El lago encantado
Publicado en Jun 10, 2012
Cierto amanecer, en las cercanías del gran claro del bosque, dos diminutas ardillas contemplaban sus caritas en la laguna encerrada. Miraban asombradas y sin entender lo allí reflejado. Intercambiaron una rápida mirada, y sin expresar vocablo, volvieron sus ojillos a las tranquilas aguas. No había duda alguna, allí veían un tercer rostro, un animal desconocido. Era muy clara su imagen, las miraba sonriendo, como invitándolas a introducirse en aquél su reino. Ellas sabían nadar, por lo tanto influenciadas por su típica curiosidad, lentamente decidieron entrar a visitar al simpático personaje. -No es necesario que se sumerjan- dijo una dulce voz que flotaba sobre el lago. Asustadas al escuchar una voz desconocida, corrieron despavoridas tras el primer árbol que encontraron. -Allí no vuelvo, ¡que susto! - dijo la más timiducha. -No pasó nada, porqué escapamos, sólo fue una voz..., yo vuelvo, sos una miedosa. Con firmeza, pero lentamente, se acercó a orillas del embrujado lago. No había nadie, la imagen desapareció. –Vení, volvé, ya se fue, estamos solas, vení... Apenas su compañera se acercó, un tanto temerosa, reapareció el sonriente rostro del extraño personaje. No salieron de su asombro, esta vez las miraba pero no se escucha su voz. -Todo fue nuestra imaginación, es solo un reflejo de alguna hoja, en lo alto de cualquier árbol, no debemos tomar todo a la tremenda. -Sin embargo- agregó la intriga ardillita, -Yo escuché con claridad lo que nos dijo, no fue nada de imaginación, y bien despierta estoy, te demostraré que estoy en lo cierto... Hola, amigo, hola... -No tengan miedo, quiero conversar con ustedes, y contarles sobre mi, ¿Quieren? Ellas quedaron frías como estatuas, no atinaron a moverse, todo aquello era muy raro, como sacado de un cuento para niños. La preguntona fue la primera en reaccionar. -Está bien, pero no salgas del agua, esa es nuestra condición, ¿cuál es tu nombre? -Pueden llamarme Genio, pues eso es lo que soy. -¡Que ocurrente! Si realmente eres un Genio, tendrás super poderes, ¿que haces en el agua, eres un pez? Las dos amiguitas se rieron por la ocurrencia del susodicho Genio, y continuaron la charla, ya muy entusiasmadas. -Cuéntanos en verdad como vives allí, ¿tienes compañeros? -Pues bien, mi historia es simple pero se remonta muy lejos en el confín de los mares, con gusto les contaré... Hace muchísimos años, cuando todo era distinto, los pájaros grandes dominaban la tierra y el cielo, mis antepasados vivían en las profundidades, sin siquiera animarse a espiar que ocurría allí, en la superficie. Un día, la noche duró mucho tiempo, los rayos del sol por lo tanto no calentaron los mares, el viento no movió las olas, todo parecía paralizado, la incertidumbre y el pánico cundió entre mis ancestros, algunos, los más avezados, decidieron elevarse y entender el raro fenómeno. Los que regresaron a las aguas profundas, se habían transformado, sus colores eran fosforescentes, su tamaño de más volumen, y emitían raros sonidos, ajenos a aquellas especies. -Que fantástico relato, o sea que hablaban otro idioma, ¿entiendo bien? Lo interrumpió la asombrada y valiente ardillita. -En un primer momento, nadie entendió lo ocurrido, y se mantuvieron alejados de estos “nuevos” habitantes llegados del mundo exterior, el de arriba. Éstos, nadaron y nadaron lejos de lo conocido, formaron una nueva colonia y las aguas pasaron durante muchas olas. Y un día, no hace mucho, nací yo, y mis compañeros me obsequiaron un poder que sólo los privilegiados, conozco sólo a otros dos, lo poseemos... -¡¡¡Lo sabemos, lo sabemos!!!, gritaron al unísono las ardillitas, puedes cumplir deseos de los demás, ¿verdad? -Si, están en lo cierto, pero no siempre resulta, y no a cualquiera. -Uffff... - exclamaron decepcionadas. La preguntona largó la pregunta clave: ¿Nosotras podríamos...? -Si, de ello estoy seguro, las observo cada vez que vienen a tomar agua y las escucho conversar, muchos animales del bosque las consideran sus amigos, todos las aprecian y hablan bien de ustedes, por lo tanto las considero aptas para otorgarles el privilegio de cumplir vuestros deseos. Las escucho... Ninguna habló. La sorpresa era tal que en sus cabecitas, las ideas, y los deseos, y los sueños se entrelazaban, todo era un ir y venir, no podían expresar ninguna palabra. -Calmensé, amigas, no hay prisa, eso sí, les otorgaré un deseo a cada una, soy pequeño aún, y eso es lo permitido. ¿Quién me cuenta su deseo? -Yo, se animó la valiente. Quiero transformarme en un esbelto ciervo, con un par de cuernos negros que al alumbrarlos el sol reflejen un brillo que se vea desde lejos. ¿puede ser? -Un ciervo, ¿estás segura?, no hay lugar a volverse atrás, ¿está claro? consultó el simpático Genio. -Segurísima, es lo que más deseo en el mundo. -Es la palabra clave, “lo que más deseo en el mundo”, es la que esperaba... ¿Y tu, ya decidiste?, preguntó a la indecisa, estoy esperando... -Pues bien, quiero tanto a mi amiga que no quisiera separarme de ella, por nada del mundo, deseo ser... la compañera de ese majestuoso ciervo para crear una familia y vivir juntos muchos años, eso, eso es lo que más deseo en el mundo. Una ráfaga de aire caliente sacudió los árboles del bosque, hasta los más altos se inclinaron, hubo un trueno y los pájaros interrumpieron sus trinos, la luz se hizo noche y en instantes el sol reapareció. Una pareja de ciervos se acercó a tomar agua en el lago, allí entre su rostros reflejados, una tercera imagen les regaló una sonrisa. """"""""""""""""""""""""" Beto Brom Registrado en Safecreative, N°1106149460848
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