenas si tenía contacto con todo lo que acontecía en los bulliciosos alrededores. Con una lentitud casi rígida, dirigió su atención al frente en donde un camino de pura tierra se deslizaba hasta llegar a las orillas de una extensa y tranquila playa... Las horas comenzaron a pasar, el hombre que había captado la atención de todos seguía sin moverse, mirando atentamente el horizonte... como si estuviese esperando algo. Un niño le tendió su mano y le ofreció algo de comer con una ligera sonrisa cargada de candidez... Él caminante simplemente negó con un sutil movimiento de cabeza, sin siquiera cambiar su expresión cargada de vacío Una mujer tendió su mano y le ofreció algo para beber... Él nuevamente negó con un sutil movimiento de cabeza, sin dignarse a cambiar su expresión vacía Él sacerdote del pueblo le tendió su mano, le ofreció asilo para aquella noche, la cual indicaba que seria fría... El hombre no otorgo respuesta...ni un movimiento, ni un gesto...solo mantuvo su expresión vacía Las horas siguieron pasando... Los habitantes del pueblo al verlo se inquietaban, al fin de cuentas no era común ver a un extranjero por los alrededores, y mucho menos actuando de aquella manera tan extraña... pero a pesar de que ello, lentamente retomaban su vida y su rumbo...hasta llegado el atardecer... Era la hora en que todo comenzaba a apagarse, al fin de cuentas era un pueblo apacible, cargado de rutina...por lo que no era de extrañar que la calma volviese a la misma hora de cada día... Pero en aquel día tan cotidiano, en aquel preciso momento tan rutinario, algo sucedió... En las calles ya calladas de murmullo, comenzó a resonar un ruido sordo y constante... al mismo tiempo que una sonrisa bobalicona adornaba los labios del caminante... Sin previo aviso se levantó, sin dejar de juntar sus palmas una y otra vez, mientras que sus ojos se mantenían perdidos en el punto de fuego que comenzaba a rozar las aguas del mar... El eco de un aplauso solitario comenzó a llenar las calles cada vez con más fuerza, espantando a los pocos que aun yacían en los alrededores y apresuraron el paso para regresar pronto al refugio de sus casas... El hombre continuó con su acción, sumándole leves risas que escapaban dificultosamente de su garganta seca y agria... No se detuvo, hasta que el cielo se llenó completamente de estrellas...cuando aquello ocurrió, todo volvió al silencio... Por largos segundos, solo el sonido del viento rozando las copas de los árboles se dejaba escuchar... El hombre de pie en medio de las escaleras continuaba con una sonrisa en sus labios, mirando ahora un punto diferente... El bosque... Aquel bosque que rodeaba los alrededores como si de un fuerte se tratase... Arrastrando sus pesados pies, comenzó andar en aquella dirección... sus labios aun seguían con esa sonrisa, ahora cansada, pero con algo que no sabría describir... ¿Alegría? ¿Esperanza? no lo sé pues a pesar de que pudiese interpretarse como una sonrisa, parecía más una mueca rígida y dificultosa... Caminó sin rumbo, por los senderos que no llevaban a ninguna parte... La oscuridad se apodero por completo de los alrededores, aunque con rebeldía uno que otro rayo de luna comenzaba a alumbrar su camino levantando las sombras que empezaron a cerrar cada vez más su sendero... Sin previo aviso, se detuvo... Disfrutó del silencio, aspirando una y otra vez...hasta que su respiración comenzó a agitarse y su cuerpo a temblar... Un grito escapó de su garganta muriendo casi al instante Un llanto desgarrador se apoderó completamente del silencio... En esos momentos, escuchaba el eco de las sombras como voces que entonaban un sinfín de risas cargadas de burla y desprecio... Se burlaban de él, ...otra vez... Se burlaban del motivo por el cual andaba sin un rumbo fijo... Porque hasta para él llegaba a ser absurdo... Se morían de risa... Sin piedad Se burlaban porque la meta de su andar era recuperar aquello que había perdido hace ya años atrás... Aquello que sin saber por qué, a veces se hacia presente por breves minutos, solo en esos instantes en que el sol tocaba el mar. Aquello que sabía volvería a desaparecer pues esas risas se lo indicaban... Su Cordura... "La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma..." Johann Wolfgang Goethe
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Silvia Grimaldo Vlez
Laura Torless
Ampárada en Goethe tu historia promete en ti. Un beso.