PROCERES OLVIDADAS DE LA INDEPENDENCIA
Publicado en May 07, 2012
Existe a nivel internacional una corriente que tiende a dar a la mujer un lugar preferente en el cambio que se avisora
para lograr un nuevo Orden Mundial,muchas han ido preparando el camino para que esto ocurra. En nuestra Patria debemos rendir un respetuoso homenaje a la pléyade de mujeres indias que dieron su vida por lograr la independencia. Entre ellas destacan nítidamente: Kura Oqllo En el Perú, la intervención de la mujer por la independencia comenzó cuando se iniciaba la conquista del Perú, a cargo de Francisco Pizarro. Kura Oqllo ayudo a su esposo Manco Inka Yupanqui a llevar a cabo el plan de reconquista del Perú con un gran ejército. Ella se encargó de iniciar el bloqueo de la ciudad del Cuzco desde la fortaleza deSaccsaywuaman. Las batallas continuaron. Kura Oqllo y Manco Inka, no sólo se enfrentaba a Españoles, sino también a los ejércitos comandados por sus propios parientes. Tuvieron que huir hacia Yucay, pero Hernando Pizarro, por venganza, ordenó a matar muchas mujeres que también lucharon por la reconquista. Kura Oqllo fue capturada y conducida al Cuzco, donde Francisco Pizarro ordeno matarla a flechazos. Esta mujer fue una de las primeras heroínas que murió con valor por recuperar sus tierras y mostró dignidad, patriotismo, coraje y amor a su tierra y su raza. Mama Asarpay Como otra de las mujeres que luchó contra la dominación española, tenemos a Mama Asarpay, hija de Wayna Qhapaq. Esta mujer tuvo acceso al palacio de Francisco Pizarro, porque la mujer de Francisco era hermana de Mama Asarpay. Ella espió los planes de defensa de los españoles y de inmediato lo comunicó con las huestes de Kisu Yupanqui. Al concluir su misión retornó a Cajamarca donde fue tomada prisionera y fue conducida a Lima, donde Francisco Pizarro le dio muerte. María Kusio Warkay María Kusi Warcay, hermana de Titu Kusi Yupanqui y esposa de Sayri Tupa, fue una valiente mujer. Esta mujer le aconsejó a su hermano que no cediera territorio a los españoles, sin embargo, él no le hizo caso, y las predicciones de Maria Kusi se cumplieron: el Inca murió asesinado junto con su padre. Ana de Tarma (1742) En Tarma existió un grupo de guerrilleras comandadas por un mujer llamada Ana de Tarma. Esta mujer comandaba a un grupo de 52 mujeres; ellas ofrecieron resistencia a las huestes del español Benito Troncoso, en los combates de Río de la sal y Nijandaris, donde los españoles fueron derrotados. Por trece años truncaron los esfuerzos de los españoles. Ante ello, el rey de España procedió a cambiar al virrey siendo nombrado el Conde de Superunda y para el mando de tropas reales se nombró al General Don José Llamas, Marqués de Mena Hermosa. Pero estos cambios no lograron reducir el caudillo y la figura de la guerrillera Ana de Tarma. María Gregoria (1750) María Gregoria con su esposo Francisco Inka se lanzaron al ataque contra los españoles, por los abusos que estos habían cometido. Ante todos estos hechos el virrey Conde de Superunda envió a un grupo de españoles para acabar con esa conspiración y en esta nueva cruel batalla murieron con valor hombres y mujeres que buscaban la justicia y la paz. María Gregoria fue interrogada para conocer los planes y nombres de los conspirados, pero no lograron su objetivo, ya que María prefirió el martirio a la traición. Juana Moreno (1777) Juana Moreno estuvo dispuesta a enfrentarse contra los abusos y excesos de los encomenderos que vendían productos inútiles a los indígenas. En la provincia de Huancalíes, Juana Moreno ayudó aprovisionando armamento para hacerle frente al teniente corregidor General don Domingo de la Cajiga, quien hizo su ingreso al pueblo de Llata a fines de julio de 1777, cuya misión era el cobro de nuevos tributos a los indígenas. Los indígenas rodearon la casa donde se alojaba el jefe de las Milicias y fue Juana Moreno quien acabó con la vida del teniente corregidor. La rebelión fue sofocada por las tropas. Marcela Castro Marcela Castro fue acusada de alentar el alzamiento Tupacamarista en Marcapata y de no haber delatado a los que intervinieron en él. Por esto, se le aplicó feroz sentencia de ser arrastrada a la cola de una bestia, llevando soga de esparto al cuello, siendo así conducida por las calles para que sea objeto de burla luego fue descuartizada y su cabeza fue puesta en el camino que sale para San Sebastián, un brazo en el pueblo de Sicuani, otro en el puente de Orcos, una pierna en Pampamarca, otra en Ocongate y el resto del cuerpo quemado en una hoguera en la plaza y sus cenizas arrojadas al aire. Esto provocó más la ira de la gente hacia las tropas realistas. Bartolina Sisa Bartolina Sisa y su esposo Julián Túpac Catari batallaron contra el ejercito realista. Ella fue jefa de batallones indígenas donde demostró gran responsabilidad y capacidad de organización, logrando armar un batallón de guerrilleros indígenas y también grupos de mujeres colaboradoras de la resistencia a los españoles en los diferentes pueblos del alto Perú. Sus hazañas y arrojo, está representada en el Sitio de La Paz y a Sorata en donde tomó parte activa, ordenando represar el río que pasa por la ciudad para provocar una inundación que debía romper los puentes y aislar a la población, pero este plan fracasó puesto que el general realista, Segurola, recibió ayuda de cinco mil hombres que destruyeron los planes de los rebeldes. Tiempo después, Bartolina Sisa fue capturada, torturada y cruelmente asesinada. Gregoria Apaza Gregoria Apaza,la llamaban "La Virreina", luchó al lado de los hermanos Catari en coordinación con el plan revolucionario de Túpac Amaru. Su acción al lado de las guerrilleras fue activa y su labor fue decisiva en el aprovisionamiento de las rebeldes. Fue hecha prisionera junto con Bartolina y fue condenada por el Oidor Diez de Medina en la misma forma cruel con que usó para su cuñada. Sus miembros despedazados, enviados a diferentes lugares, su cabeza puesta en una picota y el resto de su cuerpo quemado, para que sus cenizas fueran arrojadas al viento. Cecilia Túpac Amaru Cecilia Tupac Amaru, aunque esposa del español Pedro Mendigure, tenia gran dolor por el mal trato a los indígenas y mestizos, lo que avivó su anhelo de conseguir un cambio de sistema de vida para los suyos y por ello se dedicó a organizar la despensa de víveres y el fondo económico que servirían para el sostenimiento de la revolución. Cecilia, a pesar de su aspecto débil, no delató a ninguno de los partidarios del movimiento sin importarle los suplicios. Ella tomó parte en los preparativos bélicos del Cerro Piccho al lado de Túpac Amaru, cuando en una forma inexplicable se realizó la retirada a Tinta. Sofocada la revolución, ella fue hecha prisionera y condenada a una cruel sentencia debía sufrir doscientos azotes dados por las calles públicas del Cuzco y luego el destierro al convento de las Recogidas de Méjico.
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