Proximamente irá el título
Publicado en Jun 02, 2012
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La tardecita cubre de marrón intenso los muebles de la casa.
Mi alma en paz regresa en puntillas.
La muy tonta se había ido a pasear sus penas al zoo;
y allí, entre jirafas y rinocerontes,
vio de pronto un pájaro suave
y se enamoró de él.
Qué tonta, qué tonta eres, le digo.
 
 
El rostro sereno de una mujer me mira.
Sus ojos tienen la piedad que necesito,
y sus labios quizá el amor que yo deshecho.
No me siento invitado a ese amor
extraño para mí.
Pero es demasiado bella como para no comprender
que sus pequeños senos me atraen.
Suenan hermosas sus palabras:
una historia de cuando era niña y jugaba
en el patio con una perrita
que un día fugó y se hizo invierno de pronto
en su alma.
La tardecita cubría de marrón intenso los muebles,
y ella lloró durante años.
Allí,
en ese idilio lejano,
nos encontramos los dos.
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Foto del autor Guillermo Capece
Textos Publicados: 464
Miembro desde: Jul 27, 2009
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Descripción

Palabras Clave: El rostro de una mujer

Categoría: Poesía

Subcategoría: Poesía General


Derechos de Autor: Direc. Nac. del Derecho de autor


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