LA ORQUIDEA DEL PUEBLO
Publicado en Mar 29, 2012
Llego al sitio indicado. Toco la puerta con tres repiques decentes. Nadie abre. Luego de diez minutos, insisto en los tres golpes. La tercera vez golpeo la puerta sin transcurrir cinco minutos. De pronto, la mirilla se destapa y descubro un ojo inmenso observándome insistente. Pienso, es un ojo con la dimensión del mundo. Pasan cuatro minutos más y la puerta se parte en dos, sin aparecer nadie. Entro. Tras de mí se une la puerta de manera misteriosa. No entiendo por qué sucede, luego de varios años de habitar esta vivienda. Miro hacia los rincones. El mobiliario se encuentra en el orden, así lo dejé a las once de esta mañana. Reposo durante hora y media en el sillón de la sala. Salgo a la calle de nuevo. Me detengo en la acera contigua y observo la casa donde resido. Con sorpresa, descubro un lote vacío seguido por las viviendas de siempre. No obstante, me alegro porque en vez del lugar donde se levantaban numerosas e inútiles piezas para habitar un hombre solitario como yo, ahora hay una inmensa orquídea cuidada con esmero por la población de la cuidad.
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