A obscuras
Publicado en Jul 26, 2009
Una y otra vez dizque te reanimas, "Todo va a salir bien." "No hay mal que por bien no venga." "Lo que no me mata me fortalece" y cientos de frases más, de todo tipo, metafísicas, filosóficas y hasta refranes populares, todos, refugios para fracasados. Esta última idea me lleva a sentarme en la cama, a obscuras, como si esperara que algún espíritu de mis antepasados apareciera, iluminara con su aura la habitación y me indicara con puntos y comas, "¡qué hacer!". Desde luego, nada ocurre y lo prefiero. Sin embargo, sigo con la piel "chinita". Enciendo la lámpara y pienso, "soy un maricón". Ahora con luz, intento dormir, pero al volver a recordar que todos se fueron en la madrugada a Cuernavaca y ni siquiera pudieron despertarme para despedirse, me encabrona, me distrae y me trae de vuelta al insomnio. "Sí, desperté y ya no había nadie. Se largaron como si se hubieran robado algo o quisieran abandonarme para siempre y ahora esperan que los alcance el fin de semana. Cierro los ojos, "tranquilo güey, todo va a salir bien", repito en silencio para mí, "¿Otra vez?"
Son las seis en punto. He despertado a tiempo, pero sin ganas de nada. Sigo con una mezcla de coraje, frustración y miedo, cocktail perfecto para el suicidio, pero aun así, me levantó. Voy al baño y regreso a acostarme. Prendo la TV, no la pelo, sólo pienso en la época en que era feliz,... ¿era feliz? No estoy en condiciones de ir a trabajar. "Lic. Romero, ¿cómo está? Yo malísimo...deeel estómago. Cené mucho y...malo, sííí, ¡muuuy malo! La verdad no me siento con ánimo, pero aquí voy a estar para cualquier cosa. Sí, ya lo envié, pero de todas maneras yo le hablo para ver si lo recibió. Muy bien, gracias, hasta luego." Cuelgo la bocina y la paz que provoca la mentira exitosa se apodera de mí. Ahora sí, soy feliz. De la nada me llega la idea de hablarle a Annette, una diva que en mis años mozos (todo el bachillerato) me mantuvo en la pendejez total, pero, ¿no será muy temprano? Hace muchísimo que no la veo, por lo menos tres años. Tal vez ya ni es su teléfono, tal vez ya no se acuerda de mí..., "la rueda de las especulaciones puede ser infinita, sobre todo cuando no hay el afán de comprobar nada." Me decido a tomar la bocina, pero antes de que logre descolgarla suena el teléfono, es Chelita, yo le digo "Coronita" "¿No fuiste a trabajar?", pregunta la metiche. "Estoy muuuy enfermo del estomago." "Que mal, bueno que te mejores. Pásame a tu mamá.", léase: "no te creo, güevón y, de paso, me vale madres." "No está Chelita, se fueron hoy a Cuernavaca." "Ahhh, sí es cierto, ya me había dicho. Bueno, le hablo a su celular." Colgó y ya. "¡Que poca! Tranquilo, ¿no me digas que vas a sentirte ahora por algo que ni siquiera es verdad? No estás enfermo, ¿ok? ¡Estas cabrón!" Fin del auto regaño. ¿En qué estaba? ¡Ah, Annette! No contesta. Vuelvo a marcar, no contesta. Última vez, pero...dentro de... cinco...Vuelve a sonar el teléfono, "¡Pinche Corona, ahora qué quiere!" "Hooola, que milashout." "¿Milashout?" "Mila-grito niño, ¿todavía no hablas english?" "Ah, sí...shout, grito (no mames, pienso). No tan bien como tú. Oye, cambiando de tema, te hablé porque...estoy...enfermo... y quería invitarte a...cuidarme." "¿A tu casa? Qué, ¿estás solo?" "Zip, siempre he estado solo." "Ayyy, ya no me acordaba de tus dramas, ¡qué tierno! Está bien, sí voy, ¿me vas a invitar a desayunar, of course?" "Claro que sí". "Sale, como en media hora llegó, ¿todavía vives en Petén?" "Yes, my dear." "Ok, te veo en un ratito, adiós." Cuelgo. Mi corazón se acelera. Parezco un pinche adolescente. Sin embargo hay razón, después de tanto tiempo, voy a estar solo con Annette...¡por primera vez! Me acuerdo que el pendejo de su padre nunca me aceptó ¿Vivirá todavía? Bueno, vale madres, ya es mayor de edad, ¿no? Por fin llegó, casi cuarenta minutos de retraso y quince o veinte kilos de más, primera desilusión, no es puntual la gorda. Llegó en taxi, que yo tuve que pagar, no tiene coche y no le va muy bien, segunda desilusión y la tercera, última, pero definitiva, "Mi marido va a pasar por mi como a las 12:30, ¿está bien?" El desayuno fue...un fiasco. Se nos fue la mañana en tratar de recordar nombres y apodos de compañeros y profesores que ya no identifico y que seguramente ni identificaré nunca más. Parecía más una reunión de exalumnos, con la diferencia de que nadie habló de uno mismo ni de lo que a mí realmente me importaba. No pude ni insinuarle lo profundamente enamorado que estuve de ella y mucho menos mi intención de recuperar el tiempo perdido. Me llevaré este secreto a la tumba. A las doce y media en punto tocaron el timbre, era Chelita, "Me dijo tu mamá que te dejara estos papeles aquí y que los guardes en su buró. Gracias, nos vemos." Me entrega los papeles y se marcha. "Habló con mi mamá, le dijo que estoy en la casa porque estoy enfermo y, ¿ni así se le ocurre hablarme para ver como estoy? Sí que estoy jodido." Regreso al desayunador después de dejar los papeles donde me indicaron. Antes de que pueda sentarme vuelve a sonar el timbre, abro para encontrarme con un "Vengo por Annette" "Un momento" Ni siquiera lo veo y mucho menos lo hago pasar. Ya quiero que se vayan. Nos despedimos acompañando la despedida con las clásicas falsas promesas, "Nos hablamos" "Ahora nosotros te vamos a invitar, pero a comer" "A ¿Rubén? ¿Raúl?..." En la madre, ya ni siquiera me acuerdo del nombre de su marido, bueno no importa, al fin nunca más los voy a volver a ver. Otra vez solo. Tomo mis cosas, mi lap, back pack y llaves y me dirijo al trabajo. Nunca debí haber faltado. A ver que digo ahora para explicar mi milagrosa, mi "mila- shout- sa", recuperación, "Ah, no ¿verdad? No es así. Debí haber estudiado inglés."
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Guillermo Cervantes