JUGUEMOS EL RONRONEO DE LAS SOMBRAS
Publicado en Apr 10, 2012
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Nacemos de los frenesíes del deseo. Del instante preciso de comulgar el roce con la sangre vital. Tiempo amortiguando la propulsión de la célula. Día sin ser día pedestre, originándose de la jornada recubierta de existencia infinita. Todo es dialéctico, corolario del jugueteo de la vida. La vida, contradictoria, hace gimnasia en el trapecio del acontecer. Se desgaja así misma de manera irónica. El existir exorciza el aire a través del respirar. La existencia, materia maleable con la cual se realiza los sueños o, a la inversa, se desfloran ilusiones hasta marchitarse su esencia. El mundo merodea de calle en calle su miseria, también el lujo plasmado en brechas de guijarros centelleantes. El absurdo es genuino. Lo indiscutible una trampa. El bien y el mal hacen parte de esta tramoya. Órbita sin conclusión. Ondulaciones con sus naderías, entre ellas el nacer y el morir, equidistancias, el absoluto y la nada. Así el haber nacido.  
Juguemos el ronroneo de las sombras: ¿Dónde empieza todo? ¿En la nada? Si decimos sí, este vacío nos va inundar de indivisos, de  meollos sin fondo. El infinito requiere un espacio y este espacio ya tiene sus limitantes. Es decir, se promulga aquí la certeza del finito dentro de un equivalente infinito. ¿Y el finito? Enceguece. Ojos cerrados irrumpen la aurora, parpadean lo perenne de sí mismos. En intervalos de la tarde nos sentamos a tomar un café, no bebemos sorbo alguno, nos quedamos taciturnos, pendientes de la oscuridad dentro del recipiente, también del humo alejándose hasta la estratosfera. Filosofía revertida en estado silencioso.   
La filosofía es mármol. Quien filósofa, el cincelador de estrellas. La luz emanada de esta piedra, subterfugio de la razón, de envolturas peculiares, jamás poética del espíritu. Cuánta lógica exista será pensamiento ligado a un determinismo. Engendro despótico. Uno y cero unido por el cordón del entendimiento, manoseado por el discurso, disertación proclive a las variantes del tiempo, de la búsqueda infraccionada por la temperatura del vaivén del pensamiento. La música flota, sombra y luz bailan.   
Llueve. Alguna de sus gotas es el mismo humo de aquel café jamás paladeado. Ahora puedo, al azar, llenar un pocillo con este mineral para degustar el tinto cristalino y recordar la tarde aquella cuando la tarde era  fumarada. Esta tarde también hace parte de la eventualidad, aunque existió en el momento matemático, cuando manó de la permanencia. La eternidad, de igual forma, es un instante difuminándose como smog en el aire. El smog es aire rehundido, el aire otro aire no igual al aire prehistórico.
Luego, a un hombre cualquiera, por casualidades del destino, se le filtra la imaginación de la escoba en manos de una mujer asolada por los años, la imaginación la hace bella, su cuerpo se disuelve en la lozanía perfecta con ojos del color de un hermoso amanecer, la escoba misma se convierte en una espiguilla dorada, la hace ver como una diosa ordenando el universo.
La mujer poco a poco va perdiendo su ropaje, queda desnuda, es poseída. Con el tiempo un recién nacido llora. Al rato, la imaginación se esfuma y quien ha estado figurando observa a su lado un montón de carne por cortar.
La entelequia ya ha hecho de las suyas, prosigue para continuar recreando la idiotez permaneciendo a la orden del día. La imaginación abre sus puertas a otras imaginaciones entre las cuales se observa el espejismo de la oscuridad ardiente como luz penetrando su falo en el cerrazón. Hay mucho por fantasear. En círculo gira el devenir. La vida es el círculo blindado de un final. Sin embargo, este desenlace es el alfa para un sinnúmero de finales con puertas abiertas a la primicia etérea. Las puertas abiertas no tienen marco donde sostenerse, ni muralla alguna para perpetuar su ventanal, por esto el horizonte es esta ventana inconmensurable. Tragaluz de aire encarnado de espacio sideral. El espacio sideral se encuentra aquí, sobre el mesón, el mesón más allá del mundo terrenal. En cualquier esquina de la estrella fugaz se puede apreciar la sombra de un banano en manos de un niño travieso. El banano en manos del niño travieso gira haciéndonos ver otro niño con un juguete en su boca, el cual por la velocidad de nuestro mirar sólo nos deja ver el banano vagando por el universo. Dios aparece en la memoria consuetudinaria de la raza humana. El feto está programado. Ya llega un nuevo creyente. Se expande la vagina. La puerta del globo terráqueo se abre a la muerte. Juguemos el ronroneo de las sombras.
 
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Foto del autor Carlos Alberto Agudelo Arcila
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Descripción

La puerta del globo terrqueo se abre a la muerte. Juguemos el ronroneo de las sombras.

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Categoría: Artculos

Subcategoría: Entretenimiento



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