Matorrales
Publicado en Jul 24, 2009
Sobre la grava
o la grama tendidos incendiados casi hasta reventar siempre nos echábamos a reír, a reír. A nombrar las iniciales de los nombres secretos que nos hicímos. Mordía el sol los montes como una quemadura. Nos arrastrábamos hacia los matorrales como críos. Niños prófugos cantando sin marimbas. Y allí entre el sudor sin álias nos besábamos y besábamos. Las briznas verdes nos mojaban la cara. Decías que mis besos te sabían a vinagre. Que yo era un bocado nada más de la hora algo menor que una hogaza. Un juguete de pan al que comías por no tener más nada: Tu migaja o mendrugo. Yo te dejaba hablar en la inacción de mi éxtasis pues tenías mi alma agarrada a tus manos a tus puños helénicos. Tu melena despierta ahí y viva brotándote más larga bañaba de gozo mi momento. A tu felicidad pronto me acostumbraste. Fue un amor que venía rápido entre tus rápidos. Lo tenías escrito en la sangre roja roja e intrépida y sin premura sobre mi lo vertiste.
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