ngel Guardian
Publicado en Apr 17, 2012
La fuerza de los vicios se alza imponente ante la sobriedad divina.
Aquella luz resplandeciente se va desvaneciendo. Y ella busca a tientas otra vez el sendero que la lleve al oasis, para calmar la sed almacenada en la trashumancia del desierto. El sol implacable deja sus rastros en la piel quemada, en los labios tarjados y en la gota de sudor succionada. Llega a las puertas del infierno y justo cuando está a punto de conocerlo, su Ángel Guardián le despierta de la pesadilla... digo del sueño.
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