Hay un grito en el silencio,
nadie puede escucharlo,
es un grito visceral,
un grito desesperado.
Hay un grito en el silencio,
nadie...quiere escucharlo.
Pero martilla los tímpanos,
pero los hace pedazos.
Tu estás en tu casa ahora,
tienes tu merecido descanso,
fue un día agotador,
es justo estar descansando.
Eres solo un estudiante
y estudiar es un trabajo,
horas y horas leyendo libros,
horas y horas estudiando.
Y bien...no te importa
lo que ocurre en otro lado,
primero está la familia,
papá, mamá, tus hermanos.
No me olvidado de usted,
¿ya creía haber escapado,
porque agacha la cabeza?
Sí, ¡a usted le estoy hablando!
Bueno, digamos, a ver,
hoy es domingo. Temprano,
se levantó para ir a misa,
como todo buen cristiano.
Tenía el tiempo justito,
friamente calculado,
para llegar a su casa
y almorzar un buen asado.
Hoy no hay tiempo para sexo,
si no amanecerá cansado,
y al ir a su trabajo,
usted iría desvelado.
Usted, señor, no tiene tiempo.
Ninguno de los dos tiene tiempo,
ninguno puede escucharlo...
El grito se hace más fuerte...
y lento...se va apagando.