Momentos que no regresarán en mi presente pero siempre existirán en nuestro pasado.
-Que suerte que es un lote baldío, de lo contrario hubiésemos tenido muchos problemas de daño de propiedad y seguro por tus berrinches infantiles, ¡DEJA DE SER UNA NIÑA POR FAVOR!...- Me estaba asustando será que de no ser porque fue un lote baldío hubiésemos tenido un accidente y en pensar en eso me duele mucho el pecho… pero, pero ¿Qué es esto?, ¿Son lagrimas?, yo no me imagine que se molestaría conmigo y mucho menos que esto ocurriría perdóname Henry, ¿Pero qué pasa, porque no puedo hablar? . –Al menos me gustaría que de vez en cuando te comportarás- susurró mientras acariciaba mi cabeza. – Tranquila, iré a ver si le paso algo al auto, quédate aquí, ¿Sí?- Observe como salía del auto y lo revisaba, mientras trataba de sosegarme después de todo, esto fue mi culpa y debo de afrontarlo así como lo hizo Henry. Yo realmente lo odio por tomarse las cosas difíciles con tranquilidad
- Listo, parece que todo está en orden- me asusto el escuchar su voz por la ventanilla – ¿Estabas llorando?-, ¿Porque me pregunta eso?
- No, creo que… es que creo que llego un brisa helada a mi ojo y este lagrimeo un poco- dije nerviosa finalizando una risa tonta.
- Como digas, veamos si esta cosa arranca- dijo mientras se sentaba e incrustaba las llaves para arrancar, medio minuto después de cuatro intentos encendió y nos volvimos a la carretera.
Todo estaba en silencio hasta vi en un cajón que estaba enfrente de mí un estuche de CD’s, y había uno que decía “Escúchame, estoy hecho de los recuerdos de los últimos cuatro años. Para: Franky el hijo consentido de un científico loco. De: Igor el asistente encargado de cuidarlo”.
-          ¿Puedo poner alguno de estos?- le pregunte, me voltio a ver suspicaz pero asintió me dio instrucciones de cómo ponerlo en el estéreo. – ¿Quiénes son Franky e Igor? - me volteo a ver y después una sonrisa pinto su rostro y sus ojos brillaban ligeramente luego empezó a reírse tontamente.
-          Eran unos apodos que teníamos yo y una amiga sacados de una de las primeras películas de terror llamada Frankestein en la que se desarrolla que el experimento de un científico loco que cobra vida, y como en ese tiempo mi padre estaba en su proyecto en el laboratorio, fácil yo tenía unos 14, 15 años empezó con eso por cómo era mi padre y el hecho de que yo era su hijo y ella se la pasaba molestando a mi padre, a pesar de su comportamiento estresante, era muy atenta a los demás…- empezó la pista uno del disco que introduje.
-          ¿Por qué ya no la has visto?, capaz y dejarías de estar de amargado-.
-          Tú no lo entenderías, además de que su padre la llamo para que lo acompañase al extranjero porque su madre estaba muy delicada a veces suelo recibir e-mails de ella, seguramente ya me dejo en su pasado-.
-          ¿Cuándo fue la última vez que la viste?-.
-          No te lo diré y ya no me preguntes más que ya casi llegamos-.
Demasiados autos, demasiada gente demasiado ruido no lo soporto, quiero regresar al tranquilo y no ruidoso laboratorio.
-          ¿Estresante verdad?, no te preocupes solo venimos a comprarte algo de ropa y ya- dijo mientras estacionaba el auto.
-          Está bien, ¿Por donde empezamos? – me recorrió por la mirada y se detuvo por un momento en mi pecho.
-          Creo que con la ropa interior- dijo apartando la vista inmediatamente y bajando, me incorpore yo también, lo seguí al elevador.
-          ¡Oh! Esta sensación, es divertida – dije mientras él veía la lista de departamentos disponibles.
-          La ropa interior está en el cuarto piso-.
Esperamos unos segundos y salimos del elevador y lo seguí por el pasillo había demasiadas personas viendo ropa y muchos letreros con precios y ofertas.
-          Puedes ir eligiendo cual la que te gusta, verás yo no sé mucho de estas cosas. ¡Ya sé! Mejor busquemos a una encargada- dijo mientras se apuraba a buscar a alguien.
-          ¿En qué puedo ayudarles?- preguntó una señora con uniforme.
-          Vera ella es mi hermana menor, tuvo problemas al nacer pues era en a los inicios de esta situación, afectándole su cerebro es como cuidar a una niña de ocho años y es la primera vez que me toca traerla de compras, pues ya entenderá la ropa interior femenina y yo no nos tratamos con frecuencia, si sería tan amable de mostrarle unos conjuntos que le queden y le gusten sería de gran ayuda- ¿Pero qué demonios acaba de decir?, no pude decir nada más que quedándomele mirando.
-          Con gusto, pasen por aquí- dijo la dependiente y lo peor es que se lo creyó. – ¿Qué le parecen estos con encaje negro y corte brasileño?- ¿Qué se supone que debo decir?.
-          Bien, están lindos.
-          ¿O estos de aquí con lunares de de colores y encaje azul del mismo corte?-  ¡Qué puedo decir esos son lindamente coloridos y muy hermosos yo los quiero!
-          ¡Esos!-.
-          Bien ¿Cuál es tu talla?-.
-          ¿Talla?-.
-          Bien, entiendo iré por la cinta métrica, esperen un momento por favor- una vez ya que se alejará.
-          ¿Pero qué demonios te pasa? ¿Una déficit metal? ¿No sé te ocurrió algo mejor?- puede reclamarle.
-          ¿Sabes ponerte un sostén o unas bragas?, yo lo dudo ¿Y no crees que sería extraño que una mujer de aparentemente 20-21 años no sepa hacer esas cosas?, además no dije algo que fuese mentira tu mente es como la de una niña de 8 años y no me lo discutas- Pero que malo es ya no es 10 años ahora solo son 8.
-          He traído la cinta, ¿Puedes levantar un poco tus brazos?, si así está bien-.
Termino de medirme y darme mi talla tanto como de sostén como de pantaletas del modelo que había escogido pase al vestidor y Henry le pidió que me ayudará a ponérmelos porque no podía poderlo hacer yo sola y sería raro que él entrara a un vestidor de mujeres, al terminar de probármelos me dijo que me podría traer otros modelos que la esperase ahí, mientras me veía al espejo note que el iris de mis ojos se estaban tornando violetas, Los cerré por inercia a que solo era mi imaginación pero sentí como si estuviese de nuevo en esa capsula y escuchar la dos voces familiares discutiendo y unos utensilios cayéndose, y los abrí pude ver como el director amenazaba con un bisturí a Robert.
-          ¡Robert!- salí corriendo del vestidor algo malo estaba por pasar.