RECORDANDO MUJERES
Publicado en Jul 20, 2012
Le dijo él: De todas las mujeres con quienes he hecho sexo, solo recuerdo tres cosas: la primera, una impalpable sensación de compañía cuando las desnudo. La segunda, una efímera sensación de saber que existo, cuando eyaculo. Estremecimiento biológico y metafísico, existencial, de acuerdo con el lugar donde lo haga: entre el culo, la boca o la vagina. La tercera, cuando ella se viste, total certeza de su soledad y la mía. Soledad que no fuimos capaces de llenar con besos, abrazos, agitaciones, palabras o silencios. Ella dijo: Tienes mejor suerte que yo. Mientras se vestía, siguió diciéndole: De todos los hombres con quienes he follado, y no eres la excepción, solo recuerdo algún insignificante detalle de la alcoba donde lo hicimos. La arruga de una desteñida alfombra. El papel higiénico en la cesta. Un ordinario condón sobre la mesita. La pequeña barra de jabón. El número de la habitación. Mientras se peinaba con los dedos, continuó: Pensándolo mejor… evoco de cada uno de ellos sin identificar quién era el propietario de unas u otras, las medias que tenían puestas. Solo calcetines finos o baratos, nada más. Pulcros o rotos. Hombres que fueron calcetines sobre la cama, en el piso, en un taburete, al lado de sus pantaloncillos. Estuvo en silencio un momento y sonrió al decir: Uno de ellos, con pose de intelectual, alisó mis calzones con sus manos y sobre ellos extendió las medias creando una delicada composición de colores y texturas al lado de los zapatos. Por ahí amontono una colección de calcetines. Cuando terminábamos de hacer sexo, yo a todos les exigía una media como parte del pago. Qué felices al saber la disminución del costo. La entregaban sin el temor inicial de llegar a sus hogares sin una media. Nunca las dos. Los pantaloncillos jamás me interesaron. Una sola como recuerdo del encuentro, les decía. Una dulce reminiscencia, les decía pero era mentira. Quería conservar las pruebas de que un calcetín es más importante, al recordar con quien hicimos sexo, que el hombre mismo eyaculándonos en la boca, en el culo o la vagina. La sicología del hombre cuando hace el amor, sus sentimientos, sus emociones, sus pasiones, no va más allá del color, la textura y calidad de sus medias. No creo que el alma de un hombre sea tan compleja cuando hace sexo. Ni mucho menos al eyacular. Cuando intentan esconderla entre sus zapatos, siempre me les llevo una media. ¿Cuándo compraste estos calcetines, papi?
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Battaglia
saludos
kalutavon
Interesante lectura.