EL SONRI TAMBIN...
Publicado en Jul 26, 2009
No reaccionó inmediatamente al oír la voz al otro lado del teléfono. Después de escuchar un par de frases más, reconoció la voz que a su juicio, a esa hora hablaba incoherencias. La sorpresa y preocupación comenzaron a invadirla hasta espantar el sueño y despejarla completamente. Ni por un instante intentó disimular de molestia estos sentimientos que la mantuvieron varios segundos dentro de un completo e interminable silencio. Tampoco tuvo tiempo de inventar una torpe y mal improvisada mentira, ni menos simular estar en medio de un erótico encuentro con algún personaje ficticio. Todo esto para hacerlo sentir miserable y olvidado, como tenía planificado hacer meses atrás.
Escuchó sus ruegos por verla una vez más, a lo que respondió con inmediata aceptación. No lo hubiese hecho hace algún tiempo, cuando el rencor cegaba su vista y siendo más estúpida aún, por propia voluntad mantenía el brazo torcido. No se levantó de la cama y permaneció en ese estado de subconciencia sin parpadear hasta que escuchó los golpes. Se abrigó con la bata que alcanzó a recoger casi sin detenerse, siguiendo el ritmo del ligero paso que casi la hizo tropezar en los peldaños de la angosta escalera. Se detuvo frente a la puerta para acomodar un poco los medio enmarañados rizos que caían sobre sus hombros. Y no sólo le abrió su puerta... también le abrió su cama... y sus piernas, dejándolo entrar sin titubeo alguno. A medida que sentía las caricias y besos cubr¡endo cada uno de sus centímetros, su respiración era más intensa dando espacio ahora al perfume que se impregnaba en las suaves y ya algo arrugadas sábanas, envolviéndola en este extraño e inesperado reencuentro. Lo escuchó balbucear recuerdos que ya no pertenecían siquiera a una fecha o un lugar. Había pasado demasiado tiempo. Demasiado como para que este macho recio e insensible pudiera recordar tan claramente. Y más aún le sorprendió el coincidente recuerdo de hace un par de noches. El mismo recuerdo que le provocó una leve nostalgia no llegando a doler siquiera. Esa voz, ahora extraña a sus oídos, entre sollozos y ruegos no dejaba de hablar de la pena, la culpa y el arrepentimiento que no lograba evadir, acosándolo cada día al despertar y cada noche antes de dormir. Era el de siempre, sin duda alguna. Pero al mirar al espejo, sintió que ella no era la misma. Se le nublaba la mente y se separaban aún más sus muslos. El éxtasis la hizo abandonar la carne y elevar el alma en un gemido. Profundo, sediento, liberando sus deseos. Despertó sintiendo el abrazo cálido y amoroso que la envolvía con ternura. El mismo abrazo que durante tanto tiempo extrañó con el corazón hecho mierda. Se abrigó con el calor de ese amante durante las interminables y placenteras horas que restaban antes del inevitable amanecer. Y al despedirse... ni siquiera lo besó, sólo pudo acariciar su rostro y sonreír. Él sonrió también…
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JUAN CARLOS
Besos y cariños..
Tu amigo..Juan Carlos..
Claudia Riquelme
Gracias amigo por tu deliciosa espontaneidad,
LaNegra
miguel cabeza
miguel cabeza
Besos
Claudia Riquelme
LaNegra
Arturo Palavicini
Increíble!!!! Como siempre, la elección perfecta y atinada de todas las palabras, el ritmo ideal para irte metiendo en la historia y las imágenes nítidas en cada párrafo.
Me estás dando una valiosa lección con este texto, que te comentaré en privado.
Felicidades Negrita
Arturo Palavicini