Ajetreo
Publicado en Jul 24, 2009
Son las cinco de la mañana.
Me asomo a la ventana primeriza. Gotas lamen su vidrio. LLueve, se repliega el horizonte. Como un mantel comienzan a recogerse las sombras. Ya se oye el ruido de portales cercanos y el timbre rijoso de los elevadores. Las cosas comienzan a ascender y moverse: Casi nada va en caída. Pronto todo se llenará de anhelos y propósitos, de murmullos cascados, de reverberaciones específicas. Tengo sueño aún pero el afán me lo quita. No soy indiferente en esta selva de cuerpos. Se escapan los minutos hacia los descampados. Los desamparados salen de sus niebla como grafiquitos de hilo sacudidos por el hambre. "los otros", los que son distintos a mí pronto serán una inmensa masa indefinida que me ignorará y pisará mis zapatos. Lo que es murmullo terminará en cháchara y habrá seis o siete asesinatos hoy lo que es habitual según las intangibles estadísticas: Estamos regidos por una ley casi matemática en materia de muertos y de pobreza.También hay tantos hombres aburridos como amas de casa alarmadas por los retrasos... Se acerca la hora de la escuela y del humo de los autobuses: Es un ronco humo negro que llega a mi hipotálamo. Letrados y analfabetas salen a sus labores rotando y desfilando como cebras enormes. Las luces se prenden y aumenta en cifras la iluminación. Estamos en un siglo de multipilcidad: Todo se multiplica. El traje no me cala como debería: Mi cintura está ancha. Tomo un manojo de fresas heridas y hago un jugo y como emparedados dietéticos que me asquean. Lo gigante está afuera: Arriba, abajo y a los lados. Maletin en mano entro al centro de mi mundo: Me esperan decenas de confrontaciones y ajetreo.
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