Lo que se dijo ante l-1
Publicado en May 17, 2012
A veces me he preguntado que parte de responsabilidad o culpa tengo yo en la huída de mi hermana Claire el verano de ahora hace dos años. Su escapada a la ciudad de Reims sin previo aviso dejó a nuestros padres hundidos en el desconsuelo y sin proponérnoslo se habló de ella, se pensó en ella y en toda su vida desarrollada hasta entonces junto a nosotros, como nunca antes. Además, su prometido Philippe la buscó con denuedo por Reims y regresó hostíl y difícil. También me he interrogado a menudo porque yo no hice nada parecido. Porque no moví ni un dedo para intentar sacar en claro los motivos de su fuga o descubrir en que lugar y junto a quien vivía. Ahora que sé todo lo que le ha pasado y su final tan trágico no puedo evitar el enfocar mi futuro más próximo con un sabor muy amargo, y de modo inconsciente y sin pruebas, una mano quizás injusta golpea la maza del juez repetidamente al tiempo que resuena con extremada dureza en el interior de mi cerebro la palabra "culpable".
Mi madre me inquirió en varias ocasiones y en aquel mismo verano acerca de los posibles indicios que yo tuviera sobre los deseos y propósitos de Claire. Más yo no sabía nada. Quizás mamá se había dejado engañar por la apariencia de mi relación con Claire, que era mucho más superficial de lo que podía parecer. O en todo caso, nuestros mundos eran ambos tan cerrados que el desconocimiento del otro era importante, aunque las muestras de cariño podían conducir a un tercero a pensar todo lo contrario. Estoy ahora en su entierro. He dejado caer un puñado de arena umbría sobre el blanco y reluciente baúl y luego me he echado hacia atrás asustada. Claire anida en mi corazón y no en esta fosa maldita. Y anida en mí como todos sus misterios...
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